Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración del Centro de Formación Técnica ITPUCH.

Es importante el crecimiento, cuantitativo que ha experimentado la educación técnica, y ello nos hace preguntamos, muchas veces, si este fenómeno está afiatado desde el punto de vista del mercado laboral. Cuando uno piensa, por ejemplo que, hoy día hay 22.000 estudiantes de Derecho en el país y cerca de 25.000 mil estudiantes de Periodismo, que asegura flujos de mil periodistas y abogados por año, la pregunta final es ¿habrá realmente perspectivas ocupacionales para esos jóvenes o estamos más bien siendo producto de un mercado que experimenta, pero que desgraciadamente lo hace con personas, sueños, ambiciones, proyectos y con recursos?. Y al mismo tiempo hay otra dimensión de este crecimiento. Está ilustrado ese enorme número de instituciones universitarias y esas otras un tanto seudo universitarias que tienen que ver con este desbalance entre la formación profesional y la formación técnica. En aquellos países con los cuales nosotros deseamos competir, integrarnos, intercambiar financiera y comercialmente, la producción de profesionales versus técnicos es aproximadamente de 1 a 6, de 1 a 100. Pero en Chile esta dinámica está completamente invertida. Aquí estamos produciendo exactamente 6 profesionales por cada 1000 y entonces evidentemente cuando uno le pregunta al empresariado, ellos se dan cuenta que existe este desequilibrio y, por lo tanto, hay déficit en formación técnica en muchas áreas que están expandiéndose y, además, en muchas en las que necesitamos formar mandos medios, de calificación, pero que no están necesariamente al nivel tecnológico o de formación profesional más avanzado.

Un país que está formando una cantidad importante de facultativos, con todas las dificultades que eso todavía conlleva, necesita, ciertamente, el apoyo de otros profesionales médicos, pero también del apoyo de técnicos o de profesionales de formación, de nivel de apoyo que evidentemente hoy día, con el cambio tecnológico que está ocurriendo, con la enorme dinámica de la actividad de servicio y la productiva, se necesita cada vez más. Por eso es correcta la apreciación de que en Chile, probablemente tenemos que hacer mucha reingeniería de las carreras universitarias, porque éstas ya no pueden durar tanto como duraban antes, porque hay un control muy importante, pero al mismo tiempo, porque necesitamos ir renovando y eso puede ocurrir mucho más al nivel de las carreras cortas, técnicas, que al nivel de las carreras tradicionales universitarias.

Hay otra dimensión más que es muy importante y es la magnitud social. Nosotros hemos dado apertura a un sistema que está creciendo, pero que requiere financiarse y el principio es que él viene del ingreso de la propia familia. Entonces, el argumento se basa en que un profesional una vez salido de la universidad tiene estas perspectivas nuevas, distintas, mayores con las cuales puede financiar sus estudios posteriormente a la realización de los mismos, por lo tanto, mecanismos crediticios de ayuda han sido los que se han puesto en práctica para poder facilitar el acceso. Pero la verdad, es que nos hemos dado cuenta, en nuestro propio diagnóstico universitario, que no todos los profesionales tienen la inserción que se espera. Primero, porque hay sobreoferta; segundo, porque hay, evidentemente una ampliación y diversificación de campo que muchas veces hace que esa perspectiva que tiene un estudiante que estudia 7 años y después sale para poder pagar, no se cumpla efectivamente. Y el diagnóstico que hay es que el propio sistema de crédito hoy día no es financiable, porque no todos pueden devolver los recursos durante el periodo de tiempo que se ha establecido. Entonces, evidentemente necesitamos también abrir caminos nuevos no sólo para financiar a los estudiantes en la universidad, sino que también darle opciones distintas a los estudiantes que egresan de la enseñanza media para obtener formaciones que son tremendamente importantes desde el punto de vista, social, tecnológico, productivo y también desde el aspecto económico y financiero. Como educador siempre, he sostenido que muchos se dedicaron desde fines de los años 60 a desprestigiar la educación técnica, a calificarla y catalogarla como una formación de segundo orden, como una educación que no tenía realmente perspectivas ni importancia, y entonces nos dedicamos a convertir todo lo técnico en niveles universitarios. Muchos de ustedes recordarán que los técnicos universitarios, posteriormente, pasaron a ser ingenieros en ejecución y posteriormente los ingenieros en ejecución, con aspiraciones de convertirse en ingenieros, sin apellido. O sea, un anhelo generalizado de crear carreras, que en su origen tenían una concepción técnica y corta, ampliarlas en el tiempo, en costos y también en título, con el objeto de hacerlas más atractivas y vendibles.

