Discurso del Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de lanzamiento del libro Nº 9 de la Serie Ciencias Agronómicas, "Las polillas de la fruta fresca en Chile", del Prof. Roberto González.

Yo concuerdo con el Decano (1), los libros son siempre importantes, y los libros constituyen de alguna manera la expresión de ideas, de inspiraciones, de sueños, de recolecciones, de memorias; pero son especialmente importante los libros científicos, porque son libros que se elaboran no sólo sobre la base de la especulación individual, sino también y en cierta manera de la especulación y del debate colectivo.

Este libro, seguramente, encierra muchas discusiones, muchos seminarios, muchas presentaciones, en muchas partes con mucha gente y, en consecuencia, constituye un resumen de conocimiento que es particularmente valorable desde ese punto de vista. Creo que los libros científicos, sobre todo en una Facultad que, de acuerdo a las estadísticas del Decano, produce en el último siglo 1,5 libros por año, son evidentemente un aporte al conocimiento global, pero particularmente al conocimiento que necesita la industria para poder desarrollarse. Es, además, como ha indicado el señor Director (2), un libro que debe tener un importante efecto en la docencia, en la formación de las nuevas generaciones que, supongo yo, buscarán nuevas polillas y nuevas tecnologías para poder combatir sus perniciosos efectos sobre nuestra producción nacional.

Del mismo modo, el Director del Departamento ha aludido una cuestión fundamental, el tema de cómo se financia este tipo de investigación y qué esfuerzos conlleva este tipo de investigación. Él ha dicho que al año en Fondecyt, probablemente, los recursos que se asignan a este tipo de investigación son reducidos, y quiero informarles que el presupuesto de Fondecyt nuevamente se ha reducido respecto del año anterior y, por lo tanto, las posibilidades de seguir haciendo este tipo de contribuciones se van arrinconando cada vez más, y cada vez más pasan a depender de las posibilidades de encontrar financiamiento que ciertamente es posible, pero también limita la perspectiva muchas veces de nuestra investigación. Yo he estado en presentaciones de otros libros de esta misma Facultad, en la cual se ha dicho: "ésta es una investigación que tiene 10 años ó 12 años de trabajo", la pregunta es con qué sistemas de investigación producimos justamente ese conocimiento que requiere la acumulación de 10 ó 12 años de trabajo. No es ciertamente con Fondecyt, no es ciertamente con una cadena de Fondecyt que produce todas las discontinuidades de la investigación que conocemos.

O sea, quiero señalar que este país que tiene tantas perspectivas y tantos sueños, que es un país que quiere dar grandes saltos y que muchas veces en los discursos políticos se ven tremendamente auspiciosos, es un país que no está apostando donde tiene que apostar: la creación de nuevo conocimiento para sustentar el crecimiento y la inversión. El nuevo conocimiento no surge simplemente porque gente tiene ideas iluminadas y en un mes escribe un libro. El nuevo conocimiento no surge importando o adaptando el conocimiento externo. Yo he recibido, muchas veces, de autoridades de todo tipo de nuestro Estado esta idea, de que nosotros deberíamos traer tecnología desde afuera y aplicarla acá. Me imagino que estudiar polillas en otras partes no debe ser lo mismo que estudiar polillas acá, por lo tanto este traslado de experiencia es bastante limitado, como una capacidad de crear condiciones de producción distinta. O sea, este país tiene un problema fundamental en el financiamiento de la investigación científica y tecnológica. Y tiene, además, absoluta carencia de una perspectiva de país en torno a que el crecimiento, la inversión, los desarrollos de las exportaciones, requieren fundamentarse mucho más en investigación científica y tecnológica. Un país que sigue invirtiendo un 0,7% de su producto en investigación y que tiene los mismos instrumentos, básicamente, de los últimos 30 años aplicados hoy día, en que los temas, los desarrollos, son muy distintos, me parece que es un país que no tiene claridad respecto a lo que quiere. Por cierto, podemos seguir siendo exportadores de fruta, de palos y de piedras, sin agregar nada para que eso tenga un valor agregado mayor que efectivamente nos transforme en un país que no exporte recursos naturales, sino que exporte conocimiento y capacidad de producción, pero me parece que no hay un entendimiento de esta materia, y es bueno llamar la atención, porque yo sé el esfuerzo que hay detrás de esto; es distinto probablemente publicar este libro en una universidad del primer mundo, donde hay recursos, hay laboratorios, hay un sistema, hay finalmente reglas que son bastante más estables y más continuas para financiar la investigación. Aquí, para poder hacer investigación científica y tecnológica el esfuerzo es mayor, y nuestros investigadores tienen que ser al mismo tiempo vendedores, para poder vender los proyectos y conseguir financiamiento, y muchos buenos investigadores que no son buenos vendedores simplemente ven frustradas sus capacidades para poder aportar efectivamente. A mí me parece que esto necesita correcciones y necesita definiciones con claridad. Ahora, esas definiciones con claridad no pueden venir de aquellos expertos (yo me pregunto siempre dónde dan esos títulos de expertos) que recomiendan que en estas universidades nuestras debe haber mucha más flexibilidad, debe haber carreras mucho más cortas; que en el mundo de hoy día se debe formar cualquier profesional con cualquier tipo de cursos, porque todos tienen que estar permanentemente en el proceso de aprender, y además de lo discutibles que son todas estas generalidades, insinúan que la tarea de investigación que está detrás de la docencia debe ser como minimizada, que es casi innecesaria: "para eso está el internet -dirán-, para eso podemos importar libros".

