Discurso del Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de lanzamiento de libro "Comunicación Organizacional: elementos para su estudio" del Prof. Dr. Siegfried Muñoz Van Lamoen

(Transcripción)

La importancia de escribir libros, de investigar, de crear. Creo que hay también un elemento indisoluble entre el trabajo de creación, de publicación de nuevas ideas que se ponen sobre la mesa, con lo que es el concepto de universidad tradicional. Hoy en día nos hemos acostumbrado también al concepto de aquella universidad que es esencialmente una repetidora de ideas ya publicadas y que cada día se alejan con mayor velocidad de nuestras bibliotecas, de nuestras páginas web. Entonces uno recuerda lo importante que es el tener personas en la Universidad que estén pensando sobre sus respectivas especialidades y, en consecuencia, estén contribuyendo al desarrollo de nuevas ideas y propuestas en el desarrollo de su respectiva especialidad. Es en definitiva lo que va a definir la diferencia entre una universidad compleja respecto de una institución formadora de profesionales que es la que hoy en día prevalece, y la que tendrá esencialmente que seguir consolidándose en la medida en la que unas enfaticen el trabajo de investigación y de creación y las otras más bien enfaticen, casi exclusivamente, el trabajo formativo y docente.
A mi me parece que ambas cosas son perfectamente legítimas, pero debemos también reconocer que son dos instituciones distintas. Una, la universidad compleja, forma profesionales que están respondiendo preguntas al mismo tiempo que esas preguntas se van desarrollando y contestando con el trabajo de investigación de los académicos. Las otras, más bien están mirando las preguntas pasadas, más bien están transmitiendo la forma en que esas preguntas fueron contestadas. Y por lo tanto, formarán también, posiblemente, profesionales de primera línea, pero de una perspectiva totalmente distinta. Porque las universidades de investigación complejas están diseñadas para producir profesionales líderes en sus áreas; y las otras, están diseñadas para formar profesionales seguidores de los liderazgos de las respectivas áreas. Ciertamente, que un empate de esta situación se producirá después, también, a nivel de posgrado.

A mi me parece que esto de publicar libros ya no es solamente una ceremonia que tiene cierto carácter protocolar para lavar un poquito el ego del autor, sino que más bien tiene el carácter de ser una institución fundamental para el trabajo y el desarrollo de nuestras universidades. Creo que las presentaciones de libros, cuando esos libros traducen un trabajo de investigación, un aporte nuevo, un conjunto de ideas que valen la pena considerar y, en consecuencia, que valdrá la pena debatir en la medida que esos libros se utilicen en el trabajo docente, a mi me parece que eso pasa hacer - hoy día- parte esencial de lo que yo llamo la universidad compleja, que es esa universidad diseñada para producir líderes y cuyo trabajo está basado fundamentalmente en la creación, investigación y en el posgrado.

Con respecto a este libro quiero agregar la importancia, hoy en día, de la teoría organizacional. En el pasado, en el mundo previo a la globalización, en el mundo previo a esta ingente competencia en la que estamos todos, particularmente el mundo productivo, el mundo empresarial ciertamente, la evolución de las instituciones es una cosa que se dejaba casi al ritmo de la historia. Porque los cambios en las situaciones de mercado, en las situaciones de la inserción productiva, eran cambios lentos, cambios que se producían en quinquenios, probablemente en décadas. Estábamos, además, en un sistema bastante más protectivo, de manera que las empresas tenían tiempo para poder madurar como tales. Tenían un espacio de desarrollo que era normal, vital y que transcurría con cierta parsimonia. Teníamos estas grandes empresas nuestras, pero también en todo el mundo, en los propios países desarrollados al amparo de la política del "new deal", en que su desarrollo estaba basado en una tecnología de evolución lenta , y por una situación de mercado y competencia que también evolucionaban lentamente.

Por lo tanto, el desarrollo de la institución estaba dejado un poco a la dinámica de este evolucionar lento de la tecnología y de las condiciones mercado. Y en consecuencia, la conformación de la institución de la organización estaba también un poco basada en la tradición histórica. Si uno observa una gran empresa como la Ford, nunca tuvo un departamento dedicado a analizar estratégicamente su teoría de la organización, en la cual era una teoría de la historia de la empresa. La teoría organizacional era, de alguna manera, esta teoría de la evolución histórica lenta, como lenta era la evolución de los mercados, de lo técnico y de los procesos de internacionalización, como lento era todo.

