Discurso del Rector de la Universidad de Chile en Ceremonia de lanzamiento del libro "Estudio Socioeconómico sobre temas pendientes de Calidad de Vida en la Región Metropolitana de Santiago 1999-2000"

"Estudio Socioeconómico sobre temas pendientes de Calidad de Vida en la Región Metropolitana de Santiago 1999-2000", del Prof. Leopoldo Montecinos.

(Transcripción)

En primer lugar quiero manifestar mi agrado por estar acá y poder compartir estos minutos con ustedes. Desde luego, estoy convencido de que el mundo universitario es uno solo; sin embargo, todos los días nos ocupamos de poner en celdas, en casillas, en clasificar el trabajo universitario. Yo pienso que el mundo universitario, el mundo académico, es uno solo. Es el mundo de la inteligencia, es el mundo del humanismo, el mundo del conocer y, por tanto, estar acá es parte justamente de ese convencimiento, de que debemos ser capaces todos de construir un sistema universitario de calidad permanente para el país y para el futuro. Eso aquí, o en cualquier otra institución universitaria, tiene exactamente la misma validez. En segundo lugar, es también un agrado estar junto a quien ha escrito este libro: Leopoldo Montecinos (1), que fue mi estudiante en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, y un agrado, además, estar con quienes trabajamos bastante tiempo juntos, y encontrar varios rostros familiares, con los cuales he tenido oportunidad de compartir trabajos de la vida profesional y académica pública.

Para comenzar el comentario del libro, diré que este libro tiene un gran mérito, que es el mérito de hacer dos rescates importantes. Primero, rescatar un enfoque de ciencia social para mirar un problema o un conjunto de problemas que afectan a nuestra sociedad, y eso es importante, porque yo noto que la ciencia social se ha convertido en una especie de entelequia que tiene una gran disimilitud: por un lado, aquellas disciplinas, como la economía, que miran desde una esfera intelectual, abstracta, con gran desarrollo del instrumental analítico; por otro, las ciencias sociales en que todo pasa a ser una casuística en que empiezan a desagregarse los problemas a un nivel tal que es muy difícil integrarlos con un solo sentido, como es el sentido inicial de las ciencias sociales, de entender a la sociedad y al hombre, o al hombre y a la mujer, mejor dicho. Este libro tiene, entonces, esa ventaja de tratar de integrar una visión de ciencia social que hoy día es bastante escasa. Se han leído desarrollos recientes en la sociología empírica, en la sicología, naturalmente en la economía, en las nuevas áreas como la sicología social; pero las ciencias sociales han pasado a ser como un racimo, en donde cuesta ver los distintos granos integrados. Creo que este libro es un buen ejemplo de cómo esa integración se produce, porque es un libro que hoy día puede leer un economista, un sicólogo social, un antropólogo, un sociólogo, un historiador, con la misma facilidad y el mismo interés. Aquí, de alguna manera, se ha enfrentado el reto de colocar a las ciencias sociales como algo que pueda ser compartido entre distintas disciplinas; las ciencias sociales deberían estar cada vez más comunicadas, un reclamo que siempre hemos efectuado, porque uno echa de menos un trabajo más integrado, por ejemplo, entre los sociólogos, los antropólogos y los economistas, pero ahí hay problemas de lenguaje, de sofisticación de instrumental, hasta de intereses que no se comparten, en términos de instrumental o de objetos de estudio. Eso provoca, me parece, una gran debilidad, aparte de esta debilidad estructural que tienen nuestras ciencias sociales en nuestro país, porque tienen menos acceso a recursos, porque tienen menos oportunidades de fondos de investigación, porque las ciencias, las ciencias duras así llamadas, las desplazan desde todo punto de vista en términos de potencial para enriquecer conocimiento. Aparte de eso existe esta incomunicación, esta dificultad para poder abordar temas comunes con una perspectiva integral. Yo he echado mucho de menos -hago un paréntesis- este enfoque. Cuando se crean fondos de desarrollo de investigación para áreas prioritarias, que es uno de los instrumentos de mayor impacto hoy día en términos de financiamiento de investigación, esos fondos, de los cuales existen actualmente cinco o seis para grandes proyectos, están en el área de la biotecnología, del envejecimiento celular, de la astronomía, de la resistencia de materiales, de la matemática aplicada. Pero el área de las ciencias sociales, en un sentido amplio, es cero absoluto. Y eso no es culpa tanto de la oferta sino de la demanda, para ponerlo en el idioma que en el último capítulo utiliza el profesor, porque los cientistas sociales han sido incapaces de integrar conocimiento para poder abordar problemas que sean interesantes justamente en el concepto de áreas prioritarias, y vaya que en ciencias sociales, o desde las perspectivas de las ciencias sociales, sí hay áreas prioritarias, de eso no cabe dudas.