Todo esto ha llevado a un desequilibrio serio en el sistema y, además, con otra connotación que es muy importante: las carreras universitarias muchas veces no pueden poner ese énfasis que se coloca en los problemas puntuales y específicos, de nuestra sociedad de hoy. Qué difícil sería tener un ingeniero en problemas de tercera edad, o un médico especialista en los temas de drogadicción juvenil, ese tipo de asuntos que son los problemas que están allá afuera y a mano. Obviamente, que hay que atacarlos con un tipo de formación distinta a la tradicional universitaria, por lo tanto, considerando todas estas cosas y, por supuesto, después de grandes debates y discusiones se decidió ir adelante con este proyecto que propició la Facultad de Medicina para poder abrir una oportunidad para que la Universidad de Chile, precisamente, ponga una impronta en la formación técnica a través de un centro de formación técnica y eso es lo que estamos haciendo. Y lo hacemos con gran compromiso del problema de fondo. Aquí no se trata de que buscamos un instrumento para tratar de obtener alguna ganancia o rentabilidad nueva que podamos repartir en alguna parte. Se trata de cumplir, y así lo dicen los estatutos que acabamos de aprobar, que esto es para servir al propósito con misión de país que inspira la tarea de la Universidad de Chile y, por lo tanto, vamos a desarrollar todas estas actividades de formación técnica con ese espíritu de servicio, con ese espíritu de identificación con los problemas nacionales y, por lo tanto, poner a disposición del país técnicos que sean calificados, competentes y que sirvan precisamente para cubrir esas necesidades. Hemos partido con algunas carreras que son muy importantes y que están en el área de la salud específicamente, pero ya de hecho estamos viendo, y el señor Decano me ha informado, que hay otras facultades que ya quieren también adscribirse a esto: la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, la de Ciencias Físicas y Matemáticas y otras, para poder poner su trabajo al nivel técnico a través de este centro de formación que esperamos tenga efectivamente un impacto importante, porque nos ayuda mucho a diversificar nuestro trabajo educativo y universitario.

Esta es una iniciativa que consideramos tremendamente importante. Hemos tenido el apoyo significativo de la Municipalidad de Cerro Navia, de la de San Miguel y esperamos seguir teniéndolo, porque nosotros sustentamos efectivamente un compromiso de vincularnos con la sociedad chilena a través de sus organismos relevantes. No creemos que la universidad está en una jaula de cristal suspendida en alguna parte de nuestra sociedad, sino que, muy por el contrario, buscamos que ella esté identificada con los problemas de nuestra sociedad, porque tradicionalmente la Universidad de Bello ha tenido gran compromiso con el país, con las tareas nacionales, con los problemas de Chile. Así creemos que en el siglo XXI que puede seguir siendo igual a hoy en dimensiones diversos, con mecanismos distintos. Tenemos problemas también distintos desde el punto de vista de nuestras gestiones y financiamiento, pero en la esencia, los académicos de esta universidad, desde el Rector hasta el último, tienen el compromiso de servir al país y estamos en esta institución, primero que nada, porque sentimos que debemos servir a Chile y no sentimos que simplemente sea un trabajo más que estaríamos dispuestos a cambiarlo por otro. Aquí hay gente como el doctor Borgoño, a quien destaco, que ha dedicado su vida a esta institución y a quien le rendimos pleito homenaje el día de ayer al cual yo me adhiero, a pesar de no haber estado. Él representa cabalmente ese esfuerzo de los académicos de la institución que están dedicados a ella en todas las instancias. Hoy estamos de pláceme, inaugurando algo nuevo, que va a crecer, que ofrece nuevas perspectivas a la juventud chilena y con lo cual sentimos el compromiso mayor y más importante que, es justamente, entrenarlos, brindarles conocimiento, darles preparación para lo que hoy es la educación permanente, la educación para la sociedad del conocimiento.

Yo quiero expresar, a nombre de la Corporación y de la Institución que dirijo, la Universidad de Chile, nuestra satisfacción porque se haya concretado esta fase, que es una etapa que tiene que seguir avanzando y creciendo, más allá de estas instalaciones. Siempre soñamos con otras, y esto lo haremos crecer, porque la Universidad de Chile, aunque a algunos no les gusta, es la institución que seguirá desarrollando para servir a Nuestra Patria, nada más que para eso. Tengo que excusarme porque nos tenemos que retirar con el señor Prorrector para inaugurar el año académico del Instituto de Asuntos Públicos, pero ciertamente quería dejar aquí con mis palabras ese espíritu de compromiso, e identificación con esta tarea y de lo importante que siento que es porque es marginal, con esto seguro vamos a atender a más jóvenes en estado de necesidad, jóvenes pobres que vienen de la clase media a quienes tenemos que tenderle la mano como sociedad, porque ellos serán, justamente, los que harán avanzar esta sociedad hacia un mejor destino al horizonte digno y solidario de mañana.

¡Muchas gracias!

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