Discurso del Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración de la Universidad Virtual. Escuela de Verano 2002: Copiapó, La Serena, Valparaíso, Concepción y Valdivia

(Transcripción)

Mi responsabilidad como profesor es hablar un poco de los temas económicos. Esta Escuela está abocada al tema general de las revoluciones que cambiaron al mundo y su impacto en Chile y la responsabilidad que se me ha asignado es hablar de la economía. Pero para hablar de estos temas, como de muchos otros, en el ámbito social, uno no puede dejar de lado el tema de la visión histórica y quiero entonces con eso sostener la hipótesis de que Chile no ha experimentado una revolución que nosotros hemos visto en los últimos 10 o 15 años, sino que Chile ha sido un país que ha experimentado en el curso de su historia muchas revoluciones en materia económica y social y que esas de alguna manera han configurado la forma de ser de los chilenos.

Quizás valga la pena hacer este gran resumen, de lo que ha sido el devenir histórico de nuestro país. Nosotros hemos sido, primero, una economía colonial casi tres siglos, con un cambio lento en materias económicas y sociales, muy consonante con las evoluciones del mundo. Un gran salto político, pero también económico que es la construcción de la República, período que culmina a mediados del siglo pasado, pero que significó un gran salto desde el punto de vista económico y social.

El siguiente gran salto está en el siglo salitrero de la economía chilena que la marcó desde fines del siglo pasado hasta por lo menos las tres primeras décadas de éste y con un salto muy importante a la llamada protección económica en la década del 30 y la del 40; desde donde salimos para instaurar en los años 70 y de ahí en adelante donde estamos hoy día, en una economía con apertura y con un mayor rol para el mercado y los privados.

Pero, ¿qué es lo común a todo esto, a todo este gran transcurrir de una economía desde los 1500 hasta el año 2000? Bueno, de una economía dependiente, y vamos a seguir siendo siempre una economía dependiente, eso es una cuestión que va a estar dada, a menos que, de aquí al siglo 29 cambie la organización del mundo y constituyamos otros países, pero así como estamos hoy día configurados, somos una economía dependiente. Una economía pequeña -nótese-, una economía pequeña, en el concepto económico, quiere decir que sus términos de intercambio están determinados fuera del mundo de uno y, en consecuencia, es una economía pequeña para todos los efectos de cómo ocurren las cosas y, por lo tanto, una economía inestable; o sea, que va a estar sujeta a los vaivenes de un mundo que va a estar siempre cambiando y, por consiguiente, uno debe estar preparado para enfrentar crisis permanentemente tal como la economía chilena ha soportado crisis durante toda su historia y que todas ellas evidentemente han sido dramáticas algunas de ellas y ciertamente complejas.

El período colonial que quiero describir será muy someramente. La economía colonial comienza a marcar la economía chilena con lo que llamo los ciclos productivos, ciclos históricos. La economía nacional fue primero una gran productora y exportadora de metales preciosos, esos fueron muchas décadas en que esa fue la inserción productiva internacional del país y de allí se transformó en un país ganadero, también en productor y exportador al resto del sistema colonial español en el área de productos derivados de la ganadería tal como en la época del cebo. Pero posteriormente, la economía nacional pasó al trigo y se transformó entonces, producto de otras oscilaciones económicas, en un país triguero, o sea, es una economía que no ha sido homogénea, todo el tiempo lo mismo, sino lo único constante en todo este período, ha sido dentro de este ciclo de metales, de ganadería y de agricultura: el cobre. Éste empieza a explotarse desde muy temprano en la industria nacional y permaneció en un perfil muy bajo durante todo este tiempo con altos y bajos, pero la economía en general fluctuó enormemente y, por lo tanto, uno se pregunta ¿qué es lo que determina que una economía pase de los metales, al ganado y al trigo? Bueno, los términos de intercambio es la respuesta, o sea, cambiaron los precios afuera, los precios del ganado, los precios del trigo, los precios de los metales o la abundancia relativa aquí o en otras partes y, por lo tanto, cambió esto. En consecuencia, una economía -ratifico el concepto- pequeña y dependiente.

