Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia Lanzamiento Incubadora de Empresas Silvoagropecuarias y Biotecnológicas "SABIO"

Junto con saludarlos, quisiera decir que a las instituciones académicas todavía el común de la gente las ve tan distanciadas de los problemas reales, y todavía el común ve a los académicos como preocupados de grandes figuras intelectuales o de profundas investigaciones científicas, pero en realidad yo diría que esa visión popular poco tiene que ver con el día a día, con los desafíos del país, de los retos del sector productivo.

Pero eso ha cambiado fundamentalmente, y ha cambiado, primero, porque el mundo ha cambiado, y hoy la innovación del cambio se produce con una velocidad tremendamente mayor de aquella que prevalecía cuando la mayoría de nosotros obteníamos nuestro entrenamiento académico. Y entonces fue un cambio en regla, con prioridades, y también un cambio con la velocidad en la cual tenemos que promover respuestas y sobre la base de las cuales somos evaluados en nuestro trabajo.

Entonces, la universidad y sus académicos han tenido que ir aprendiendo respecto de esta nueva manera de enfocar los problemas, respecto de las prioridades que tienen los problemas. Entonces, son importantes nuestras publicaciones científicas en el área básica, en las humanidades o en las ciencias sociales, y hoy día también importa mucho qué tipo de contribuciones se han hecho, que tipo de relación existe con la empresa, que tipo de patente y si alguna se ha registrado y todas estas preguntas se empiezan a hacer crecientemente fundamentales en el trabajo académico el día de hoy.

Es grande la velocidad del cambio técnico, y también las tareas que representa la realidad del país para la propia universidad. No es ajeno a la universidad que el país, nuestro país, haya venido creciendo a las tasas que lo ha hecho, y que exista un cambio en la historia económica tan formidable como el que hemos tenido la suerte de presenciar como generación.

Bueno, se advierte que desde el año 1900 al año 1980, el país había tenido un ritmo de crecimiento estable, a veces irregular, pero que de ahí en adelante, a mediados de los 80, hacia los días nuestros, la tasa de crecimiento ha experimentado un cambio en tendencia que es fundamental y que, por lo tanto, por una simple regla de aproximación que nos permite pensar en aproximarnos al piso del mundo industrial en el plazo de una década, a dos décadas.

Entonces todo esto no es ajeno a lo que sucede también en la universidad, porque así como antes la universidad tenía un ritmo de crecimiento, que se miraba mucho hacia adentro, hoy día la universidad tiene que tener un ritmo de crecimiento, que se mira mucho hacia fuera, y por eso hoy nuestros parámetros de comparación evidentemente que están con el ritmo del mundo. Por lo tanto, también nos damos cuenta de que si nuestra velocidad de contribución al quehacer científico y tecnológico e intelectual, antes era una tasa respetable, pero menor hoy día, tiene que ser una tasa sustancial, pero mayor, porque aquí está en juego lo que podríamos llamar la credibilidad de la institución.

Estas cosas no son nuevas, porque la Universidad de Chile, por ejemplo, en la década del 60, hizo un gran esfuerzo en el programa Chile-California, un esfuerzo que duró una década, que tuvo un buen sustento, cuyas manifestaciones empezaron a producir probablemente 15 ó 20 años más tarde. Ese era el ritmo con el cual ocurrieron las cosas, pero ciertamente, que lo que ocurrió en ese programa Chile-California no es ajeno a lo que posteriormente ocurrió, como el boom de las exportaciones silvo-agropecuarias. Pero hoy esos plazos se acercan y, ciertamente, el hincapié como éste, de la incubadora de empresas, tiene mucho que ver con el acercamiento de ese proceso de creación a nivel académico con el proceso de aplicación a nivel empresarial. La incubadora, tal como en el caso de niños que nacen con ciertos adelantos, pretende asegurar la subsistencia saludable para el largo plazo de las empresas; así como en el caso del niño se trata de minimizar los riesgos de vida, en el caso de la empresa también se trata de hacerlo y, por lo tanto, este concepto de incubadora que a alguien se le ocurrió y me parece una muy brillante descripción de lo que ocurre, es precisamente ese cuidado de los detalles, de las evoluciones, de las tendencias, que precisa ser mirado con atención durante este proceso de crecimiento. Este es proceso de temprana maduración para reducir los riesgos posteriores que tengan que ver precisamente también con la vida de la empresa.

En nuestra Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas hemos desarrollado incubadoras de empresas ya hace varios años; las hay también en nuestra Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, las hay también en nuestra Facultad de Ciencias Agronómicas, y en otras, porque hemos aprendido, además, que la incubadora de empresas es un mecanismo de conexión de la empresa con la universidad que es quizás el más natural. El poner nuevas ideas en un desarrollo productivo que pueda albergarse conjuntamente con la actividad productiva y que pueda cuidarse para minimizar los riesgos que envuelve el desarrollo. No es la incubadora de empresas un experimento, que a lo mejor falla y a lo mejor, por tanto, lo desechamos para crear un nuevo experimento; se trata, como la vida de un niño, de algo que no es un experimento; eso es la aplicación de la tecnología del conocimiento asegurar los menores riesgo de vida. Y en el caso de una incubadora de empresas eso es lo que hacemos hasta ahora y se ha hecho con mucho éxito.

