Espacio Público como Espacio de lo Político. Marchas, tomas y cacerolas como acupuntura para una recuperación

FAU Opina: Espacio Público como Espacio de lo Político
Juan I . Feuerhake  Estudiante de 3er año de la Carrera de Arquitectura FAU
Juan I . Feuerhake Estudiante de 3er año de la Carrera de Arquitectura FAU

Del mismo modo la Alameda, antigua arboleda consagrada al paseo peatonal y ahora principal arteria metropolitana, un espacio reservado para los flujos continuos y acelerados, se vuelve un escenario completamente distinto cuando hay marcha y es temporalmente ocupada por la ciudadanía de a pie.

En ambos casos, el espacio de los flujos es súbitamente humanizado: el espacio instrumental, hueco, inerte, es semantizado, se lo llena de recuerdos, historias, momentos. Son sólo un par de horas, pero la alameda no vuelve a ser la misma, se le roba la neutralidad de la hegemonía, se la llena de significados: nos la apropiamos.
Si pensamos bien acerca del concepto de apropiación, lo primero que sale a la luz es que sólo podemos a-propiarnos, es decir, hacer-propio, algo que -en principio- no nos pertenece. Por lo tanto, cada vez que se dice "tenemos que apropiarnos del espacio público" se está cayendo en la tácita reflexión de que ese espacio, en realidad, ni es público ni nos pertenece.

Particularmente efectiva es aquella reflexión en nuestro país, en el cual la idea de espacio público fue deliberadamente desarraigada de la vida cotidiana por las políticas económicas y la brutalidad del orden instaurado en la dictadura militar, suprimiendo en el imaginario social al espacio público como valor significante.

Las políticas privatizadoras iniciadas por la dictadura mermaron la idea del espacio público como el lugar del recreo y el encuentro: ahora estos se relegarían al mall y a otros espacios asociados al consumo. Así, como la brutal represión civil acabó derivando en la domiciliación del espacio de lo político: la conversación política ahora sería de la puerta para adentro, desarraigando al espacio público de su principal valor semántico, ser el centro cívico de discusión y deliberación política y ciudadana.

De esta manera, se entiende que para que exista una efectiva recuperación del espacio público no basta con volver a ocupar las calles y plazas como lugares de recreo, sino que hace falta recuperar el sentido del espacio público como espacio de lo político.

Hace falta devolverle una connotación de encuentro, reunión y participación a un espacio urbano que, por razones políticas y porque en su constitución priman factores económicos, tiende a ser inerte: considerado como el espacio del tránsito entre la vivienda, el trabajo y la oferta comercial (...)

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