Discurso del Prof. Luis A. Riveros, en presentación de libros sobre periodismo y transición, del Centro de Investigaciones de la Comunicación y el Programa de Libertad de expresión del ICEI

Quiero hacer tres comentarios que tienen que ver con estas publicaciones y la discusión que se ha presentado en esta mesa.

El primero tiene que ver con la importancia que tiene la investigación universitaria sobre estas materias y sobre las ciencias sociales en general. Me gustaría poner de relieve que en nuestro país existen 67 escuelas de Periodismo, que producen alrededor de 1.150 periodistas por año y la pregunta es cuánto de eso se traduce en este tipo de discusión, en este tipo de análisis; sobre el medio, sobre el tema periodístico, el tema comunicacional y yo tengo, por lo menos, como ciudadano, no como Rector de la universidad, la impresión de que se produce bastante poco, de que este tipo de discusión es bastante escasa, de que este tipo de investigación no está ligada a la formación periodística hoy, sino de manera bastante excepcional. Y pienso que ese, entonces, es un déficit importante, es un déficit porque nuestros periodistas deben ser formados de una manera más cercana al debate sobre los temas que tienen que ver con el mercado, con la industria en la cual se desempeñan.

Me parece que eso no ocurre, me parece que eso en consecuencia es un déficit formativo importante, porque es distinto, en mi opinión, modestamente, y nuevamente no como Rector de la Universidad, sino como ciudadano, es distinto formar periodistas, a formar empleados de medios de comunicación. Es distinto formar periodistas en el sentido de tener una opinión critica para manejar los temas que han de comunicar, de ser empleados que esperan instrucciones, a cómo recibir, reportear y escribir en un periódico en determinada perspectiva.

Por lo tanto, a mí me parece que es tremendamente valioso que estos temas que tienen que ver con la narrativa periodística, la censura, el tema de la restricción en la información, sea material de discusión, porque de todo lo que se ha dicho aquí hay una sola cosa que es cierta. Aquí no hay verdades que estén reveladas; si no que hay posiciones, interpretaciones, maneras de ver estos problemas que tienen que ver no sólo con la formación de nuestros periodistas, sino con la forma en cómo comunicamos.

Y por lo tanto, subrayo yo, que en Chile existen muy pocas Escuelas de Periodismo; en el sentido formativo, integral, profundo que estoy diciendo; existen muchas escuelas que pueden formar gente que reportean, que pueden ser buenos funcionarios, buenos empleados de muchos medios, pero me da la impresión que eso hace una gran distinción entre lo que queremos diseñar como un sistema que tenga información, transparencia, profundidad y de aquello que simplemente forma personas para el correcto desempeño y el éxito financiero, eventualmente, de los medios.

Segundo comentario. Cuando uno informa, supongo yo, cuando uno escribe, cuando uno coloca algo en los periódicos, en los medios de comunicación, tiene que haber un público al otro lado. Y la pregunta es, qué tipo de público, y qué tipo de demanda, entonces, es lo que está al otro lado.

Y entonces, ahí me refiero a una estadística que es bastante interesante, bastante reveladora, probablemente, para varios de los aspectos de los que aquí estamos hablando, en nuestro país en que somos el 50 %, al menos, analfabetos funcionales.

Es decir, al menos la mitad de esta audiencia, probablemente un poco más de la mitad, por el nivel formativo que tenemos, sabemos por lo menos descifrar la lectura y además, entender lo que eso conlleva, pero allá afuera probablemente, la proporción es bastante más a la inversa. Entonces la pregunta es a quién estamos tratando de informar. Cuál es el tipo de público y cuál es el tipo de demanda que estamos tratando de llenar, y creo que en eso no hemos avanzado a un diagnóstico que yo crea satisfactorio desde el punto de vista no sólo de la técnica comunicacional, sino del objetivo comunicacional, o sea, a quién estamos tratando de informar. Y entonces, ahí me doy cuenta sin demasiado escándalo pero con preocupación de lo que realmente hoy día se vende, no cierto, en los medios y que tiene que ver con estos titulares y fotografías, sobre todo, que son bastante atractivos, pero que en definitiva, se traducen una pobreza en la demanda por información que es bastante preocupante en un país que debiera requerir más y mejor información.

La pregunta es, cuántos ejemplares se venden, con todas las estadísticas, bastante, yo diría, falsificadas, que hay en el medio. Pero cuántos ejemplares se venden de los periódicos serios de este país, que son dos y de repente tres, a lo mejor. La pregunta es, si, eso es realmente el gran objetivo del punto de vista de la demanda comunicacional y yo creo que ese es un tema importante, no sólo para los profesionales de los medios de comunicación, sino que es un tema importante también para los sociólogos, para los antropólogos, para los economistas. Este es un tema de las ciencias sociales, donde desgraciadamente tampoco tenemos una discusión muy profunda sobre esta materia.

