Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de entrega Medalla Amanda Labarca, a la Profesora María Cecilia Hidalgo Tapia.

Estimados amigos, efectivamente, Amanda Labarca dejó una impronta fundamental en esta institución; fue ella la que dejó una huella difícil de borrar en materia de educación. Su compromiso por hacer crecer la educación y por hacer crecer el compromiso de la Universidad de Chile con la educación fue notable, es reconocido y, puesto en la perspectiva del tiempo, fue un factor fundamental para lograr el rol y el posicionamiento que la universidad adquirió en esa materia.

Pero ella fue también una persona que se comprometió con la expansión de la Universidad de Chile y fue una de las inspiradoras de la creación de las sedes regionales de la universidad. Y, puesto también en la perspectiva del tiempo, fue Amanda Labarca una constructora de un principio que para esta institución es crucial, institución nacional y pública. Y ella se preocupó también de comprometerse en esa tarea fundamental, en los años en que ocurría, fundamental visto hoy en la perspectiva del tiempo y cuando se habla de la regionalización y de la creación de nuevas potencialidades en las regiones, en el sistema universitario particularmente, muchas veces uno echa de menos y saluda a las raíces que tuvieron en esta institución y en personas como Amanda Labarca, comprometidas profundamente.

Fue también ella una persona comprometida con la tarea externa de la universidad. Ella percibió, como otros y junto a otros, que la extensión universitaria era mucho menos un concepto que servía de adorno a la actividad, sino más bien un compromiso fundamental que traducía el compromiso de la universidad con la sociedad con la que está inmersa. Pero fue también Amanda Labarca una persona que tuvo que luchar con la adversidad, la adversidad de ser mujer en un mundo y en una universidad de hombres y con eso, y a pesar de eso, ella puso una energía tremenda en desarrollar estas tareas y en representarse ella, y ella en la universidad como la creadora de una tarea, de un desarrollo que tiene una huella, una imprenta innegable en la institución y que es plenamente reconocida.

Por eso, esta Medalla Amanda Labarca que se otorga anualmente no es un simple formulismo, no cumple solamente con esta tarea ceremonial y protocolar de cumplir con un procedimiento que hay que realizar todos los años. Es, efectivamente, el compromiso primero de recordar a doña Amanda y su tarea cumplida en la institución, pero al mismo tiempo sirve para reconocer a las mujeres que han destacado aquí por su trabajo. Y yo creo que este año hemos destacado a una mujer extraordinaria; yo quiero realzar no solo los méritos académicos; soy quizás el menos apropiado para hacerlo, por su curriculum altamente especializado, por su trabajo dilatado en la institución, por su prestigio, por su largo curriculum de publicación.

Pero yo quiero destacar ese otro aspecto de la vida de Cecilia Hidalgo que es su valentía; la valentía que significa que una niña pequeña imagine que ella quiere ser investigadora en los días en que probablemente ser investigador y peor aún investigadora era quizás meritorio de admoniciones y probablemente de retos en su casa. Ella decidió muy tempranamente el camino que quería elegir, el camino que reflejaba sus inquietudes, sus ideales, sus pretensiones más íntimas y más tarde siendo joven decide que su ámbito de desempeño será la bioquímica y, de nuevo, puesto en la perspectiva de esa línea que transita entre distintos liceos públicos y en qué obviamente su ambiente es probablemente el menos estimulante para el desarrollo de ese nivel de especialización, ella, sin embargo, tenía sus objetivos ya claros y definidos  antes probablemente de dar ese bachillerato con esa prueba que al final fue exitosa en el área de la química.

Una  mujer valiente, porque ser investigadora y tener y desarrollar una familia necesita compromiso, necesita claridad de objetivos, necesita de eso que tantas veces a los seres humanos nos falta, que es claridad respecto a lo que queremos hacer en la vida, y compromiso con cumplir aquello. Valiente porque fue una mujer que pudo haber elegido quedarse en otra parte del mundo y se vino en años difíciles a Chile a desarrollarse en un ambiente complejo y a desarrollarse en una especialidad que particularmente no tenía probablemente los estímulos que hubiese tenido en su desarrollo fuera del país. Una mujer valiente y una mujer decidida, lo ha demostrado toda su vida; una mujer valiente porque se ha comprometido siempre con esta institución, siempre le ha brindado lo mejor de ella y Cecilia Hidalgo, lo decimos con orgullo, nos pertenece integralmente y nos seguirá perteneciendo, porque Cecilia Hidalgo tiene todavía para bastante rato.

Yo creo que Cecilia es tremendamente inocente en muchos aspectos de su vida, pero creo que no tiene ninguna inocencia cuando ella define lo que quiere, ella sabe perfectamente dónde hay que ir y cómo hay que hacerlo para lograrlo de la manera más eficiente. Yo creo que siendo marido de Cecilia Hidalgo se debe aprender mucho de ella y creo que esta universidad tiene todavía que aprender y que recibir mucho de ella, porque ella es una mujer con coraje, es una mujer con extraordinaria competencia, pero sobre todo es una mujer que tiene una enorme vocación para enseñar y para servir y eso naturalmente es para la Medalla Amanda Labarca y más. Gracias, Cecilia y gracias a todos ustedes.

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