Presentación del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Sesión Inaugural del XXVII Taller de Ingeniería en Sistemas.
Para poder estar dentro del tiempo, he querido traer anotado en una presentación los temas que quiero abordar y quiero partir por lo fundamental. A mí me parece que los desafíos presentes para Chile son 5 o 6 que están implícitos, y desde luego, como Juan Claro lo señalaba, en el primer y fundamental tema de obtener un crecimiento alto y sostenible en el contexto del largo plazo. Segundo, lograr una diversificación exportadora para que el país pueda financiar sus proyectos sociales, políticos y de todo tipo. Tercero, acceder a una cuestión indispensable para eso como es una mejora en la situación distributiva; todos sabemos que la distribución del ingreso en Chile es una de las peores del mundo y eso es algo que evidentemente tenemos que abordar para poder hacer sostenible la inversión y la estabilidad social para la inversión. Cuarto, necesitamos también un pronunciado incremento de la productividad, una tasa adecuada de crecimiento de la productividad tanto en el total de los factores como en la productividad del trabajo. Y hay que incluir, desde luego, dos temas que son tremendamente importantes: uno que es el medio ambiental y otro que es el tema de consolidar el proceso de regionalización que el país está llevando adelante.
Desde luego este paquete de grandes objetivos representa desafíos para las universidades chilenas. Por ello, me quiero concentrar en el tema universitario para, en este sentido, ofrecer una visión complementaria con las anteriores presentaciones. Creo que la tarea número uno, por cierto, es desarrollar un potencial de investigación para esos objetivos de país. El Ministro lo ha subrayado y creo que es la tarea más fundamental del desarrollo universitario. He sostenido muchas veces que las universidades necesitan también el desarrollo de un aparato de investigación sólido y sostenible. No son universidades aquéllas solamente docentes y, por lo tanto, reforzar este potencial de investigación constituye una cuestión indispensable, no sólo en materia de política universitaria, sino también para contribuir a lograr objetivos de país. Las debilidades de Chile en materia de innovación y creación de conocimiento son cruciales, y están retrasando o impidiendo un éxito económico pleno y sostenible.
Segundo, las universidades tienen sin ninguna duda un rol muy importante en la llamada movilidad social. Se trata de sacar a los estudiantes más capaces y ponerlos en la perspectiva de su desarrollo profesional futuro. Ésa es la labor que en Chile cumplió tradicionalmente la Universidad de Chile y que hoy día debe existir, de alguna manera u otra, en el sistema universitario no solo por su implicancia social, sino también por un objetivo de eficiencia al desarrollar efectivamente el capital humano nacional.
Tercero, es importante también para el sistema universitario tener una activa involucración en el proceso de regionalización. Allí están las universidades regionales, pero ellas deben ser reforzadas con instrumentos de políticas diferenciados y distintos por su situación histórica y, desde luego, por sus condiciones académicas tanto del punto de vista del medio social y económico como de sus condiciones intrínsecas.
Y, desde luego, el cuarto punto lo constituye la preparación del recurso humano calificado. En mi opinión no tengo nada más que subrayar lo ya dicho respecto a la importancia que tiene la vinculación formativa con las prioridades laborales y la importancia que a este respecto tiene la vinculación con la necesaria formación a nivel de postgrado.
Creo entonces que la respuesta universitaria se tiene que centrar en esos puntos y desde luego proveer calidad en su trabajo de investigación y de formación. Creo que ahí tenemos un déficit como ya lo voy a señalar en un minuto, y desde luego respecto de otro tema que es la diversidad disciplinaria, visto, más que como tema de hoy, como un tema permanente, proactivo, dinámico. Necesitamos crear nuevos lazos con el mundo real, sobre todo en la interacción disciplinaria, que es un campo propiamente relacionado con los objetivos de crecimiento.
