Conferencia del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile.

(Transcripción)

Estimados amigas y amigos Rotarios. Como viejo profesor venía pensando la forma de motivar mi presentación; un profesor siempre debe buscar una motivación para tratar que sus estudiantes ubiquen el contexto de las ideas a exponer, concentren su atención y poder, entonces, entrar en materia. Pero creo que el Señor Presidente del Club me ha facilitado el trabajo al anunciar el porqué de la reducción en los ingresos futuros del Rotary Club en un 25% real. Esto es revelador de la situación por la cual nuestra economía está pasando y, en consecuencia, también me da la oportunidad de utilizarlo como motivación. Hago notar que este ajuste real de 25% que se ha anunciado es mayor que la caída que ha experimentado el precio del cobre, que en términos reales debe ser por el 12% ó 14% solamente. En todo caso, este esfuerzo que ha de realizar nuestro Rotary refleja en buena medida la situación económica prevaleciente.

Ayer el Departamento de Economía de la Universidad de Chile nos puso en antecedente respecto de las mediciones de desempleo en el Gran Santiago. No olvidemos que a la Universidad de Chile se le recortaron los recursos para hacer esta encuesta cubriendo a todo el país, lo cual es bastante lamentable, porque el argumento que se utilizó en esa época fue que el desempleo ya no era un problema y, en consecuencia, no resultaba importante medir algo que no era un problema económico de magnitud. En abierta contradicción con este postulado, se nos informó que el desempleo en el Gran Santiago alcanzaba a un 14,9%. Quiero señalar que esta cifra es bastante similar a la cifra de desempleo abierto que existía en el Gran Santiago durante la crisis de los años 80, que fue aparentemente bastante más violenta. En esos días, bancos que estaban al borde de la quiebra, el producto estaba descendiendo y prevalecía una perspectiva económica que era ciertamente angustiante. Pero la actual cifra de desempleo de 14,9% es extremadamente preocupante, a pesar de no ocurrir en medio de una grave situación económica. Primero, porque enuncia la persistencia del problema económico que enfrentamos como país, el que debemos reconocer. Segundo, porque amerita políticas proactivas para reducir el impacto social. Ciertamente, la autoridad debe defender su punto de vista, pero sin excederse para tener realismo y poder tratar el mal de fondo. Recuerdo las discusiones que teníamos el año 1997, cuando era Decano de la Facultad de Economía y se nos decía que la visión que estábamos proporcionando era muy negativa, que era absurdo pensar que el desempleo iba a llegar a dos dígitos y que el problema económico mundial, dijo una alta autoridad del país, iba a pasarnos por "encima". La verdad es que la situación global no ha pasado por encima y todavía sufrimos con complicaciones bastante serias. Si uno proyecta el 15% de desempleo del Gran Santiago a nivel nacional, ello significa un nivel en el país de 12%, lo cual implica aproximadamente unas 500 a 550 mil familias con un desempleado en el hogar. Por lo tanto, significa que alrededor de 2 millones y medio de personas están en Chile hoy, de alguna manera, afectados por el problema del desempleo; así de grave debe verse la situación.

Tomo el desempleo como el punto de partida, porque creo que es el espejo del problema económico global. La tasa de crecimiento para este año se había proyectado a fines del año pasado en un 5%. Hoy la tasa de crecimiento se está proyectando en un 3% y seguramente esta expectativa seguirá decayendo. Dos puntos adicionales de crecimiento son muy importantes. Si hubiesen dos puntos más de crecimiento en este instante, la tasa de desempleo en Santiago no sería un 14,9% sino que sería de un 11%, de manera que la importancia de tener menos crecimiento ha sido extremadamente clara en el caso chileno. Y como ustedes bien saben, para el próximo año el Ministerio de Hacienda nos había dicho que esperaba una tasa de crecimiento de arriba de un 4,5%, y el Banco Central corrigió sus propias proyecciones que estaban en torno al 5% para decirnos que vamos a crecer entre un 3% y un 4%. Lo más probable es que el próximo año el país no crezca ni siquiera a la tasa de un 3%, y eso va a depender de las condiciones que voy a mencionar:

