Palabras del Rector, profesor Luis A. Riveros, Con motivo de la Inauguración del Año Académico 2002 de la Universidad de Chile.

Iniciamos este Año Académico 2002 con significativo entusiasmo, a pesar de las múltiples preocupaciones que despierta la evolución que observamos en algunos aspectos del sistema universitario, las cuales hemos expresado en forma reiterada en el contexto de un conjunto de propuestas. Prevalece entusiasmo por nuestros resultados recientes en materia de trabajo universitario, y preocupación por que no han cambiado los parámetros que gobiernan al sistema de educación superior, afectándonos gravemente y conllevando, en nuestra opinión, graves riesgos para el país en su futuro.

Es esta amalgama de visión positiva y de preocupación por el devenir, lo que marca el progreso, a la vez que denota la misión de nuestra Universidad, atenta al desarrollo, al sino de los tiempos, dispuesta siempre a entregar su aporte generoso a la sociedad chilena en lo cultural, lo científico, lo tecnológico, lo educacional. Nuestras preocupaciones no se enmarcan, pues, solamente en el ámbito de nuestra realidad institucional y su desarrollo, considerando que la política vigente otorga incentivos y desincentivos de distinta naturaleza e intensidad a la marcha de la Universidad. Nuestras consideraciones se enmarcan principalmente en el contexto de nuestra preocupación por Chile, por su proyección, por el futuro de su educación, por el destino de la educación pública, por lo que espera a tantos miles de jóvenes a quienes tenemos que proveer oportunidades y condiciones con una educación de calidad. Somos una Universidad Nacional y Pública; nunca hemos de renunciar a esta esencia de vida, so pretexto de autofinanciarnos mejor o de acudir a livianos indicadores de eficiencia. Nuestras ideas, nuestros sueños, nuestra crítica fundamentada, todo debe orientarse en el contexto del Chile que queremos, de lo que deseamos para la Patria. También, por cierto, debemos esforzarnos cada día en realizar mejor nuestro trabajo, en mejorar nuestro rendimiento académico, en atender con mayor dedicación a nuestros estudiantes y en acentuar el liderazgo nacional y disciplinario de nuestra investigación.

Por ello, cada año, cuando se inaugura nuestro Año Académico, son las ansias de esta vieja y noble institución las que reproducen nuestra preocupación por el mañana. De esta Casa, pero por Chile en su conjunto, tal y como nuestras alegrías se proyectan más allá de nuestros propios éxitos al del entorno que brinda nuestro país y la sociedad chilena.

La Universidad de Chile ha experimentado un progreso importante en los últimos años. Los indicadores sobre investigación, los resultados sobre fondos concursables para la docencia y la investigación, las cifras sobre publicaciones clasificadas, todo ello nos coloca claramente en primer lugar del sistema nacional, y presenta una clara evolución en crecimiento que refleja nuestro esfuerzo por fortalecer el trabajo académico de la Universidad de Chile en todas sus dimensiones. También ha sido la Universidad de Chile la que lejos ha mostrado una mayor dinámica con relación a la creación y acreditación de doctorados, siendo 14 el número de nuevos programas creados en los últimos tres años –incluyendo varios en un nuevo espíritu interdisciplinario. Con ello estamos enfrentando un reto crucial para el país, y nos ubicamos también en la delantera en cuanto a acreditación, becas y estudiantes en programas doctorales.

Debemos recordar que nuestros lineamiento de desarrollo estratégico nos comprometen, en forma clara y definitiva, a consolidarnos como una Universidad con fuerte énfasis en investigación y posgrados, las bases que vemos como fundamentales para el salto socio económico que necesita Chile. El progreso en este lineamiento institucional ha sido sustantivo. Son esas bases las que permitirán consolidar un cambio necesario y de grandes proporciones que preparamos en materia de pregrado, como también para sostener nuestro liderazgo en el sistema universitario a través del tiempo.

Nuestra institución –como un reflejo de su condición Nacional y Pública-- se encuentra desarrollando en este momento más de 500 proyectos de impacto nacional, y aproximadamente 300 de un impacto específicamente regional a lo largo del país. El financiamiento proviene de diversas fuentes, y desearíamos que el Estado analizara esta dimensión de nuestro trabajo en forma amplia, para darle una sostenibilidad que no se corresponde con las fluctuaciones año a año en los instrumentos presupuestarios. Esta labor refleja, además del nivel académico de la institución, un compromiso nacional que hemos destacado incansablemente cuando se cuestionan los recursos que se entregan a la Universidad de Chile, en el ánimo de reducirlos para ponernos a un nivel de Universidad orientada primordialmente hacia lo docente.

