Discurso del Prof. Luis Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Cena Tradicional de Aniversario del Círculo de Amigos del Roto Chileno.

(Transcripción)

Éste es un homenaje que, francamente, encuentro inmerecido, pero lo aprecio mucho. Lo aprecio mucho porque, como muy bien citó el señor Presidente en sus palabras, el barrio Yungay para mí constituye no sólo una fuente de recuerdos y de amigos, sino que, lo que más ampliamente el filósofo denomina, "las raíces". Porque, ¿qué es una planta sin raíces? ¿qué es un ser que ha perdido la conexión con aquel mundo desde donde se originó y con el cual se identificó y se formó? El barrio constituye para nosotros, en nuestra cultura urbana, las raíces. Y esas raíces -en mi caso- yo las siento fuertes y cercanas, todos los días por mis amigos, pero sobre todo, porque fue en este barrio donde aprendí de valores, donde aprendí de solidaridad, donde aprendí de amistad y donde aprendí que, probablemente, lo más importante que uno puede hacer en la vida, es tratar de servir a los demás, porque esa es la única manera de poder crecer. Este mismo barrio, donde estaba esta fábrica de alpargatas, donde estaba la consulta del doctor al que venía mi abuela, a pocas cuadras la escuela y el liceo público donde estudié y, por cierto, la plaza que hoy está engalanada como siempre en esta fecha por la fiesta del "Roto Chileno".

De manera que este homenaje y esta estatuilla que han tenido la bondad de regalarme, representa para mí mucho de lo que han sido y son mis valores, mis sentimientos, mis fuerzas y también mis sueños. Yo creo que el barrio fue representativo y es representativo de lo que es la clase media chilena. La clase media hoy olvidada, hoy postergada, pero la clase media que necesita tanto lograr conducir los sueños y las aspiraciones de Chile entero. Por lo tanto, el barrio -viejo barrio- no está muriendo. Creo que tiene tareas. Y una de esas tareas es, justamente, provocar esa inyección de energía, esa inyección de cambio, esa inyección de revitalización que el país necesita para salir adelante y poder poner nuevamente lo público como lo más importante, y el servicio a los demás como el único valor que realmente importa en un ser humano.

Yo aprecio mucho este homenaje por lo que implica, pero sobre todo, porque también, de alguna manera, un homenaje de este tipo implica responsabilidades. La mía está muy clara, la he tratado de marcar toda mi vida y la seguiré marcando. Yo les agradezco mucho que este homenaje signifique, de una manera u otra, un recordatorio respecto que un hombre no sólo tiene tareas cumplidas, sino que siempre tareas por cumplir.

Muchas gracias a todos.

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