1. ¿Qué es lo que está afectando a la economía chilena? Yo diría que hay fundamentalmente dos fenómenos que están evidentemente relacionados. En primer lugar, lo que el Presidente del Banco Central refirió el día de ayer: "la caída en los términos de intercambio". ¿Qué significa esto? Que estamos vendiendo más barato las cosas que nosotros ponemos en el exterior y comprando relativamente más caro las cosas que traemos del exterior. Solamente por este efecto hay más de dos puntos negativos de crecimiento. Y se refleja en otro aspecto que es bastante grave: el precio del cobre está hoy alrededor de los 61 centavos de dólar por libra. El presupuesto nacional se calculó con 72 centavos de dólar por libra, de manera que si la situación persiste, evidentemente, no va a haber fondos de estabilización del cobre que sirva para aminorar esta caída, esta fluctuación.

2. El segundo elemento que influye en nuestra situación económica son las expectativas. Aquí quiero hacer una nota que es muy importante, porque siempre la he creído. El problema de la economía no tiene que ver solamente con la contabilidad, tal y como en una empresa el problema de las finanzas no es simplemente el registro de activos y pasivos. Una empresa que mira la realidad externa tiene que conocer un poco la sensibilidad del mercado, tiene que investigar qué es lo que está haciendo la competencia, tiene que identificar el "espíritu" de lo que está ocurriendo en sus mercados. A nivel de una economía, esto no es distinto. La economía está profundamente afectada por las expectativas. Si las personas sienten que la situación se ve mala hacia adelante, serán bastante más conservadoras en sus gastos; los empresarios, si tienen expectativas malas respecto a la evolución de los mercados o respecto a las regulaciones que se imponen sobre los mercados, van a ser bastante más conservadores en su inversión. Y efectivamente eso es lo que está ocurriendo ya a estas alturas desde hace cuatro años en Chile.

Aquí la diferencia importante es la que debe existir entre un ingeniero comercial y un economista. El economista es la persona que debe mirar las cuentas, pero al mismo tiempo debe observar con cuidado, con ponderación, con criterio, la realidad política, social e internacional. Si no se mira eso, lo único que va a importar son los activos y los pasivos o los haberes y deberes, pero en este caso creo que la economía chilena necesita darle una mirada con mucho cuidado al tema de las expectativas. Creo, por ejemplo, que la Reforma Laboral que recientemente se convirtió en ley ha sido una mala señal en este momento. Creo que en un instante de expansión económica, si esto hubiera ocurrido el año 1994 o en 1995, nos habríamos sentado a discutir y posiblemente habríamos llegado a esta reforma laboral; pero cuando esto se hace en medio de una recesión, se crean las peores expectativas respecto a lo que ha de venir. Las empresas se sienten más presionadas de lo que debieran, la inversión se resiente, y por cierto, el empleo crece mucho menos. Pienso que buen ejemplo de esto es que a una persona que está recuperándose de un infarto no se le comunica que se está muriendo la madre; se espera que se estabilice, se recupere y después se le da la mala noticia.

Existe a mi juicio un desentendimiento de este tema de expectativas que es muy grave, y hay una responsabilidad de quienes están a cargo del quehacer económico, de la dirección económica del país, de considerar todo el escenario político, social, internacional, para adoptar o recomendar medidas. Esto no es una cuestión que funcione automáticamente y pienso que eso es muy importante tomarlo en cuenta, porque tampoco una autoridad económica puede decir que le dan lo mismo las críticas. Creo que esa no es una actitud propia de quien tiene que tomar decisiones en un momento delicado, y presumo también que eso en el fondo afecta tremendamente las expectativas del país.

¿Cuál es el futuro para el próximo año con estas bajas tasas de crecimiento?

En primer lugar, Estados Unidos ha entrado en una desaceleración que todavía no sabemos si es pequeña o grande, pero sí creemos que es un fenómeno que va a durar por lo menos hasta el próximo primer trimestre del año 2002, y algunos aventuran que hasta a mediados del 2002. ¿Qué pasa entonces? Va a depender nuevamente de este problema político-militar que todos estamos expectantes para saber cuál va a ser su desarrollo.

