Comentarios del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile Sobre el libro "LA AGONIA DE LA PYME Crónica de la Pequeña Empresa Chilena, 50 años".

Agradezco sinceramente la oportunidad que me ha brindado el Departamento de Pequeña y Mediana Empresa del partido Demócrata Cristiano, por ofrecerme comentar este importante libro cuyo autor es Fernando Cuevas. He tenido la posibilidad de leerlo para entregar mis comentarios, y ponerme al día en una investigación que ilustra adecuadamente la situación actual de la PYME y los retos que representa para el país. No sé si el título hace justicia a la situación que el libro describe; no sé si se trata de una agonía o de una permanencia en la UTI que puede darnos aun esperanzas. Pero si estoy consciente que se trata de un problema urgente y de país, en su sentido más amplio.

Este es un libro necesario que resume en forma reveladora el problema que ha vivido la mediana y pequeña empresa chilena durante más de medio siglo, y en que las implicancias de las políticas en los últimos 30 años, han terminado por llevarla a un estado de crisis estructural. Como destacaré, se trata de un libro que levanta desafíos importantes para el diseño de nuestra política pública, pero por sobre todo para el análisis de los políticos y de nuestros dirigentes, ya que el tema no es independiente de los grandes objetivos de desarrollo nacional.

La obra presenta la evolución histórica de INDAP y del SERCOTEC, especialmente en los años sesenta, ilustrando los efectos de estas instituciones en el desarrollo de la PYME. Ilustra el compromiso que el Estado tenía con el desarrollo agrícola e industrial, y por encima de los juicios respecto de los instrumentos empleados o del marco global de política en que tales desarrollos tuvieron lugar, podemos colegir que el gran cambio ha consistido en pasar de un marco político global en que el éxito económico se mide por sus efectos en las mayorías, a un modelo en que el éxito económico se mide por los indicadores macro y el resultado positivo de los grandes grupos en sus negocios.

Ese salto en la concepción de la política económica ha marcado la evolución de los treinta años pasados, especialmente notable en los últimos 14 años en que ha predominado el retorno a la institucionalidad democrática. Es un salto que ha tenido su manifestación más importante en el logro de una modernización de la economía y de una mayor eficiencia. Sin embargo, los detalles que enuncia este libro son abrumadores en cuanto al progresivo descuido de políticas que atiendan adecuadamente las necesidades de la mediana y pequeña empresa, y de cómo ese descuido nos lleva progresivamente a un mayor desempleo estructural y a la limitación absoluta de la expansión en productividad laboral que Chile necesita para mantenerse en competencia y en desarrollo de productos. Por ello, concluyo que el salto dado por la política económica también nos ha llevado a un mayor cortoplacismo y a una marcada inequidad.

Hay en la inspiración de la política nacional y en la política económica, una grave confusión entre mercado y negocio. En efecto, es posible aseverar correctamente que todo aquello bueno para el mercado y para el desarrollo de la competencia, es necesariamente bueno para los negocios. El problema es que se establece por definición que lo inverso es también cierto: todo aquello bueno para los negocios, es por definición algo bueno para el desarrollo del mercado. El concepto de negocio, en nuestro medio, es por lo demás el negocio en su concepción más limitada con énfasis en el corto plazo. Por ello, cuando se evalúan las políticas se tiende a pensar por sobretodo en el sector privado y la búsqueda de rentabilidad de corto plazo, lo cual lleva a sobreenfatizar el rol de la gran empresa y de los grandes conglomerados en la evaluación de los resultados de las políticas macro o microeconómicas, dejando de lado el impacto de las mismas en las unidades económicas menores y en las personas.

Era necesario un salto: desde una economía estancada, con exceso de intervención estatal, y con graves desequilibrios macroeconómicos hacia una economía que premiara la competitividad, promoviera mayor apertura y defendiese la necesidad de preservar los equilibrios macroeconómicos fundamentales. Era necesario abandonar la situación de país con solo 3% de crecimiento anual, con 26% de inflación y solo 17% de inversión, y que no podía avizorar un horizonte económicamente viable, pero ese tránsito no podía olvidar dos aspectos que son fundamentales: la equidad importa, porque sin ella no es posible garantizar estabilidad económica para el largo plazo. Segundo, que la eficiencia tiene que ver con la respuesta productiva integral y no solo aquella de corto plazo, donde cuestiones como el empleo y los encadenamientos hacia atrás de la actividad productiva, pierden de vista su primordial importancia.

Este libro argumenta que los tratados de libre comercio y el propio proceso de apertura no han de ser contradictorios con políticas responsables de apoyo a la pequeña y mediana empresa. Este segmento es, como el libro ilustra de modo palmario, el que efectivamente provee mayor empleo en la Nación, especialmente comparado con el sector de las grandes empresas. Es, además, la fuente de aprendizajes y capacitación que puede elevar la productividad de la mano de obra chilena para equipararse en su competencia internacional. Es también el sector que debiese demandar investigación científica y tecnológica para el desarrollo de productos y mercados, una actividad que hoy se sume en grave crisis por que la gran empresa importa paquetes tecnológicos y da poca vida a la investigación de base nacional. Sin embargo, el de las medianas y pequeñas empresas es el sector que ha enfrentado mayores obstáculos para desarrollarse en los últimos años, prevaleciendo cifras preocupantes de paro y mortalidad, en gran medida producto de la ausencia de políticas crediticias y de apoyo que sean suficientes.