Segundo. Creo que éste es un libro que tiene, también, un enorme valor para los que vamos a llamar comunicadores, en un sentido también bastante amplio y genérico. Voy casi más allá del periodismo -si me lo permite el señor Director de la Escuela (2)-, porque a mí me parece que uno de los déficit que tenemos en nuestra sociedad, justamente, es un déficit de comunicación, o quizás de comunicación adecuada, o quizás de comunicación de interés. Esto tiene que ver con cuestiones sustantivas que tienen que ser llevadas a la gente en un lenguaje comprensible. A mí nada me resulta más incomprensible que cuando a ese sobrio economista le preguntan por qué cree que el déficit de la balanza de pago va a ser tal o cuál, o que el crecimiento del próximo año va a ser tal o cuál; porque realmente el economista habla para el economista, pero el promedio de la gente no lo entiende; aquí hay lenguaje, un instrumental que no maneja, y por lo tanto hay un déficit de comunicación, que es válido para todas las cosas que llegan o que pretendemos que lleguen a la gente. En consecuencia, se reducen muchas veces los mensajes a su elemento comunicacional, por así decirlo, y los mensajes, por lo tanto, se distorsionan y probablemente no contribuyen a la formación que uno esperaría de la gente lectora.

Este libro tiene ese gran mérito, aborda problemas que son de alto nivel de sofisticación, como por ejemplo todo lo que tiene que ver con los incentivos y desincentivos para este desastre que tenemos en una parte del transporte urbano, lo aborda con un lenguaje que perfectamente es asimilable por gente que no es necesariamente un ingeniero de transporte o un economista, y eso a mí me parece que es un mérito muy importante. Por eso digo que tiene un potencial enorme desde el punto de vista de la comunicación, porque ciertamente ahora me gustaría ver eso mismo aplicado en muchas áreas, de manera que efectivamente estos problemas pasen al dominio ciudadano en el contexto que corresponde y no que sean entendidos solamente por iluminados que manejan los lenguajes y las metodologías, ni por otra parte, sean problemas que se comunican de una manera sensacionalista que empobrece la discusión y el análisis de los temas de política pública, que este libro aborda también.

De manera que estas dos cosas creo que son méritos importantes: uno, es el factor de integración de ciencia social, y dos, esta visión que ofrece como un elemento de comunicación. A mí me parece que esto es útil; del lenguaje se puede aprender mucho, porque creo que todos, en las distintas disciplinas, tenemos que hacer el esfuerzo por comunicar, no sólo al entorno de nuestras disciplinas, sino que también al resto, para que los problemas efectivamente lleguen donde deben llegar.

