Prof. Aldo Meneses: Ley de Antidiscriminación, una base para repensar la relación entre cultura y política

Prof.Meneses a raíz de la Ley Antidiscriminación
Prof. Aldo Meneses, Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile
Prof. Aldo Meneses, Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile

Tal vez si hay una sensación que embarga a la sociedad actual es la de una permanente y a veces angustiante "incertidumbre". Los cambios en la vida cotidiana tanto pública como privada ocurren con una celeridad que torna compleja su propia comprensión. Frente a ello, nos concentramos en la búsqueda de un principio que pudiese explicarnos la lógica que los subyace como una manera de asirnos a una anhelada certidumbre. Pero, una lógica monista de la sociedad ¿será suficiente? La modernidad nos había aportado con la promesa que la  razón nos conduciría inevitablemente hacia el progreso continuo, por lo cual estaríamos más seguros y estables, sin embargo, éste nos evidencia consecuencias que amenazan especialmente la propia sobrevivencia, en particular la forma en que estamos afectando el medio ambiente.

¿Cómo resguardar en la actualidad la necesaria estabilidad institucional y la diferenciación/cohesión social a que nos someten los cambios permanentes? Hoy es necesario hacerse cargo de la diversidad y reconocer su valor.

La noción de "unidad" como identidad nacional por ejemplo,  parece obsoleta. En un plano político, V. Havel (1992) señalaba al respecto que "la grandeza de la idea de integrar Europa sobre cimientos democráticos radica en que permite superar la antigua noción de que la nación-estado es la expresión suprema de la vida nacional". Habermas y Ratzinger debatían en Munich (2004) acerca del desafío del estado liberal democrático en el presente para respetar el pluralismo en la aplicación y diseño de políticas públicas comprometidas desde un punto de vista valórico. Hinkelammert dirá que debemos avanzar en la configuración de un nuevo ethos para la globalización: la intersubjetividad del "cuidado mutuo". La propia globalización nos impone una lógica sistémica donde "lo que hago, repercute". Esto nos conduce a la construcción de nuevos paradigmas en torno a la idea de la "responsabilidad" que nos cabe por un lado en este proceso y, por otra y aún de mayor relevancia, en lo referente al "otro",  en una doble dimensión: a quien voy a heredar lo realizado hasta ahora y con quien convivo y cómo, en el aquí y el ahora. Hacernos responsables quiere decir asumirnos en tanto sujeto y no objeto de las circunstancias, percibirnos responsables de un proceso que amenaza ser autodestructivo. Hacernos sujeto de nuestros actos entonces implica asumir una ética de la responsabilidad en consonancia con una ética de la convicción en el decir weberiano. De esta manera, el "otro" no puede resultarnos indiferente, aunque ello contradiga en su esencia la antropología neoliberal. Es la propia globalización la que si bien nos afecta en múltiples campos, nos ofrece también la posibilidad de emerger como sujetos a partir de una nueva ética o al menos de una ética con nuevo fundamento, la del cuidado mutuo.

No cabe duda que el primer paso en la preocupación por el "otro" descansa en el resguardo y respeto a la diversidad de género, étnica, cultural, etárea, entre otras y a la posibilidad efectiva de expresar las diferencias que resultan de estas condiciones, por ejemplo, en las formas de vida y expresiones de la afectividad. Ello supone repensar la relación entre una cierta concepción de los derechos individuales y los límites que requiere una convivencia con sentido comunitario basada en la aceptación de la diversidad, todo lo cual interpela los modos de articulación vigentes  entre cultura y política. I. Berlin habla de un "horizonte humano de valores es decir, el pluralismo debe encarnar una concepción de bien o valor que, por distinta que sea de la mía, yo pueda al menos relacionarme con ella sobre la base de un principio de razonabilidad, argumentación pública y reconocimiento mutuo".

En definitiva y en síntesis, debemos hacer nuestra la invitación de Maturana para "aceptar al otro, como un legítimo otro en la diversidad". Por tanto no se trata de enaltecer la capacidad de "tolerancia" de las personas considerándola un valor reverencial sino avanzar en forma radical hacia la auténtica aceptación del "otro diferente", del cual dependo para existir. Es de esperar que las conductas que espera regular la Ley de Antidiscriminación recién promulgada, permitan avanzar en esta dirección para no tener que lamentar con pesar a futuro, que los cambios culturales avanzan más rápido que aquellos que ocurren en el orden institucional en nuestro país.