Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de entrega de la Medalla Profesor Titular a académicos de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.

(Transcripción)

Ciertamente que ésta es una linda ocasión, celebrar un cumpleaños más de esta Facultad que tan importante ha sido para el desarrollo de la Universidad de Chile haciendo un reconocimiento a sus profesores titulares, que constituyen, como en todas las organizaciones de la Universidad, el alma viva de este cuerpo en movimiento y en crecimiento.

El reconocimiento a los profesores titulares no es solamente una mirada hacia atrás, hacia lo que todos han sido capaces de hacer para contribuir a la generación y diseminación del conocimiento. Lo conversamos una vez con el Presidente de la Comisión Superior de Evaluación (1) justamente cuando se ideó esta necesidad de dar un reconocimiento explícito a los profesores titulares cuando lograban esa jerarquía, porque en realidad alcanzar el grado de Profesor Titular no sólo representa el trabajo hecho, formulado, puesto por escrito, en los currículos, en los trabajos reconocidos por los estudiantes. (Como un profesor me acaba de decir "hay otros tres profesores titulares de acá, que fueron alumnos míos") Eso es parte de un reconocimiento importante a lo que se ha logrado, a lo que hemos sido capaces, además de hacer como Institución, de poder consolidar una carrera académica que es efectivamente lo que constituye la esencia del trabajo y del ser universitario: el reconocernos y el tener una comunidad que participa, pero que además tiene una estructura jerarquizada en términos de sus logros, de sus contribuciones y, por tanto, del reconocimiento que les debemos, particularmente a los profesores titulares que constituyen la esencia misma del trabajo universitario, la veta misma del trabajo académico.

Pero no es sólo esa mirada hacia atrás, es también la mirada hacia adelante, porque el Profesor Titular debe convertirse en el ejemplo del trabajo para el resto de los profesores. Y debe convertirse también, en el ejemplo para nuestros estudiantes de posgrado y pregrado. Esa es una dimensión muy importante, porque yo siempre he entendido que la categoría de Profesor Titular es, en realidad, la categoría de maestro universitario, que es un concepto que va más allá de quien es capaz de dominar ciertas técnicas, dominar ciertos ámbitos del conocimiento o ejercer debidamente acciones de docencia. Es ser capaz, también, de enseñar con su ejemplo. Un ejemplo, como en el caso de ustedes, de una vida dedicada a la Universidad de Chile, de una vida dedicada a la investigación y a la creación, de una vida dedicada a los alumnos, con los sacrificios que todos sabemos que eso representa para quienes han puesto todo su empeño en dedicarse al trabajo universitario.

En consecuencia, esa mirada de futuro es tan importante, como para que esta Ceremonia tenga, quizás, en el auditorio joven que aquí está, jóvenes estudiantes de alguno de nuestros programas de posgrado seguramente, o jóvenes profesores, asistentes o instructores, que ven en los profesores titulares una meta a la cual hay que llegar. Y no hay que olvidar que nosotros todos los días debemos convertirnos en ese ejemplo, en esa meta, en esa ambición, en ese objetivo del trabajo universitario, serio, responsable, de calidad, que nosotros reconocemos hoy día, pero no con la mirada hacia atrás, sino más bien con esta mirada hacia adelante. A ese futuro, ese futuro que tanto necesita, todos los días, mirar e ir consolidando a la Universidad de Chile.

El señor Decano (2), en sus inteligentes palabras, ha destacado esta preocupación que sostenemos respecto al desarrollo del sistema universitario del país. Y la pregunta es, ¿cómo es posible que estemos permitiendo en nuestro país el desarrollo de un sistema universitario de una creciente deteriorada calidad, en donde se premian los esfuerzos financieros, las transacciones comerciales de entidades universitarias; se premian los números y se habla con orgullo de 400 mil, y mañana de 800 mil, y alguien dijo un millón, de estudiantes en el sistema de Educación Superior, sin siquiera pensar si en esas mismas tasas está creciendo la disponibilidad de académicos, la disponibilidad de laboratorios, la disponibilidad de inteligencia, la disponibilidad de educación, la disponibilidad de dedicación, la disponibilidad de excelencia? Un país no puede permitirse tener un sistema en crecimiento, en expansión, vanagloriarse de eso, pero desconocer que hay una necesidad de invertir en recursos que sostenga fundamentos sólidos, para no ser, simplemente, productores de jóvenes con preparaciones deficientes y con oportunidades cada vez más estrechas y, probablemente, menos reconocidas.

