Discurso de Inauguración del Año Académico 2017 del Rector Ennio Vivaldi

Hoy celebramos la inauguración de un año académico muy especial y muy largamente esperado: este ha de ser el año en que, por fin y tras el acuerdo de la Cámara de Diputados del lunes recién pasado, el país tendrá la posibilidad de debatir y, sobre todo, de cambiar, la normativa vigente, es decir, el marco conceptual y operativo que ha regido por décadas la Educación Superior en Chile.

En discursos a propósito de ocasiones como esta,  suele distinguirse entre dar cuenta de los aspectos externos y de los internos que afectan en un momento dado la vida de la Universidad.  El momento actual, sin embargo, facilita u obliga a enfatizar lo muy amalgamadas que se nos presentan debido al debate legislativo que viene, estas dos dimensiones, interna y externa. En efecto, si bien los temas internos de docencia de pre y post grado, investigación, extensión, normativas y gestión son asuntos de nuestra responsabilidad directa, irrenunciable e intransferible; la envergadura de lo que está por ocurrir en la esfera pública nacional, será también determinante fundamental, precisamente para todas estas funciones.

Nuestra Universidad, al igual que otras grandes universidades públicas latinoamericanas (y saludamos a los rectores y representantes de muchas de ellas aquí presentes con motivo de la VIII Asamblea de la MACRO, organismo que nos agrupa) fue creada con la misión de contribuir decisivamente a la construcción de una nación emergente. Estas grandes universidades estatales se definen por su iniciativa y por su aporte innovador a las grandes cuestiones país, así como también por dar un sello de servicio público a la formación profesional que otorgan, la que está inmersa en la realidad  y problemática del su entorno.

Así, nuestra universidad nunca se sentirá satisfecha con una auto contemplativa percepción de excelencia. No le hará sentido medir su grado de realización al margen del impacto que su quehacer logra para su entorno. En consecuencia, el cumplimiento de su misión no depende solo de ella misma, sino también de las condiciones concretas del país, de las ideas que en este predominan, del modelo de desarrollo socioeconómico que este persigue.

Quiero destacar dos grandes temas que están por fin en el tapete de la discusión en Chile: los valores y objetivos que definen y dan sentido a una universidad y el rol del Estado en educación superior.

Respecto a los valores, un tema crítico lo constituye el esfuerzo por mercantilizar el sentido de la universidad y aplicar para ella las estrategias, métodos de evaluación y motivaciones propios de un sistema económico de mercado, notablemente la fe dogmática en el valor de la competencia entre individuos e instituciones. Quiero hacer una referencia a la invisibilidad y cotidianidad de estos valores. Recuerdo hace muchos años mi gran sorpresa, no sé ya a esa altura por cuantos compartida, al leer una noticia acerca de que la Facultad había logrado en un concurso Fondef o Fondap el proyecto con más recursos asignados. Hasta entonces siempre me había parecido que el mérito de un proyecto se medía por su originalidad y por su impacto esperado, y que para ello habría de recibir el financiamiento que requiriera.  Nunca se me había ocurrido que el dinero otorgado constituyera una categoría independientemente valiosa por si misma. Afirmar que cualquier tarea requiere ser financiada es una banalidad trivial. La tarea académica vale por su aporte a la cultura, a las artes, a la ciencia y tecnología, a las políticas sectoriales, es decir por cuestiones propias y complejas que la diferencian de otras empresas, no por las utilidades económicas que le dan sentido a estas otras.  Entre otras consecuencias, la fijación en el financiamiento y las formas de obtenerlo han obligado a la Universidad a caer en distorsiones de su quehacer y han empujando a grandes desigualdades internas entre sus distintas disciplinas, desincentivando las sinergias en su interior.

La complejidad de los problemas que enfrentan ciencia, tecnología y humanidades en el mundo contemporáneo exigen una mirada transdisciplinaria.  Nuestro proyecto de Carén, por fin habilitado tras largos avatares, permitirá la interacción de académicos provenientes de distintas facultades en tornos a grandes problemas de relevancia nacional, a la vez que vigorizará nuestra interacción con el sistema de universidades, con los organismos estatales pertinentes y  con la sociedad toda a través de instituciones y mecanismos de extensión. Energía,  medio ambiente, agua, telemedicina, emergencias, son algunos ejemplos relevantes que han de comprometer los esfuerzos de esta iniciativa que lideran la Vicerrectoría de Investigación y la Prorrectoría.

