Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración Año Académico Campus Sur.

Es con mucho gusto que le hemos dado este reconocimiento postergado, pero justo y merecido, a nuestros profesores titulares. En una ocasión, con el Presidente de la Comisión Superior de Evaluación, discutimos este tema y concordamos en que era muy importante que, junto con el reconocimiento hablado, existiese también este reconocimiento simbolizado con la medalla respectiva y, por lo tanto, estamos poniéndonos al día en una deuda que arrastrábamos desde hace mucho con nuestros profesores titulares en toda la universidad. Porque, como el profesor Ureta (1) muy bien ha destacado, ustedes son la cúspide de nuestra pirámide, hacia donde miran nuestros jóvenes académicos, hacia donde deben mirar con recogimiento y con respeto nuestros estudiantes y por lo que ustedes deben marcar un rumbo, ustedes marcan un antecedente y, por lo tanto, son el fundamento, uno de los pilares fundamentales del trabajo institucional. Hay tantos aquí, como el profesor Trivelli (2) o como el profesor Garrido (3) y como tantos otros, que han entregado literalmente su vida por la Institución, han estado aquí por décadas y, en consecuencia, este reconocimiento es también el reconocimiento a ese trabajo fecundo, prolongado, que ustedes han realizado -todos ustedes-, y que reconocemos ahora en forma física, lo que ya hemos reconocido hace tanto en forma intelectual.

Esta universidad tiene grandes tareas en un ambiente que no es un ambiente de política, el más apropiado, vamos a decir, para su desarrollo y su profundidad. Pero si uno mira el pasado quinquenio, uno observa elementos que han contribuido a la estabilización para el proceso de desarrollo de la universidad. Ahí está no sólo la inversión, el esfuerzo que hemos estado haciendo con los medios de la propia universidad y con el esfuerzo de sus académicos a través de tantos proyectos en que hemos ganado, tanto FONDAP como MECESUP, una significativa cantidad de inversión que nos ha permitido ponernos al día con escuelas o con facultades que habían visto postergada sus necesidades durante muchos años, como es el caso de Odontología, de la Escuela de Periodismo, de la propia Facultad de Medicina y su Hospital. Pero ahí hay una tarea pendiente, porque el esquema de política determina que la inversión que realiza esta Institución, que es inversión pública o inversión del Estado, no es, sin embargo, financiada enteramente ni satisfactoriamente por el Estado. Hemos hecho un esfuerzo importante también, para ponernos al día con nuestros estudiantes, al día en el sentido de que existe un déficit muy importante en la ayuda estudiantil y a nosotros nos interesa tener diversidad y capacidad en nuestras aulas. Y es por eso que se ha multiplicado de manera importante el apoyo, la asistencia económica a nuestros estudiantes de pregrado, porque ésa es la forma no sólo de expresar lo que en tantos discursos hemos repetido, que ésta es una universidad amplia, tolerante, diversa en lo social, sino que también con eso ayudamos a que el Estado de Chile cumpla con la palabra que se ha empeñado en torno a que nadie debe quedar fuera de la universidad si tiene las capacidades para estar en ella. Y ésa es una tarea en la que debemos seguir, porque, como todos sabemos, el crédito universitario no es suficiente para mantener a un estudiante con necesidad dentro de la universidad, y tenemos que hacer, por tanto, un esfuerzo para poder complementar aquello con la ayuda económica que se necesita, ésa es también una tarea importante. Y la universidad ha hecho un esfuerzo fundamental en materia de postgrado: más de 24 programas, uno en camino, de doctorados acreditados, marca lo que debe ser estratégicamente esta Institución: la gran proveedora de académicos para el sistema y para la propia universidad; y por lo tanto , la necesidad de seguir diversificando nuestros postgrados y de seguir profundizando en la calidad de los mismos. Es muy importante no sólo como un antecedente para el propio desarrollo de la Universidad de Chile, sino que también para marcar la influencia que definitivamente tenemos que seguir ejerciendo como líder del sistema de la educación superior chilena. Estamos empeñados en la reforma del pregrado y, conjuntamente con eso, nos hemos empeñado también en lo que ha ocurrido en este Campus: una mayor integración del trabajo de nuestras distintas facultades. Pero esa integración, que se ha producido y ha venido creciendo en todos los Campus de la universidad y específicamente en éste, necesita llevarse con mayor fuerza al trabajo académico, a los programas interdisciplinarios, al manejo de un sistema de cursos de formación general que, por Campus, logre integrar efectivamente el trabajo formativo que realizamos en las distintas carreras; es decir, ha habido avances importantes en la universidad, se han logrado consolidar algunas tareas, pero evidentemente lo que queda pendiente es muy importante, y es muy importante de nuevo, en el marco de una política que ya hemos criticado suficientemente, que es insatisfactoria y que mantiene al país con un sistema de educación superior que es francamente vergonzoso, en mí opinión, respecto al desarrollo que en otras áreas ha tenido nuestro país en sus ansias de desarrollo económico. Es por eso que tenemos que enfrentar nuevas tareas y este año hemos sindicado tres tareas fundamentales que hay que consolidar entre éste y el año siguiente. La primera es, por cierto, la reforma del pregrado. Nosotros tenemos la obligación de marcar el camino para la reforma en la formación profesional en todos los ámbitos. Y cuando se habla allá afuera de reingeniería, de reestudiar la forma en que está organizada la docencia, y cuando aquí adentro hablamos también de la necesidad de tener un sistema distinto de integración de la docencia en los dos primeros años de la formación, en esas discusiones tenemos nosotros que ser capaces de llevar el liderazgo, de no estar actuando contra hechos o contra las opiniones de otros y, por lo tanto, estamos llamando a que la universidad profundice en ese trabajo importante de reformar sus pregrados para nosotros ser quienes estemos marcando la opinión de los demás y para nosotros orientar al sistema para que consolide, ojalá, un pregrado de mayor calidad del que hoy día existe en el mismo. Y hemos llamado también, y estamos llamando, a que las facultades revisen con un espíritu crítico, serio y profundo, lo que estamos haciendo en materia de nuestra oferta de pregrados, porque en muchos ámbitos la universidad, en muchos ámbitos disciplinarios necesitamos hacer revisiones importantes y en algunos casos urgentes. Nosotros tenemos que ser capaces de poder renovar nuestra oferta de pregrado a la altura que se merece la Universidad de Chile y a la altura de la señal que queremos dar al sistema en torno a calidad, a profundidad suficiente de lo que hacemos en materia de enseñanza y de desarrollo profesional.

