Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Graduación de los alumnos de la Universidad de la Tercera Edad.

(Transcripción)

 

Yo quiero traerles con mucho afecto el saludo de la Institución. Ésta es una iniciativa que, como muy bien lo ha dicho el señor Decano (1), representa el camino para los próximos trescientos años de la Universidad de Chile. Y estamos muy contentos, primero, porque se ha cumplido con éxito esta etapa crucial de dar vida a una iniciativa en la que muchos no creyeron, sobre la que muchos pensaron que era posiblemente la vía a un experimento fracasado. Pero el hecho que no haya existido prácticamente abandono, y que estemos hoy día acá celebrando la graduación de un grupo tan significativo de personas, muestra que el experimento ha sido exitoso. Eso nos importa por la razón que señalaba el señor Decano: nosotros somos, antes que nada, una institución nacional y pública, y en ese carácter, nosotros tenemos, como objetivo central, el preocuparnos de los temas de país. Esa es la cuestión central que justifica la existencia y el trabajo de la Universidad de Chile.

Hoy día hay muchas universidades. Generalmente casas con letreros y avisos bonitos en los periódicos, pero nosotros no estamos en esa audiencia; nosotros estamos en el cumplimiento de una misión institucional que nos dejara Andrés Bello, y que cada uno de los Rectores hemos tratado de seguir impulsando para garantizar el futuro de la Institución: responder a los problemas del país como prioridad primera. Y aquí se ha estado respondiendo a un problema de país, a una cuestión que constituye un desafío para el país en los años que vienen, que es la tercera edad; y que es entregar oportunidades, conocimientos y potencial de desarrollo a las personas. Ese es el futuro. Y nosotros hemos estado preocupados de ese futuro no porque aquí se busque la rentabilidad de nada, ni porque se haga negociado de ningún tipo por nada. Nuestro negocio consiste en servir al país. Nuestro negocio consiste en ponerle excelencia académica a esta Universidad para responder a los problemas que tiene Chile. Y aquí hay un enorme desafío, que ha sido indicado tantas veces en tantos discursos; pero en esta Universidad hemos llevado ese discurso a una práctica que es esta Universidad de la Tercera Edad, que después de esta primera etapa tan exitosa, por cierto que tendrá que proyectarse a otras dimensiones; porque ésta no es una iniciativa puntual, no es una iniciativa que deba descontinuarse en el tiempo, y por tanto, seguiremos apoyando para que se desenvuelva efectivamente como una de las facetas de trabajo en el futuro de la Universidad de Chile.

También estamos muy contentos, porque esta Universidad tiene mucho que ver con los desafíos de los días de hoy. Hoy enfrentamos la sociedad del conocimiento. Hoy las cosas están cambiando a una velocidad que no era fácil de predecir hace diez años atrás. Y para nosotros, mantenernos al día, significa también saber escuchar las buenas preguntas, porque nuestra investigación -que es en el fondo lo que alimenta nuestra capacidad para enseñar- se fundamenta en las preguntas que somos capaces de analizar. Por lo tanto, ustedes que han sido una audiencia selecta, una audiencia que tiene ya la experiencia de la vida, una audiencia que tiene también la experiencia del conocimiento, han traído hasta nosotros preguntas, inquietudes, que para nosotros son un material importante para continuar con nuestro trabajo de búsqueda y de mejor entrega. La única forma, y lo hemos dicho muchas veces, de concebir a un buen alumno, es la forma de encontrar a aquellos que son capaces de traer las mejores preguntas, porque éstas son el material de trabajo para la Universidad, y porque esas preguntas son el material que permite mantener nuestros niveles de excelencia, mantener nuestra investigación y mejorar permanentemente nuestra docencia. Por lo tanto, estamos muy contentos también, porque se haya producido esta interacción con ustedes. Las preguntas de ustedes, son las respuestas que ya nuestros propios académicos están elaborando para las próximas generaciones.

Finalmente, yo también quiero decir que estoy muy contento. Yo participo en muchas graduaciones en esta Universidad. Lo he hecho siempre y me gusta hacerlo en distintas facultades, porque yo siempre he sostenido que aquel que es capaz de supervisar bien lo que hace, tiene que ponerse al final de la línea de producción y ver qué es lo que sale. En consecuencia, el estar en una ceremonia de graduación para mí siempre es el decir, con íntima satisfacción, se ha cumplido una tarea. Por eso también, en esta ceremonia que es tan especial, yo quiero decirles -como le digo a todos los egresados de la Universidad de Chile- que se llevan ustedes algunas tareas y algunas responsabilidades. La primera de ellas, es que uno tiene que aprender a ser hijo de esta Institución, y saber, por lo tanto, defenderla y quererla como todos los que somos hijos de ella. En segundo lugar, a esta Institución no sólo se viene a aprender, no sólo se viene a admirar el intelecto de los profesores y seguir las pautas que nos han dado para aprender más. Aquí lo más importante es que nosotros formamos seres humanos, formamos personas. Somos una Institución humanista profundamente enraizada en los valores nacionales, y por ese camino, la enseñanza más importante que todos recibimos, es teñir nuestro corazón de azul. Por eso, todos ustedes, hayan venido desde donde hayan venido, hoy pasan a ser hijos de esta Universidad. Por lo tanto, con ese pecho ardiente, con un corazón azul fuerte: a defender la Universidad y a volver a ella cada vez que sea necesario para traer las preguntas que tanta falta nos hacen. Ustedes serán siempre bienvenidos.

Muchas gracias.

 

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Notas
1. Prof. Dr. Jorge Las Heras.
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