Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de lanzamiento del libro "Evaluación del Sistema de Capacitación en Chile", de Osvaldo Jara.

(Transcripción)

Yo creo que este acto tiene dos implicancias fundamentales. Una que quiero reseñar, que es en lo personal y la reseño primero muy importante, es el hecho que es muy satisfactorio para un profesor universitario que un alumno suyo haga uso, en su trabajo profesional, de los instrumentos que uno le enseñó por primera vez en la Escuela. Efectivamente, Osvaldo fue mi estudiante en el curso de Econometría, y al ver que ahora él hace una contribución utilizando ese instrumental para pensar en algunos problemas importantes para Chile, evidentemente es algo muy satisfactorio para quien ha dedicado su vida a la Institución y su vida a enseñar a muchos profesionales. Pero creo que una de las cuestiones fundamentales del libro ha sido muy bien reseñada: la importancia que tiene el tema. Chile enfrenta un enorme desafío en productividad. No hay ningún número comparativo que no diga, exactamente, los enormes problemas que enfrentamos respecto a nuestra decaída productividad laboral en el contexto del mundo en que estamos. Y es, evidentemente, el tema de la capacitación, como el tema de la educación, un elemento fundamental para poder llenar ese vacío, avanzar en tapar esa brecha importante que es, por otro lado, decisivo en un país que se integra al mundo, en que la firma de los convenios comerciales con Europa, luego con los Estados Unidos -sumados a los ya existentes con Canadá y México-, el acuerdo con Corea y un posible acuerdo con Japón, nos están poniendo una presión fundamental respecto de un problema que en el pasado era "tómelo o déjelo". Hoy el problema es "tómelo o tómelo".

De manera que creo que lo que se hace en este trabajo es tremendamente importante, porque me doy cuenta -sin leerlo y por escuchar sobre todo a Molly(1)- que es un trabajo crítico, constructivo, con propuestas. Que desde luego no es solamente una expresión de satisfacción por lo que hace SENCE durante tantos años, por la cantidad significativa de recursos que el país pone en capacitación, que el Estado chileno pone en capacitación como lo ha destacado el Ministro(2), sino que, además, se adicionan aquí propuestas para poder innovar, avanzar y mejorar. A mí me parece que esa visión crítica respecto de la política pública, de lo que estamos haciendo, es fundamental hoy cuando tenemos que corregir y mejorar muchas de las cosas que hacemos. Evidentemente que esto se enfrenta en un marco que no es el más propicio. Tenemos una educación que es de mala calidad, y en eso no voy a ahondar demasiado; pero basta ver lo que ocurre con los SIMCE, lo que ocurre con la Prueba de Aptitud Académica, lo que ocurrirá con cualquier medida que por mucho que la mejoremos o la cambiemos, el termómetro no cambiará la temperatura del enfermo. Nuestra educación es mala, y nuestra educación pública es más mala, como lo muestran los recientes resultados de la Prueba de Aptitud Académica que no hacen sino repetir lo que ha ocurrido en los últimos diez o quince años. Un proceso que viene en deterioro con los últimos treinta años y que, evidentemente, nos pone en condiciones de una fuerza de trabajo que no está en las mejores condiciones para poder enfrentar este reto de productividad, este reto de internacionalización, este reto de segunda etapa exportadora en que estamos. Al mismo tiempo, y por lo mismo, es decidor lo que Molly citó: más del 50% de nuestra fuerza de trabajo es analfabeta funcional. Bastante importante, entonces, es hacer capacitación con una mitad estadística de analfabetos funcionales. El esfuerzo de capacitación, asumo yo, debe entonces ser el doble, porque tenemos que empezar a enseñar cosas que debieron saberse, como tantas otras, a partir probablemente de 6º Básico y de ahí hacia arriba.

Por lo tanto, el tema que se aborda en el libro es extraordinariamente importante. Yo siempre he considerado que los temas laborales de este país son tremendamente importantes. Un país que tiene que tener más flexibilidad en su mercado no sólo porque podamos ajustar por cantidades, sino más bien ajustar por calidades y permitir que el reajuste tenga mucho que ver con la readecuación productiva de la fuerza de trabajo en su movilidad entre sectores, va a ser el reto permanente de la economía chilena de aquí para siempre.

