Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Celebración del Día del Médico.

(Transcripción)

Sean mis palabras primero para dar la bienvenida a esta Casa. Esta Casa fue la cuna de la enseñanza de la Medicina en Chile y nos sentimos de eso muy orgullosos, por lo tanto, no es casualidad que este acto del Día del Médico se realice acá en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, que es unos de los espacios más históricos y más significativos de la cultura y de la educación.

Nuestro propósito no es ser solamente quienes facilitan el local para realizar esta ceremonia, sino declarar que nos sentimos profundamente identificados con lo que se hace en la profesión médica, con los problemas y dilemas que hoy día se presentan en la formación de médicos y en los desarrollos con la investigación.

Quiero expresar un caluroso saludo a nombre de la Universidad de Chile a los médicos chilenos. Hoy día en la mañana realizamos en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile un homenaje a José Joaquín Aguirre, con motivo del centenario de su desaparición. José Joaquín Aguirre es una figura emblemática, no sólo desde el punto de vista de lo que significó su aporte como un académico médico en la Universidad, sino además como Decano de la Facultad de Medicina y como Rector de la Universidad. Un hombre, que por tanto, entendió los dilemas, los retos que implicaba no sólo el hacer bien la enseñanza, sino también los grandes retos de política, y creo que José Joaquín Aguirre como tantos otros, se les debe el hecho de hoy día contar en Chile con una profesión médica que tiene no sólo el prestigio, sino que además la tradición de ser considerada una de las mejores del continente.

Yo no soy de la profesión médica, pero muchas veces escucho cuando acudo a otras partes del mundo, cuando profesionales de otras universidades, de otras partes de Latinoamérica se expresan con tanta admiración, en lo que hemos sido capaces de hacer en medicina en Chile. Por la calidad de nuestros médicos, producto de la calidad y seriedad de nuestra enseñanza y nuestra investigación que debe respaldar la formación de un médico, eso nos llena de orgullo a todos a quienes somos de esta Casa. Es por eso también, que quisiéramos con el respeto que corresponde a una entidad universitaria de la tradición y prestigio que tiene la Universidad de Chile, llamar al país a reflexionar sobre lo que estamos haciendo hoy día en la formación en medicina. Llamarlos no por que creamos que haya que defender lo pasado o que la historia sea inamovible, en esta Casa entendemos que las cosas deben cambiar, que hay nuevos retos, que hay nuevos desarrollos y estamos dispuestos, pero legítimamente a participar en esos retos y desarrollos como lo hemos hecho y lo hacemos siempre: con las manos abiertas, porque esta Universidad es de Chile y no de un grupo económico que reparta a fin de año las utilidades que aquí se genera. Lo hacemos con el corazón de pertenecer a una entidad con historia, con tradición y con peso en la República, y con estos elementos llamamos al país a pensar con seriedad, con profundidad y con proyección lo que estamos haciendo en un área tan delicada como ésta. Hemos insistido en innumerables oportunidades no sólo respecto a la formación en medicina, sino respecto a la formación universitaria que el país necesita tener, una acreditación suficiente que proteja la fe pública y que además entregue los incentivos adecuados para seguir teniendo un sistema universitario de jerarquía como este país siempre lo ha tenido.

Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos para poder ir tras ello, rompiendo incluso mitos a costa de pedazos de historia que a habido que remover. Hemos hecho un convenio de trabajo con la Universidad Católica que ha dado excelentes resultados hasta ahora, porque entendemos que lo primero es proteger el sistema universitario y junto con ello combatir a la mediocridad que se avecina para el sistema. Nos sentimos profundamente preocupados por esta materia y estamos dispuestos a contribuir, no queremos ser críticos simplemente destructivos de lo que ocurre, no queremos ser siempre los que están pegados en la historia para mirar solamente hacia atrás, sino hacia delante. Estamos mirando nuestros planes estratégicos hacia el futuro, a la sustentabilidad de esta Universidad, por eso mismo mirando con esa responsabilidad hacia delante queremos que el país también sienta esta enorme preocupación que tenemos por la formación de calidad que debe envolver siempre como requisito número uno a todas las formaciones profesionales universitarias, pero particularmente aquellas que tienen contacto más directo con la persona, como es la medicina.

De manera que sirva esta celebración y mis palabras de bienvenida para expresar con la mayor fraternidad, pero también con la mayor firmeza que nosotros seguiremos dispuestos aquí a defender la calidad del sistema y la calidad. Es el reto número uno para un país que tiene perspectivas y retos que son muy importantes que considera también un llamado a profundizar en la formación humanista y con servicio público de los médicos chilenos.

Nos parece que aquí hay un reto de tanta importancia sobre el cual el Gobierno ha insistido en innumerables oportunidades y nosotros aplaudimos ese gesto de entender que la medicina no debe ser solamente una práctica, sino que debe ser una noción de servicio al prójimo en la construcción de una sociedad más humanista y más justa.

Felicidades a los médicos y al Colegio Médico que ha organizado este acto. Cuenten con nosotros, porque junto con ustedes estamos dispuestos a seguir trabajando y conformando el gran proyecto que de todas partes y de todos los núcleos de actividades del país Chile necesita para sus grandes objetivos nacionales.

Feliz día.

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