Ciertamente, las cosas cambiaron de forma violenta, inesperada, impredecible, pero está aquí la globalización como un hecho. Con una tecnología, con un desarrollo comunicacional que ha impulsado, por cierto, una internacionalización desde el punto de vista político, pero también desde un punto de vista económico. Y eso ha introducido una velocidad en el cambio frente al cual la institución debe tener una respuesta y esa respuesta está en la teoría de la organización. ¿Cómo nos damos una mejor organización para responder ese ambiente que está cambiando violentamente todos los días allá afuera? Una universidad, por ejemplo, que evolucionaba antes de una manera parsimoniosa de acuerdo a sus condiciones históricas, y por lo tanto, iba respondiendo a los retos que iban surgiendo con la lentitud del tiempo, en base a esa tradición, a ese rol histórico, a esa cosa que se iba asentando producto de su existencia. Hoy en día, una universidad tiene que mirarse, yo no sé si todos los días, pero por lo menos todos los años hacia adentro para saber si estamos contando con la mejor organización para responder a los retos que se están produciendo todos los días allá afuera. Cuesta convencer a los académicos de una universidad como la Universidad de Chile que no podemos seguir mirándonos el ombligo y que tenemos que mirar hacia fuera porque las cosas están cambiando. Y no sólo porque han crecido un poquito más estas instituciones privadas que hace ya hace 10 o 15 años las veíamos como algo un poquito divertido , con pocas posibilidades de crecer, sino también porque otras entidades más crecidas están llegando, instalándose física y electrónicamente en nuestro país. Ha cambiado para nosotros el mundo de referencia. Lo que antes significaba abordar un problema con cierta premura de tiempo, hoy en día, significa abordarlo con extrema urgencia de tiempo. Hoy día también están creciendo los problemas no sólo en magnitud sino también en términos de sus dimensiones multidisciplinarias. Hoy día no hay fórmulas de mirar un problema con estas anteojeras con que mirábamos antes, cada uno, su respectivo espacio. Hoy día los espacios se multiplican, por lo tanto tenemos la obligación también de pensar en el diseño de la institución respecto a lo que eso significa. Comentábamos que uno de los desafíos que tiene la universidad hoy en día es cómo, precisamente, se piensa a futuro. Y cómo la actual estructura de pensarse es inútil desde un punto de vista de las decisiones que se tienen que tomar a futuro.

Una de las decisiones, no me cabe la menor duda, es que el esquema de facultades está siendo superado por los hechos. Los hechos significan hoy en día que la multidisciplina o la interdisciplina es una realidad que se está sobreponiendo a los desarrollos estrictamente disciplinarios. Por lo tanto, la universidad tiene que pensar una nueva organización que tendrá que ir un poco más allá de las facultades y de los departamentos para poder atender a estas nuevas preguntas y, por cierto, también a estas nuevas formas de desarrollo profesional.

Por lo tanto, esa teoría de organización antigua en que la universidad funcionaba un poco por esta escala histórica, hoy día tiene que ser una universidad que funcione proactivamente frente a retos que ve que vienen en los próximos cinco o diez años. De manera que a mí me parece que el libro aborda aquí una cuestión fundamental que tiene que ver justamente con la teoría de la organización que no es solamente esta teoría de cómo somos más eficientes para poder estructurar, reestructurar o rediseñar, sino que tiene que ver fundamentalmente con algo que, en mi opinión, es vital: es el tema del desarrollo y el cambio de la cultura al interior de las organizaciones. Creo que las universidades son el mejor ejemplo para esto. Creo que no hay nada más difícil que poder cambiar las culturas académicas, sus tradiciones y sus prácticas. Cómo convenzo yo a quien ha explicado su disciplina durante toda su vida, que hoy día es necesario y fundamental que dialogue con otro para poder hacer de una manera distinta su propio trabajo. Cómo convenzo yo a aquél que ha estado todo el tiempo formando profesionales con una cierta estrategia y que hay que cambiarla, que probablemente habrá que introducir reingeniería a muchas de nuestras carreras y que habrá que enfatizar menos la especialización, mucho más la formación general y, por lo tanto, hacer residir en el posgrado aquello que antes poníamos con toda naturalidad en largas carreras de pregrado. Son culturas que cuesta cambiar porque, evidentemente, uno puede pensar que cambiarán con el tiempo, pero no tenemos tiempo, no tenemos tiempo para esperar que nuestros académicos, ya con 50 años y más, salgan de la universidad para que lleguen los nuevos jóvenes con la nueva visión. Porque ese tiempo, que serán diez y quince años, ciertamente nos hace retrasarnos y perder la carrera frente a lo que hoy día significa estar en la valla del conocimiento, en la frontera, para poder responder esas preguntas.