Un aspecto importante en cuanto a la "relevancia real" es la transferencia tecnológica, Don Juan Claro señalaba que siempre estamos en esto: poniendo más recursos en ciencia básica o más en la transferencia tecnológica. Esos son dos productos que van, en nuestra opinión, intrínsecamente asociados, y constituyen una de las respuestas que necesita proveer el sistema. Desde luego, hay que innovar en lo formativo. Estoy de acuerdo con el Ministro: las universidades necesitamos ir creando nuevos espacios y avanzar hacia la multidiversidad. No es posible tener un sistema universitario que produzca mil periodistas por año, mil abogados por año y que sean permanentemente más de mil. Las universidades necesitan pensar en nuevos ámbitos formativos y necesitan, desde luego, tener sistemas más integrados de enseñanza como en la Universidad de Chile que, por ejemplo, lo está llevando adelante a través de una reforma integral de los estudios de pregrado. Y necesitamos también abordar el tema de igualdad de condiciones para los más capaces y sin recursos. Ése es un tema que no hemos abordado eficientemente como país. Permanentemente he señalado que éste no es un problema de un ministro, de un ministerio, ni siquiera del Ministerio de Hacienda. Es un tema de país; o sea, hasta dónde somos capaces de poner igualdad de condiciones en términos de políticas efectivas para darles oportunidades a los estudiantes más capaces independientemente de sus recursos.
¿Por qué creo yo que existe un rol para una universidad pública? Pienso que el rol de la universidad privada está en ocupar espacios de mercado, ciertamente, dinámico, optimizar los retornos. No cerremos los ojos frente a una realidad que está ahí: las universidades privadas están para obtener retornos financieros; de otra manera no es explicable por qué grandes corporaciones internacionales vienen a poner recursos en el país en el sistema universitario. Esa es una realidad que existe en todo el mundo y desde luego es un rol que le compete al desarrollo privado como también el de aceptar y promover un sistema competitivo, porque el sistema universitario necesita ir desarrollando mayor competencia justamente en el plano de la educación. Pero hay un rol para la universidad pública, y como tarea número uno figura aquella de asegurar la producción de bienes públicos, siendo uno de los más importantes, como he sostenido en varios trabajos, el que la universidad pública debe ser un referente de calidad para la expansión del sistema, lo cual necesita entonces que la sociedad asegure universidades públicas de calidad, y no simplemente universidades públicas que cumplan con la misma función que en definitiva cumplen las universidades privadas. Se necesita tener externalidades en la producción del trabajo universitario, proveer reflexión sobre la sociedad, pero particularmente en lo que un académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas llamaba el adelanto de los temas futuros en investigación. ¿Cuáles son los temas que vienen?; somos muy buenos en esto de concursar y buenos en competir sobre temas asignados, sobre temas vigentes hoy. Pero en 5 años más ¿de qué nos vamos a tener que preocupar y qué temas tendremos que abordar? Hay un rol muy importante de la universidad pública para que eso que es una externalidad del proceso, uno de sus productos esenciales.
Creo que las definiciones de política pública de los últimos 20 años, han favorecido en primer lugar el crecimiento cuantitativo del sistema. Ciertamente esto está en corrección con la ley de acreditación, pero reconozcamos que va a ser difícil poner en funcionamiento una acreditación cuando el sistema ya está marchando con motores propios y, como digo, con grandes incentivos para la expansión en números, pero no en calidad.