La economía colonial, por tanto, nos marca como una economía en giro permanente, o sea estamos permanentemente cambiando, claro que no en el concepto de los 20 o 30 años en los cuales uno tiene más o menos conciencia económica. Estamos hablando, en este caso, de cambios que abarcan décadas como algunos de ellos como el caso de la economía colonial, no es cierto, siglos.

Pero, ¿qué es lo que deja la vida colonia? Nótese que estamos hablando de una vida de casi 300 años. Bueno, deja un legado de giros, o sea, nosotros somos una economía que debiera estar acostumbrada a estas grandes fluctuaciones, a estos grandes cambios, cuando pasamos de la ganadería al trigo, o cuando pasamos de la minería a la ganadería. Los grandes giros económicos en primer lugar, hemos aprendido en nuestra historia, vinieron desde afuera, desde la demanda externa y todo lo que aquí se importaba venía desde afuera.

Ahora el elemento de estos giros es el efecto en la población y el bienestar económico, porque evidentemente cuando pasamos de la minería a la ganadería y a la agricultura, hay grandes giros de población que ocurren en todo esto y, por lo tanto, el fenómeno de poblaciones desempleadas, de poblaciones migrantes no es un fenómeno nuevo en la economía chilena. Nosotros lo hemos visto probablemente en los últimos 50 años cuando de la agricultura la gente se mueve a las ciudades, pero no cabe ninguna duda que en el futuro podrán ocurrir otros tipos de movimientos de ciudades grandes a pequeñas, por ejemplo, como hoy día está empezando a pasar; y eso de nuevo es el resultado de estas grandes fluctuaciones económicas.

Y finalmente porque la misma necesidad de la Independencia fue en gran parte un tema económico, eso es una hipótesis bastante desarrollada, porque a parte de los elementos políticos naturalmente -este tema económico de sentirnos permanentemente cambiando de giro productivo -era un elemento de insatisfacción permanente que se va quedando en uno como producto de las generaciones que le anteceden. O sea, los padres de uno estaban inconformes, los abuelos de uno estaban inconformes; entonces todo este giro económico va dejando también un giro de inconformismo que ha permeado muy fuertemente en la población nacional, yo diría, desde siempre.

La transición. La transición es un período que desde el punto de vista económico, mucho más allá del período de la Independencia que se enseña en la historia, tiene que ver con todo el proceso de construcción del Estado y, por lo tanto, uno podría en términos económicos definir la transición desde el momento en que se ratifica la Independencia desde el punto de vista militar hasta el minuto en que se consolida el Estado más o menos bajo el Gobierno del General Prieto y la época de Portales. Pero, ¿cuáles son los sacrificios de todo este período bastante largo? En primer lugar, durante todo este proceso estamos hablando de un país sin mercados, recuerden que estábamos sujetos a un monopolio de compra por parte del mercado español, un país sin inversión. Éramos un país agrícola y desbastado por la guerra de la Independencia por lo demás, inestable naturalmente. Aquí hubo experimentos de todo tipo, experimentos federalistas, hubo gran inestabilidad política durante por lo menos durante una década y finalmente con graves dilemas políticos, el mismo dilema que planteó Carrera que debíamos ser un país federal o un país unitario, el problema de los distintos segmentos del país, el problema de Chiloé, el problema -digamos- que todavía sigue pendiente de las minorías en el Sur de Chile y graves problemas políticos que tuvieron que enfrentarse durante este período.

Sin embargo, hacia el final del período hay una siembra de orden en el Estado y en las finanzas públicas. Este orden en el Estado y en las finanzas públicas, particularmente, tiene un nombre: Rengifo, un gran Ministro; un gran ordenador del sistema de finanzas que no existía, de construirla y de un concepto y rol de Estado que no existía y hubo que ponerlo en práctica en el período "portaliano". Lo importante de todo este período de grandes sacrificios, es la transición, un período de gran pobreza, por lo demás, un período en que además tuvimos que endeudarnos, recuerden ustedes, para poder seguir adelante con el proceso de Independencia nacional, todo este período está marcado también por un verdadero deseo de ser país, ese es un elemento importante que marca un poco el por qué estuvimos dispuestos a pagar estos sacrificios.