¿Qué estamos tratando de informar y a quiénes estamos tratando de informar? Yo creo que esa es una discusión pendiente que tiene que ver con otras cosas que son bastante peculiares en este contexto, de periodistas que en realidad se forman en una diversidad disciplinaria bastante grande, y una demanda que es bastante peculiar del punto de vista de lo que busca, entonces, cabe preguntarse qué es lo que es la libertad de prensa.

¿Es la libertad de prensa el poner cualquiera de estos titulares atractivos con fotografías atractivas que venden, o es libertad de prensa el tener efectivamente una mirada profunda, crítica de lo que sucede en el país? Yo creo que más bien hemos entendido por libertad de prensa, lo primero y donde ojalá haya un garabatito en el titular, porque eso es más libre todavía, pero realmente cuando uno ve los periódicos, y ve incluso los columnistas de los periódicos principales, todos tienden a pensar igual en definitiva. Y desde luego, entonces, uno dice, esto refleja libertad de prensa o refleja más bien lo que yo podría llamar el condicionamiento de prensa, por la ausencia de una diversidad formativa suficiente y además, también, por la ausencia de una diversidad importante del punto de vista del demandante.

El tercer tema, que yo quiero mencionar, es este tema que ha planteado Guillermo Sunkel, respecto al de las narrativas periodísticas. Yo siento que él ha hecho un aporte importante en términos de verificar una especie de molde, una especie de modelo comunicacional, periodístico, donde siempre en este tipo de noticias que constituyen escándalos nacionales, de alguna manera se identifica una trama, se busca a un culpable, se busca también a la víctima y por lo tanto, hay una trama que es bastante organizada, y que por lo tanto, también, tiene bastante verificación desde el punto de vista de la demanda por la información.

Yo siento que ese es un modelo interpretativo, lo que sí siento también, es por qué hacen eso los periódicos y yo tiendo a coincidir con la hipótesis de Guillermo Sunkel, yo creo que aquí hay un tema de convergencias de intereses. Convergencias de intereses, porque para nadie es desconocido que los propietarios de los medios de comunicación son los mismos propietarios de universidades, o los mismos propietarios de organismos financieros, o de organismos que tienen que ver con la previsión social o con la salud. Es decir, aquí hay una convergencia en términos de la organización industrial, que evidentemente hace de que la transparencia periodística sea, creo yo, al menos un tema discutible.

Yo estoy seguro que aquí no debe haber intocables para nada y que alguien que sea elegido rector de una universidad, en las universidades en las cuales se eligen los rectores, no debe, por ningún motivo, ser considerado por esa razón, intocable o lejos de cualquier contaminación posible futura, presente o pasada. Pero me parece, que igualmente en nuestro medio, existen todavía varios intocables. Yo debo recordar el caso de varios militares, de varios sacerdotes, y de varios políticos que nunca han sido tocados, a pesar de que se ha mencionado directa o indirectamente sus responsabilidades en eventos de tipo a, b ó c.

Pero, lo más importante del punto de vista comunicacional, es que estas cosas tampoco están del todo claras; me parece que se elige con bastante precisión y con bastante, yo diría, animosidad muchas veces, cuáles son los objetivos, de aquello malo que se va comunicar, como ejemplo, el caso MOP-CIADE. La verdad es que cuando yo he preguntado eso, a periodistas que han estado en la cobertura de esto, qué significa pararse en los Tribunales para ver quien entra y sale, no ha sido ninguno de ellos capaz de identificarme el caso MOP-CIADE como un tema que tenga que ver con una cierta forma de delinquir, o con una cierta organización para delinquir.

A lo más que hemos llegado es a un conjunto de contratos que han sido cuestionados por una serie de razones, que pueden haber sido razones que están vinculadas a una determinación previa a la ejecución de los contratos, o simplemente que han resultado de esa manera, por la forma en que ellos mismos han sido conducidos. Pero de todo esto del MOP-CIADE, del MOP-IDECON, o del MOP, no sé cuanto más, la verdad es que hay mucho de una argucia comunicacional y menos de un sentido que le dé algún tipo de estructura, algún tipo de lógica. Además, de aquella que simplemente está referida a un organismo como la Universidad de Chile, a la cual vale siempre la pena atacar, y en definitiva, eso puede significar más alumnos para otras universidades, como la A, la B, la C ó la D.

