El Día Mundial del Agua fue proclamado por la ONU en 1992, año en que se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro. De allí surgió la propuesta, que en 1993 tuvo su primera conmemoración. Para este 2022, el lema que engloba las actividades que se están realizando es "Aguas subterráneas: haciendo visible lo invisible”, frase que busca destacar el valor de esta fuente hídrica y la necesidad de proteger y conservar estas masas de aguas que, pese a estar ocultas bajo nuestros pies, son un recurso esencial para la salud del planeta.
Escenario hídrico en Chile
Según el último estudio (2019) de World Resources Institute del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, 17 países de 164 -que reúnen a una cuarta parte de la población mundial- enfrentan un estrés hídrico extremadamente alto, es decir, enfrentan una situación de gravedad debido a que la demanda de agua es mucho más alta que la cantidad del recurso disponible.
En este informe, Chile se encuentra en el puesto 18, ubicándose en el segundo nivel denominado “estrés hídrico alto”. Esta posición coloca a nuestro país como el más afectado por esta condición en América Latina, seguido por México que ocupa el puesto 24. El resto del continente, en tanto, se posiciona en los estamentos medio-alto, medio-bajo y bajo.
Por otra parte, el estudio “Transición Hídrica: El futuro del agua en Chile”, presentado por Fundación Chile, identifica los principales problemas vinculados al recurso hídrico: el 44 por ciento obedece a fallas en la gestión del agua y su gobernanza; el 17 por ciento es provocado por el crecimiento de las actividades productivas y el sobreotorgamiento de derechos de aprovechamiento de aguas; y un 14 por ciento se debe a la contaminación del agua por el uso de productos químicos en la agroindustria. Las causas eminentemente naturales, como la disminución de precipitaciones de agua y nieve, el derretimiento de nieve y el retroceso de glaciares por aumento de temperaturas, aparecen recién en un cuarto lugar, con un 12 por ciento.
La directora del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la U. de Chile, María Christina Fragkou, coincide en que uno de los problemas centrales es la gestión, propiedad y distribución del recurso hídrico. “La propiedad del agua se rige por los derechos de aprovechamiento de agua, y lo que ha causado el Código del Aguas es que estos derechos se han acumulado en pocas empresas y pocas personas. Eso lo hemos demostrado en nuestras investigaciones de la Universidad de Chile, así como otros colegas de otras casas de estudios e instituciones. Por ejemplo, recientemente salió un estudio que demuestra que los que venden agua en camiones aljibes en la zona de Petorca son los mismos vecinos, los grandes agricultores de la zona. Claramente, hay un impacto de la sequía, pero también es importante señalar que el agua que está disponible está concentrada en pocas manos. Hay una desigual distribución, por ello debe haber una profunda revisión de los derechos que se han otorgado hace 40 años porque claramente hay un sobreotorgamiento”, indica la académica.
Racionamiento de agua: La realidad que viven muchas localidades de Chile
El año 2021 cerró como uno de los años más secos en la historia del país, registrando un déficit de precipitaciones superior a un 50 por ciento, una reducción en el agua de embalses, hoy llenos hasta el 45 por ciento de su capacidad total de almacenamiento, y una significativa disminución de los caudales en los principales ríos del país. En este contexto, a fines del año pasado llegó a 184 la cantidad de municipios que fueron declarados con falta extrema de agua, localidades que concentran al 47 por ciento de la población. En total, entre las regiones de Atacama y Los Lagos, cerca de 8.250.000 personas viven con racionamiento.
Una de estas comunas es Los Nogales, en la Región de Valparaíso, localidad que implementó en febrero de 2022 el racionamiento de agua potable entre sus vecinos. Y aunque para muchos la suspensión del suministro parece lejana o temporal, la realidad que viven en la Quinta Región y otras zonas del país también podría verse a corto o mediano plazo en diversas comunas urbanas de Santiago.
El anunciado racionamiento de agua en las comunas de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea ha generado un revuelo que ha movilizado a varias autoridades regionales y locales. Las tres comunas del sector oriente de la capital son las que más agua consumen en Chile, superando la media mundial por cuatro o cinco veces. De acuerdo a la Superintendencia de Servicios Sanitarios, la comuna con mayor consumo de agua por cliente residencial al cierre de 2021 fue Lo Barnechea, con un promedio de 1.537 litros de agua por cliente (no por persona), es decir, por casa, oficina, empresa, colegio, municipio, etcétera. La comuna que le sigue es Vitacura, con un promedio de 965 litros diarios por cliente. El tercer puesto lo ocupó La Reina, con 914 litros al día por cliente. En el otro extremo, San Miguel registró un gasto de 457 litros.
