Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de lanzamiento del libro "Prevención de Riesgos de Accidentes en Chile 1953-2003, Historia y Evolución".

En primer término, quiero actuar como dueño de casa y darles a todo una bienvenida a éste, nuestro Salón de Honor, en donde tantas ceremonias, discusiones, decisiones importantes, han ocurrido a lo largo de la historia de la República, y durante los 130 años que este espacio físico ha estado aquí. Desde luego, deseo manifestar que para la Universidad de Chile es particularmente satisfactorio que la presentación de este libro se haga en nuestra Casa, porque vemos a este libro como una contribución para enfrentar y analizar un proceso nacional de gran importancia y, por tanto, es un tema que es relevante, perteneciente a las inquietudes de ésta, la Universidad Nacional de Chile.

En segundo lugar, quisiera expresar mis agradecimientos al Consejo Nacional de Seguridad, porque me han permitido leer el libro en una etapa temprana en su gestación, lo cual es siempre grato para quien ha sido toda su vida un académico, y muchas veces siente que el trabajo de Rector, a pesar de la enorme distinción y responsabilidad que implica, lo desvía de este interés natural, innato, de leer y escribir sobre las nuevas ideas y contribuciones. Por lo tanto, forzado por los plazos y los requerimientos, ha sido muy edificante leer esta obra y escribir un modesto prólogo que, por cierto, intenta darle un marco. Pero no es el Consejo, sino yo quien debe agradecer la oportunidad de poner por escrito mi apreciación de esta obra, porque ello me recuerda que, al final del día, siempre uno debe ser un académico, y como tal, debe siempre leer, estudiar y escribir.

Esta obra se inserta, en mi opinión, en un tema de profunda importancia: la evolución, el crecimiento y la diversificación que experimenta el concepto de riesgo en la sociedad moderna. No es aventurado decir que la sociedad en tránsito al proceso de desarrollo -y que, por lo tanto, cuenta con una mayor diversificación productiva y una mayor sofisticación en los procesos productivos- es también una sociedad que está dominada por mayores riesgos de todo tipo, pero, particularmente, los laborales. Es, por cierto, muchas veces la demanda por aumentar la productividad la que está asociada también a mayor accidentabilidad.

Por lo tanto, creo que éste es un libro muy importante en el contexto general de nuestro desarrollo social, y que quizás, el título no le hace adecuada justicia. En efecto su título sugiere que el mismo consiste simplemente en la pura descripción histórica. Sin embargo, cuando se lee el libro y se llega a sus partes finales, es posible darse cuenta que se trata de un libro que tiene una enorme proyección a los temas que hoy deben preocupar a nuestra sociedad. Por ejemplo, cuando el aspecto de la seguridad se considera mucho más allá de los temas específicos relativos a los accidentes en un sentido tradicional, y tiene que ver con muchos de los males sociales que todos estamos interesados en eliminar, en reprimir y que, de alguna manera, afectan, el desempeño laboral y la tasa de accidentabilidad.

En consecuencia, es un libro tremendamente pertinente y que nos recuerda una cuestión que resulta fundamental: que a pesar que se revive, se rememora, se inscribe la evolución que ha tenido todo el aparataje legal y administrativo sobre accidentabilidad y riesgo, el tema de fondo es el cambio de la cultura, especialmente en el contexto de las empresas, pero también en la cultura de las personas, de las familias. Es este factor el que, en definitiva y más allá de las transformaciones legales y administrativas, hace el cambio de una sociedad que tiene o no tiene prevenciones, que cuenta o no con un rango adecuado de políticas que tiendan a prevenir los accidentes y permitan, por lo tanto, reforzar una actitud proactiva frente al riesgo creciente en nuestra sociedad.

De manera que es un libro particularmente importante, porque hoy, sobre todo para nuestros jóvenes, es mucho más importante recordarles que cada uno de nosotros tiene una responsabilidad en una materia como ésta, y que el tema tiene que ver, entonces, con el desarrollo de una cultura. Así, se puede señalar que se trata de una información que es, quizás, el factor que más escasea, respecto a la necesidad de prevención. Por lo tanto, es este un libro que va mucho más allá de un examen de lo que se ha hecho en materia de la legislación, de sus aplicaciones y de la institucionalidad, sino que se proyecta a esta necesidad de reforzar el cambio de mentalidad como una sociedad que madura incluso en aspectos del menor riesgo que resulte de los cuidados sobre el bien común.