Segundo, las señales de políticas públicas no han propendido en general a completar las señales del mercado vía mejor y mayor información. Eso también está en corrección; ciertamente el esfuerzo de Meller y otros contribuye en esa dirección. Pero también reconozcamos que falta mucho que avanzar en términos de que la familia chilena tome decisiones con información completa y no con información incompleta como la que hoy día existe sobre el sistema universitario. Y en general, la política pública, repito de los últimos 20 años, ha favorecido el desarrollo de universidades docentes. Se pone gran énfasis en ese tema y, por lo tanto, se ha desfavorecido el otro bien complementario que es el trabajo de investigación y de creación de la universidad, y eso necesita, como lo voy a indicar, correcciones importantes. Pero aquí debo decir que el tema no es necesariamente sólo un tema de poner más dinero. Ésa es la versión que usualmente aparece en los debates de los periódicos: que las universidades lloran por los recursos. Pero el problema no es ése solamente. El problema principal y más fundamental es que debemos tener mejores reglas para poder funcionar. Voy a mencionar siete ámbitos en los cuales las universidades, y particularmente las universidades públicas, necesitan mejores reglas. La número uno: no existe un sistema de información homogéneo para rendir cuentas. Nosotros hemos insistido durante mucho tiempo en que a la Universidad de Chile le gustaría tener un sistema de cuentas de gestión, porque eso va en nuestro favor: desde luego la producción en investigación; desde luego los temas que tienen que ver con la formación docente, con el éxito en el mercado de nuestros egresados o la capacidad de innovar en materia de pregrado; con la capacidad también de relacionarnos con la empresa o de fomentar proyectos de transferencia tecnológica; pero esos objetivos no están explícitos. Muchas veces he planteado que no es cómodo recibir un aporte fiscal directo que en realidad no tiene un destino especifico en términos de calidad, y por eso me alegra tanto -y pocas veces me alegro cuando leo en la mañana El Mercurio- haber leído hoy que el señor Ministro está planteando exactamente este tema de revisar los recursos para las universidades sobre la base de una cuenta de gestión, que, por cierto, yo no la entiendo como presentar más o menos boletas de compraventa, si no como una cuenta de gestión en términos del producto universitario que necesita ser evaluado para poder revisar lo que hemos hecho y para poder definir también lo que queda por hacer y por financiar. Por lo tanto, a mí me parece que es un área muy importante y me alegra que el Ministro lo haya mencionado porque ha existido hasta ahora indefinición de objetivo para poder revisar, poder, en definitiva, remodelar el aporte. Esa es una regla importante a definir.
La segunda: el modelo de distribución del 5% del aporte fiscal directo. Éste se hace con reglas que, tenemos que reconocer, adolecen de debilidades y que esas fallas apuntan contra las universidades más complejas del país, que son las que llevan a cabo investigación y postgrados. Evidentemente, hemos sostenido en forma permanente que es necesario redefinir esa revisión que se hace del aporte fiscal directo y que parten en el margen del 5%, porque debe ser obviamente una revisión diferenciada por tipo de universidad. En el país, hay universidades complejas que están más orientadas a investigación y a postgrados y otras universidades que están más orientadas al pregrado o a otro tipo de investigación o están más concentradas en algunas áreas y no tienen toda la diversidad disciplinaria. Por lo tanto no se puede poner a todas las universidades, por decirlo así, en un mismo canasto.
Una tercera regla: el tema del financiamiento estudiantil. ¿Para qué vamos a insistir demasiado en esto?. El Ministro bien lo sabe, lo ha planteado y lo hemos discutido muchas veces: aquí debemos mejorar las reglas que, sin ninguna duda, ya no están funcionando y el diseño financiero está malo. Eso hay que corregirlo y evidentemente ésa es una de las tareas que el propio ministerio se ha planteado para poder mirarlo mucho más allá de los temas especifico de la cobranza o de las reglas de la gestión. Yo creo que hay que aportar a los temas más de fondo del financiamiento estudiantil, y a mí me parece que ese proyecto de ley que prepara el ministerio es de extraordinaria importancia para evitarnos estos permanentes conflictos y acusaciones cruzadas de distintos factores en materia de que si se brindan o no se brindan oportunidades adecuadas a los estudiantes más pobres.
Un cuarto ámbito: a las universidades estatales se les exige financiarse a través de la generación de ingresos. No vamos a mencionar en esta oportunidad cuál es el porcentaje de ingreso que tiene que generar la universidad, pero ciertamente tenemos que competir con proyectos, a través de donaciones y por venta de servicios: por cierto la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas conoce muy bien todos los esfuerzos para lograr el financiamiento por la vía del ingreso propio. Pero al mismo tiempo se nos dice que no elevemos los aranceles, porque si elevamos los aranceles entonces vamos a tener problemas con el crédito y otras circunstancias, y también que no tengamos demasiada "venta" externa. Y al mismo tiempo, se nos dice que no podemos endeudarnos más allá de los períodos presidenciales, que tenemos que cumplir exactamente con todas las reglas del empleo que se impone a cualquier entidad fiscal, no solamente pública. Entonces, evidentemente aquí hay que introducir mejoras, especialmente con lo que tiene que ver con el desempeño financiero y el tema laboral. Porque esto es de decir: "aquí hay problema de gestión en la universidad", genera que todos los ojos se centren sobre los rectores para decirles "usted está haciendo mal la gestión". No, el problema es que existen reglas inadecuadas y anticuadas. Entonces, no podemos seguir conduciendo una entidad que tiene que generar una proporción muy importante de sus ingresos por la vía privada, pero a la cual se le aplican todas las reglas públicas, incluyendo aquéllas que tienen que ver con los aspectos laborales. Digo, por ejemplo, el Hospital Clínico de la Universidad de Chile tiene un 93% de ingreso privado; lo han hecho muy bien, hay gran inversión, todos lo sabemos. Pero la pregunta al final del día es si vamos a permitir que ése sea un Hospital privado, o si vamos a permitir que siga en este terreno extraño en que tiene que ser privado y con reglas públicas, o es mejor que ordenemos las reglas para el funcionamiento y sobre todo para que la inversión tenga una dimensión y una perspectiva distinta.