A mi me parece que este tema que tiene que ver con las teorías de las organizaciones, es un tema fundamental, es un tema extraordinariamente importante. Yo creo que una de las aplicaciones de muchas de las autoridades que están acá tienen que ver precisamente con nuestro ámbito, el ámbito universitario, donde muchas veces se nos olvida que existen técnicas que nos ayudan a diagnosticarnos en qué dirección tenemos que movernos, sobre todo cuando se trata de instituciones con tantas rigideces culturales, pero también funcionales, legales y reglamentarias como las universidades y particularmente las universidades del Estado.

El tema de las comunicaciones, que me parecen tan fundamental como lo ha destacado tan bien el profesor Juan Riquelme (1), en la presentación del libro, es una de las reflexiones que hago y que también entonces en el pasado, que no es tan pasado, aquí ya estamos hablando un pasado que quizás se proyecte no más allá de unos 10 o 15 años hacia atrás, pero lo que eran las comunicaciones de la organización, de la institución o de la empresa eran fundamentalmente las noticias que fluían hacia el interior de la empresa o de la institución, y desde ella hacia el exterior. Por lo tanto, lo común era tener una oficina de relaciones públicas, normalmente encabezada por un periodista que hacía esta intermediación. Las noticias tampoco eran muchas, eran un trabajo lento, rutinario, poner frente a la opinión pública o frente al mercado, en caso de una empresa, los desarrollos como una noticia y traer hacia el interior aquellas cosas que eran relevantes para la institución desde el medio en que se desenvolvía. Pero hoy en día el tema comunicacional es totalmente distinto. Porque las comunicaciones están diseñadas para crear una disciplina al interior de la organización o de la empresa. Y de nuevo, no hay mejor ejemplo que las universidades para esta realidad. Las comunicaciones tienen que ser diseñadas para crear un espíritu de cuerpo, un modus operandi, una cierta visión estratégica del mundo que no se hace desde una oficina del Rector o del Decano donde puede poner en un decreto o en una decisión cuál es la visión estratégica de la institución. La visión estratégica de una institución surge desde adentro y tal como una empresa hoy en día, se ha practicado la reingeniería con el objeto de acortar las comunicaciones y las distancias entre los niveles decisionales y los niveles operacionales. También en las universidades tenemos que hacer el esfuerzo por acortar estas decisiones entre los niveles rectorales, de decanos y donde ocurren las cosas realmente, en la sala de clases con los académicos y los estudiantes. Porque la institución, para ser exitosa, tiene que tener un espíritu de cuerpo. Y para tener un espíritu de cuerpo tiene que tener una visión más o menos compartida respecto de su realidad y respecto de su acomodo a esa realidad. Acomodo, como decía don Andrés Bello correctamente, porque es un paso que tiene que estar produciéndose de una manera sistemática en el tiempo.

De manera que hoy en día las comunicaciones tienen este rol , yo diría, condensador, este rol personalizador, inspirador de un futuro que las instituciones necesitan permanentemente adoptar y ése es el otro punto importante, porque no se trata tampoco que adoptemos hoy día una cierta visión y trabajo a desarrollar para enfrentar las condiciones que, podemos acordar, existen en nuestro medio y requieren una acción o una reacción por parte de la universidad o de la institución, porque estas cosas cambian permanentemente y requieren, por lo tanto, un cambio permanente desde nuestro punto de vista.

Por lo tanto, las comunicaciones son también un factor fundamental para crear esta, yo diría, flexibilidad de respuesta permanente frente a condiciones que varían permanentemente, frente a condiciones están cambiando de una manera generalmente desafiante, generalmente acelerada, respecto a las propias capacidades de respuesta que tienen las instituciones, especialmente tradicionales como las universidades.