Como segundo punto de vista, tampoco el título le hace justicia al libro cuando alude al período 1953-2003, y le da al lector antes de abrir sus páginas, la idea que se examinan los 50 años de la institucionalidad a través del Consejo Nacional de Seguridad, que ha sido sin ninguna duda el garante que tiene que ver con el desarrollo y la formalización de las políticas de prevención. Pero la verdad es que el libro hace un examen histórico bastante rico, como muy bien don Oscar Gacitúa (1) lo ha reseñado acá, desde los orígenes prehispánicos de nuestra organización social. Entonces nos recuerda que la prevención es un tema que es incluso previo al nacimiento del Estado, y que es parte, por lo tanto, parte de la cultura y del desarrollo humano. Así más tarde lo recuerda este libro al postular que, durante el siglo XVI, ya en plena Colonia, las medidas que estaban destinadas a proteger al trabajo de los accidentes, quizás como una manera también de proteger la inversión que significaba el trabajo en el sistema productivo colonial, en el sistema de las encomiendas, o incluso en el sistema, ya más tarde en el siglo XVII, de las primeras industrias locales. Pero es más aún: el libro también nos recuerda que en el siglo XVII ya se expanden estas normas preventivas a áreas que no tienen que ver esencialmente con la producción manual, sino con las áreas del comercio, cuando se formulan algunos dictámenes respecto a la protección de accidentes para los procesos de intercambio comercial con Cuyo desde Santiago, es decir, empieza a crecer la cobertura de la concepción preventiva desde la actividad propiamente manual y productiva hacia el área de los servicios.

Entonces, se crea la Junta Nacional de Sanidad y la Junta Nacional de Beneficencia, estamos hablando de los años 1820 y 1830, a pasos de la instauración de la República, cuyos propósitos estaban orientados esencialmente a esta labor preventiva, informativa, que era tan importante, y así se veía para proteger a las personas en una República que además nacía en el espíritu de entregar no sólo libertad para la organización política, sino que también libertad para el desarrollo pleno de las personas. Es natural por ello, que don Andrés Bello pensara en todos estos antecedentes para que en el Código Civil se incluyeran muchos preceptos que explicitaban este tema de la prevención laboral.

Lo que nos sugiere este libro es que el tema de la prevención de los accidentes no nace como producto de la moderna legislación que se inicia, probablemente, con nuestro Código Civil y los otros códigos en los cuales se inserta: el Código de Minería, el Código de Comercio, acápites que tienen que ver con protección laboral y prevención de accidentes. Se sugiere que esto es también previo y se desarrolla como parte de toda una tradición, una cultura, que se relaciona con la manera de hacer las cosas en el país. Si se hace la comparación internacional surge la pregunta: ¿éste es un fenómeno local producto de nuestras sensibilidades y tendencias históricas, o es un fenómeno generalizado, por ejemplo, en Hispanoamérica? Mi impresión es que no es un fenómeno generalizado en Hispanoamérica, y me parece que es un tema muy importante de resaltar, no en el ánimo que abunda entre nosotros en estos días de subrayar lo distinto que somos en términos de la forma en cómo hacemos muchas cosas, a veces para bien a veces para mal, sino que probablemente puede haber una comparación interesante desde el punto de vista de explicar por qué nuestra institucionalidad, particularmente a partir del siglo XIX, adquiere connotaciones que son distintas, de aquellas de varios de los países hispanoamericanos que debieran por origen ser mucho más similares al caso chileno.

Pero es en el siglo XX, como aquí se ha recordado, cuando se consolida todo un sistema, una institucionalidad, a partir, de la creación del seguro social obligatorio, y con el Código del Trabajo del año 1931, y posteriormente la ley de 1968 bajo el Gobierno de don Eduardo Frei Montalva sobre seguro obligatorio de accidentes del trabajo. Pero estos hechos surgen como producto de una gran cantidad de antecedentes, y de una historia incluso pre republicana, como el libro muy bien lo indica, lo cual señala, que esta consolidación que posteriormente se da en toda la institucionalidad que tiene que ver con el Consejo y todas las instituciones y organismos asociados, se deriva en gran medida de una cultura desarrollada, asentada, cultivada por largo tiempo. Lo cual, me lleva nuevamente a subrayar lo que indicaba en mi primera consideración, la probable necesidad de ahondar en ese trabajo de fomento de una cultura de prevención, porque es el camino más promisorio para poder mejorar las cosas.

Un tercer comentario que he subrayado sobre este aporte, es la gran utilidad en la enseñanza en varias ramas, no sólo para quienes están envueltos en el quehacer empresarial, sino para quienes se están formando en el ámbito profesional. Este aporte también pone de relieve en su análisis otro hecho que en mi opinión es de fundamental importancia.

En gran medida el crecimiento de la legislación y la institucionalidad preventiva, estuvo asociado al mismo tiempo a la evolución, crecimiento y desarrollo del llamado estado de bienestar. El estado de bienestar, en gran medida, invento de europeos y según muchos autores más bien un invento latino, es un conjunto de políticas e instituciones que se genera a partir de la concepción protectiva del trabajo y protectiva, en general, del desarrollo social. Nuestra realidad chilena también indica que en gran medida mucha de esta legislación que tiene que ver con seguro social, con prevención de accidentes, se enmarca dentro de un concepto de seguridad social en un sentido amplio, en un concepto de protección al trabajo, en un concepto de protección a las instituciones que promueven, la organización y la protección al trabajo. Sobre esto el Profesor Francisco Walker (2) podrá hablar más que yo, pero una connotación importante de la evolución, particularmente de la segunda mitad del siglo XX, es el desarrollo, el crecimiento y, al mismo tiempo, la crisis del estado de bienestar. Crisis que tiene que ver con los sistemas de seguridad social, sobre lo cual al Ministro del Trabajo Sr. Ricardo Solari ha hecho indicaciones y presentaciones que son importantes, pero crisis que también se relacionan con un problema que tiene que ver con la integración económica, en donde el tema de los costos comparativos del trabajo es un aspecto central, y en donde el concepto de costo del trabajo va mucho más allá que el salario. En efecto, existen los costos no salariales del trabajo, sobre los que una gran cantidad de estudios muestran que la gran competencia de verdad en las economías mundiales tiene una clara relación con los costos del trabajo en un sentido amplio, lo cual tiene que ver entonces, con el relativo éxito con que los países enfrentan este gran reto de la globalización en los aspectos de integración económica.

