Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Entrega de "Becas Abraham Stekel 2003-2004".

Es realmente bonita una ceremonia como ésta, porque uno ve a un conjunto de jóvenes que empieza a tomar una responsabilidad en el desarrollo de sus propios proyectos de investigación, con la mano firme y orientadora de quienes serán sus tutores, de quienes trabajarán con ellos, de quienes les pondrán todas las presiones del caso para que exista la producción que esperamos. Del mismo modo, esta ceremonia refleja también el cambio permanente que debe vivir una institución universitaria. Una institución en que sus equipos académicos van mutando en el tiempo, en la cual existe el reemplazo, la labor formativa de las generaciones mayores o antiguas hacia las nuevas generaciones, pero que al mismo tiempo da el espacio para que las nuevas generaciones hagan su propio aporte, y permite que cambien también las cosas en la manera de hacer y de pensar en la Universidad.

Este es un acto que refleja en gran medida la vida universitaria, y yo me alegro mucho de ello, porque una de las dificultades que tiene hoy día la vida universitaria es, justamente, el ofrecer la oportunidad del espacio para que ese reemplazo ocurra. Un académico no se hace de un día para otro, un académico no es la persona que es capaz de repetir cosas que puede haber consultado en un libro, en alguna página. Un académico es una persona que ha reflexionado, que ha contribuido y que ha creado y, por lo tanto, generar ese académico demanda tiempo y una inversión, un esfuerzo, un marcado esfuerzo, tanto desde el punto de vista intelectual como, por supuesto, desde el punto de vista financiero. Y es por eso que cuando se dice que el sistema universitario ha crecido en más de un 300% en los últimos diez o quince años, la pregunta es ¿habrá crecido en más de un 300% la formación académica?, ¿habrá crecido en más de un 300% la inversión en intelecto, además de laboratorios, además de instrumental, además de equipamiento de todo tipo, para efectivamente formar generaciones de investigadores? Eso es preocupante, porque empieza así a concebirse la universidad como una entidad de otra naturaleza; una universidad limitada a un salón de clases con un pizarrón, y la verdad, esa es una universidad que repite, no una universidad que proyecta, ni una universidad que reflexiona para contribuir críticamente a lo que está pasando en las ciencias, en las artes, en las humanidades.

Este acto es muy importante por eso, y es muy importante también porque esto se hace con el apoyo de la empresa. Como bien ha indicado el doctor Vio (1), los presupuestos que este país tiene para investigación científica y tecnológica son, por decirlo de alguna manera respetuosa, al menos no concordantes con el nivel de ingreso per capita del país, pero mucho menos concordantes todavía con las aspiraciones que el país tiene en torno a su ingreso per capita y su proyecto de desarrollo. Desde luego este país puede ser todavía exitoso exportando recursos naturales, basado en su principal ventaja comparativa: la mano de obra barata; pero si creemos que el país debe tener un salto cualitativo distinto, insertarse en el mundo globalizado, en la sociedad del conocimiento que nos desafía, el esfuerzo debe ser distinto. Y ese esfuerzo tiene que ponernos en inversiones que probablemente en materia de investigación científica y tecnológica multipliquen por cuatro o por cinco veces los niveles actuales; un sacrificio que ciertamente es difícil pedirlo hoy día, porque hoy la visión política no va más allá de un par de años, y cuando miramos una inversión de este tipo en materia educacional o de investigación el proyecto debe mirarse a diez o quince años, tal como lo miraron el doctor Fernando Monckeberg (2) y el doctor Stekel. Nadie pensó nunca combatir la desnutrición sobre la base de un proyectito de un año o de dos años de duración, con grandes incertidumbres respecto de su continuidad. Nadie pensó en combatir los temas de la anemia o la desnutrición infantil sobre la base de los sistemas que actualmente caracterizan nuestros proyectos de investigación: discontinuidad y escasos recursos, críticos elementos para el desarrollo de la investigación que el país necesita. Mirar a largo plazo a un país que quiere crecer a largo plazo, requiere centrarse en el esfuerzo que hay que hacer hoy día, en términos de recursos en las generaciones jóvenes, para crear investigadores que efectivamente le pongan el valor agregado que necesita nuestra producción.

Por lo tanto, contar con el apoyo de la empresa, que es excepcional y que quiero agradecer a Nestlé, es importante, porque en nuestras empresas no existe esta cultura de apostar conjuntamente con la Universidad en proyectos de rentabilidad mutua, que no son proyectos de rentabilidad para diciembre del próximo año. Estos jóvenes seguramente idearán procedimientos, ideas, propuestas, que probablemente madurarán en cinco, en diez o en quince años; pero Nestlé, que ha estado 70 años acá con nosotros, y esta Universidad, que ha estado 160 años, somos capaces de aliarnos para favorecer ese trabajo, aún con estos limitados alcances: aquí deberíamos tener cien jóvenes investigadores que estén tomando recursos para hacer aportes en todas las áreas que el país necesita pensar y repensar. Pero por lo menos que esto sea un modelo; que ojalá algún día, algún político entienda que es el modelo que necesitamos para que el país pueda dar el salto que se pronostica en los discursos, pero que difícilmente se refleja en términos de los recursos y las decisiones efectivas de política.

Yo quiero desearles a nuestros jóvenes becados el mejor de los éxitos, porque ellos constituyen una muestra muy importante, y la estaremos observando. De su resultado dependerán muchas otras cosas, particularmente por parte de quienes creemos que hay que hacer un esfuerzo distinto y mucho más masivo; es lo que ustedes, en esta fase probatoria, nos indicarán.

Mucha suerte, que les vaya muy bien.

 

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Notas
1. Prof. Dr. Fernando Vio, Director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, INTA.
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2. Prof. Dr. Fernando Monckeberg, académico del INTA y Presidente de CONIN.
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