El segundo tema al que me quería referir es que a mí me parece que el autor ha elegido una perspectiva extraordinariamente importante. Él ha elegido la perspectiva de calidad de vida, y él mismo reconoce que este concepto, con ser muy importante, es un concepto difuso, hay muchas maneras en que podemos entender calidad de vida, y él hace un repaso de ellas y posteriormente se concentra en hablar de los temas de salud, de transporte urbano, de la educación, de la delincuencia, u otros que tienen que ver efectivamente con una dimensión de calidad de vida, en el diagnóstico general que él realiza en el desarrollo que ha ido adquiriendo la ciudad recientemente. Y ahí surge un tema centralmente importante, porque como él bien lo indica, el concepto de desarrollo no es el concepto del ingreso per capita, o no es precisamente o necesariamente sólo el concepto del ingreso per capita. Muchas veces nos hemos acostumbrado a escuchar, incluso en los discursos políticos, que Chile va a pasar el piso del mundo en desarrollo en 10 ó 20 años, porque de los U$5.000 vamos a saltar a los U$7.000 per capita y, entonces, el autor de este libro pone en perspectiva el tema, siendo que no necesariamente una sociedad que da estándar al ingreso per capita, es una sociedad que tiene desarrollo en un sentido integral, porque no necesariamente el incremento del ingreso per capita se acompaña con el incremento de la calidad de vida; los estudios que se han formulado en materia de distribución del ingreso, por ejemplo, que es un aspecto que tiene que ver con calidad de vida, muestran el mayor estrechamiento o la mayor disfracción de los ingresos de las personas o de las familias, que tienden a tener un deterioro en la primera fase del crecimiento económico. Las primeras etapas de un país, de una sociedad que empieza a adquirir ritmo de crecimiento económico, tienden a crear un deterioro en la distribución del ingreso, porque priman sectores, regiones, grupos que ganan, mientras otros pierden, son destrozados, y, en consecuencia, eso tiende a delegar la distribución como un fenómeno normal. Los países tienen que pasar por unas etapas de deterioro en calidad de vida, en la medida que empiezan a marchar en la senda del crecimiento económico. Este deterioro puede referirse de muchas maneras, una que el autor destaca muy bien es el problema del desarrollo urbano. Santiago es evidentemente una ciudad en expansión, una ciudad que ofrece muchas oportunidades, que es centro de migraciones, y lo ha sido fuertemente en los años recientes, pero junto con eso, es una ciudad que crece, donde hay inversión, donde hay potencial de producción y crecimiento. También es una ciudad en la que vivimos más mal de lo que vivíamos hace 20 años, por todos los problemas conocidos y que él señala muy bien: la contaminación acústica y atmosférica, los problemas del tránsito, los problemas que tienen que ver con el hacinamiento de la ciudad, los problemas de la delincuencia, y todos los problemas sociales derivados. De manera que aquí hay un tema que plantea el autor: cuán evitable es todo esto en la medida de que ésta es una sociedad que se está moviendo y creando todas estas contradicciones, producto precisamente de ese movimiento; yo creo que este es un gran tema. Si uno tiene el ejemplo de la distribución del ingreso como un parámetro, uno debería decir que es parte normal al desarrollo social que estos problemas surjan. Pero entonces uno debe preguntarse qué es capaz de hacer la política pública para reducir el impacto de estos problemas, que no deben ser considerados inevitables. Evidentemente son problemas evitables, pero para eso uno necesita un buen diseño de la política pública, y creo que la preocupación al final del día de lo que plantea Leopoldo, en todo el examen de su tema en el libro, es que la calidad de nuestra política pública está obviamente bajo cuestionamiento, porque ciertamente los problemas están, y deberán estar allí porque hay contaminación, porque hay problemas de tránsito, porque hay problemas de delincuencia, porque hay problemas con nuestra educación y nuestra salud; pero lo que no está, por lo menos al ritmo, a la intensidad deseada, es la política pública que tienda a mejorar los aspectos negativos que estas evoluciones están teniendo en el desarrollo de nuestra sociedad, de la familia, de las relaciones humanas. Él señala en reiteradas oportunidades la gran preocupación por nuestra sociedad que se deshumaniza, entonces las personas pasamos a ser siempre partes, pero no el fin de la cosa, entonces todo esto ocurre porque hay crecimiento, porque hay expansión, pero al final no son las personas las que disfrutan necesariamente de eso, sino que al contrario, sufren como producto de eso: evidentemente hay ahí un déficit de política, de diseño de política pública. La pregunta es si nuestros políticos efectivamente están preocupados de esas materias, o, como aparentemente parece, están preocupados de otras materias, se desapegan bastante de esta problemática que él plantea, que es inmensamente importante.