Cuando se habla de los costos no salariales, los costos asociados a la prevención de accidentes, por ejemplo, es uno de los más importantes. Esto tiene que ver con la eficiencia relativa con la cual somos capaces de proveer esta prevención, pero también está relacionado con el carácter más o menos liberal que queramos imprimirle a la política general de promoción del comercio o de promoción del empleo. Pienso, entonces, que este libro, sobre todo en sus últimos capítulos, abre una discusión a este respecto, y quizás la pregunta pertinente es, en este contexto de integración, el escenario que se relaciona con el éxito económico de nuestros países, el mismo va a depender en gran medida de nuestra competitividad internacional. Entonces: ¿cuál es el camino más apropiado para que la prevención sea hecha de una manera eficiente, es decir, que se logren al menor costo posible los mismos objetivos? Me parece que esa es una pregunta central, para todos quienes nos hemos preocupado alguna vez de estos temas que se enfocan en materias de capital humano y de empleo. Pero también es un tema central desde el punto de vista de ese legado humanista que tenemos y que se deriva de esos grandes esfuerzos históricos de Bello y tantos otros, por imprimir en la legislación, esa consideración: el hombre no un medio, sino que un fin en el desarrollo económico y social. Desde luego una solución extrema es eliminar todas estas cosas porque representan costos, una solución inteligente, sin embargo, es optimizarlo, porque precisamente la productividad se puede estimular sobre la base de trabajadores que se sienten más protegidos de las probabilidades de accidentes que quizás abundan, en el tipo de desarrollo productivo que nosotros propiciamos. De manera que, junto con este decaimiento del estado de bienestar -que según muchos significa un crecimiento del "estado de malestar" en nuestras sociedades-, es importante también meditar sobre el énfasis que ese eventual retroceso nos obliga a mejorar la aplicación, la normativa, la legalidad, la institucionalidad de los sistemas de prevención.

Finalmente, creo que este libro es un aporte bien interesante en toda la descripción de la institucionalidad en este ámbito, cosa que para el profano es naturalmente de gran interés, como lo será para los jóvenes estudiantes de derecho y probablemente administración de empresas, el saber cómo se ha generado esta institucionalidad, cómo ha evolucionado y los porqué y los retos que tiene esa evolución. Detrás de toda esa descripción hay una gran cuestión que don Homero Ponce (3) probablemente nos ha querido sugerir: cómo poder enfrentar el reto de llevar este desarrollo hacia ámbitos nuevos. En varias partes del libro él menciona, tímidamente, cosas como la prevención de los accidentes escolares, y tal vez allí hay un ámbito del cual todavía nos hemos preocupado poco, pero es una materia crecientemente importante y que se deriva muchas veces de esta concepción más amplia que tenemos que adoptar respecto a riesgos cuando, por ejemplo, en el caso de los estudiantes universitarios, el riesgo está asociado al consumo de drogas o alcohol, y que, requiere una formulación nueva ante este tipo de problemas. Hay temas nuevos, temas distintos, temas que obviamente podrán ser enfrentados con toda esta experiencia acumulada y que representan o representarán para la sociedad un beneficio enorme en la medida en que se enrostren adecuadamente.

Es un libro motivante. Creo que puede despertar mucha más investigación, mucha más discusión. Por lo tanto, concluyo que es un buen libro, porque el buen libro es aquel que se cierra y deja al lector lleno de preguntas, de inquietudes, de críticas y de nuevas formulaciones. El mal libro es aquel que se cierra tal y como uno ha comido un plato de algún alimento que, en definitiva, desaparece tan pronto como ha pasado el tiempo. Este es un gran libro, un aporte importante que puede ser de gran utilidad, pero sobre todo lo considero un incentivo para poder hacer nuevas contribuciones en las nuevas áreas, en los nuevos retos y frente a las nuevas generaciones.

Los felicito. Ha sido una gran iniciativa. Todas las grandes instituciones deben mirarse hacia atrás y poner por escrito lo que es su historia y su desarrollo institucional, tal y como ustedes lo han logrado con creces. Los felicito, y les agradezco a todos que hayan asistido a este significativo acto.

 

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Notas
1. Sr. Oscar Gacitúa, Presidente del Consejo Nacional de Seguridad.
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2. Prof. Francisco Walker, académico del Departamento de Administración de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile.
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3. Sr. Homero Ponce, periodista y escritor a cargo de la investigación.
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