Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de entrega de la Medalla Rector Juvenal Hernández Jaque, a los Profesores Dr. Alejandro Goic G. y Gustavo Lagos M.

(Transcripción)

Cada año nos reunimos aquí para festejar a quienes son distinguidos por la Institución por su contribución académica, su trayectoria y la mantención del espíritu fundacional como egresados de esta Casa, habiendo ellos también dedicado su vida al servicio de la misma, por tanto, este rito se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre la tarea universitaria, el significado de esta Institución y el compromiso profundo con su tradición y su futuro.

Juvenal Hernández fue uno de aquellos grandes rectores de esta Casa, poseedor de visiones poderosas sobre su constitución, su influencia en la sociedad chilena y su rol nacional trascendente que marca la gran pauta para el desarrollo de la docencia, la investigación y la extensión. Visiones que se constituyen en el referente fundamental basado en el espíritu fundacional que nos obliga a mantener un alto estándar académico y consolidar permanentemente nuestro liderazgo en la educación chilena. Hemos de recordar en forma permanente esos principios, las tareas que ellos nos legan y que también nos enseñan a navegar en mares más tumultuosos, pero con la misma estrella fija de guía: somos una Universidad nacional y pública que debe marcar con fuerza, con el vigor de su personalidad recia y asentada por la experiencia, la excelencia académica y la tradición universitaria, las tareas en el diseño de nuestro trabajo de ahora y de siempre. Tareas de país, hoy cuando el espacio de lo público, cuando el concepto de bien común, cuando las necesidades que despierta nuestro caminar como sociedad, se encuentra todo cuestionado, casi como adormecido. Cuando se ha retrocedido en los principios y en los valores de lo humano para dar paso arremetedor a un materialismo, al menos precoz, con relación a nuestro efectivo desarrollo. Cuando se nos fuerza como Universidad a autofinanciarnos sacrificando parte importante de nuestra esencia y de nuestra tarea y se nos dice que lo único que tiene valor es aquello que tiene un precio y en consecuencia, se deforma la tarea universitaria y se le lleva a ser simplemente una prestación de servicios.

Hoy, más que nunca, el rol nacional de esta Institución debe ser el valuarte firme y orgulloso que nos permita, no sólo marcar la diferencia, sino servir de inspiración a los cambios que deben dar fundamento a la modernización y al progreso. La deshumanización de nuestra sociedad, su creciente materialismo, su falta de una concepción integral de la persona como el fin último de los haceres, todas estas tendencias que algunos quieren leer como inevitable, están levantando como retos el estado preocupante de tantos síntomas sociales; especialmente por el estado de empobrecimiento valórico de nuestra juventud, la creciente indiferencia sobre los temas de interés público y el deterioro de la cultura cívica necesaria para mantener a nuestra sociedad integrada con visiones sobre destinos comunes.

Desde esta Casa hay que seguir pensando a Chile en estos días de preocupación y de retos, y a pesar de que acorde a las reglas vigentes como alguien diría, a nadie se le paga por pensar, por sentir, por proponer y por debatir los mejores caminos, puesto que vivimos una concepción estrecha y limitante de universidad. Por el contrario, hoy es más que nunca indispensable que nosotros contribuyamos con ideas y hagamos nuestros los principios fundamentales de la Universidad nacional que somos, sin importar que se nos ataque, a veces con rabia o con recelos impensables.

Juvenal Hernández nos diría que debemos seguir adelante, que la consolidación de la Institución tiene que ser permanente con el cumplimiento estricto y cabal de su tarea. Esta distinción que entregamos, nos recuerda también que debemos otorgar reconocimiento a quienes han dedicado su vida y su esfuerzo al hacer universitario. Destacamos aquí a dos muy importantes exponentes de nuestro trabajo académico, a dos campeones del trabajo universitario, a dos hombres que con competencia y tolerancia nos han dejado una obra, pero por sobre todo, un ejemplo.

Gustavo Lagos ha sido un académico señero en la materia social, en su campo propio del derecho internacional. Su dedicación de una vida entera a la Universidad constituye una palpable muestra de lealtad, de compromiso proyectándose fuertemente con las nuevas generaciones a través de su profuso trabajo académico.

Alejando Goic, en tanto, ha sido el médico comprometido con la Universidad, con sus problemas y los nuevos desarrollos. Fue un pilar fundamental en la defensa de la Institución en los momentos que la intervención amenazaba sus bases más fundamentales. Como ex decano de su Facultad nunca ha estado lejos de ella, siempre dispuesto a contribuir con su experiencia en el mejor hacer académico. Como Rector le estoy profundamente agradecido por su decisiva colaboración para sacar adelante el proyecto del nuevo estatuto, que ha de marcar el desarrollo futuro de nuestra institucionalidad. Se premia con esto, no sólo al académico destacado, sino también a una bella persona, a un ser humano de magníficas proporciones, un ejemplo que la Universidad reconoce plenamente.

A ambos y a todos, mí satisfacción por esta distinción que tan profundamente renueva nuestras convicciones institucionales y que tan merecidamente hoy se ha entregado a dos de los nuestros. Que sirva esto, como se ha dicho, para que todos renovemos en forma profunda y sincera nuestro compromiso en torno a una Universidad de Chile verdaderamente nacional y pública.

Muchas gracias.

Compartir:
https://uchile.cl/u5936
Copiar