Clase Magistral del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia del Primer Aniversario del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

(Transcripción)

Este año ha sido un período de gestación, de maduración, y por eso es importante hoy pensar en las tareas que tiene que acometer este Instituto y en las esperanzas que la Universidad tiene depositadas en él. Yo creo que a un año, lo que sí es claro, es que este Instituto no surgió para solucionar un problema puntual o coyuntural. Este Instituto surgió como una respuesta de la Universidad frente a una necesidad en términos de elaboración, de diagnóstico sobre política pública.

Yo creo que el escenario universitario ha cambiado en muchos sentidos, ha cambiado en una buena dirección. Pero, en un gran ámbito de materias ha cambiado en una dirección que no nos deja conformes, que introduce una regresión respecto de lo que el sistema había logrado consolidar hace ya algunas décadas, y que nos pone, en el fondo, en el riesgo de depender, fundamentalmente, de políticas de mercado para solucionar temas que no tienen, necesariamente, una respuesta a partir de políticas de mercado. Uno de esos temas, en mi opinión, es el diagnóstico, la propuesta, la política pública.

La Universidad es, y debe ser, un centro de reflexión. Las universidades, sin embargo, en un contexto de una economía puramente de mercado, son entendidas como "fábricas de profesionales", y muchos sostienen que la investigación y la reflexión deben ser tareas que queden fuera del ámbito de la universidad. Para eso, entonces, habrá que formar, dicen ellos, centros de investigación fuera de la universidad. Un modelo que se ha practicado en muchas partes, pero que desconoce lo vital que es la interacción entre la investigación y la formación disciplinaria, tanto a nivel de pregrado como de posgrado.

Este Instituto, ha surgido más en la perspectiva de hacer ese trabajo de interacción, de formar profesionales y de formar graduados, en la perspectiva de los retos que tiene hoy la sociedad chilena y de los problemas que se presentan en su campo, pero también en los problemas que se presentan en el conjunto de los campos con los cuales este Instituto disciplinariamente debe interactuar. Por eso digo, que ha sido éste un período de gestación; sin embargo, nosotros queremos ver al Instituto, más aún, en el cambio interdisciplinario, donde hay tantas cosas que deben, en la Universidad de Chile, combinarse y multiplicarse para poder proyectar su trabajo hacia la sociedad. Nosotros somos una Universidad que hace salud pública, desarrolla propuestas medioambientales en varias facultades, hace temas que tienen que ver con obras civiles, con economía, con derecho; ámbitos todos de los cuales fluyen elementos que es muy importante condensar y proyectar como una visión desde la Universidad hacia la sociedad. Creo que ese trabajo debe ser el trabajo que articule esencialmente este Instituto. Creo que eso ha sido, en el fondo, lo que justifica su creación, su desarrollo y lo que esperamos ver en el futuro para poder evaluar los resultados del trabajo académico que aquí se efectúa.

En días recientes, se publicaron dos encuestas y estudios relativos al Sistema Universitario Nacional. Y es muy importante que todos las miremos con mucho cuidado, porque hoy día, efectivamente, uno de los déficit que existe en el sistema, es el déficit de información; donde cada local pone "universidad" y pasa, entonces, a ser una universidad. Hay una política que es bastante débil en materia de regulación y, en consecuencia, tenemos un sistema tremendamente diversificado, se dice, para connotarlo positivamente, pero un sistema bastante confuso, en realidad, para connotarlo de manera más realista. Esas encuestas, sobre todo una de ellas, clasifican a las universidades por grupos, y pone un primer tema que es muy importante desde el punto de vista de lo que debiera ser la política pública en relación con el sistema educacional: no todas las universidades son iguales, porque hay universidades como ésta, que realiza investigación, enfatiza los temas de posgrado y, además, realiza pregrado. Según ese estudio, hay cinco de esas universidades en el país sobre el número de actualmente unas sesenta que son el total de universidades autónomas, incluidas las del Consejo de Rectores.