Otro tema que tiene que ver con esto es que las universidades privadas pueden endeudarse a largo plazo y emitir bonos. La Universidad de Concepción emitió un bono y otras universidades privadas han emitido bonos para financiar sus proyectos, lo que en realidad tiene mucho sentido, porque los proyectos de inversión en universidades son de larga duración. Nosotros, universidad pública, no podemos hacerlo, ni tampoco podemos endeudarnos más allá de los períodos presidenciales, de manera que el endeudamiento es bastante más caro y eso, por lo tanto, va acumulando una "mochila" financiera que generalmente es bastante significativa. Desde luego entonces aquí hay otra cosa que corregir, y es ¿con cuáles reglas financieras, en realidad, deben trabajar las universidades públicas?; o son ellas públicas con un sustantivo y mayoritario financiamiento estatal, o son públicas con un mayoritario financiamiento privado, pero con reglas distintas para poder acomodarse a la realidad de competencia.
Un sexto tema: las universidades públicas no pueden instaurar programas de retiro de personal con compensaciones adecuadas. Nuestras competencias, que son privadas también con aportes del Estado, sí pueden hacerlo; o sea, pueden tomar grupos de profesores o de funcionarios por temas de reestructuración, de reacomodación de la universidad y darles una compensación para reducir el costo social de las restructuraciones. Nosotros no podemos hacer eso puesto que estamos sujetos al estatuto administrativo y al final del día se nos dice, "lo que pasa es que hay 'grasa' en la universidad". La pregunta es por qué, entonces, no mejoramos las reglas para poder disminuir esa grasa que se va acumulando y que no es "natural". El Ministro, también lo sabe, pues, además de ser un buen deportista es una persona que entiende que la gestión debe tener buenos instrumentos y los instrumentos no son, en nuestro caso, los adecuados.
Un séptimo aspecto que me gustaría también señalar se refiere a los proyectos de investigación. Existe aquí un problema mayor, la pregunta es ¿cómo es posible que tengamos overheads que corresponden a mucho menos de la mitad de lo que existe en el mundo industrial, y, en algunos casos a muchísimo menos que la mitad? El overhead constituye, realmente los recursos con los cuales la institución universitaria puede reprogramar o programar inversión. Entonces, evidentemente esta situación tiene un gran costo en materia de inversión, pero tiene otra implicancia que es muy importante y que se refiere a la formación de académicos. Hoy en día formar un académico es una de las inversiones más caras, más costosas y también más riesgosas para las universidades estatales, porque hacemos una inversión finalmente con mucho sacrificio con una probabilidad de que a su regreso, el académico quiera irse a otra parte. En efecto, las reglas o las compensaciones que somos capaces de ofrecer no son las mejores, lo que evidentemente lo desarticula en el concepto del largo plazo y eso requiere cambios en las reglas de seguros, multas e incentivos financieros.