Yo creo que es muy importante que el país reflexione en estas materias. Recientemente hemos vuelto a ver resultados de pruebas que nos comparan al resto del mundo y vergonzosamente aparecemos en la "cola" de la distribución una vez más, después de años de esfuerzos, después de años de discursos en términos de lo que se está haciendo -y que efectivamente se está haciendo- en el ámbito de mejorar varias cosas en el sistema educacional. Pero eso no ha sido efectivo. Y cómo va a ser efectivo, si todos los días las señales van en la dirección contraria. Todos los días las señales son que los estudiantes más capaces no es que tengan más oportunidades, sino que tienen menos oportunidades. Todos los días son que la autoridad política, de todos los niveles en este país, privilegia los programas baratos, las comunicaciones superficiales, los medios de comunicación que entregan material de venta, pero no realmente material de vida, ni material de futuro. Cómo va a ser posible, si no hay reconocimiento a la excelencia académica y al reconocimiento del trabajo importante que el profesor realiza en el aula. Hace dos días, o algo así, se dijo como una gran novedad, que el problema es que está fallando el trabajo en el aula, el trabajo del profesor. Pero si eso lo sabemos desde muy temprano, y eso debió siempre protegerse. Y mi pregunta es, entonces, cuando comparemos en algunos años más los logros del llamado sistema universitario chileno a niveles internacionales, ¿cuáles van a ser nuestros estándares? ¿el exhibir con orgullo que tenemos 20 mil estudiantes en las disciplinas de Derecho? ¿o que estamos graduando más de mil periodistas por año? ¿y cuáles son las calidades y las oportunidades para los jóvenes que están en esa parte del sistema?

Yo digo esto porque tiene que ver fundamentalmente con la Universidad de Chile. Por un lado, porque de alguna manera se nos critica que seamos tan ineficientes, porque en realidad tomamos tanto tiempo, por ejemplo, para que un Profesor Titular llegue a serlo. O que seamos tan ineficientes, que tomemos tanto tiempo, muchas veces, para formar un profesional como creemos que debe ser concebido y puesto allá afuera frente a la realidad productiva. Somos criticados, porque en realidad nosotros deberíamos hacer las cosas muchos más baratas, y tener, probablemente, puros profesores part-time, una flota de taxis y olvidarnos de estos profesores que nadie entiende afuera qué es lo que efectivamente hacen en sus laboratorios, excepto cultivar sus propios egos, según muchos.

Entonces aquí hay una cuestión central contra la Universidad. Entonces uno se pregunta, ¿por qué hay ese encono contra la Universidad? Es, en gran medida, porque muchos ven en el continuo afán de destruir a la Universidad de Chile una oportunidad de mercado. Y en el porque otros -en su ignorancia- creen que en esta Universidad las cosas se pueden hacer como en ese nuevo sector tan vistoso y tan reluciente que está emergiendo, pero que probablemente no va a constituir un reconocimiento digno para el trabajo que a lo largo de la historia este país ha podido y ha hecho en materia del desarrollo universitario de la Educación Superior.

Por eso las palabras del señor Decano son muy justas: en una oportunidad como ésta uno debe reflexionar sobre los problemas y los retos. Y aquí el país tiene problemas y retos que no se han enfrentado apropiadamente. Reconozcámoslo de verdad. Reconozcamos que ha habido una gran cantidad de discursos y de declaraciones de intenciones, pero la verdad es que no hemos sido capaces de cambiar nada fundamental en el ámbito que a nosotros nos concierne. Reconozcamos que esta Universidad de Chile hizo una contribución, hace una contribución, y hará una contribución importante en la medida que ha existido, existe, y existirá un compromiso del Estado con ella, pero un compromiso sustantivo.