El siglo XIX está marcado, después de estos períodos de estabilización del Estado, por dos nuevos ciclos productivos. El ciclo productivo del trigo -ustedes seguramente muchos se recuerdan de esto- de la bonanza de California y Australia, claro, de nuevo la demanda externa saltó tal y como sube el precio del cobre y están todos contentos ya que subió el precio del trigo y una gran demanda de trigo en California y Australia. Bueno, un auge inusitado de la producción de trigo en el país que fue bastante breve, pero importante; y también el de la plata por supuesto, que fue un ciclo corto, pero muy significativo y de alto impacto. Eso estuvo ocurriendo junto a lo que yo llamaría una modernización de la economía. Empieza a desarrollarse en el país un sistema financiero bastante estable, el Estado comienza a consolidarse como un actor económico muy importante desde mediados de siglo, desarrollándose una actividad industrial, diría, bastante incipiente, pero importante especialmente en el área de los servicios.

Ahora bien, este ciclo expansivo obviamente lleva a una gran -yo diría- expansión entre otras áreas, en el ámbito cultural ciertamente a mediados del siglo pasado, en la década de los 60, y también una expansión económica muy parecida en términos generales a lo que hemos experimentado nosotros en los últimos años. Sin embargo, esa expansión económica termina en una crisis financiera que lleva por supuesto atada una crisis real. O sea, en los años 70 el país sufre una gran crisis, se profundiza y sobre eso viene el tema de la Guerra del Pacífico y un esfuerzo fiscal importantísimo que hubo que hacer para poder llevar adelante la guerra. Los fenómenos de inflación relativamente alta que comienzan en la segunda década de este siglo -parecen según algunos autores- tener su origen en este esfuerzo fiscal para poder financiar la Guerra del Pacífico, es una hipótesis que evidentemente compite con otras. Pero, ¿qué es lo importante de todo este período? Es el gran despegue del salitre que en gran parte se reafirma como producto del éxito en esa guerra, pero que en definitiva logra marcar de manera muy significativa la economía chilena. Entonces ustedes ven acá, en el siglo XIX, tres nuevos grandes siglos, del trigo a la plata y finalmente al salitre pasando por una etapa de gran expansión financiera en que también se empezó a hablar de que Chile podría ser un centro intermediario de la zona para todos los efectos bancarios y financieros.

El salitre marca mucho a la economía chilena, porque es la época del salitre cuando empieza a tener una eclosión en el país la llamada crisis social, la cual no había tenido mayor importancia. Bajo el dominio español, ciertamente, no había importado. Durante la época de la transición tampoco, pero empieza a ser un tema social de mucha importancia. Las primeras revueltas sociales reportadas por la historiografía tradicional tienen lugar a comienzos de siglo aquí en Santiago. Protestas populares de disconformidad con algunos temas que eran más bien anecdóticos y puntuales. Se habla de la protesta por las carnicerías y por el costo creciente que había tenido la venta de la carne para la gente, o sea, la gente sale a la calle y protesta, pero empieza haber esta manifestación de inquietud. Hay un joven abogado de la Universidad de Chile, por cierto, que escribe su tesis a comienzos de siglo sobre vivienda obreras y ese es un tema nuevo, jamás un abogado había escrito en un tema social de esta significancia; ese abogado posteriormente sería Presidente de la República justamente cuando hay una eclosión social en el año 20 de tremenda importancia.

Ahora, ¿por qué había ocurrido todo esto? Bueno, por una profundización de los temas distributivos que hoy día estamos viviendo también nosotros, como yo lo voy a indicar en otras de mis presentaciones. El país de acuerdo a Aníbal Pinto perdió, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, una oportunidad de ser un país desarrollado. Esto precisamente por grandes desequilibrios entre los aspectos sociales, culturales y económicos. Teníamos una economía demasiado desarrollada decía él en lo cultural, en lo social y en lo político con una base económica muy débil y esa contradicción llevó al resto de estos marasmos que ha tenido la economía chilena durante el siglo XX y de los cuales gran parte de nosotros hemos sido testigos. Voy a hablar también en otra reunión un poco más sobre ese tema en particular.