La próxima construcción en Carén del Edificio Vínculo, que pondrá a disposición de la comunidad laboratorios y espacios de investigación en prototipos para estos proyectos, esperablemente va despertando un interés por interacciones virtuosas con diversos instituciones nacionales y globales para una dinámica que culmine en un ecosistema estable e innovador. Al respecto, hemos alcanzado un acuerdo con CORFO para la instalación de un importante Centro Tecnológico para la Innovación Alimentaria en el cual convergen capacidades de diferentes centros, en el contexto de una red impulsada por dicha Corporación que se iniciará con tres nodos. En la visión que hemos compartido con las autoridades de CORFO esta red aspira a convertirse en un motor para una nueva matriz productiva para Chile.

Debatir acerca de una nueva matriz productiva es un ejemplo de la sensibilidad que corresponde a nuestra Universidad para considerar modelos alternativos de desarrollo para el devenir del país. Más aún, la docencia en educación terciaria en general se ve también afectada por decisiones básicas, como si queremos seguir siendo primariamente (en más de un sentido de la palabra) un país exportador o queremos ser parte de la sociedad global del conocimiento y la innovación.

Ante las nuevas realidades y problema que confrontan a la educación superior a nivel nacional y global, nuestra Universidad se ha involucrado en un proceso de transformación en la manera de concebir y gestionar la formación de pregrado. Los principios de esta transformación responden, por una parte, a una concepción de la docencia en que la institución es corresponsable con el estudiante de sus resultados académicos, y se organiza para poder darle los apoyos y soportes necesarios para desarrollar adecuadamente sus estudios y, por otro lado, a la importancia de construir espacios de formación inclusivos, que sean representativos de la realidad nacional. Esta modificación no obedece únicamente a criterios del ámbito social, sino que se fundamenta en la vasta evidencia que presentan distintas disciplinas, desde la neurociencia a la educación, sobre el valor de  formarse en un aula diversa, en la cual los postulados y paradigmas pueden ponerse a prueba.

Es en la construcción de estas aulas diversas donde la Universidad de Chile desarrolla uno de sus mejores potenciales, al permitir a jóvenes académicamente talentosos de distintos contextos y trayectorias de vida encontrarse en un lugar común. Espacios de encuentro como este son únicos en un país altamente fragmentado y segregado, y es nuestro deber preservarlos y aprovecharlos en beneficio de los estudiantes, de la institución y del país. Muestra de ello es que hoy más del 46% de nuestros nuevos estudiantes son los primeros en sus familias en acceder a la Educación Superior, con un porcentaje creciente de estudiantes, que actualmente alcanza un 14%, ingresando por vías especiales, SIPEE y PACE entre otras; todo esto sumado al impacto de la recientemente establecida política nacional de gratuidad y a nuestra permanente preocupación por mejorar la calidad de vida estudiantil.

El proyecto de cambio se ha organizado en tres ejes de transformación: primero, la necesidad de ser una institución más inclusiva, equitativa y diversa como una condición indispensable para la excelencia y la calidad de la formación; segundo, la necesidad de continuar fortaleciendo los procesos de enseñanza aprendizaje para ofrecer una formación relevante a todos los estudiantes; y tercero, el fortalecimiento de los procesos de gestión y de aseguramiento de la calidad sobre la formación y el currículum. Así, nos hemos comprometido en la construcción de una Universidad más humanizada, integrada y diversa, que represente lo mejor de Chile, y que siga brindando una formación de pregrado de excelencia.