Pero la segunda tarea no está desvinculada a ésta otra: es la acreditación institucional. Todos sabemos que se está discutiendo ese proyecto de ley tan largamente acariciado por el Ministerio de Educación, largamente también rechazado por algunos sectores del país y largamente debatido en el Parlamento, en estos días, en el Senado de la República. Desde luego es conveniente e importante para el país contar con un sistema de aseguramiento de la calidad. Todos sabemos lo que está pasando hoy día en términos de esta libre oferta y demanda en un mercado que requiere más información, más transparencia y mejores regulaciones, pero para eso no ha habido voluntad política y entonces está ahí el instrumento de la acreditación. Y nosotros dijimos que la Universidad de Chile iba a ser la primera en acreditarse y estamos tratando de poner la vara lo más alto posible para que el resto del sistema actúe acorde a los estándares que nosotros seamos capaces de depositar. Y a eso se ha dirigido el trabajo institucional encabezado por la Vicerrectoría Académica, preparando toda la documentación para que, efectivamente, la acreditación no sea un juego poco transparente, sino que sea efectivamente un instrumento de regulación. No queremos que la acreditación termine siendo como el sistema de autonomía de las universidades privadas que en definitiva puso una vara tan baja que todas las universidades privadas que lo quisieron fueron autónomas. No queremos que los próximos avisos en las micros, o en los paraderos, o en los supermercados, todas las universidades pongan además del apellido "autónoma", que ya lo tienen, el apellido "acreditado", porque eso va a contribuir a distorsionar todavía más el funcionamiento de un sistema que está distorsionado. Y para evitar que eso pase, lo que nosotros podemos hacer es, en buen español, predicar con el ejemplo y hacer un esfuerzo por acreditarnos con los estándares que efectivamente corresponden a la universidad y asimismo las carreras y las facultades, como ya lo han hecho al acreditarse en las instancias que sean pertinentes con el objeto de que los comparadores estén ahí disponibles para la juventud chilena.

