Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en Ceremonia de Conmemoración al Día Internacional de la Mujer organizada por el Sindicato de Trabajadores de Lan Chile S.A.
(Transcripción)
Es francamente un agrado que este acto tenga lugar en el Salón de Honor de la Universidad de Chile. Quisiera decir que esto no es casual, ni es tampoco un local que la Universidad presta para actos de esta naturaleza, se trata de celebrar un día que tiene un significado muy especial, pero sobre todo en el contexto de los retos que vive Chile y, por lo tanto, pasa a ser también, un acto que tiene mucho que ver con las preocupaciones de la Universidad, de su trabajo y de su propuesta para el país y la sociedad chilena.
Uno de los temas cruciales en nuestra sociedad de hoy, es el tema de las desigualdades. No cabe ninguna duda de que todos nuestros sueños como país, de que todas nuestras posibilidades de alcanzar aquello que queremos dejarle a nuestros nietos no será factible, si no somos capaces de disminuir ese enorme diferencial en oportunidades y en capacidades que hoy día nos dominan. Temas de desigualdad que ciertamente tienen que ver con la desigualdad regional, que grandemente tiene que ver con la desigualdad socioeconómica, pero que una de sus dimensiones más fundamentales, tiene que ver con la desigualdad que hoy día en Chile enfrenta la mujer: desigualdad de oportunidades, pero también y más grave, desigualdad de condiciones.
Es indudable que hemos avanzado mucho en ese campo, hoy día a diferencia de lo que ocurría hace 30 años, ingresa a la Universidad aproximadamente un 50% de estudiantes mujeres, pero todavía al final del camino existe una discriminación marcada contra nuestras profesionales mujeres en términos de oportunidades laborales, en condiciones de trabajo y en remuneraciones. Eso se transforma en una de las vertientes que explican grandemente los fenómenos de desigualdad global que sufre Chile y, por lo tanto, aprender a avanzar más rápido en este ámbito, de una sociedad organizada en términos de las preferencias por el hombre, parece ser fundamental para poder avanzar en el camino al desarrollo económico. Si uno compara a los países por su propio nivel socioeconómico, los países más avanzados, los más industrializados, aquellos que han hecho el esfuerzo, o han tenido la fortuna también, presentan menores brechas de desigualdad entre hombres y mujeres y son mayores aquellos países más pobres, más atrasados, donde las mujeres son tratadas en una forma tan lamentable, casi incompatible con una sociedad civilizada. Pero así es, eso ocurre en el tránsito al proceso de desarrollo, ha influido la discriminación y, por lo tanto, aquí se enfrenta este problema que es tan típico en la economía. Si queremos lograr una cosa hay una precondición, pero esa precondición, en gran medida depende de que se logre aquella cosa y creo que el país tiene que aprender a resolver este par de ecuaciones fundamentales. El país no puede seguir viviendo con su atraso, con su postergación, es lo que legítimamente puede hacer en términos de obtener mejores horizontes sociales y económicos. Pero al mismo tiempo, y para eso debe lograr disminuir muchas de las brechas que hoy día existen, tenemos que aprender a generar un mundo de mayores oportunidades. Nosotros mismos en esta Universidad todavía tenemos un porcentaje muy bajo de académicas, si uno mira a las académicas que existen en las jerarquías superiores de nuestras calificaciones, son aun menor. De ellas solamente una Decana, quizás algún día en el futuro rectora, pero creo que la Universidad debe en esto aprender. Eliminar barreras, que son más que nada barreras culturales, marcadas por la historia y por un machismo que de alguna manera a servido para justificar todo, menos lo bueno que necesitamos para poder salir adelante. Por eso que este reto, esto que es tan importante para la sociedad chilena, esto de pensar en eliminar las diferencias es un tema central para la Universidad y, por lo tanto, que este acto haya tenido lugar en el Salón de Honor de la Universidad de Chile es un elemento muy esencial para una Universidad que siempre quiere vincularse al país, a la sociedad chilena con sus ideas y sus propuestas. De esta manera, yo tengo que agradecerles a ustedes que esto haya ocurrido en este histórico lugar.
En este Salón de Honor hay 130 años de historia, ha ocurrido de todo pero después de tantos años y a lo largo de muchos, creo que han sido pocas las veces que este Salón de Honor ha servido para darle un homenaje a la mujer. Por consiguiente, es una oportunidad histórica que empieza, y esperamos que así sea, a marcar los destinos futuros de nuestra sociedad, en que la mujer, el hombre y el ser humano no tengan un día para celebrarse, sino todos los días y que este sea el inicio de un mundo en el cual las oportunidades y las condiciones se igualen para todos. Sean quienes sean, vengan de donde vengan, es la sociedad que queremos, es la sociedad que soñamos y ustedes; que son además quienes nos producen los sentimientos más profundos como sociedad, quienes son las encargadas de la reproducción de nuestra especie y quienes tienen, por lo tanto, esa sensibilidad que tan importante es para el desempeño en cualquier actividad, sobre todo en una sociedad que necesita humanizarse más, ustedes deben entonces constituirse cada día el reto para salir adelante en eso tan crucial que enfrentamos: ser mejores, mejores integralmente. Con ese sueño, creo que es lo mejor que podemos hacer para terminar dignamente esta ceremonia.
Un feliz día en lo que queda, pero un feliz año, un feliz futuro para una sociedad mejor con ustedes, con nosotros, con todos... por Chile.
Muchas gracias.