Entre los tantos valores no pecuniarios de la universidad pública está precisamente el valorar la diversidad. Esto tiene una importancia cardinal para la cohesión nacional, e incide directamente en la formación de elites, otro tema extremadamente relevante que explica que el debate sobre educación superior se haya hecho tan áspero y confrontacional.  Se trata de reinstalar una ética ciudadana y a reforzar espacios pluralistas no sesgados, para que en ellos se forme la futura elite política chilena y del ámbito público en general. Repito, este tema, la formación de élites, junto al tema económico, inducen a que intereses muy importantes se pongan en juego. Las universidades públicas son un ámbito de formación ciudadana. La participación estudiantil,  el compromiso de la comunidad en el reciente debate interno sobre legislación en educación superior, o, más inmediato, el entusiasmo con que ayer nos sumamos a la tarea del censo nacional, lo ejemplifican en diversas escalas. En el plano económico, pensemos en los miles de millones de dólares transferidos. En Chile el porcentaje de fondos privados que financian la educación superior es mucho más que el doble que el promedio OCDE, El financiamiento basado en voucher transforma a los jóvenes en abejas polinizadoras que llevan chequecitos a la grandes empresas del mercado educacional.

Otra distorsión de los valores propios de la universidad que habrá de debatirse, es la errada creencia en que la competencia es el primum movens del progreso, incluyendo el progreso académico. Eso factualmente no es cierto. A la Universidad de Chile, como institución, le interesa que le vaya bien a todo el sistema universitario porque así le irá mejor a Chile. Por su parte, un académico como individuo, en su vida cotidiana, siempre va a procurar estar actualizado y al tanto de los últimos avances en su área, si bien a ninguno se le ocurriría pensar que lo que lo motiva es competir con sus pares.  El avance en el mundo académico más bien se logra buscando la cooperación y la complementariedad.

Un excelente ejemplo lo tenemos en la reciente creación de dos nuevas universidades estatales en O’Higgins y Aysén. Esperamos que con estas nuevas universidades comience la reversión de esa tendencia privatizadora que tanto ha damnificado a los jóvenes chilenos y a sus familias. Agradecemos la oportunidad que se nos entregó, como universidad tutora, de ponernos al servicio del progreso de dos regiones cuyos anhelos de contar con sus propias universidades habían sido largamente postergados. Ha sido notable la entrega, compromiso y entusiasmo de tantos académicos nuestros que se volcaron con fuerza constructiva ejemplar a cumplir esta tarea, incluso confrontándonos por momentos, desde los medios de prensa, con una incomprensible y totalmente infundada crítica desmoralizadora hacia este proceso.  Contra muchas predicciones, hoy podemos constatar con satisfacción que ambas universidades están en pleno funcionamiento y muestran un gran nivel de validación entre sus pares, así como un sólido compromiso con sus comunidades locales.  Notable la alegría de los jóvenes y de la sociedad toda en la sexta región durante la reciente inauguración del primer año académico con la Presidenta de la República y con el Rector Rafael Correa. Estamos seguros que mañana se celebrará con la misma alegría y orgullo el inicio del Año Académico en la Universidad de Aysén.

La recuperación de los valores propios de la vida académica poniendo fin a este intento por desnaturalizarla, requiere avanzar en el segundo tema clave enunciado al comienzo: el Estado chileno debe volver a asumir su responsabilidad para con sus universidades las que, de verdad, pertenecen a todos los chilenos. Este es un llamado que, desde luego, enviamos a todos los sectores políticos que configuran el tejido ideológico de nuestro país, así como a la institucionalidad toda de la nación.

Les propongo a ustedes la siguiente imagen para ilustrar lo sucedido aquí con las universidades públicas. Por favor consideren esta imagen solo como la expresión de un estado de ánimo de alguien que ha estado aquí por tantos, tantos años. La idea que les propongo es pensar en un niño de cinco años de edad que tiene un amigo imaginario con quien permanentemente juega y conversa. Pues bien, esta imagen enternecedora se parece mucho al caso de nuestras universidades estatales. Ellas han vivido por ya más de cuarenta años interactuando con un Estado de Chile imaginario. Las universidades públicas han debido ilusionarse continuamente con que existe ese amiguito, el Estado, que, primero, sabe de la existencia de estas universidades públicas, y en seguida, las valora, les asigna tareas, espera aportes sustantivos de ellas, dialoga con ellas para requerirles de profesionales de calidad pertinente y en cantidad apropiada, las convoca a los grandes temas de interés nacional que demandan investigación y desarrollo . Un Estado que las invita a discutir nuevas matrices productiva para el país y para cada una de sus regiones, las que habrán de tener un  certero impacto económico, medioambiental y social.