También ha sido la Universidad de Chile la que ha mostrado mayor crecimiento en los puntajes promedio de ingreso a las diferentes carreras. Atraemos a más del 60% de los 100 mejores puntajes de colegios públicos, tenemos la delantera en postulaciones de los estudiantes con mayores puntajes. Esta preferencia de los jóvenes por esta Universidad, que ha venido aumentando en los últimos años, es una clara demostración de nuestra presencia nacional y de la percepción que la gente tiene sobre la calidad y modernidad de esta Universidad y sobre su liderazgo en materia educacional.

Pero junto al desarrollo de nuestro trabajo académico, la Universidad se encuentra también comprometida en la tarea de actualizar su capital. Recientemente hemos inaugurado las instalaciones del Centro de Estudios Pedagógicos y la nueva Escuela de Periodismo. En unos días, inauguraremos el nuevo edificio de la Escuela de Odontología, las instalaciones experimentales de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, y el Centro de Estudios Andinos en Putre. También el nuevo Centro de Estudios Regionales que, con el apoyo de la Municipalidad, residirá en Puerto Montt y albergara dos carreras a partir del próximo año. También se encuentra en marcha la actualización tecnológica de nuestra radio, junto con el proyecto de consolidar su trabajo dentro de un Campus de la Universidad; se concreta también el proyecto en el Campus Norte de Medicina, donde una nueva energía concentrara el trabajo amalgamado de sus escuelas hoy mayormente integradas, y en la perspectiva del nuevo Campus clínico en Peñalolén. Los proyectos en los distintos Campus se han ido consolidando con nuestro esfuerzo y con la ayuda de los recursos del Estado al que accedemos en forma competitiva, aunque aun creemos, en montos inadecuados. Nuestro Hospital Clínico muestra avances indiscutibles en su consolidación institucional, especialmente a través de sus nuevas inversiones. También hemos logrado cimentar programas de capacitación y de seguridad laboral, y avanzar en un centro vacacional para nuestros trabajadores. Al mismo tiempo, hemos impuesto un programa exitoso de reingeniería para la prueba de aptitud académica, hemos podido sacar adelante a la editorial universitaria, sumida en un estado de quiebra debido a las desvastadoras consecuencias de decisiones creemos, equivocadas.

Hay pues razones para mirar con satisfacción lo que hemos venido logrando. A lo anterior hay que agregar otros indicadores, que reflejan el cambio que ocurre en nuestro espíritu universitario para refrendar nuestro rol nacional. El Hospital Clínico, acude a la undécima región a realizar un trabajo solidario con las comunidades más alejadas y desprovistas de atenciones de salud de cierta complejidad. También nuestros oftalmólogos brindan su trabajo voluntario en la octava y novena regiones, nuestros odontólogos lo hacen la cuarta y nuestros educadores en la Isla de Pascua. Nuestra escuela de verano, este año, se desarrollo en La Serena, en Caldera, en Puerto Montt, en Castro en Ancud y en Quellón, llevando nuestro mensaje a Chile. Y también nuestro arte ha viajado por todo el país con la orquesta sinfónica, nuestro teatro nacional, nuestro coro y Camerata. El espacio universitario vuelve a ser uno para pensar a Chile, discutir sus problemas y proyectar las propuestas; la reciente creación del Instituto de Asuntos Públicos está inspirada en el deseo de avanzar en esta importante misión que, como lo destacara S.E. el Presidente de la República, rescata en forma importante nuestra tradición de constituirnos en un ente pensante en relación a la sociedad chilena y sobre los temas públicos.

Todas estas acciones, nuestro caminar, se producen con un financiamiento estatal de solo 25% en el presupuesto. Es decir, tenemos que luchar arduamente por el resto, sin descontinuar nuestra función académica y protegiendo el carácter nacional de la institución, para no llegar al absurdo de privatizar lo que es esencialmente una tarea de esta Universidad para Chile, y sin, tampoco, privarnos de la diversidad social que obstaculiza el contar con aranceles inalcanzables para la clase media, y para muchos aun más pobres que sufren los efectos de un inadecuado sistema de ayuda estudiantil. Por ello, cuando se nos ha calificado de "super-ineficientes", que solamente "marcamos el paso y lloramos por más recursos", hemos reaccionado con indignación. No solo son esas afirmaciones falsas, sino que reflejan un total desconocimiento del problema. Son frases al pasar, como tantas otras, pero que se han permitido calificar a la Universidad de Chile como un grupo corporativo de poder que así actúa para esconder sus problemas.