Cuando uno mira al interior de esas cinco, en realidad concluye que las universidades de investigación y complejas del país son solamente tres. Pero ese estudio también concluye que la número uno de esas universidades, mirando todos los criterios posibles, es la Universidad de Chile: no sólo porque tiene 160 años, o porque la mayoría de los parlamentarios o de los funcionarios de Gobierno y el Presidente son egresados de ella. Esas cosas ahí no están. Ahí, qué es lo que está -y por eso quiero reseñarlo, porque es muy importante que nos fijemos en eso-, está la calidad de nuestros estudiantes: tenemos los mejores estudiantes del país y esperamos este año seguir avanzando en esa materia, con el esfuerzo que han hecho las facultades, ciertamente, y que realiza la Universidad como un conjunto. Este año tenemos que sobrepasar a la competencia, definitivamente, en materia de puntaje de ingreso en toda la Universidad, no solamente como ahora, en algunas áreas. Lo segundo, es la calidad de la investigación que se realiza en la Universidad de Chile por publicaciones, por proyectos en curso y por calificación de nuestros académicos: somos la primera universidad. No sólo en el número, sino también en la calidad, en los índices de citación de nuestros trabajos. Entonces eso nos llama la atención sobre el segundo elemento que tenemos que cuidar: la investigación y calidad del trabajo académico. Por eso es tan importante el trabajo que se realiza en las Comisiones de Evaluación Académica, donde debe incentivarse al máximo el promover el trabajo académico, porque eso es lo que nos posiciona fuertemente en el mercado.

Y lo tercero, es el posgrado. Ahí está claramente: la Universidad de Chile es la primera en posgrado. Porque es la que tiene más alumnos en doctorado, es la que tiene más becas en doctorado, y ha tenido, además, una mayor dinámica en creación de doctorados. Por lo tanto, ahí hay otro mensaje muy importante: fortalecer los posgrados. La Universidad debe buscar un posicionamiento estratégico en materia de posgrado para poder, sobre la base de estos, tener un futuro desarrollo. Porque solamente tendremos buenos posgrados, también, teniendo buenos pregrados y teniendo una investigación sólida.

Entonces, la Universidad, con todos esos indicadores, aparte de los que tienen que ver con infraestructura, con dotación de medios electrónicos, con bibliotecas es, sin lugar a dudas, la primera Universidad del país. Pero eso es algo que debemos sostener. Ahí está el tema de la política pública, porque en las actuales condiciones se nos dice: "Mire, usted es una universidad pública, pero sosténgase como pueda, tiene que generar usted los ingresos para poder seguir siendo una universidad del estándar que tiene que ser". Y cuando eso no se puede hacer, la Universidad cae, entonces, en estos ranking y en estas comparaciones. Se generan los problemas que todos conocemos: nuestros propios académicos se van a trabajar a las universidades privadas, se debilita la investigación, se debilitan los posgrados -porque ese es un sector que funciona sobre la base de información con mucha mayor transparencia que en el caso de las carreras- y, en consecuencia, una Universidad que se expone a un debilitamiento sistemático. Nadie realiza, sino la propia Universidad, la inversión en investigación -el Decano de Medicina (1) lo sabe- para poder invertir en equipamiento mayor de investigación que es fundamental para hacer la investigación que nosotros hacemos, que no es solamente en el área de la ciencia o la ciencia de la salud, investigación basada en libros, sino que basada en experimentación, en laboratorio, en cosas físicas que son caras y que la Universidad debe proveérselas con su propio esfuerzo. Pero, entonces, uno se pregunta, ¿ésta debe ser una universidad privada? Entonces, uno va a leer lo que dice la misión institucional, y ella dice que ésta es una institución nacional y pública; no sólo estatal... pública. Pública por su vocación. Pública porque el encuentro con el tema público es consustancial en la existencia de la Universidad de Chile. Y nacional, porque los temas de país deben ser los temas prioritarios en el desarrollo de la investigación, de la docencia y de la extensión universitaria.

Entonces, hay aquí, y lo advierto, una contradicción creciente entre nuestro mandato institucional, entre la definición de las tareas que tenemos que enfrentar y los medios con los cuales la política pública nos posibilita la realización de esas tareas. Eso es, una contradicción que se ha venido desarrollando crecientemente en los últimos quince años. Y no le quepa duda, el sistema está madurando. Estas universidades privadas que veíamos casi con un poquito de desdén hace una década o quince años atrás, hoy día hay varias de ellas que hay que empezarlas a mirar con preocupación. No es porque compitan con la Universidad de Chile, pero cuando uno proyecta la evolución que ellas han tenido, respecto de la situación de política en la cual nosotros nos encontramos, evidentemente la situación no va a ser la misma en diez o quince años más. Ese es un tema del cual las Orientaciones Estratégicas de la Universidad de Chile se han hecho cargo para mirar donde tenemos que poner más los recursos, qué es lo que tenemos que fortalecer, qué es lo que hay que desarrollar con más potencia. Pero aquí nuestro alegato, en términos públicos, ha estado en las debilidades que tiene hoy día la regulación del sistema universitario y la definición de una política apropiada para financiar de manera distinta a universidades que son todas distintas, pero que pertenecen a categorías de universidades que cumplen roles distintos para el país. Y en particular ésta, que realiza un rol nacional y público que es indiscutible, pero que en definitiva esos acuerdos no están reflejados, necesariamente, en el campo de las regulaciones.

