A comienzos de los 90 fueron repatriados los restos del maestro Pedro de la Barra, que había muerto en el exilio en Venezuela en 1976. En los preparativos para esta repatriación hubo un gran revuelo en el ambiente cultural criollo y una estudiante de teatro preguntó: "Y ese señor De la Barra, ¿es alguien muy importante que hay tanta conmoción por la traída de sus restos?".
Cuando Mario Lorca supo esta anécdota ("Pensé que algo habíamos hecho mal sus discípulos, no podía ser que no supieran quién es Pedro de la Barra"), quiso remediar el olvido que pesaba sobre el fundador del Teatro Experimental de la Universidad de Chile y se propuso hacer un documental. Casualmente su hijo Leonardo, audiovisualista, también quería hacer algo sobre esos actores que vio desde muy niño. "Fue una coincidencia fantástica" afirma Lorca.
Así, el padre recogió los testimonios y el hijo los editó, dando forma a al video documental Casi 60 años del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, estrenado el 2001 en formato VHS y que será exhibida el lunes 14 de mayo a las 19:00hrs. en la Corporación Cultural Balmaceda 1215, en una nueva versión corregida y digitalizada y en el marco de la celebración del Día Nacional del Teatro, que a partir de este año se conmemora el 11 de mayo, fecha del nacimiento del destacado actor y director Andrés Pérez.
"Se hizo una versión, se incorporaron algunas cosas que según el punto de vista de Leonardo faltaban... Pero la verdad es que falta mucho. Por eso se llama Casi 60 años" explica Lorca, frente a la dificultad de dar total cuenta de todos esos años. El actor agrega: "Hay algunas cositas que se cambiaron, algunas se retiraron y se agregaron otras, hay más apoyo fotográfico y además se le intentó dar otro ritmo, más ágil".
El documental va a cumplir seis años, pero sigue plenamente actual: "No pierde vigencia, porque desafortunadamente gente que presta su testimonio al documental ya no está, como Patricio Bunster, Moisés Miranda, María Cánepa y Aquiles Sepúlveda. El mérito mayor del documental consiste justamente en eso, que la historia está contada por sus protagonistas".
La revolución experimental
El 22 de junio de 1941 debutó el Teatro Experimental de la Universidad de Chile con la obra "La guardia cuidadosa", de Cervantes, y "Ligazón", de Ramón del Valle Inclán. Este proyecto se propuso renovar el teatro chileno, hasta entonces muy amateur, precario y sin más pretensiones que entretener a la gente y sobrevivir.
Encabezado por Pedro de la Barra, su primer director, el Teatro Experimental surge basado en cuatro objetivos: crear un público teatral, descubrir nuevos talentos, formar una Escuela de Teatro y difundir el Teatro clásico y moderno, apuntando siempre a profesionalizar la actividad y hacer obras de mayor calidad.
Así, se formó un conjunto que contó entre sus fundadores a Pedro Orthus, María Cánepa, Héctor y Santiago del Campo, Domingo Piga, María Maluenda, Bélgica Castro, Roberto Parada y Rubén Sotoconil, entre otros. Mario Lorca se integró en los años 50 y participó por 24 años en el grupo, actuando en cerca de sesenta obras.
Después de desechar la idea de estudiar Construcción Civil, Lorca ingresó a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile a través de Agustín Siré ("hombre ilustre del teatro chileno, muy parsimonioso para hablar"), quien era el director en ese entonces. Siré le subrayó una escena de la obra "Nuestro Pueblo" y le dio la chance de hacer la prueba. Primero quedó como alumno oyente y luego de tres meses pudo ingresar como alumno regular.
Avalancha de recuerdos
Mario Lorca, amante también de la poesía y "decidor" de versos (no le gusta la palabra "declamador"), se confiesa "poeta frustrado" pero comparte al pasar algunos chorreantes versos de De Rokha o alegres interpretaciones de Neruda.
Es un hombre afable y al preguntarle acerca de alguna anécdota en especial, pareciera que éstas se le fueran a salir por los ojos. "Los recuerdos siguen muy latentes, ahora mismo se me vienen como avalancha", confiesa.
Si bien el actor es oriundo del sur, pasó buena parte de su adolescencia en un pueblito cerca de Ovalle, donde se trasladaron sus padres por motivos laborales. Su madre era profesora rural y su padre tenía grandes dotes histriónicos: "cantaba muy bien y hacía imitaciones extraordinarias", cuenta.
En La Serena conoció el cine y luego el teatro. "Me gustaba el circo. Por el pueblo pasaban de esos circos bien pobres y un día vi una carpa y pensé que era un circo, pero la vi demasiado baja. Entré y no era circo, no había tony, no había arena, equilibristas ni nada, en cambio en el fondo había un escenario y tipos actuando, lo asocié con el cine, dije: esto es como en el cine pero están ahí, cerquita mío, los puedo ver, casi tocar, para mi eso fue muy impactante", recuerda emocionado Lorca.
Su primer rol importante fue personificar al protagonista de La Viuda de Apablaza, junto a Carmen Bunster. "Para La Viuda... necesitaban un actor con características chilenas. Después supe que habían pensado en Eugenio Guzmán, pero era un prototipo distinto, y Pedro de la Barra, mi director y maestro, profesor de actuación en tercer año, se tiró el carril conmigo". Luego vino "Rosita la Soltera", "La Remolienda", y muchas otras.
Todo un mundo que Lorca plasmó, en parte, en su documental "Casi 60 años del Teatro Experimental Chileno", obra que será exhibida, con entrada liberada, el próximo lunes 14 de mayo a las 19:00 hrs. en la Corporación Cultural Balmaceda 1215.