A mí me parece que el tema que él eligió, el tema de calidad de vida, con ese enfoque, es muy importante y también me ha parecido interesante la forma en que lo ha tratado, porque él en definitiva lo que hace es mirar qué es lo que se ha dicho de estos problemas en el último tiempo, y tratar con esta mirada de ciencia social de condensarlo en un conjunto de visiones y de opiniones, donde hay detalles muy interesantes, como que falta esa mirada al bosque y no a los árboles. Cuando se mira qué se ha debatido en educación en los últimos cuatro o cinco años, que es el área que naturalmente más me interesó, uno se da cuenta de la pobreza de muchos lugares, no sólo instrumental: se abordan temas puntuales, pero no los temas reales de fondo. Y el libro, entonces, es un poquito revelador, de esa falta de entregar el sustantivo. Él por cierto se basa en los debates y comentarios que salen en los medios de comunicación, pero uno queda con esa sensación un poco angustiosa de que en nuestro país los debates no van realmente a los temas de fondo, sino que se quedan mucho en la sombra. Entonces el debate de educación es por qué el SIMCE fue bajo, y hay distintos dedos acusadores que cruzan de un lado a otro, pero el tema de fondo de la calidad de la educación básica, ese no es el tema que está efectivamente en discusión al día siguiente al que se publican los resultados; el tema es si el Ministerio lo hizo bien o lo hizo mal; si la culpa es de los profesores o la culpa es del Colegio de Profesores; y lo mismo es en el caso de la salud, donde los temas no están probablemente centrados en los aspectos de políticas de fondo que debieran preocuparnos, sino más bien en las discusiones instrumentales, de cómo el Ministerio se enfrenta en los distintos debates, pero que poco tienen que ver con los enfermos, realmente, o con las necesidades de cómo la salud pública se va a desarrollar.

El libro plantea al final, en un capítulo que a mí me habría gustado que fuese más amplio (y si hay una crítica que yo debería tener es que probablemente del capítulo de mayor importancia en todo el libro esperaba más desarrollo), respecto a cuáles son los retos, cuáles son las propuestas que debiesen estar frente a los temas que él enumera: la salud, el transporte, la educación, etc. Ahora, yo creo que este es un tema tremendamente desafiante y que tiene que ver justamente con este déficit de política pública, pero a mí me parece tan importante que desde la academia hagamos aportes al debate de política pública para tratar de sacarlo justamente de esta pobreza en el que está sumido, y en el que todos los días a través de los diarios nos enteramos de las cosas más insólitas que constituyen debate, pero que no son realmente las cosas que nos interesan al común de los ciudadanos. Creo que el trabajo que Leopoldo ha realizado, y que deben realizar muchos académicos, es justamente aportar ideas para entrar en la política pública. Él sugiere una serie de líneas que tienen que ver con los temas del transporte, una serie de análisis interesantes en educación, salud y otros; por lo tanto, es un libro útil, un libro valioso, un libro importante y un libro leíble por distintas personas interesadas sobre los temas de fondo y no sobre los aspectos instrumentales de cada una de las disciplinas.

Finalmente, yo quería felicitar a la universidad por estar desarrollando esta iniciativa, porque yo creo que los libros son importantes, y no sólo porque sean parte de nuestro curriculum y de nuestro trabajo académico, sino que los libros son y deben ser importantes como transmisores de ideas para debatir ideas. Qué bueno sería que alguien en esta universidad escriba un libro manifestando desacuerdo con algunos de los puntos expuestos en éste, o ampliando alguno, o extendiéndolo a otros temas que no están incorporados en este libro. A mí me parece que este es un aporte fundamental y ciertamente cuando hayan más libros como estos me encantaría estar aquí, adelante o escuchando, porque creo que el debate de ideas es muy importante, sobre todo para los académicos, independientemente de donde están, en la universidad A, B o C; o en cualquiera de estos compartimientos que, como decía, nos hemos ocupado de ir creando. Yo creo que los académicos tenemos que recuperar algo muy importante, un rol esencial de nuestro trabajo: proveer ideas a nuestra sociedad que trasciendan a la política pública. Doy mis felicitaciones a la universidad por esta iniciativa, que me parece tremendamente importante. 

Muchas gracias.

 

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Notas
1. Prof. Leopoldo Montecinos, académico de la Escuela de Periodismo de la Universidad Santo Tomás.
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2. Prof. Juan Ignacio Brito, Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Santo Tomás.
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