Eso a mi me parece que es un tema muy central. Como lo es también el tema del desarrollo comunicacional para crear una imagen de la institución. Las instituciones son en realidad, en gran medida, imágenes. Hoy en día hemos aprendido mucho más de ello con los sistemas comunicacionales. Las imágenes son probablemente una de las primeras cosas que nuestros diseñadores nos preguntan cuando les pedimos que pongan en la página web esta información. La primera pregunta que nos hacen es ¿cuál es la imagen con la cual queremos proyectar esta idea? ¿La queremos con el fondo azúl fuerte de la institución universitaria, la queremos con la fotografía de don Andrés Bello para simbolizar este tremendo arraigo que tiene una institución que tiene 160 años funcionando, o la queremos poner realmente con una visión de juventud colocando un grupo de jóvenes? Son decisiones frente a las cuales nosotros no estamos preparados, muchas veces, para hacerlo, porque nosotros somos víctimas también de la incomunicación, o de la comunicación a la antigua, porque muchas veces creemos que las ideas valen por sí solas y por lo tanto ya escritas tienen un gran valor.

A mi me parece que estas ideas que Siegfried Muñoz ha puesto en el libro sobre comunicación organizacional, son tremendamente importantes y creo que es un libro que tiene grandes aplicaciones en la formación, hoy día, de los profesionales de las áreas de la administración, de la ingeniería y de la economía. Pero también es importante en formaciones en las áreas de salud o formaciones que tienen que ver con las áreas artísticas, porque todos tenemos que aprender a comunicarnos. Pero aquí hay otro elemento: es el elemento de la lingüística y creo que el autor hace un gran esfuerzo por hablar de la lingüística como un instrumento de comunicación social. Cuando uno reflexiona sobre los contenidos del libro ,efectivamente cuando yo escucho algo doy una interpretación que no necesariamente es aquélla que viene de quien la emitió. Entonces muchas veces uno tiene angustia de decir o establecer cosas que no necesariamente todo el mundo lee como tal. Qué quiere decir, por ejemplo, cuando nuestras decisiones tienen que ver con la reestructuración de un departamento, de una unidad ¿qué lectura tiene eso desde el punto de vista conceptual? ¿Cuál es la lectura del concepto de reestructuración, de parte del reestructurador como de parte del reestructurado? Y creo que evidentemente ese es un tema que tiene que ver con el establecimiento de un lenguaje común dentro de la institución, que todos aceptemos qué es lo que significa cuando uno habla de una palabra o de un término como resstructuración que debe tener una versión legal, pero que también tiene una versión administrativa y una versión asociada a los usos y costumbres. Creo que el autor hace un gran esfuerzo en esa materia, porque a mí me parece que es fundamental que las empresas e instituciones tengan esta especie de diccionario de qué es lo que significa cuando uno está diciendo una cierta cosa, es muy importante. Creo que nosotros somos los campeones del eufemismo. Y le decimos nombres a cosas que en realidad significan otras cosas, pero que no nos gusta nombrarlas como tales. Hay ejemplos de eufemismos, por ejemplo, el que a mí me parece el más notable de todos: "pacificación de la araucanía". Es uno de los eufemismos históricos que hemos propiciado durante muchos años, que lo seguimos contando a nuestras generaciones jóvenes, pero que en realidad constituye una gran distorsión porque hay bastantes maneras distintas de leer, desde el punto de vista de su realismo o su no realismo, el concepto.

En un país que acostumbra a tener estos eufemismos -y puedo entregar bastantes ejemplos al respecto-, es muy importante al interior de las instituciones hacer un esfuerzo por tener un lenguaje común que tenga aceptación y que identifique también a la institución cuando uno dice qué significa ser tal cosa. Y eso es parte muy importante del esfuerzo y del trabajo del profesor Siegfried Muñoz, un trabajo que yo deseo realmente felicitar, creo que es un muy buen aporte, creo que es un libro que debe llegar a quienes creen que formar ingenieros o administradores es particularmente, esencialmente, una cuestión de técnicas: enseñarles algunas maneras de funcionar en la parte financiera, en la parte del personal, del marketing y de la gerencia, cuando en realidad también la formación de ingenieros tiene que ver con la gente, con la sociedad y con la máquina.

Para la interacción del Biosoma (biología, sociedad y máquina) este aporte es muy importante a nivel ingenieril para destacar el rol del lenguaje, el rol del hombre y el rol de la sociedad en el desarrollo tecnológico y empresarial. En este campo hay mucho más quehacer para nuestros jóvenes porque realmente es un instrumento que tiene un enorme potencial para su desarrollo y el desarrollo del trabajo empresarial.

 

 

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Notas
1. Prof. Juan Riquelme, Rector de la Universidad de Valparaíso.
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