El Estado es la representación del interés colectivo, del bien común, de la cohesión ciudadana. La universidades estatales debemos tener en este contexto, un cambio de actitud. En sentido estricto no corresponde que nosotros hablemos “con” el Estado, pues nosotros somos parte del Estado Nuestro deber es hablar “desde” el Estado. En la nueva ley sobre universidades estatales, habrán dos aspectos clave basados en nuevos diseños institucionales. Uno que ha de permitir articular entre sí a las universidades estatales facilitando su interacción en docencia de pre y post grado, investigación, extensión y normativas. Otro, que ha de permitir una fluida interacción con los aparatos del Estado en ámbitos sectoriales, tales como educación, salud, energía  o medio ambiente, para el cumplimiento de sus misiones compartidas.

El nuevo escenario abre grandes oportunidades para el cumplimiento de nuestra propia misión. Un ejemplo es la posibilidad de colaborar con otras universidades apoyándolas en sus actividades docentes. Pensemos en el aporte que podemos hacer a partir de experiencias nuestras, tales como la plataforma de U-cursos. Podemos ejemplificar nuestras posibilidades de interacción con el sistema público a partir de lo ocurrido con U-Abierta, una plataforma de cursos abiertos, masivos y en línea creada hace menos de dos años por la Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas, como proyecto de democratización del acceso al conocimiento. Es un modelo de trabajo en el área de Extensión Universitaria que, bajo el concepto de educación digital abierta, sin requisitos específicos y en forma gratuita, difunde temas de interés público e impacto social emanados de la investigación interdisciplinaria de avanzada que se realiza en la Universidad de Chile.

Hasta el momento U-Abierta ha realizado ocho cursos de formación general con un total de más de 100 mil inscritos. Caracterizados por un abordaje multidisciplinario, con visión reflexiva, excelencia y pluralismo, los cursos de U.Abierta han logrado posicionar una línea editorial de formación ciudadana en temáticas emergentes como género, etnicidad, desastres socionaturales, sexualidades, ciudadanía política y económica, entre otros.

En este esfuerzo institucional han participado 76 académicos y expertos de nuestra universidad, así como también de otras instituciones de educación superior. El reconocimiento del compromiso público a esta comunidad de aprendizaje se refleja en una tasa de finalización exitosa que cuadriplica lo esperado para este tipo de cursos en el contexto internacional. También, en forma progresiva, se han ido incorporando a los cursos una cantidad de extranjeros cada vez mayor.

Los logros de U-Abierta permiten proyectarla como un programa de carácter institucional que afianzará el liderazgo de la Universidad de Chile en esta modalidad educativa, dando testimonio del compromiso histórico de la universidad con la educación pública de calidad. 

Quiero ejemplificar, por otra parte, nuestro trabajo en torno a la misión conjunta con el resto del Estado con los grandes avances alcanzados con el Ministerio de Salud en torno tanto a nuestra presencia en los hospitales del Sistema Público como a nuestro Hospital Universitario José Joaquín Aguirre. Nuestro hospital se ha acreditado de forma muy destacada  gracias al trabajo en equipo que posiciona al Hospital como uno de los centros de excelencia en Chile, tanto en su labor clínica como en su labor formativa. Es el mayor centro de formación de especialistas de Chile marcando un estándar para todo el sistema. Gracias a la impronta de nuestros egresados, la salud publica en el país tiene resultados comparables a los países mas desarrollados del mundo con un gasto que representa solo una fracción del correspondiente en estos países. Así, en un hito histórico, recientemente el Estado de Chile, a través de la Ministra de Salud Dra. Carmen Castillo y la Presidenta de la Republica Dra. Michelle Bachelet, han decidido apoyar esta función de la Universidad de Chile aprobando una inversión en equipamiento para el Hospital José Joaquín Aguirre por 11,000 millones de pesos, en dos aportes iguales en los años 2017 y 2018. Nos enorgullece que este plan de equipamiento haya sido muy bien recibido en el Congreso de la Republica por todo el espectro político. Felicitamos al equipo directivo y comunidad toda del Hospital. Ellos, además, han conducido programas de eficiencia en la gestión para sustentar con nuestros limitados recursos a esta institución que sirve a la Universidad y al país, hasta el punto de destacarse en los rankings como una de las más eficientes e innovadoras.