Y la tercera tarea: esta universidad necesita una reforma importante en materia de personal. Hemos llegado a una etapa en que existe un ordenamiento en las materias financieras y presupuestarias básicas; existe también un lineamiento claro en términos del desarrollo académico que la universidad quiere lograr, por lo tanto, es muy importante también el repensar qué es lo que estamos haciendo en materia de administración de nuestros propios recursos humanos. Para eso, le hemos pedido al gobierno que se facilite a través de un proyecto de ley, que la universidad pueda subsidiar el retiro de muchos funcionarios a través del sistema de pensiones que, justa o injustamente, hoy día no representa una alternativa real para muchos funcionarios que efectivamente quisieran descansar, pero con una jubilación que represente por lo menos dignidad, si no seguridad para sus vidas. Eso también es una iniciativa muy importante, porque ésa es justamente la fuente de financiamiento de muchos de los proyectos académicos que necesitamos sacar adelante. Seguiremos insistiendo, ciertamente y críticamente, y quienes sigan a cargo de la Institución deberán hacerlo con toda seguridad, sobre la necesidad de tener una política de financiamiento universitario que sea consonante y responsable con el país. Hoy día no la tenemos; hoy día el sistema es desordenado y el sistema lo que ha hecho es, esencialmente, replicar año a año, lo que se instauró el año 1981 sin grandes consultas ni debates con el mundo universitario. Como eso aparentemente no lo podemos cambiar, tendremos sí que hacer un esfuerzo para poder reacomodar nuestros propios recursos en lo interno y poder financiar esa actividad académica que muchos afuera, los enemigos de la universidad -que los tiene y múltiples, todos los sabemos- esperan que sea definitivamente el camino de salida; y les incomoda que en la universidad se estén discutiendo las reformas, que en la universidad se esté mirando para los años que viene, que en la universidad se esté haciendo inversión, que en la universidad hayan más doctorados, porque ellos habrían esperado una universidad de rodillas, sumisa frente a reglas que no nos son aplicables en un sentido moral y estrictamente universitario, pero que hemos tenido que afrontar y lo hemos hecho a lo largo de todos los últimos años, después del retorno a la democracia, con éxito, con éxito cada vez mayor y con la satisfacción de que estamos efectivamente construyendo, estimados colegas, día a día la Universidad de Chile, que Chile necesita y no la Universidad de Chile que el mercado quiere, de alguna manera, tener arrodillada para poder desarrollar las instancias que sean financieramente más viables. Estamos defendiendo la Universidad de Chile que históricamente se nos ha legado, y esa responsabilidad está en nuestras manos, particularmente en las manos de los profesores titulares que son el centro vital, el corazón mismo de la Institución en materia de las decisiones, que son quienes ocupan las responsabilidades más altas en la Institución y, en consecuencia, que somos los más responsables ante nuestros jóvenes y ante la historia de lo que suceda, de aquí en adelante y por siempre, con la Universidad de Chile. Declaro, pues, en el ánimo de que estas cosas se emprendan con fuerza y con vigor, inaugurado el año académico de este Campus, deseando, por cierto, que el trabajo sea exitoso, lleno de bríos, lleno de responsabilidad y lleno de mirada al futuro. Muchas gracias.

 

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Notas
1. Profesor Tito Ureta Aravena, Presidente de la Comisión Superior de Evaluación Académica.
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2. Profesor Hugo Trivelli, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas.*
* Galardonado con la medalla que lo acredita como Profesor Titular.
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3. Profesor José Garrido, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas.*
* Galardonado con la medalla que lo acredita como Profesor Titular.
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