Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en Ceremonia Conmemorativa por el Centenario del Natalicio de Nicolás Guillén.

(Transcripción)

La tarde ha sido un poco injusta conmigo, en realidad tratar de hacer un discurso después de esta presentación brillante es de las peores cosas que a uno le pueden pasar. Pero quiero solamente agradecerles a todos ustedes que nos hayan acompañado aquí esta noche, yo creo que se ha hecho justicia a Guillén y se hace justicia a la Universidad de Chile. Se hace justicia Guillén, porque él ha sido el poeta, el creador, el colosal hombre del ideario popular vertido en la prosa y el verso. Y se hace un homenaje también a la Universidad de Chile, porque esta es la Institución protectora y debe serlo de la cultura nacional y de la cultura mundial. En este Salón de Honor que está aquí desde 1870 han ocurrido muchas cosas, las más buenas como la visita de Guillén un par de veces, o la estada de Neruda, o como la de tantos que nos entregaron sus idearios, sus creaciones, sus ilusiones, sus sueños, sus propuestas. Por lo tanto, hacer este homenaje a Guillén acá de alguna manera recobra lo que se había perdido en este sentido: una Universidad que debe dar cabida a todos los espacios diversos y a todas las manifestaciones posibles de la cultura y de la creación y no sólo una empresa que se organiza para producir utilidades o para servir a jóvenes que se les llama clientes. Ustedes permiten hoy día entonces que nosotros acá volvamos a creer en que estamos haciendo Universidad.

Quiero agradecerle mucho a Humberto Duvauchelle por cierto profesor de nuestro Departamento de Teatro, por sus declamaciones tan sentidas no sorprendentes para quienes lo hemos escuchado tantas veces, y agradecerles a Inti Illimani, conjunto que comenzamos a admirar en los tiempos de aquella tan noble y querida Institución: la Universidad Técnica del Estado. Mis agradecimientos para todos los artistas magníficos que nos han acompañado en esta manifestación tan alegre, tan propia de Cuba, tan propia de la cultura verdadera Latinoamericana y tan propia de una celebración para un autor como Guillén que precisamente fue eso: un creador de la alegría, un creador del arte popular, de la vinculación de los sentimientos más profundos de su pueblo. Un hombre que creyó en su patria y que independientemente de que todos creyeran o no en lo que él mismo adhirió y defendió, creo que no hay nadie que pudiera desconocer la calidad, la profundidad, la trascendencia de su obra.

Yo a nombre de la Universidad de Chile no tengo nada más que adherir a este homenaje e inclinar nuestra cabeza frente a la figura colosal de este hombre cuyo centenario se proyecta hoy en la entrada del nuevo siglo, pero que introduce en ese paso el sentimiento, la profundidad, la admiración que todos necesitamos llevar para recordar finalmente que estamos hablando de seres humanos y estamos tratando de construir una sociedad más humana, más justa, más progresista.

Muchas gracias.

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