Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de entrega de reconocimiento "Mujer Generación Siglo XXI".

La comunidad universitaria de esta Casa de Estudios Superiores adhiere al Día Internacional de la Mujer.

En este Salón se viven siempre actos académicos de importancia, es aquí donde ocurren muchas de nuestras graduaciones, es aquí donde también, no hace mucho tiempo, tuvimos la oportunidad de entregar las medallas a nuestros doctores graduados en los distintos programas de la Universidad. Aquí también, tantas veces, hemos recibido a visitas que nos distinguen y que se han llevado alguna distinción importante de esta Universidad. Este Salón oculta mucho de lo que es la historia de la Universidad de Chile y contiene por 130 años la fuerza de su espíritu y de su actividad creadora.

Y es por eso tan importante que tenga lugar aquí también en este Salón, como un acto académico, el homenaje a la mujer universitaria. No es ni debe ser el homenaje a la mujer universitaria a veces superficial y costumbrista de dedicarle una flor y una sonrisa, para así tener, entonces, el resto de los 364 días para los hombres. Es importante que ocurra aquí, porque este acto significa, primero, reconocer que la mujer es parte fundamental e integrante de la vida universitaria, porque darle ese reconocimiento a la mujer, significa también de una manera muy importante crear esos espacios de participación, de democracia, de oportunidades en la que esta Universidad cree y por lo que esta Universidad siempre ha luchado.

Por lo tanto, éste no es el acto de simplemente darles una sonrisa para cumplir con el rito del Día de la Mujer, este acto es para significar efectivamente que la mujer es parte de nuestra vida, es parte indispensable de la vida cotidiana de esta Universidad. Y es por eso que aquí están investigadoras importantes de esta Institución, cientistas o cientistas sociales, las hay también del arte, las hay también de las distintas expresiones del trabajo diario de esta Universidad en lo docente, en lo administrativo, en lo académico. Queremos simbolizar con esto que la mujer no es un día la homenajeada por esta Universidad, sino que debe ser los 365 días parte fundamental del trabajo de la Universidad. Por eso es muy bueno que esta Institución, por primera vez, tenga una Vicerrectora (1), y por qué no también algún día una Rectora, como muy bien ella ha señalado, ya que los espacios se han ido abriendo, la mujer está adquiriendo nuevos roles y así se aprecia en los ingresos de estudiantes a nuestra Universidad, incluso a los posgrados en nuestra Universidad últimamente; pero todavía el porcentaje de mujeres, profesoras titulares o asociadas de la Universidad es demasiado pequeño. Todavía en el listado de autoridades de la Universidad, desde el nivel de director de departamentos hacia arriba, la proporción de mujeres es pequeño, pero también es importante reconocer que en esto ha habido progresos muy fundamentales. Es importante señalar que la Universidad debe seguir abriendo esos espacios fundamentales para la participación de la mujer, independientemente de que las restricciones muchas veces no están acá adentro, ni están en la cultura de la Universidad necesariamente, pero así y todo, contra esas fuerzas sociales, contra esas tendencias un poco tradicionales en nuestra sociedad -machista por excelencia-, tenemos que seguir abriendo espacios para crear.

Y la pregunta fue hace algún tiempo: ¿y cómo hacemos que esto no sea simplemente un acto en que entregamos una flor y una sonrisa y después cada una vuelve a la rutina permanente, marcada por la fuerte presencia de la influencia masculina en la Institución? Y se nos ocurrió que una manera de hacerlo, era convocar a un grupo de académicas, de estudiantes, de funcionarias distinguidas de la Universidad, e invitarlas a trabajar durante el año para poder elaborar algo que posteriormente llegue a toda la comunidad universitaria. Y eso es lo que hicieron con mucho éxito las 21 mujeres del año 2003, que dieron lugar a esa obra que ustedes han recibido, que yo lo encuentro un libro maravilloso sobre testimonios de vida en la Universidad, y esperamos que ustedes también hagan esa contribución, para que el próximo año tengamos la oportunidad de entregarles copia del libro que ustedes elaboren a las unas nuevas 21 mujeres. He sabido, además, que no ha sido un trabajo tremendamente sacrificado, si se compara con los momentos aparentemente gratos y que están prohibidos naturalmente en su conocimiento íntimo para los hombres y sobre todo para los que no pertenecemos a la cofradía cercana, pero me parece bien, me parece bien porque justamente se trata de crear ese espacio para la mujer y un espacio que se mantenga durante todo el año para que no se nos olvide a todos nosotros, los hombres, que la mujer es parte del corazón vibrante de esta Institución.

Creo, y todos los que hemos aprendido de la influencia de mujeres en nuestras vidas -desde la madre, la abuela, la profesora-, que la mujer tiene esa fortaleza, esa indiscutible capacidad de defender con fuerza en lo que cree. Por eso llamo a las mujeres de esta Institución, como lo he hecho permanentemente, pero lo hago hoy día de nuevo con más convencimiento, y quizás con más fuerza, a defender a esta mujer, como dice Fernando Valenzuela, bravía y caprichosa, porque es la Universidad de Chile, la primera mujer del país, el sentimiento de lo femenino nacional, para ponerla al nivel que corresponde y para que finalmente tenga de nuevo la categoría de Universidad nacional y pública, la que todos esperamos. Esa es tarea de todos nosotros, pero sobre todo, tarea de las mujeres, porque su fuerza, su convencimiento, su pasión y muchas veces su capricho, son importantes para defender las grandes ideas y las grandes instituciones.

Muchas gracias.

 

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Notas
1. Prof. Dra. Cecilia Sepúlveda, Vicerrectora de Asuntos Académicos de la Universidad de Chile.
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