El debate que se planteó, desgraciadamente, no versó sobre los temas de fondo, sobre la necesidad, que hemos destacado permanentemente, que todo el sistema rinda cuentas del uso de los recursos del Estado, y que empiece a primar el criterio de resultados para fijar el aporte a las instituciones. Desafortunadamente el debate no se ha planteado sobre cuentas de gestión o sobre datos comparativos, o de juicios sustentados en evidencia o criterios constructivos. Ofender gratuitamente no le hace bien al país en la búsqueda de solucionar nuestros problemas, declaraciones al pasar no abren los debates que necesitamos, y solo refleja animosidad y desinformación. Yo espero que no estemos en la antesala de un nuevo intento para reducir el presupuesto de la Universidad de Chile; por ello, pido nuevamente que se instaure una política que examine efectivamente los resultados de todas las instituciones, que se comparen los productos en calidad y cantidad, que se examine el impacto nacional del quehacer académico, que dotemos de un contenido al concepto de eficiencia que necesita, como sabemos, tantas cuidadosas calificaciones en el ambiente de la educación.

Estamos tranquilos, todos los indicadores en investigación, en fondos concursables para la investigación y la docencia nos colocan a la cabeza del sistema. El número de nuestras publicaciones científicas, expresadas por unidad de recursos estatales, nos señalan como la institución más eficiente del sistema universitario. Nuestro producto de investigación y docencia por académico es satisfactorio, y ha venido mejorando. La calidad de nuestros egresados, que se forman en contacto con la investigación y no solo con la repetición del conocimiento ya divulgado, muestran una forma de eficiencia que el ignorante no puede comprender. Tenemos la preferencia mayoritaria de los postulantes y los mejores indicadores en posgrado. Seguimos siendo la mejor Universidad de Chile, que lo sepan quienes afirman en muchos lugares que hay que terminar con la Chile para así ampliar el mercado para la venta de tanta ilusión. Seguiremos firme en la conducción de una Universidad de pie, de una Institución Nacional y Pública, que no se niega al diálogo ni a la discusión sobre indicadores académicos, mecanismos de financiamiento y cuentas de gestión, pero que requiere para ello respeto y altura de miras. Advierto sin embargo, que se preparan otras intervenciones para denostarnos e insinuar que Chile debería disminuir los recursos a esta institución; hay mucho intereses y poderes detrás de estas acciones, y tendremos que mantenernos alerta sobre sus desarrollos y los resultados que se buscan.

Como Rector, declaro que me encuentro orgulloso de todas y cada una de nuestras unidades académicas: todas ellas han hecho un esfuerzo digno de admirar en los últimos años. Algunas, pueden medir sus resultados en cifras precisas, otras necesitan criterios más amplios, capaces de albergar precisamente la diversidad disciplinaria. Todas defienden a la Universidad de Chile, si a eso se le quiere llamar "llorar por recursos". Todas y cada una de nuestras unidades han hecho un esfuerzo admirable, especialmente aquellas que han acentuado en este tránsito el respeto por las personas y por la institucionalidad, para avanzar en forma sólida, sostenible, concordante con el ideal de humanismo que esta Casa alberga por siempre.

Este no ha sido un pseudo debate. Se trata de una materia de principios que permite además sostener nuestra visión sobre las necesarias políticas para darle mayor transparencia a todo el sistema de Educación Superior. Ha servido también para iniciar nuestro año académico con singular unidad, con gran satisfacción, con el deseo que el debate sea efectivamente serio y responsable, y que se articule por medio de las autoridades educacionales que deben liderarlo. Sirva también para redoblar nuestros esfuerzos, promover más y más trabajo de calidad, poner cada uno una mayor cuota de amor en lo que hacemos día a día, con sacrificio, por esta sublime Casa.

Dentro de nuestras preocupaciones se encuentra en estos días, aquella que concierne al crédito solidario estudiantil. Es sabido que este sistema se encuentra en crisis, que los recursos se administran en forma insatisfactoria, que son necesarios recursos adicionales para hacer realidad aquello que todo joven capaz debe tener acceso a la Universidad. Sabemos que la clase media es discriminada en forma abierta; sabemos que la familia chilena se encuentra impedida de hacer el esfuerzo para financiar los estudios superiores de sus miembros. Sabemos que nuestro Estado necesita hacer mayores esfuerzos, para brindar más y mejores oportunidades, construir a través de la educación el futuro que se sueña para Chile en lo económico y social. Por eso, vemos con esperanzas la nueva legislación que preparan las autoridades en tan importante materia, así como vemos saludable el esfuerzo hecho hasta ahora en orden a instaurar un sistema de acreditación de calidad que sea aceptable, así como es vitalmente necesario. En nuestra visión, el Estado no puede hacerse cargo simplemente de validar un sistema, sino está seguro de los estándares que se buscan en calidad profesional. Por ello, hemos llamado insistentemente a reflexionar sobre estos aspectos.