Yo creo que el país debe tomar con más seriedad los desafíos que hay en torno a la Educación Superior y a la investigación. Yo creo que éste ha sido un país que no ha aprendido de su propia experiencia, porque el Prof. González, como tantos otros, fue partícipe de un programa con la Universidad de California donde efectivamente se generó la capacidad que el país más tarde tuvo para poder desarrollar la producción exportadora que hoy día tanto aplaudimos. Ayer mismo presentamos acá un libro de la Facultad de Ingeniería celebrando los 150 años de Ingeniería Civil en que, bueno, básicamente las cosas que hoy día estamos viendo y que nos maravillan y que están en los patios de la Universidad, se hicieron sobre la base de investigación de esta Universidad en la década del 60 y del 70. De allí salió la perspectiva del metro de Santiago, de las vías de comunicación, de cómo se puede hacer bajo el lecho del Mapocho una carretera que va a ser maravillosa; bueno, eso surgió de ahí, sin proyectos Fondecyt, y no necesito recordar que en este país se terminó con la desnutrición infantil gracias a un programa de largo aliento en un Instituto de esta Universidad, que tampoco se financió por Fondecyt, y también quiero decir que en este país se mejoró la educación que era un tremendo problema a comienzos del siglo XX gracias a lo que se hizo en esta Universidad, sin ningún proyecto Fondecyt y sin que ningún Rector, ni Valentín Letelier, ni ningún otro estuviera buscando auspicio con empresas para ver cómo podía financiar el presupuesto de proyectos innovadores.

O sea, yo quiero señalar aquí, con el lanzamiento de este libro, que el país necesita tener una política, algunas autoridades leen eso como que siempre estamos llorando por recursos, que lo lean así; pero lo que estamos llorando efectivamente es por una política que en el país le dé lo que vale a cada universidad, particularmente en el campo de la investigación, y se diseñen políticas que sean de alguna manera consistentes con los discursos, como dicen los americanos: "siempre hay que poner la plata donde se pone la boca".

Quiero felicitar a nuestro querido Prof. Roberto González por este nuevo aporte. Yo creo que es importante, yo creo que simboliza mucho de lo que somos capaces de hacer en la Universidad y de lo que seríamos capaces de hacer obviamente si tuviéramos el acceso a un sistema más transparente, más efectivo, y yo diría mucho más comprometido con el desarrollo nacional que el que hoy día tenemos para financiar la investigación.

Muchas gracias a todos ustedes por estar acá.

 

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Notas
1. Prof. Mario Silva G., Decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas.
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2. Prof. Luis Sazo, Director del Departamento de Sanidad Vegetal.
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