Por lo tanto, yo me alegro mucho porque esto está en la línea de lo que estamos empujando no solo en la universidad, sino también a nivel de gobierno. El gobierno hoy día quiere dar un salto fundamental en materia de innovación y de inversión en ciencia y tecnología; ese salto fundamental implica poner más recursos, pero también implica mejorar las reglas y significa poner mejores incentivos justamente para que esa investigación esté lo mas ligada posible, por así decirlo, con los problemas del país. El país enfrenta un reto formidable; el país, para poder seguir sosteniendo sus tasas de crecimiento, que hasta ahora han sido brillantes y satisfactorias, y todos los rankings internacionales así lo señalan, y desde luego lo señala la perspectiva de la historia económica nacional, requiere, evidentemente, mantener este logro fundamental, pero sostener eso por el plazo de 20 años, que es lo que el país necesita hacer para poder llegar entonces al piso del mundo industrial, requiere de un esfuerzo de inclusión de valor agregado en nuestra producción y nuestras exportaciones, lo cual es realmente un salto fenomenal. Estamos avanzando en ese salto, hoy se hace investigación en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas respecto a las aplicaciones de biotecnología en minería que van a reducir, pero sustancialmente, los costos de manufacturación del cobre. Así como eso, tenemos que hacer otras aplicaciones, y particularmente en aquellas áreas, como la agropecuaria, en la cual el país tiene ventajas comparativas innegables, pero que necesita incluir más inteligencia en la producción, más inteligencia en la exportación, para poder maximizar los recursos que quedan en la empresa y, por lo tanto, en el país y, así maximizar el potencial de inversión y de crecimiento.

Entonces ese es el gran reto. Muchas veces, cuando vemos los problemas del país a un año y dos años, no percibimos lo formidable de este reto histórico que el país enfrenta y que va mucho más allá de nuestra disidencias políticas, sociales, regionales o de cualquier tipo. Es un reto intergeneracional y yo creo que la universidad está y debe estar preparada para este reto, porque la universidad siempre está hecha y pensada para reflexionar acerca de estos problemas de largo plazo y no solamente en los temas de la contingencia. Yo, por eso, creo que esta iniciativa que tiene además un hermoso nombre “SABIO”, que refleja la creatividad que se pone en estas cosas, es una iniciativa muy importante porque, como he dicho, contribuye al desarrollo de un ámbito que es tan crucial para la economía del país, tan crucial para el empleo, para el desarrollo regional, pero además es tan importante para la propia universidad, que tiene entonces que lograr su liderazgo y su desarrollo también en estas nuevas lides.

Yo creo que las incubadoras de empresas, la investigación tecnológica, las aplicaciones, no dejan de lado, ni muy por el contrario, las investigaciones en ciencia básica. Muchos ven como dos mundos contradictorios la investigación en ciencia básica, con respecto a las aplicaciones y muchos dicen miren olvidémosnos de la ciencia básica, porque eso lo podemos traer de cualquier parte y aquí hagamos solamente las aplicaciones.

Yo creo que este modelo no es tan simple, pero lo que si es cierto es que la ciencia básica hoy día tiene que tener también una dirección en términos de sus productos, respecto a las aplicaciones que tienen que hacer rápidamente y consecuentemente, en base a la investigación tecnológica, a los temas de la innovación, a los temas de crear condiciones para la mayor competitividad.

Por lo tanto pienso que esta iniciativa es bien fundamental, bien importante. Es una muy buena señal hacia el interior de la universidad; yo creo que es un aspecto muy bien visto, en el sentido preparatorio del nuevo Fondo para la Innovación y la Competitividad, que es el tipo de cosas que debe privilegiarse, empujar con decisión. Yo creo que estamos preparándonos para liderar en este mundo nuevo, en que las nuevas palabras claves pasan a ser innovación, tecnología, competitividad. La universidad debe llevar una delantera en eso, porque las universidades están hechas, no como algunos creen, solamente para hacer clases, sino que también y fundamentalmente, están hechas para pensar, para reflexionar y en el caso de una universidad como la nuestra, para aportar al país, como uno de sus motivos más fundamentales.

Lo hemos hecho en el pasado yo diría, con mucha brillantez, en nuestra historia, y lo vamos a hacer en el futuro. Y creo que hoy día lo que estamos haciendo es abrir un poquito más esa puerta hacia el futuro, para crear el país que todos queremos y que también es el objetivo de la Universidad de Chile. Muchas gracias a todos ustedes.

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