Durante la época salitrera el Estado está en expansión, pero la riqueza está muy concentrada por la estructura, por la forma en como se da la explotación salitrera y eso empieza a desarrollar una serie de conflictos en potencia, sin embargo, el Estado -nótese- crece sobre la base del impuesto salitrero y, por lo tanto, es una base bastante débil, como lo probó posteriormente la crisis salitrera de la post guerra cuando el Estado se queda sin plata y, por lo tanto, tiene que empezar a financiarse de alguna manera, hay políticas de impuestos y hay políticas también de desfinanciamiento. En consecuencia, ahí empieza a provocarse el fenómeno inflacionario y todo este fenómeno que hemos vivido de ahí en adelante de grandes rupturas macroeconómicas, por un Estado que tiene que empezar a seguir haciendo las mismas cosas, pero con menos plata que antes: ese es el fenómeno de los años 20.

Todo este fenómeno salitrero es una expansión productiva, ciertamente, que lleva a una crisis con cambio social el año 20. Ahí está la historiografía nacional que nos habla de la época del cielito lindo y la elección de este joven abogado como Presidente que es don Arturo Alessandri que es quien determina ese cambio. Desde luego con una perspectiva que crea conflictos importantes a nivel político y que lleva a una gran cantidad de desordenes políticos durante toda la década del año 20, como son los golpes de Estado y sucesiones de Presidentes; en el fondo un Estado que estaba en expansión, pero que tenía poca plata y en segundo lugar una crisis social, porque ya ciertamente había -yo diría- mucha desilusión social y política con lo que estaba ocurriendo con la situación de los más desposeídos.

Por lo tanto, pasamos de una crisis a otra, fíjense ustedes que aquí estamos hablando de un período relativamente largo, de la crisis internacional financiera del año 29. Chile fue uno de los países más afectados en el mundo por esa crisis, se calcula que la tasa de desempleo nacional debe haber llegado a un 35%. En esos días, la caída del producto debe haber sido de más del 20% durante el año 30 y 31: una crisis tremendamente profunda. De manera que acá hay dos crisis que se suman a este Estado en expansión con poca plata y a una crisis social que venía desarrollándose desde comienzos de siglo, o sea, aquí hay una bomba de tiempo a comienzos del los años 30. Pero hay una propuesta popular, que encabeza el Presidente Aguirre Cerda el año 39 y que reformula completamente el tema y se basa fundamentalmente en sostener una política de Estado en expansión y de demasiado confiar en los términos externos, olvidémonos un poquito del tema de la demanda desde afuera, veamos cómo podemos organizar una respuesta productiva desde adentro, una cosa que ciertamente se podía hacer el año 39.

Desde luego que esto es una estrategia de desarrollo, si uno lee los documentos de la época que dieron origen a todo esto, no fue una reacción venal del momento: "a ver qué es lo que hacemos, ahora salgámonos de esto y cerremos y elevemos los aranceles para que no haya más importaciones"; sino fue una estrategia de desarrollo pensada y que estuvo sustentada en la experiencia económica de los últimos cincuenta años. Por lo tanto, la Corfo se transforma en un instrumento de promoción de la industrialización nacional y una estrategia de sustitución de importaciones que estuvo basada en el aumento de los aranceles para hacer más cara las importaciones y, en consecuencia, desarrollar ciertas ventajas productivas de la industria nacional. Ahora esto no fue un invento chileno tampoco, una buena manera de enfrentar un tema que no era de los últimos cinco años como he querido dar a conocer, sino era tema de los últimos cincuenta y probablemente de los últimos cuatro siglos al momento en que este tipo de estrategia se adoptó. Pero esta estrategia sigue mucho también la que se adoptó en Estados Unidos en la misma época de post crisis que fue llamada la estrategia del New deal. Una nueva manera se hacer las cosas y que también imprimió el carácter proteccionista a la industria nacional; elevaron los aranceles, hubo un avance del proteccionismo que duró muchos años en la economía mundial. Por lo tanto, nosotros no somos una excepción en eso y los que critican hoy día esto, la verdad, es que debieran mirar con mucha perspectiva histórica el tema. Esto no fue una decisión de un Presidente que de repente se le ocurrió que el Estado y la organización del país debía ser más socialista y menos capitalista o más cerrada y menos abierta, fue una decisión que evidentemente tomó mucho tiempo y que estuvo basada en una estrategia que obedecía a la realidad internacional.