Todos los que de alguna manera fuimos aludidos en el caso MOP-CIADE y que nunca hemos tenido una muestra, de ningún tipo, de repercusiones efectivas, la verdad es que uno cuando aparece en esto en los periódicos, se queda mirando hacia el cielo preguntando, y qué tengo que ver yo en este cuento, otros no, ciertamente, tenían que responder por papeles que se hicieron de una manera u otra. Pero, aquí hay, evidentemente, una falsificación, una falsificación de hecho, una falsificación de argumento y una falsificación de procedimiento, que en definitiva ha llegado a los que están estos casos, que es a un total estancamiento e inmovilización, y que de vez en cuando, cuando vale la pena recordarlo, vuelven a ser citados nuevamente a propósito de las declaraciones de distintas personas.

Creo que eso lleva, lo cual ha acontecido en otros casos, lamentablemente, a la idea de que los medios tienden a justiciar, y los medios tratan de ajusticiar a personas, tratan de ajusticiar instituciones. Una, por el objetivo de transparentar información, cosa que uno no puede cuestionar, de poner información al medio demandante, que uno, como no sabe bien qué es lo que es y qué es lo que demanda. Pero también, con la intención que es menos evidente y menos transparente de perjudicar a instituciones y de tratar de crear un ánimo que evidentemente tiene que ver con cuestiones que secundariamente pueden beneficiar a los propios informantes.

Yo quería decir esto, porque en lo de las narrativas periodísticas y en la introducción que yo he hecho, a mí me llamó siempre la atención, esta culpabilidad que se asumió de representantes del Ministerio de Obras Públicas, porque recibieron pagos y en esos días recibir un pago era una culpabilidad. Y además, fueron personas que fueron y estuvieron detenidas, que eran secretarios regionales ministeriales, del Ministerio de Obras Públicas.

Yo mismo me sentí muy sorprendido por eso, sin seguir los detalles de los contratos. Pero me pareció entonces que era una cosa muy grave, que todos aquellos que habían sido contratados para efectuar unos estudios, que eventualmente nunca se hicieron, estaban todos en Capuchinos, y por lo tanto, todos en los periódicos, demostrando esta tremenda, y colosal malversación de fondos públicos o estafa al fisco.

A los pocos días, uno de los propios periódicos acusadores pone en su editorial, que en realidad el estudio que se había efectuado era tremendamente importante para poder calificar los proyectos de inversión que se estaban haciendo en las regiones del país, por parte de estos mismos secretarios ministeriales, que acusados y crucificados públicamente, a los meses, no sólo estaban en libertad, sino que también se le levantaron todos los procesamientos.

Entonces, la pregunta es si había ahí solamente el propósito de informar o había también ahí el propósito directamente de crucificar y junto con ello, crucificar a la Universidad de Chile que los había contratado para hacer estos estudios que eventualmente nunca se habían hecho, y habían, por lo tanto, contribuido a esta figura de fraude al fisco. Yo creo que aquí ha existido, y es por eso que me parece que esto de las narrativas periodísticas interesante, ha existido mucha injusticia, mucha exageración. Eso puede ser siempre entendible en el propósito de buscar la verdad, pero se me hace más difícil entenderlo cuando eso ha tenido una intencionalidad política, que en mí opinión es más o menos claro.

Yo creo en la transparencia; yo creo que sería muy importante también, en la misma medida, que los rectores de las universidades que son elegidos, no sean incuestionables. Que también aquellos que son designados en las universidades privadas también transparenten las ganancias que tienen, las utilidades y por lo tanto, también, cómo ellas, se distribuyen a los directorios, cosa que no es transparente, porque los mismos medios de comunicación están envueltos en el mismo sistema. A mí me parece que la transparencia debe ser general, debe ser total, en un país que quiere efectivamente informar, y a la vez de informar, formar.

Como en esto no hay ninguna verdad establecida, ni preestablecida, por eso vuelvo al primer punto de la investigación y la discusión en materia comunicacional, en materia de investigación, del punto de vista de la ciencia comunicacional, de la ciencia social, que esté envuelta entre ellos, lo cual me parece extraordinariamente importante.

Creo, desde que soy Rector, que esta es la primera vez que participo en un debate de esta naturaleza. A mí me parece por lo menos eso auspicioso, pero también revela lo grave de la situación en que estamos. Desde que soy Rector, se deben haber graduado por lo menos unos 8 mil periodistas, yo calculo. Y por lo tanto, se me hace difícil entender que en medio de tanta actividad docente, se haya hecho tanta poca actividad intelectual para reflexionar sobre algo, sobre lo cual no tenemos una verdad preestablecida y sobre lo cual innegablemente es muy importante tratar de tener una verdad que se podrá edificar solamente sobre el intercambio de puntos de vista que pueden ser muy distintos, diametralmente distintos, pero que construyen lo que buscamos en una universidad, que es generar más y mejor información.

Muchas gracias.

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