Otra área de avances muy promisorios es lo mucho avanzado en crear conciencia y proponer cambios en el tratamiento administrativo de las universidades estatales. Con la nueva legislación estamos a las puertas de concretar, por fin, una normativa compatibilice transparencia y control con flexibilidad y fluidez. Desde luego, dentro de esa nueva normativa apoyamos firmemente el que todos los fondos públicos destinados a las universidades privadas deban ser fiscalizados. Como la propia Contraloría ha declarado, resulta incomprensible e impresentable la liviandad contable de las no estatales.

En cuanto a las universidades estatales, los recientes ejercicios numéricos motivados por la política de gratuidad, y la discusión de brechas y déficits, han permitido ver cuestiones novedosas. Esperamos que se profundice en estos análisis. Parece ahora que las universidades estatales son por calidad y costos las más eficientes del sistema. Por otra parte, los estudios muestran una muy marcada preferencia de nuestros jóvenes por las universidades estatales, las que tiene un muy alta relación de postulantes por cupo.

Entonces surge una pregunta fundamental: por qué no se aumentan los cupos de estas universidades más eficientes, más solicitadas y más ignoradas a causa de políticas de larga data. Como para parafrasear al Mio Cid: “"Dios, que buenas universidades, si oviessen buen Estado de Chile". Hoy está prohibido que hayan políticas específicas de expansión de matrícula  y de modos de financiar la docencia para las universidades estatales. Esto no puede seguir. Hago notar que en Chile, una universidad privada puede decidir si los jóvenes que estudian en ella recibirán o no gratuidad, al mismo tiempo que el Estado no puede fijar una política de financiamiento para la enseñanza en sus propias universidades. Debemos procurar que la matrícula de la educación estatal corresponda a la población de los territorios, de manera que el Estado provea una opción de Educación Superior pública en todo el país, en cantidad tal que refleje su importancia para el futuro colectivo, y no que sea el mero resultado de la evolución de mercados tantas veces oportunistas e irresponsables.

Otro aspecto importantísimo es fortalecer nuestra labor de internacionalización avanzando hacia una gestión más interactiva que protocolar. Ejemplos de ello son la celebración del Foro Chile-Francia realizado en Santiago en enero de 2017 y el Chile-Suecia a realizarse en la ciudad de Lund en agosto de este año. Particular énfasis hemos dado a la relación con universidades públicas latinoamericanas, con el propósito de profundizar el trabajo en redes y alianzas,  tanto temáticas como geográficas. Con tal propósito, se ha reforzado significativamente la relación “sur-sur”, participando activamente en las principales redes académicas regionales. Esteramos que la región avance en programas de movilidad estudiantil tales como el Erasmo europeo, programa que es hoy reconocido como uno de los factores más importantes que ha contribuido a la integración de Europa.

Claro testimonio de esto, es la realización de la Octava Asamblea de la Red Macro, que, a partir de hoy, congrega en esta casa a los rectores de las principales universidades públicas de América Latina y el Caribe, quienes nos acompañan hoy en esta ceremonia y a quienes damos la más fraternal bienvenida. Debemos fortalecer el rol de las universidades públicas en la región. Nuestro llamado a esta octava asamblea tiene dos lemas. Uno reclama cuatro íes: Identidad para comprendernos a nosotros mismos a partir de nuestras diversas raíces; Integración para potenciar modelos de desarrollo conjuntos y fortalecer nuestros vínculos; e Innovación para generar creativamente soluciones acordes al mundo contemporáneo. Todo esto en pos de la Igualdad para lograr constructivamente paz y cohesión social en América Latina. El otro lema con el que hemos llamando a esta asamblea regional se explica por sí solo: “Responsabilidad política y universidades públicas” : gobiernos y parlamentos han de tener conciencia de enorme impacto social del trabajo que realizan las universidades públicas, y estas han de estar comprometidas con el devenir de sus pueblos.

Muchas gracias.

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