Todo esto llevó a inversiones en educación y salud, como sabemos, y una repuesta con más Estado para los retos de una apertura que produjo resultados discutibles. Esta apertura se había venido produciendo desde fines del siglo XIX y produjo resultados discutibles; si uno los mira en las estadísticas fiscales, en las de crecimiento, en las de empleo que se han ido reconstruyendo, los resultados son discutibles. Evidentemente para una economía pequeña, como la nuestra, los resultados siempre han de ser discutibles, nunca los resultados van a hacer totalmente claros, porque van a ver lados buenos y lados malos.

Pero de ahí en adelante, y esto es muy importante, desde los años 58 al 73 hay una crisis progresiva, porque esta estrategia no dio solución de fondo y se empiezan a provocar grandes ciclos de sucesiones políticas que entregan distintas respuestas a un tema que en definitiva requería, en la perspectiva del tiempo, una revisión de la estrategia de sustitución de importación, no hacer borrón y cuenta nueva, que es una costumbre nacional, sino que revisar aquellos aspectos de la estrategia de sustitución de exportaciones que debieran haberse puesto un poquito al día en los años 50 y en los años 60. Por el contrario, como sabemos, las propuestas fueron mucho más profundas, más radicales y en definitiva se fueron profundizando junto a la permanente crisis económica -que tenía también grandes inestabilidades macroeconómicas y las tiene- y las grandes inestabilidades productivas; es cuestión de mirar como lo vamos a hacer en otras de las reuniones, las cifras que dicen qué es lo que pasó en todos los últimos años en esta materia.

Entonces la reforma de los años 70 y 80 no se pueden juzgar así, si estuvo bien o estuvo mal, tratemos de mirarlo un poco más por encima de eso, porque yo creo que una manera de haber planteado este curso era haber dicho, mire a mí me encargaron hacer algo sobre las revoluciones y su impacto en Chile, entonces yo parto del año 75 y digo aquí empezó, ocurrió una gran revolución y eso ha tenido un gran impacto en la economía nacional y hablo exclusivamente de ese tema. Pero yo he querido ponerlo en perspectiva, porque Chile es un país que ha sufrido este tipo de ciclos y de cambios tan profundos. Muchas veces antes nos ha ido mal, porque no hemos sabido administrarlo, porque no hemos sabido readaptarlo a las nuevas condiciones, o porque tendemos a ridigizar modelos que de alguna manera tienen que ser adaptables a realidades que van cambiando. Entonces, ¿cómo juzgar todas las reformas que ocurrieron en los años 70 y 80? Desde luego creo que el elemento más importante para juzgarlo es el elemento político, pero ese no es mí tema, no me voy a meter en ese, porque hacer reformas requiere tener ciertas sostenibilidad política y ahí evidentemente las condiciones eran bastantes anormales por decirlo de alguna manera elegante.

Pero lo que sí creo es que aquí hay cuatro elementos. Elementos entre estrategias de los 70 y los 80 como producto de su relación con todas las ocurrencias económicas anteriores. En primer lugar, hubo una falta de renovación en la estrategia al interior de los años 40; es una estrategia que se diseñó y se siguió aplicando básicamente con los mismos parámetros y no tuvo la oportunidad de ser readaptada a nuevas condiciones nacionales y mundiales y eso probablemente fue un grave error, que llevó a desequilibrios macroeconómicos, inflación persistente, descontento; porque los salarios caían sistemáticamente, las industrias se iban haciendo improductivas, las industrias estatales tenían una grave crisis desde el punto de vista de productividades, tecnologías, de inversión, todos esos problemas requirieron revisión en su momento y como no los hubo, entonces se llegó necesariamente a una solución total y esa solución total comienza en los años 70.