Una nueva normativa sobre el crédito universitario-- que debiera discutirse ampliamente pero producir resultados dentro del año-- tratar con los problemas de largo plazo; la cuestión es, que el déficit presente es importante, y resulta crucial preocuparnos del mismo en el marco de las declaraciones globales que hemos escuchado sobre la importancia de la educación. Llamamos a que el diálogo permita resolver gran parte de los problemas, y que exista la voluntad de emplear mayores recursos para financiar las diferencias que son evidentes, más aun en el contexto de esos difíciles tiempos para la familia chilena.

Los aspectos de financiamiento son de fundamental importancia para el así llamado Proyecto-País. Se trata, como sabemos de sostener crecimiento e inversión para ofrecer alternativas mejores a las futuras generaciones, ingresar a un grupo de países con mayor bienestar. Pero esto mismo requiere de estabilidad y de un progreso importante en materia distributiva, lo que debe ganarse por medio de una mejor y mayor contribución de todos al crecimiento. En todo el mundo es la educación la que permite combinar estos aspectos de equidad y de crecimiento en una forma constructiva; es por eso que las economías industriales privilegian a la educación pública, el verdadero estándar de calidad del sistema. Tantas veces hemos insistido, y lo haremos una vez más: el país requiere un proyecto educativo que sea la base verdadera, en cantidad y calidad, para el salto material que se busca producir en algunos años. Por ello, la preocupación por el financiamiento estudiantil, como aquella relativa a acreditación de calidad institucional y profesional, como el incentivo a la investigación y a los posgrados, requieren políticas reordenadoras que se hacen urgentes para evitar el deterioro del sistema y los conflictos.

Yo saludo desde aquí al mes de la Educación Pública que promueven diversas organizaciones estudiantiles. Me parece que frente a los retos que tiene Chile, el tema de una Educación Pública de calidad y con adecuado financiamiento y organización, es central y constituye el elemento determinante de la evolución futura de nuestros resultados económicos y sociales. Llamo a la autoridad adherir a esta idea, a celebrar debates sobre los problemas que nos afectan, a acelerar las decisiones y políticas que propendan a fortalecer un sector fundamental para el futuro de Chile.

La inauguración del Año Académico 2002 es un motivo para reflexionar con mucha fuerza acerca de nuestras tareas y del cumplimiento de las metas que nos hemos propuesto. Llamo a nuestros académicos, estudiantes y funcionarios a emprender con compromiso el trabajo que tenemos por delante. Mostremos a Chile un camino, de seriedad, competencia, compromiso nacional, calidad de resultados. Insistamos ante la sociedad chilena respecto de la necesidad de políticas aplicables a la Universidad que sean consonantes con su rol y misión, y que al mismo tiempo ponderen en forma adecuada su contribución al progreso intelectual, científico, tecnológico, humanístico, artístico. Hagamos de este año, uno en el que efectivamente se posicionen los temas que nos preocupan, se formulen las propuestas y se logren los acuerdos para avanzar y otorgar a Chile la posibilidad de una educación sólida y comprometida con la persona y el progreso del conjunto. Sea este el año en que nuestro nuevo estatuto, empiece a iluminar días mejores con relación a nuestra organización y los retos de aunar nuestro trabajo para fortalecer nuestra presencia.

Este año de elecciones de autoridades en los distintos niveles, sea también una oportunidad para que los académicos meditemos acerca de los logros y de las propuestas que han de conducirnos a nuevas tareas. Pero con ello, demos un ejemplo a Chile. Que sean las ideas las que primen, que sea el debate el que abra nuestras mentes y nuestros corazones a considerar el mejor proyecto posible para la Universidad de Chile. Estoy seguro, que mis distinguidos colegas y amigos académicos postulantes también a la rectoría de la Universidad, están inspirados en el amor a la institución, y tratan de llevar la fuerza de sus ideas con ahínco y convencimiento en pro de la Universidad que queremos; todos unidos, debemos empujar por la institución que anhelemos presentar al país. Demos a Chile –todos juntos-- el orgullo de seguir contando con una Universidad que proyecta en forma sobria y seria su trabajo de calidad para el país y su futuro.

Nos alberga, señoras y señores, una gran institución, un legado sublime de la historia republicana: seamos cuidadosos para seguir fortaleciendo su presencia indispensable en nuestra sociedad; seamos sabios para fortalecer sus enseñanzas; seamos dignos hijos de ella. Aprendamos, hoy más que nunca, a teñir nuestro corazón de azul para decirle al futuro que aquí estamos, aquí nos encontramos diseñando lo que viene, construyendo la entrega, proyectando a nuestra juventud, haciendo Universidad, manteniendo vivo el espíritu de Bello, de Domeyko, de Letelier, de Juvenal Hernández.

Viva por siempre la Universidad de Chile... Para Chile!!

 

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