Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Acto de presentación del N°16, Sexta Serie, de los Anales de la Universidad de Chile.

Estamos todos acá, presentando este nuevo número de una publicación que ha estado presente en Chile por más de 160 años; en la universidad y en el mundo de habla hispana. Y no es éste, entonces, un hecho menor, sobre todo cuando esta publicación es un hito fundacional, y se le trata nuevamente de imprimir este sentido de comunicación entre la universidad y la sociedad, para atacar problemas fundamentales, para proponer ideas sobre procesos, y problemáticas que afectan al país. Y es por lo tanto, este nuevo número, una continuación de lo que la universidad ha venido haciendo ya en el espacio que cubre tres siglos, y es ciertamente un motivo de satisfacción saber que estamos cultivando siempre ese viejo espíritu.

Hoy día, con más fuerza que nunca, dado que es un número que ataca los problemas que afectan a la educación pública, desde distintas perspectivas. Yo creo, cuando se pregunta cuál es la posición de la universidad, sobre este problema u otro, que no existe tal cosa como una sola idea, una única propuesta, una definición de la universidad, sino que son las ideas variadas, las múltiples propuestas de la universidad, en razón de nuestra diversidad; disciplinaria, cultural, ideológica, valórica. Ciertamente, hay aquí quienes pensamos distinto respecto de los problemas que afectan al país, incluyendo los temas que tienen que ver con la educación pública.

Pero la universidad cultiva el abrir estas discusiones, estas propuestas, para el país, porque cultivamos el debate y porque creo que en algo si estamos de acuerdo todos, y eso si es una propuesta de la universidad como un sólo cuerpo, es privilegiar el debate que busca enfrentar los problemas que a lo largo de tanto tiempo, y hoy día más que nunca, afectan a Chile y a las distintas dimensiones de su quehacer.

Todos sabemos que la posición que han manifestado muchos académicos de la institución sobre la educación pública ha sido permanente y visible. En eso, si, la institución tiene una posición, que es la necesidad de defender a la Educación Pública, como un capital de la República. Un capital fundamental del punto de vista de considerar no sólo el progreso en materias de cobertura, en materias de eficiencias de la educación, sino también aquellas que tienen que ver con los no menores problemas de equidad. Hemos estado siempre enfrentando, en la discusión y en el debate público, la necesidad de que el país adopte posiciones, medidas, genere instrumentos, para poder recuperar la Educación Pública que el país tuvo, y recuperar por lo tanto, la posibilidad de abrir a tantos y tantas, las oportunidades que a muchos de nosotros nos abrió la educación pública, educados en la escuela primaria, en el liceo fiscal, y posteriormente en la universidad del Estado.

Y creo que ese valor, esa posición, hoy vuelve a adquirir importancia en los debates nacionales, o por lo menos debe adquirirlo, lo cual está reflejado muy bien en las distintas ponencias que están incluidas en este número de Anales. Creo que debe seguir siendo así en otros ámbitos; yo creo que respecto a temas de la ciencia y la tecnología, el problema es cómo el Estado debe comprometerse en un ámbito que no es solamente correspondiente a los incentivos privados. Eso debe también tener un espacio en nuestras revistas, sobretodo porque, como muy bien se ha recordado ya, tenemos nuestro tercer encuentro de investigación ad portas. Los anteriores encuentros de investigación han producido un pensamiento sustancial respecto a la necesidad de reorientaciones en las políticas vigentes y de construcción, precisamente, de un aparato mucho más amplio y más rico en materia de promover la investigación en ciencia y tecnología, además de la investigación en las ciencias sociales y la creación en humanidades y artes.

De manera que creo que nuestros Anales, viejos conocidos, sobre todo porque quienes fuimos durante varios años frecuentadores de esta biblioteca, siguen conservando el mismo espíritu; esa misma fuerza, esa misma tradición, que Andrés Bello puso en su contenido y puso también en sus orientaciones. Seguimos cumpliendo con la tarea de comunicar, pero también la tarea de lidiar con las ideas. Esa es la misión de la Universidad de Chile, no es tener una idea particular sobre la cual podamos o no podamos estar de acuerdo, sino que es tener ideas y propuestas que seamos capaces de llevar con el liderazgo que esta institución tiene fuertemente en el país y que no debe perder nunca.

Yo quiero agradecerle al comité editorial su trabajo, le quiero agradecer también, su particular empeño a Manuel Dannemann, porque esta revista continúe en este mismo espíritu, que no se discontinúe nunca, que siga produciendo y que sea un elemento que hoy día invada también electrónicamente nuestros computadores. Pero que, sobre todo, invada nuestras mentes, nuestros corazones, para seguir aferrándonos a esa idea totalmente irrenunciable de que ésta es la primera universidad de Chile, una de las primeras universidades del mundo hispano y de Latinoamérica, y por lo tanto, tenemos todos que trabajar en la dirección de conservar ese sello que nuestro fundador puso y que nosotros tenemos que llevar como una antorcha hacia el futuro.

Muchas gracias a todos ustedes.

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