Un auditorio lleno de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile escuchó atentamente las palabras de Francisco Gálvez, Sergio y Rodrigo Ramírez; diseñadores del Departamento de Estudios Tipográficos de la Universidad Católica: En la charla denominada "El diseño del Sistema de Información al Usuario de Transantiago", los tres diseñadores defendieron el trabajo visual que realizaron en la implementación del nuevo sistema de transporte capitalino.
En la oportunidad, analizaron cómo surgió la idea de renovar la "cara" del transporte público de Santiago. En este sentido, alfirmaron, el antiguo sistema de micros amarillas obedecía a una filosofía de diferenciación de la estética interior entre una y otra, con el objeto de potenciar su mutua competencia en las calles.
A esto se agregaba que las expresiones visuales (imágenes, stickers, rayados) de los antiguos autobuses constituían un espacio identitario muy importante dentro de la sub-cultura capitalina, pero que se limitaba sólo a reflejar un sentido de territorialidad del chofer.
Los típicos stickers con sloganes como "Aquí mando yo", "Dios eres mi copiloto" y otros, sólo respondían a una personalización del sistema de transporte, donde el "chofer hacía su segundo hogar". Sin embargo, comentó Rodrigo Ramírez, esto no representaba a sus usuarios. "Con el Transantiago se propuso un sistema de transporte ciudadano integrado", reiteró.
Otro de los puntos relevantes que abordaron los diseñadores fue cómo se diseñó una estrategia de diferenciación de los diversos recorridos complementarios del Transantiago, así como sus respectivas señaleticas, estilo de tipografía, paraderos, entre otros.
Para ello se realizaron diversos estudios y focus groups, con el fin de determinar qué modelos de diseño se ejecutarían. A esto se sumó la influencia de modelos internacionales como el de Curitiba, Brasil, Bogotá con su famoso Transmillenium, y el sistema londinense, próximo a cumplir un siglo.
Así, se llegó a la decisión de utilizar un sistema de códigos alfacromáticos para diferenciar los recorridos y la posterior construcción del mapa por sectores, que comprende determinadas comunas en Santiago.
Los criterios de la asignación de colores para cada sector fueron tres: ser fáciles al momento de nombrarlos, ser pigmentos de bajo costos para los buses, y ser de fácil discriminación entre uno y otro recorrido, para evitar confusión.
No obstante, los expositores coincidieron en que el tema más conflictivo del antiguo sistema de transporte no pasaba por un tema de color o tipografía, sino por un asunto más profundo: el engorroso acceso a la información de los recorridos.
Los comunes preguntas "pasa por" o "me deja en" daban cuenta de una potente desinformación del pasajero de micro, que sólo dependía del chofer. "El Transantiago se propuso cambiar esta situación", dijo Rodrigo Ramírez.
Una de las principales conclusiones a la que llegaron los expositores fue que el Transantiago no sólo modificó los recorridos los buses y otros aspectos, sino que incorporó una nueva manera de andar por la ciudad, una nueva concepción de movilidad a través de ella. En síntesis, un cambio cultural.
"Con el Transantiago no bastaba con entregar los mapas de recorridos a todas las casas, era necesario incidir en el comportamiento de los usuarios, porque lo que les estábamos cambiando no era el color de las micros sino la manera de navegar por la ciudad. Cuando uno va de la casa a la pega y viceversa, y uno realiza ese proceso durante 300 días al año y por cinco años, es obvio que los espacios reconocidos de la ciudad son esos. Uno entiende la ciudad en función a los recorridos de vida que hace cotidianamente", acotó Ramírez.
Según Francisco Gálvez, el nuevo diseño gráfico de Transantiago, con la utilización de su mapa, dio la oportunidad de abrir la ciudad a otros espacios, que antes miles de santiaguinos no contemplaban.