El país ha escuchado hablar de la segunda etapa exportadora, como aquella en que han de producirse cambios en políticas microeconómicas y regulatorias que propendan a incentivar el desarrollo de la industria nacional, para transformarla en fuente de competencia para el nuevo salto productivo que necesita Chile. En efecto, existe acuerdo en que la producción en base a recursos naturales debe ser desplazada por aquella que incorpore mayor valor agregado y por ello se convierte en el polo de crecimiento de los próximos años. Pero tal propósito requiere acciones de política decididas, como aquellas que permitieron dar a Chile el gran salto industrial en la década de los años 30 y 40 del pasado siglo. Me parece fundamental que la experiencia de la CORFO de aquellos años, sea proyectada a los años 2000, y que el SERCOTEC del presente represente de alguna manera el rol indispensable que la CORFO jugó para obtener el crecimiento de la industria nacional.

"O están equivocadas las políticas del Estado chileno al no cerrar la brecha de mercado que abrió, teniendo para ello los instrumentos que provee la OMC, que le permiten prestar un apoyo razonable, una aceptable protección, por un adecuado periodo de adaptación de la empresa global, para enfrentar la nueva realidad que sustenta la globalización, o bien, se trata de una decisión estratégica que busca en el desempleo el abaratamiento de la mano de obra, y con este último mecanismo se pretende garantizar la competitividad de la empresa chilena que sobreviva a este duro proceso". En estos términos concretos y duros el libro que se presenta destaca el reto que prevalece para el país y la necesidad de explicitar lo que posiblemente no se ha hecho claro por una forma nueva de hacer política: excluir a la ciudadanía de acuerdos implícitos importantes.

No se trata de volver a los sesenta: hay una realidad productiva y laboral distintas, además de una realidad mundial que no admite las mismas apreciaciones que estuvieron vigente en la ultima etapa de la estrategia de sustitución de importaciones.. Pero con solo mirar al caso de las economías del sudeste asiático en transición, incluyendo la economía china actual, es posible observar que hay un campo desatendido en orden a estimular, dentro de la lógica del mercado y la apertura, el desarrollo de la industria pequeña y mediana. Hay un enorme espacio para promover una segunda etapa exportadora en que efectivamente se pueda desarrollar una industria liviana eficiente, para no seguir pensando que el desarrollo se podrá alcanzar con empresas de capital intensivas y basadas en recursos naturales; el salto al desarrollo nacional no se logrará con eso.

¿Hay seriedad y discusión suficiente en nuestra política nacional sobre este crucial tema? Por desgracia no. Se han preferido las acciones mediales a la discusión política de fondo. No se trata, de volver a las ideologías inamovibles o a la ausencia de tolerancia que nos llevó en el pasado al caos económico y al rompimiento institucional. Pero hoy parecen valer más las fotos en revistas y suplementos de periódicos -que se dirigen a la gente "informada"- que el debate de ideas sobre los temas nacionales. Valen más las declaraciones sobre temas poco sustantivos que destaca la prensa amarilla, que aquellas que despejen preguntas y temores de la gente. ¿Qué se le dice, por ejemplo, a los desempleados que no tienen futuro en una economía que se mueve solamente al son del negocio? ¿Qué les decimos a cuantos jóvenes que buscan su formación profesional cuando esta responde solo al espíritu del negocio y no a garantizar calidad y empleo para el futuro? ¿Qué les decimos a las mujeres, con quienes tanto enjuagamos nuestros discursos, cuando en realidad su situación es de mayor menoscabo por los niveles de explotación y de desempleo que prevalecen por doquier? La intolerancia se ha impuesto, de todos modos, cuando se descalifica en forma absoluta a quienes sustentan visiones alternativas sobre política y economía, y cuando se intenta destruir a las instituciones que, como la Universidad de Chile, han sido permanentemente los lugares de búsqueda y encuentro sobre los temas de país.

¿Dónde está el debate político y las ideas sobre estos problemas y muchos otros? Observo un gran conformismo, y una creciente frustración, lo cual nos ha de conducir inevitablemente, como ya hace un siglo, a una nueva frustración, que empezara a buscar luego culpables con el mismo sensacionalismo operativo y grandilocuente con que opera hoy nuestra política.

Me alegro por este libro, auspiciado por un partido político. Temo, sin embargo, que su contenido seguirá siendo académico y que despertará preocupación para quienes, encerrados en nuestros claustros y grupos de estudio, perfeccionaremos sus contenidos y sus implicancias. Será un libro que identificará al sector de medianos y pequeños empresarios en su larga postración regulatoria y económica. Pero temo, que no llegue al nivel de las definiciones y discusiones nacionales, porque un futuro ministro seguirá encontrándolo interesante, pero no lo suficientemente importante como para cambiar las estrategias de gobierno, ya que las mismas, cuando cambien, seguramente de manera superficial, harán solo que las personas a nivel decisional también cambien sus relaciones y compromisos contractuales, pero se mantendrán inalteradas las concepciones y acuerdos estratégicos que se nos han impuesto. Sé que cambiar esto está en nuestras manos como ciudadanos, pero hemos de observar con consternada preocupación, que no están las propuestas ni los debates que conduzcan a cambiar las cosas en verdadera profundidad.

Felicito a Fernando Cuevas por su trabajo profundo y valiente, y ojalá sirva para convencer a muchos sobre la necesidad de dar vida a la mediana y pequeña empresa, único camino para asegurar la vida del país en desarrollo y con las aspiraciones que todos queremos propiciar para nuestra descendencia. Este libro es una señal de esperanza sobre los debates y acciones que necesitamos para que Chile de ese salto anhelado el futuro.

Compartir:
https://uchile.cl/u5386
Copiar