Esta Facultad pertenece a una "década de oro" en la actividad universitaria nacional. Fue la década de mediados de los 30, a mediados de los 40, cuando la Universidad de Chile hace nacer a su Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, a su Facultad de Ciencias Forestales, su Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Logra madurar proyectos tan importantes como la nueva Escuela de Derecho. Logra consolidar proyectos tan importantes como el Teatro Nacional Chileno, la Orquesta Sinfónica, el Ballet Nacional. Da forma al proyecto, que se consolida prontamente, de su Hospital Clínico. Se consolida en esa década como Universidad, desde todos los puntos de vista. Y eso no se hizo consiguiendo accionistas, no se hizo buscando una empresa externa que invirtiera acá. Eso no se hizo generando ingresos: se hizo con un compromiso del Estado. Un compromiso del Estado de apoyar lo que a su vez era el compromiso de la Universidad por entregar. Y nosotros seguimos sosteniendo que el Estado debe tener un compromiso de entregar, y nosotros ser capaces, todos los días, de consolidar ese compromiso de entregar: de entregar al país y de entregar al futuro, como lo hemos hecho en 160 años y lo seguiremos haciendo, le duela a quien le duela.

Yo quiero congratular a todos nuestros profesores titulares por este reconocimiento que mira a la historia, pero que mira hacia el futuro. Particularmente, de congratularme de haberle entregado esta medalla a tantos a quienes aprecio y quiero desde el punto de vista personal, como Mario Sapag (3), que trabajó conmigo cuatro años como Vicerrector Académico; como Hugo Zunino (4), que fue mi Prorrector; con Jorge Valenzuela (5), con quien hemos trabajado estrechamente en proyectos universitarios. Y con tantos de ustedes, ex autoridades de la Universidad, ex autoridades de esta Facultad, personas de un tremendo prestigio académico, de un tremendo trabajo académico. Y naturalmente a Fernando Valenzuela (6), que cumple con el requisito de ser profesor de todas las facultades de la Universidad de Chile, y a quien, por cierto, le expreso también mi cariño, porque él tiene una sola dedicación en su vida: esta Universidad. Y probablemente es la persona que más ambiciona tener un campus único, porque eso le facilitaría bastante sus actividades.

En consecuencia, para terminar con mis palabras, quiero decir que yo he venido acá con mucho agrado y con una profunda convicción. El agrado de estar aquí con mis colegas, con mis pares, y de darles este reconocimiento que creo que la Universidad les debía. Una cosa es que a uno le manden un oficio, en que le diga que la Comisión Superior de Evaluación ha concluido que uno tiene los méritos para ser Profesor Titular, y otra, es que sus pares lo reconozcan por medio de este símbolo que es hoy día la Medalla de Profesor Titular. Todos los que la tenemos, aunque no la usemos, la llevamos con orgullo y con satisfacción, porque significa el reconocimiento a lo que hemos logrado hacer, y al compromiso que tenemos de seguir haciendo para poder darle ejemplo a la Universidad. Una convicción: ustedes, nosotros, los académicos de esta Universidad, somos el verdadero fundamento de la Universidad. Esta Universidad vive y respira, mira al futuro y a su pasado, puede levantarse orgullosa y arrogante, sólo porque tiene académicos y excelencia capaz de mostrar frente al mundo.

De manera que esa convicción, me hace creer que Universidad de Chile aunque a algunos no les guste, hay para rato. Dedicación, convicción, espíritu de entrega, también hay para rato. Y seguiremos, desde cualquier situación en que hoy día estamos unos y otros, pero en cualquier situación, entregando nuestra vida por lo que es la misión de una Universidad nacional, pública, del Estado, entregada a Chile y a su futuro.

Muchas gracias.

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Notas
1. Prof. Tito Ureta, académico de la Facultad de Ciencias.
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2. Prof. Luis Núñez Vergara, Decano de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.
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3. Prof. Mario Sapag-Hagar, Coordinador Institucional de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo.
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4. Prof. Hugo Zunino, académico de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.
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5. Prof. Jorge Valenzuela, Director del Departamento de Química orgánica y Físico química de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.
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6. Prof. Fernando Valenzuela, académico de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.
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