Nosotros estamos muy decepcionados, porque este Gobierno iba a ser "El Gobierno de la Educación Superior", y la verdad es que no ha habido ningún cambio. El país está subinvirtiendo, lo sabemos; el país subinvierte en investigación científica y tecnológica, también lo sabemos. Sabemos que es un país que tiene hoy, un problema económico importante del cual todos esperamos que salga. ¿Pero la cuestión de fondo, que es la cuestión de los criterios de política, que es la cuestión de la regulación de la información, que es el tema de tener una Superintendencia de Educación Superior para que con independencia establezca criterios distintos y permita el desarrollo sano de un sistema que hoy día no tiene esa sanidad, realmente porque es un sistema que se ha convertido en una venta de títulos que van y vienen? Tenemos una gran decepción porque eso ni siquiera se ha discutido. Tenemos una gran decepción, porque el otro ámbito en el cual importa la política pública -que es el método de la equidad-, tampoco ha tenido soluciones efectivas. El sistema de crédito universitario está en crisis, por lo menos, hace diez años. Es una crisis profunda, es una crisis que requiere, también, no sólo más recursos, sino que establecer mecanismos distintos de gestión y de organización del sistema como se ha postulado tantas veces, pero eso no se ha abordado. No se ha abordado, y en forma distinta se aborda el tema del financiamiento para las universidades privadas, que me parece que esa es una prioridad, pero una prioridad que sigue a aquella que reviste el problema del crédito en las universidades del Consejo de Rectores.

El país ha estado mirando, cada vez con mayor preocupación, los lamentables resultados de nuestro sistema educacional. Y esto no es una crítica a la Ministra de Educación (2), ni a este Gobierno, ni a los diez últimos años. Es una crítica que va dirigida contra la sociedad chilena, porque cuando se prueba que los niños en Chile tienen dificultades para aprender, y el nivel de conocimiento de un niño de octavo básico, en realidad, no alcanza más allá de quinto o sexto de acuerdo a los propios programas de estudio, entonces, uno se preocupa. Cuando se hacen encuestas comparativas, estudios comparativos con otros países, y Chile resulta en el 10% inferior de todos los marcos de países con los cuales podemos compararnos, entonces uno se preocupa. Cuando de todos los estudiantes que rinden la PAA, casi el 60% no obtiene más de 500 puntos, entonces uno se preocupa. Cuando en la Prueba de Conocimientos Específicos de Física, los estudiantes con 600 puntos son aquellos que han respondido cuatro preguntas buenas, entonces uno se preocupa. Y uno mira cada indicador y no tiene más que tener una grave preocupación por lo que está pasando con nuestra educación, entregada a un sistema desarticulado y con falta de los incentivos reales para mejorarlo. Cómo es posible que este país ponga 3 mil premios a la calidad de los docentes y, con toda tranquilidad, no se puedan entregar más de 277, porque el resto de los profesores no llegaba al mínimo de la vara para poder ser considerado. Es decir, todos los días tenemos acá, preocupación que se manifiesta en un titular o en otro, sirve para acusar a una autoridad, autoridad que distribuye luego las culpas y después pasamos a otro tema, pero aquí no cambia nada fundamental.

Yo creo -y es lo que quiero sugerir-, que nuestro Instituto de Asuntos Públicos debe hacerse cargo de este tema. ¿Qué vamos a hacer con la educación en Chile? La Universidad tiene mucho que decir en eso. No sólo porque somos protagonistas de lo que esta pasando, sino también porque en una perspectiva de tiempo, ha sido tradicional e históricamente, la Universidad de Chile la que ha ocupado el liderazgo en materia de educación. La Universidad de Chile fundó el Instituto Pedagógico a fines del siglo XIX, y copó, con eso, la necesidad de desarrollo de un sistema durante casi toda la primera mitad del siglo XX. Pero hoy día, el estado es crítico. Para qué voy a mencionar lo que pasa con la Educación Municipalizada. Miremos el tema desde el punto de vista de equidad. Los resultados de los jóvenes que estudian en colegios municipales son, por definición, menores sustantivamente a aquellos resultados que se observan, y que no son buenos, en los colegios privados y en los subvencionados.

Un sistema en crisis para un país, sin embargo, que tiene ambiciones de dar un salto al desarrollo económico, que quiere sostener una tasa de crecimiento por veinte años de alrededor de un 5% ó un 6% para poder acceder a ese objetivo de ser un país con mayor bienestar, con mejor calidad de vida, un país desarrollado en el piso del mundo industrial. Pero la pregunta es ¿cómo lograr eso, si nuestros recursos humanos no sólo se están desarrollando inapropiadamente sino que, además, con injusticia social, sin oportunidad, sin la movilidad de la que disfrutamos muchos de nosotros cuando se nos educó, y el Estado nos educaba?

