Entrega del Grado de Profesor Emérito de la Universidad de Chile al profesor Ricardo Lagos Escobar, Presidente de la República de Chile.

El otorgamiento del grado de Profesor Emérito de la Universidad de Chile constituye un reconocimiento a quienes han efectuado un aporte trascendente al trabajo de la institución, han colaborado con su desarrollo en diversas formas y durante períodos significativos, y se encuentran al margen de la misma desde el punto de vista contractual. No es esta una ceremonia en que se distingue a una autoridad pública por el simple hecho de serla, ni constituye este acto una simple expresión ceremonial y protocolar. Este acto ha sido mandatado por un acuerdo académico, ratificado por el Consejo Universitario, y comporta la incorporación de modo permanente a nuestra comunidad académica del ex profesor, ex Director de la Escuela de Ciencias Políticas, y ex Secretario General de la Universidad de Chile, don Ricardo Lagos Escobar.

Se ha mencionado ya la trayectoria de nuestro homenajeado. En estas mismas aulas donde se formó, inició una carrera académica en la cátedra del profesor Alberto Baltra; de allí surgió su inquietud por los temas sociales y económicos, que le llevaron más tarde a la dirección de la Escuela de Ciencia Política y al Instituto de Economía, lugar este último donde cultivó sus preocupaciones sobre la estructura de la industria y el proceso de acumulación del capital, con sus ventajas a la vez que notables inconvenientes para la sociedad. Elegido Secretario General, se constituyó en un factor decisivo para edificar mayor estabilidad en una Universidad que se encontraba convulsionada por la contraposición de ideas y de cambios que conllevó el proceso de la reforma, que aquí y en todo el mundo abrió paso a un enorme debate sobre la Universidad que deseaban y necesitaban las naciones. En medio de ese debate, que para nada fue ajeno a la confrontación política que Chile vivía a fines de la década del 60, surgió la figura de Ricardo Lagos como un nombre que concitaba acuerdo, pero que por sobretodo era un nombre al que una mayoría apelaba para lograr abrir las instancias de diálogo que el debate de la reforma requería urgentemente.

Más tarde, producto de la brutal intervención en la Universidad de Chile, cuando el concepto de autoridad universitaria fue bárbaramente pisoteado, junto con la tradición de inteligencia y de participación, Ricardo Lagos fue exonerado de la Universidad y, como tantos otros, tomó derroteros distintos, sin dejar de pensar y practicar la disciplina académica. Estuvo en organismos internacionales y en actividades académicas en muchas otras partes del mundo; escribió y se preocupó sobre muchos nuevos temas. Pero nunca dejó de pensar ni de opinar sobre la Universidad de Chile; en un histórico seminario, en el que también participó el ex Decano de esta Facultad don Eugenio Velasco, Ricardo Lagos sostuvo que la intervención en la Universidad era instrumental para el éxito de la dictadura en Chile, puesto que para ella resultaba indispensable acometer contra la inteligencia, el pensamiento libre, la academia. Como en toda dictadura, el control y posible eliminación de la Universidad verdadera resultaba ser un paso de fundamental importancia. Pero en ese seminario, Ricardo Lagos vaticinaba que no tendrían éxitos esos esfuerzos, porque la fuerza de la inteligencia resulta siempre, al fin y al cabo, indestructible, no existiendo armas ni violencia que puedan efectivamente expropiar las ideas y eliminar el deseo humano de buscar explicación a las cosas.

El proyecto de destrozar a la Universidad de Chile avanzó en forma categórica. La idea de implantar un mercado a full, manteniendo a la Universidad de Chile con las manos atadas en un esquema de autofinanciamiento, fue considerado el dictamen de muerte para la Universidad. Los autores de este intento de asesinato del alma universitaria nunca pensaron que la Universidad de Chile se levantaría nuevamente poderosa para seguir constituyendo el primer centro de pensamiento y enseñanza. Nunca pensaron, aquellos que definieron la ingeniería para la destrucción de la Universidad de Chile, que esta sería años más tarde, nuevamente la institución líder de la educación pública, y que abogaría como lo hacemos, con fuerza por rescatar una visión de Estado y de país sobre educación distinta a aquella que se ideó en días aciagos para Chile.

Ricardo Lagos es una persona que ha dedicado varias décadas a la Universidad, y que nunca ha vacilado en defender sus principios, sobretodo aquel tan caro del respeto por las ideas ajenas como parte de la férrea defensa de las propias. Jorge Millas escribió “que la inteligencia es insumisa a toda otra forma de autoridad que no sea la inteligencia misma”, y Ricardo Lagos que ha sido siempre un demócrata, se transformó en un abogado intransigente de este principio. Desde sus tiempos de dirigente estudiantil, en sus días de académico y directivo, en los duros años del exilio, y como autoridad máxima de la Nación y patrono de esta Universidad en nuestros días, su vida entera ha estado reflejada en el precepto de que la fuerza de las ideas es indetenible.

Por lo tanto, el grado de Profesor Emérito de nuestra Institución se entrega como un reconocimiento por los años de vinculación con la Universidad. Pero más que eso, reconoce los años de batalla que el profesor Lagos libró en defensa de esta Universidad, por su concepción integral del trabajo académico, vinculado con las necesidades de Chile y de su pueblo, como lo adelantó Andrés Bello; comprometido con una visión nacional y pública de la Universidad de Chile, ánimo que debe sin embargo concitar todavía pasos fundamentales para ser una realidad política en la Nación.

Reconocemos hoy al profesor, al investigador, a la ex autoridad universitaria; a quien contribuyó en nuestro trabajo académico y directivo; a quien ha sido y es un líder indiscutible en el plano académico y político. Pero también reconocemos –y porque no decirlo– al patrono de la Universidad en estos últimos años, a quien ha tenido gestos importantes con la Institución en momentos cruciales, y que yo debo agradecerlos como directivo superior de la misma. También este reconocimiento, por su compromiso con los nuevos estatutos que el Gobierno se ha comprometido a promulgar luego del paso legislativo necesario, y que permitirá modernizar nuestras estructuras de gobierno y mirar con mucha más confianza hacia el desarrollo futuro.

Señor Presidente, profesor Ricardo Lagos. Le hemos hecho entrega del grado de Profesor Emérito como un gesto de reconocimiento y agradecimiento. Pero también le entregamos con él, la alegría de un trabajo que llevamos adelante con sacrificio, pero con singular éxito. Le entregamos nuestros resultados recientes: nuestra acreditación por el máximo número de años y en el máximo número de áreas; nuestra inclusión como única Universidad chilena y una de siete en Latinoamérica en el ranking de la Unión Europea de las 500 mejores universidades del mundo; nuestra realidad de ser la Universidad líder en investigación y posgrado, con un salto fundamental en materia de doctorados y de programas internacionales, como lo prueban los logros de esta misma Facultad de Derecho; nuestro liderazgo como la primera Institución en materia de puntajes de ingreso a los primeros años. No perdemos, Señor Presidente, ningún espacio para llegar a la gente, a la empresa, a las regiones, a la vida ciudadana, al chileno de cualquier condición social, sea a través de nuestra extensión artística y cultural, de nuestro hospital, de nuestros estudiantes, de nuestros programas. Estamos orgullosos, y es por eso que creemos sinceramente que el país le debe más a la Universidad de Chile.

Le entregamos, Presidente, el grado que lo incorpora definitivamente a esta Institución que crece y que avanza con fuerza y convicción para seguir sirviendo a Chile y a las necesidades de su pueblo.

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