Nosotros hemos hecho un gran esfuerzo, en general, en las universidades públicas, y no hablo sólo de la Universidad de Chile, sino también de las otras universidades estatales, para poder autofinanciarnos. Muchas veces ha sido criticable, porque muchas universidades han realizado acciones un tanto aventuradas en materia de programas para poder autofinanciarse, porque al final del día el tema es que debemos tener los recursos. El tema, yo creo también, se convierte en un problema de país: hasta qué punto esto, que es una política saludable desde el punto de vista financiero, no es una política saludable del punto de vista de la elección, de la tarea, de la responsabilidad que esperamos de una universidad estatal y pública. Yo creo que aquí hay un problema central. Desde luego, la sociedad chilena no puede aspirar a tener universidades privadas, en general e incluyendo las públicas, desde el punto de vista de su financiamiento para darle un aporte al final del día por algunas tareas originales. Por lo que yo he destacado, creo que aquí necesitamos justamente definir con claridad cuál es el rol de la universidad pública, cómo se cumple ese rol y cuál es el compromiso que el Estado debe tener con eso. Evidentemente las circunstancias de conflicto no son las más apropiadas para discutir estos temas, pero esto es una materia que nosotros hemos venido planteando desde el Consejo de Rectores, desde el Consorcio de Universidades Estatales y desde la Universidad de Chile desde hace mucho tiempo.
Y aquí hay una segunda nota también de alegría por esta noticia en El Mercurio que leí hoy en la mañana, cuando el Ministro dice que convocará un equipo de trabajo para pensar en las universidades estatales, ahí está el centro del problema -esta presentación la preparé el día de ayer así que ni siquiera he hablado con el Ministro sobre estos temas- a mí me parece extraordinariamente importante, pero quiero decir también que el Ministro ya había convocado a un grupo para pensar sobre el rol de la Universidad de Chile en el siglo XXI, en lo cual hemos estado trabajando y está este documento en que precisamente se encuentra la propuesta de la Universidad de Chile sobre nuestro rol en el siglo XXI; ésa es una propuesta conceptual al interior de la universidad, aquí están los temas y están disponibles en la página web. A mí me parece que es un tema central, profundo, definitivo. Yo he dicho muchas veces que esperaba que este gobierno abordara el tema de la educación superior con prioridad, como se había adelantado. Desgraciadamente no ha sido así, pero yo reconozco que existe hoy día un nuevo impulso que se está manifestado en una serie de proyectos de ley en el Congreso Nacional y que en definitiva propenden a reformar, a reestructurar, a redefinir algunas cosas que son importantes, y una de esas cosas que me parece central es que debe existir un nuevo contrato entre el Estado y las universidades. Lo importante de esto es definir cuáles son las reglas, las condiciones de ese nuevo contrato, que a mí me parece que hay que readecuarlo a las tareas de la universidad para el siglo XXI.
Otro asunto que me parece muy importante es que existan algunas definiciones globales indispensables. En primer lugar, creo que hay cuatro grupos de universidades: las universidades públicas o estatales, yo las uso más bien como sinónimos; está también la universidad privada con aportes fiscales directos; están las universidades privadas sin fines de lucro; pero también están las universidades privadas con fines de lucro. La pregunta es cómo vamos a interrelacionar este sistema; cómo vamos a coordinarlo en sus tareas. Porque evidentemente el esquema del Consejo de Rectores y de las universidades fuera del Consejo de Rectores no es hoy día el esquema más apropiado, sobre todo cuando necesitamos mucho más dialogo sobre los temas universitarios.
Y, finalmente, me gustaría simplemente mencionar una cita que yo considero importante: "Sin un sistema educacional adecuado, la libertad deviene yace en una palabra básica. Aquí hoy, decimos todos que la equidad educacional es una responsabilidad de la sociedad, que el Estado no puede ser neutral en esta materia, porque serlo implicaría negar el ejercicio básico de la libertad a los jóvenes mañana. Y, por tanto, es indispensable que la sociedad a través del Estado asuma un rol protagónico en el establecimiento de una política educacional que garantice igualdad de oportunidades para todos". Me refiero a las palabras del Presidente Lagos a un mes de haber asumido la Primera Magistratura. Yo creo que ése sigue siendo un gran mensaje. Pienso que nadie podría decir que el Presidente, planteando eso que nosotros también hemos sostenido, se transforme en un estatista o en un defensor de las políticas históricas antiguas, vacías o pasadas de moda. Aquí estamos mirando hacia el futuro, aquí necesitamos, como muy bien lo ha dicho el Ministro, calidad y equidad, y nosotros estamos en la tarea de propugnar por ambas. Muchas gracias.