Hoy, en la propia Constitución dice que el responsable de la educación no es el Estado, es la familia. Por lo tanto, depende esencialmente de los recursos que existan a nivel de la familia -supongo yo- y, en consecuencia, lo único que hace es profundizar este sistema y la desigualdad de ingreso que notoriamente prevalece en el país. ¿Cómo un país así puede dar un salto económico a alguna parte? ¿Cómo puede darlo, si de acuerdo a los propios estudios de la Universidad de Chile hay más de un 50% de analfabetos funcionales en la fuerza de trabajo chilena? Es decir, sabemos leer, pero no entendemos lo que se lee. Y ahí estamos... tranquilos, probablemente descalificando la encuesta, diciendo que eso alguna vez se solucionará, no sé cómo.

La situación es suficientemente grave, y amerita una participación más activa de la Universidad. Nosotros estamos tratando de articular la creación de un Instituto de Educación de la Universidad de Chile, pero tampoco se trata de hacer un decreto y crear un instituto que ande por ahí sin saber qué es lo que puede hacer. Yo creo que ya tenemos un instrumento, que es el Instituto de Asuntos Públicos, y siento que éste es un gran reto, al igual que otros. Está el tema del medioambiente, que este Instituto ha abordado. Están los temas políticos, están los temas de la ética en la política pública, están los temas del desarrollo del Estado, del crecimiento del Estado o de las reformas del Estado, como queramos ponerle. A mí me parece que todos esos temas son importantes, pero el de educación a mí me parece que es primordial, porque esa es la apuesta al futuro de una sociedad. Yo siento que nosotros tenemos que dedicarnos a pensar ese tema como prioridad número uno, porque nosotros somos receptores, de alguna manera, de eso que está ocurriendo en la Enseñanza Media y que no nos deja satisfechos. Eso no se arregla, y así lo hemos planteado, cambiando las pruebas de ingreso para que la barrera sea otra y, entonces, nos sintamos todos más tranquilos en las noches. Eso se arregla cambiando, fundamentalmente, la calidad de la educación. Eso se arregla, en mi opinión, cuando la autoridad no hable tanto de cantidad de estudiantes, sino que hable de calidad de estudiantes y calidad de formación. Eso se arregla no cuando se dice hay 400 mil estudiantes en la Educación Superior y antes había tan sólo 100 mil. Eso se arregla mejorando lo que estamos haciendo en Educación Superior en términos de las competencias que estamos creando y en las oportunidades que estamos abriendo.

Yo siento que el país enfrenta en esta materia una tremenda responsabilidad, un tremendo reto que tiene que ver con el futuro económico y social del país. De esto dependen los sueños que muchas veces se han postulado en tantos discursos, las ilusiones y, obviamente, la posibilidad de consolidar todo aquello en lo cual también efectivamente se avanza. Me parece que el futuro depende fundamentalmente de lo que en estos momentos somos capaces de hacer para mejorar la calidad de formación de nuestros recursos humanos. La calidad de formación no sólo en términos de educarlos mejor, sino de brindarles oportunidades a todos los jóvenes y niños que tengan las posibilidades reales para poder desarrollarse.

De manera que, junto con celebrar este primer cumpleaños, señor Director del Instituto (3), y de manifestar nuestra complacencia porque el Instituto se está consolidando, yo propongo que el Instituto acelere con fuerza ese proceso de fortalecimiento. Tener realmente a los mejores y ser capaces de abordar estas materias, tienen que ver con el futuro del país y con el futuro de la Universidad. Tenemos que abordar esta responsabilidad para que veinte años más tarde no haya alguien que diga: "Bueno, y la Chile que dijo entonces". Porque nosotros hemos reclamado, hemos protestado, hemos puesto nuestro punto de vista, pero todo es poco frente a una situación de inercia en materias como éstas, que son tremendamente perjudiciales para nuestro país.

Señor Director, estimados colegas, profesores y también estudiantes del Instituto, yo siento que, junto con celebrar nuestro cumpleaños, celebremos también el inicio de una etapa en la cual vamos a aportar con propuestas definidas en materia educacional, que es tan importante para Chile. En eso tenemos que juntar fuerzas, tenemos que hacer todos los esfuerzos que se requieran, porque hay una responsabilidad académica, pero, sobre todo, una responsabilidad de país que cumplir.

Un feliz cumpleaños y muchas gracias.

 

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Notas
1. Prof. Dr. Jorge Las Heras, Decano de la Facultad de Medicina.
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2. Sra. Mariana Aylwin, Ministra de Educación.
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3. Prof. Osvaldo Sunkel, Director del Instituto de Asuntos Públicos.
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