Lo segundo, que es una razón también fundamental, ¿por qué encuentro que esto es un acto importante? Es porque precisamente hoy se muestra aquí un producto de la asociación entre el Gobierno y la Universidad de Chile. Esto ha sido producto de un convenio, que probablemente se firmó en alguna oportunidad, yo ya ni recuerdo cómo, en que se comprometió la Universidad a producir algo importante para el Ministerio del Trabajo, para el SENCE, para el Estado chileno y finalmente para el país. Y es bueno decirlo, aquí está la prueba de lo que la Universidad es capaz de hacer con su esfuerzo, con su coordinación, con su aporte, para contribuir a la política pública. Y ahí está, en contraste, lo que aparece el día de ayer en "El Mercurio", en que se pone todo convenio que se firma entre esta Universidad y el Gobierno chileno, bajo el manto de la sospecha de algo irregular. Evidentemente, yo me doy cuenta que tras eso hay el ánimo de mostrar que todo lo que está en el servicio público, que todo lo que tenga un carácter público (como esta Institución afortunadamente) tenga un carácter de algo sucio, de algo ilegal o de algo sospechoso. Evidentemente los hechos son muy contrarios. Cuando se publica una lista de todos los trabajos que realiza y no de todos siquiera, porque la investigación es bastaste pobre en ese artículo, uno se da cuenta de lo que esta Universidad está haciendo para poder contribuir a la política pública y para poder mirar los problemas desde todo punto de vista, incluyendo los problemas de salud, los problemas de ingeniería, los problemas económicos, los problemas sociales, los problemas políticos, etc. Pero no puede ponerse bajo una duda de manera tan irresponsable lo que realiza esta Universidad en función, primero, de su tarea nacional y, segundo, en función de las necesidades de llevar adelante su trabajo para poder seguir con las mismas reglas con que se nos puso a partir de año 80'. La Universidad debe financiar gran parte de su presupuesto. Una Universidad pública que, mayoritariamente, sin embargo, desde el punto de vista del financiamiento es privada.

Yo me siento muy contento de que este libro se publique hoy, porque de alguna manera, sin haber sido planeado de ese modo, constituye un desmentido a esa infamia. Constituye un desmentido a aquello de que el sector público todo lo que hace es sucio y todo lo que envuelve plata significa que hay alguna repartija. Aquí hay, evidentemente, un tratamiento político de eso, porque cuando han estado en cuestionamiento las Fuerzas Armadas por ocultar la verdad y por hacer también negociaciones ilícitas que están bajo investigación. Cuando la propia Iglesia Católica cae también bajo otro tipo de acusaciones. Cuando los partidos políticos, los políticos, y la clase política en general, están bajo otro tipo de acusaciones (incluyendo, desde luego, aquello que tiene que ver con la repartija de empresas públicas que se hizo desde fines de los 80', e incluyendo también el propio salvataje que "El Mercurio" hizo al Estado chileno a fines de los 80'), evidentemente que también está la necesidad de adicionar a la Universidad de Chile porque estaba ausente de esa lista. Yo lo rechazo categóricamente y firmemente. Y, por supuesto, demando que cuando haya acusaciones o sospechas de acusaciones, no se pongan condicionales, sino que afirmaciones de verdad. Y que esas afirmaciones se investiguen, como debe investigarse todo aquello que tiene que ver con actos ilegales o con acusaciones de todo tipo que hoy, desgraciadamente, abundan, pero felizmente debieran abundar más, sobre todo, mirando al pasado reciente de nuestro país.

Yo me alegro mucho que este libro sea publicado justamente en esas condiciones y sea presentado hoy, porque constituye un desmentido a aquello que se insinúa de una manera tan sibilina, y constituye, nuevamente, una cuestión que esta Universidad cree firmemente: la verdad y la justicia. Este libro constituye en ese sentido, también, para nosotros, verdad y justicia de lo que hacemos, verdad y justicia sobre nuestra contribución al trabajo de investigación en beneficio del Estado y de Chile.

Muchas gracias.

 

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Notas
1. Molly Pollack. Economista del Centro Nacional de Productividad y Calidad.
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2. Ricardo Solari. Ministro del Trabajo.
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