El segundo elemento, es que hemos sido siempre una economía minera, o sea, nuestro país parece olvidarse frecuentemente de eso y es bien grave, porque lo único constante en la historia económica nacional es eso: somos una economía minera productora de cobre. Ahora que además podemos hacer bien otras cosas, sí, pero somos una economía minera productora de cobre elemento muy importante que no debe olvidarse. En momentos en que el país produce anualmente mil sicólogos, mil abogados y cuarenta ingenieros de minas, eso parece que nos olvidamos que nuestros giros deben estar también en torno a nuestras condiciones estructurales. Y respecto al futuro del cobre siempre ha habido quienes dicen que no hay futuro para el cobre, pero eso se viene diciendo por lo menos, desde que yo sé, hace más de 130 años; que no hay más futuro para el cobre y ahí está nuevamente como actor número uno en el desarrollo de muchas otras actividades productivas. Entonces eso no hay que olvidarlo, porque uno de los temas que permanentemente está en discusión es si es que hay que privatizar o no un área en la cual uno debiera pensarla como un área de desarrollo estratégico también.
El tercer elemento, es que en todos los últimos cuarenta o cincuenta años, diría yo, nos ha faltado proyecto y consenso, esa es la verdad. O sea, que aquí las soluciones, no es cierto, de un lado y otro han estado permeadas por proyectos unilaterales y por ausencia de consenso sobre soluciones alternativas a temas que no son fáciles, como es el tema económico. Cuando uno mira la realidad del mundo, Japón por ejemplo, adoptó la actual estrategia de desarrollo. Cuando Singapur se embarcó en la estrategia de desarrollo, no fueron decisiones que se tomaron en un minuto porque a alguien le dio la corazonada que era mejor hacerlo así: son decisiones complejas que toman tiempo y que requieren amplios consensos sociales. Si no hay consensos sociales evidentemente que los modelos de alguna manera son insostenibles.

Pero esto es una cosa importante, que todos estos cambios, estas reformas, adelantan una tendencia global que hoy día está presente en todos los países del mundo. O sea, Chile hizo muchas cosas y después ocurrieron cosas muy parecidas en muchas otras partes y, en consecuencia, eso nos dio unos metros de ventaja de los cuales todavía nos quedan varios más.

¿Qué voy a hacer en las tres reuniones que siguen a ésta? Voy a hablar de la reforma económica reciente y de los dilemas que ellas presentan en la segunda reunión que es el día de mañana, y con esto me voy a referir esencialmente y concentrar en los años 70 y 80, porque tenemos limitantes de tiempo para poder analizar con mayor detenimiento todo el contexto histórico de los últimos 100 años.

Segundo, quiero hablar de un elemento que es muy importante, porque esto es una constante y que tenemos que enseñarles a nuestros hijos y a nuestros nietos, de que eso siempre va a ser una constante, por lo menos mientras vivamos en este país: las crisis. Éstas vienen desde afuera, tienen origen financiero real y nos van a impactar fundamentalmente. Entonces quiero discutir ese tema ejemplificando con la última crisis financiera del año 98 y 99.

Y finalmente quiero referirme a los retos económicos para este siglo, o sea, qué lecciones puede sacar uno de todos estos cambios, estos giros, estas revoluciones como se ha llamado para esta Escuela el caso de los temas económicos. Ahora si uno quisiera hacer un resumen de esto, ¿ha existido efectivamente una revolución en materia económica en nuestro país? Creo que nuestro devenir económico ha sido una permanente revolución, conclusión de mirar los últimos 400 o 500 años de historia. Hemos estado permanentemente en estos cambios, pero la mayoría de ellos desde afuera con reacciones a veces más o menos marcadas, más o menos útiles desde el punto de vista de la política interna. Los cambios casi siempre han venido desde afuera, nuestros pocos éxitos se derivan de lo que hemos logrado hacer desde adentro, y no cabe ninguna duda de que la estrategia de los años 80 tuvo cierto éxito, pero eso se debió a una política muy particular empleada desde adentro. Lo mismo a fines del siglo XIX, también tuvo mucho éxito, pero fue una política derivada desde adentro en materia financiera que ayudó mucho a eso.

Pero en este tema nuestro escenario social ha sido siempre una gran debilidad, entonces aquí priman revoluciones discontinuadas, porque estas revoluciones tienen una fase de auge, de éxito, posteriormente de crisis social y luego un decaimiento asociado a las grandes contradicciones que crea un éxito que muchas veces está muy mal distribuido. Entonces ese es una tema sobre el cual evidentemente uno también tiene que pensar, porque yo nunca he creído que hablar de economía uno deba separarlo de los aspectos sociales, son dos elementos que van juntos en este tipo de análisis.

Muy bien, lo voy a dejar hasta aquí, y don Manuel Jofré ahora va a tomar esta reunión, porque vamos a desarrollar algunas preguntas sobre lo que se espera para las próximas tres reuniones de este curso.

Muchas gracias.

 

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