Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Homenaje a don Andrés Bello y su Defensa de la Educación Pública.

(Transcripción)

Don Andrés, usted hace 160 años tuvo este sueño de constituir una Institución de índole nacional y pública llamada Universidad del Estado de Chile. Sus ideas fueron acogidas con entusiasmo, y se dio origen a esta portentosa educación pública chilena radicada, en sus orígenes, en esta institución universitaria que ha contribuido a engrandecer con orgullo durante tanto tiempo y en tantos ámbitos al país.

Quizá usted, de donde esté, mirará hoy día con preocupación lo que está pasando. Se nos dice que estamos en un plano distinto, en que lo público no está claramente definido, que la educación pública ha pasado a ser más bien un recuerdo para muchos ingratos de lo que debe caracterizar al desarrollo en las políticas sociales y económicas del país. Se nos señala que nuestros estudiantes son clientes y que lo que tiene que guiar nuestra acción diaria es el generar los recursos para poder financiar exactamente lo que tenemos que hacer, que está pasado de moda el Estado y que la Universidad no tiene nada que ver con movilidad social, con enriquecimiento valórico, con la formación cívica y con la creación del potencial para ser crítico, para soñar, para crear. Se nos dice que esas cosas no tienen valor, porque no tienen precio, por lo tanto, que tenemos que cambiar nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra esencia, nuestra historia y quizás también, nuestro futuro y, en consecuencia, que tenemos que pasar de ser una Institución universitaria a ser una empresa. Una empresa que eficientemente produzca, que se inserte y que eficientemente se desarrolle, pero con estas líneas materiales distintas y muy ajenas a las que usted soñó.

Pero yo creo que en este cumpleaños 160, de este sueño instalado por las propias autoridades de gobierno refrendado por ese estatuto que la concebía y la definía como una Universidad nacional, ese sueño todavía está vigente. Aún lo estamos defendiendo, y es precisamente lo que nuestra sociedad necesita para despertar de tantos males, y poder salir adelante de tantos problemas y cumplir tantas aspiraciones.

Estamos, por lo tanto, en estos 160 años don Andrés, diciéndole que usted no se equivocó, que en realidad estamos equivocados como sociedad cuando no hemos valorado precisamente ha esta Institución y a la educación pública como uno de los factores fundamentales del progreso real y sólido de la sociedad chilena. Estamos aquí para decirle que continuamos comprometidos con la tarea que usted nos dejó, que estamos leyendo y releyendo su discurso inaugural, porque en esa reflexión se define a esta Institución como nacional y pública, donde su norte son los problemas de Chile y de su pueblo.

Nosotros queremos ratificar eso hoy día y lo ratificaremos. Porque nuestra comunidad está consciente de esta necesidad vital de reposicionar, de reconstruir, de remozar, de fortalecer a la educación pública chilena. Y ésta, que es la Institución que ha comprometido el liderazgo de la educación pública chilena, pone aquí su compromiso frente a usted, para decirle que del discurso inaugural no hay nada que no esté vigente, y que de parte nuestra no habrá nada que no hagamos para salir adelante exitosamente en el rediseño del trabajo de la Universidad, en la dirección inspiradora que usted le dio y junto con ellos tomados de la mano, con el resto de la educación del Estado que hoy día tanto necesitamos para salir adelante en tanto problema que enfrentamos. Que tiene que ver con la calidad de la educación, con el compromiso de la educación y con la capacidad de la educación para poder darle la oportunidad verdadera a tantos para poder ascender en la vida.

Muchos de nosotros don Andrés, estamos acá como académicos, como profesionales, gracias a que se nos dio la oportunidad de poder estudiar y creo que hay tantos niños chilenos que miran hoy día con incertidumbre su futuro, porque aquel que no tiene: no puede estudiar. Yo creo que el compromiso fundamental, el llamado a la conciencia de nuestra sociedad, está precisamente en recuperar lo esencial, y lo esencial es una educación pública de calidad, comprometida con el futuro de los jóvenes chilenos: esa es la tarea de esta Universidad.

Esa es la tarea en que nos volvemos a comprometer a los 160 como nos comprometeremos también a los 161, a los 162, los 200 y los 250 años de la Universidad de Chile. Porque la Universidad de Chile bien se ha dicho, es historia y es futuro, pero no cualquier historia y no cualquier futuro, es una historia y un futuro de compromiso, de certidumbre, de realización con respecto a los problemas del país, a los problemas nacionales y al erigir nuevamente como el monumento más bello una educación pública digna, fuerte y consolidada, que le brinde oportunidades reales a los más pobres.

Muchas gracias a todos ustedes por estar aquí en esta reflexión que queríamos hacer, en este homenaje que le queríamos hacer a don Andrés, para decirle que él está aquí presente, no sólo en esta estatua ni en la de afuera, ni en nuestros retratos, está presente en nuestro espíritu. Siguen vigentes sus sueños, sus ideas y sus aspiraciones, porque son las nuestras.

Muchas gracias

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