Redistribuir, planificar y priorizar
Varias voces expertas señalan que ante este escenario se debe priorizar el consumo humano, fomentar una mayor cultura de ahorro, impulsar una política más audaz para enfrentar la sequía estructural y generar una nueva gobernanza del agua. Desde la perspectiva de María Christina Fragkou, se debe priorizar el uso del agua y no concuerda plenamente con las estrategias de desalinización. “Debemos pensar, en primer lugar, que los ecosistemas necesitan agua, los ríos necesitan un caudal ecológico mínimo, las napas subterráneas necesitan tener su equilibrio para que no se agoten. En segundo lugar, debemos garantizar el derecho humano al agua y, en tercer lugar, tenemos que tener un desarrollo económico productivo en los límites de la naturaleza. Lo que se está discutiendo ahora con la desalinización es que como agotamos los ríos y las napas, ahora vamos a buscar agua al mar. Es un modelo que no se sostiene, Petorca no lo sostiene, Antofagasta no lo sostiene, Santiago tampoco”, advierte.
En relación a la situación que vive la Región Metropolitana, Rodrigo Fuster, académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas e investigador del Centro Avanzado para las Tecnologías del Agua (CAPTA), explica que las principales fuentes de abastecimiento de la Región Metropolitana son el río Maipo y el río Mapocho, como fuentes de aguas superficiales, y también los acuíferos que se encuentran en la región.
Según señala, los caudales de estos ríos se han aminorado de manera alarmante, lo que deja a las tres comunas de la zona oriente en suma vulnerabilidad. A ello se suma que los habitantes de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea consumen en promedio el doble de litros de agua diarios por persona en comparación al resto de los capitalinos. “Si las fuentes actuales no dan abasto, significa que las distintas actividades que extraen agua desde estas fuentes se verían comprometidas y, en ese caso, uno podría suponer que se restrinja la extracción de agua de actividades menos prioritarias que el consumo humano. La demanda de agua para consumo humano en la Región Metropolitana es una fracción menor en relación a la demanda de agua de la agricultura. Entonces, uno podría esperar que se reduzca la superficie agrícola de riego en beneficio de asegurar la disponibilidad de agua para el consumo humano”, puntualiza.
Respecto a los desafíos en esta región, agregó que “no son muy distintos a los de otras regiones donde el agua no es suficiente para satisfacer todas las demandas, y en ello visualizo desafíos en materia de coordinación entre los distintos usos y usuarios. Un desafío importante es ajustar la demanda a esta oferta variable, especialmente en el escenario actual de cambio climático. El cambio cultural no sólo debe involucrar a la población y su consumo en las casas, sino también a los sectores productivos que debieran ajustar sus sistemas productivos a condiciones de menor disponibilidad hídrica”.
Finalmente, Anahí Ocampo, académica e investigadora del Departamento de Gestión Forestal y su Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, plantea que “a medida que los impactos de los fenómenos naturales dejen de ser la excepción, y nos demos cuenta de que son la nueva normalidad, la población de la Región Metropolitana deberá reconocer que las restricciones son un mal necesario, y un proceso que debe darse como respuesta a las inadecuadas decisiones que se han tomado las últimas décadas. Las restricciones más importantes son a nivel nacional y regional, como -por ejemplo- decisiones de planificación urbana, donde deben analizarse y priorizarse las actividades económicas que esta región puede mantener en los próximos 50 años, el agua virtual que puede seguir exportando, o el tipo de arbolado urbano que podrá mantener con un clima más árido".
En esta línea, la profesora Ocampo destaca el último reporte del IPCC Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability, documento que resalta la necesidad de entender mejor la interconexión que existe entre las decisiones económicas y políticas que tomamos a nivel global, nacional y local, de manera de buscar un desarrollo climáticamente resiliente (Climate Resilient Development), que genere sinergias positivas entre los distintos esfuerzos de desarrollo y una adaptación equitativa y justa para todos los actores, ecosistemas y territorios.