Si la situación continúa como está, ese va a ser un factor muy influyente en la economía chilena. No olvidemos que alrededor de un 20% de nuestras exportaciones van a EE.UU. y nosotros tomamos desde allá un poco más del 20% de nuestras importaciones. En consecuencia, el efecto de lo que allí ocurra va a ser muy importante, y posiblemente sea un punto o algo más de un punto de crecimiento económico.

El segundo factor: Argentina, que vive una tragedia que ha venido anunciándose por largos años y que se ha sostenido sobre la base de promesas políticas. El Gobierno del Presidente De la Rúa se comprometió a resolver este problema, hizo un convenio con el Fondo Monetario Internacional, pero no pueden responder al mismo porque Argentina no tiene condiciones políticas para poder introducir de un día para otro un presupuesto con déficit igual a cero. No lo puede hacer porque eso requiere una gran fortaleza política, y en segundo lugar requiere una unidad de Gobierno que Argentina no la tiene por su condición federal. Ustedes bien saben, las propias provincias emiten dinero, de manera que esto de tener déficit igual a cero no es practicable.

Las elecciones de hace un poco más de una semana creo que no fueron una derrota para el radicalismo, sino para toda la clase política. En primer lugar, porque hubo más de un 25% de votos nulos y blancos, pero además porque más del 30% de los argentinos no concurrieron a votar. De manera que si se considera eso como un rechazo a la propuesta política, en realidad los que perdieron fueron todos los políticos, principalmente el Gobierno. Pero cuando se mide cuáles son las propuestas alternativas de los peronistas, uno se encuentra con que no hay propuestas alternativas, excepto declaraciones como: "hay que promover crecimiento sostenido", "no hay que pagar la deuda" y "el Fondo Monetario nos tiene que ayudar más".

¿Qué significa eso? Que en realidad Argentina no tiene salida. A estas alturas, por los problemas de expectativas que ya se han desarrollado Argentina no puede ni siquiera esperar los efectos que podría tener una devaluación. De manera que la pregunta que hay que realizarse es en qué punto Argentina va a dejar de pagar la deuda. En el minuto que Argentina deje de pagar, va a provocar en ese país una crisis mayor: quiebra de bancos, de empresas, caída de precios, etc.; pero con eso también un problema gigantesco en Brasil, y naturalmente, por derivado, un problema muy importante para Chile. Todo esto que hemos estado viendo con el tipo de cambio, que va a seguir en esta escalada. Estoy dentro de los que creen que las intervenciones del Banco Central son poco efectivas, porque no pueden parar una tendencia que es natural; todo el mundo quiere tener dólares en la mano para ver qué es lo que hacemos cuando sube el dólar, o cuando se desplome Argentina para ir a invertir o a comprar lo que de allí quede.

De manera que la situación en este caso es bastante seria. Ahora, dado que nosotros estamos colocando otro 25% de nuestras exportaciones en el MERCOSUR, el efecto Argentina puede significar otro punto de crecimiento para el próximo año.

Es en el resto del mundo donde nosotros colocamos la otra mitad de nuestras exportaciones. Afortunadamente, este es un país que tiene buena suerte y tiene bien diversificadas sus exportaciones, se ha comportado y se comportará aparentemente de una manera razonable. Asia se ha estabilizado, excepto Japón, que continúa con sus problemas. Europa también va a crecer el próximo año a una tasa relativamente aceptable, de un 2% ó un 2,5%. El problema de EE.UU. los va a afectar, pero no tan gravemente como a la economía chilena, porque ellos tienen un grado de autonomía económica mucho mayor.

De manera que con estos supuestos del mundo externo, la verdad es que Chile corre el riesgo de crecer el próximo año menos de un 3%, y este crecimiento, con una fuerza de trabajo que crece más del 3%, implica que el desempleo va quizás a aumentar, pero en ningún caso a disminuir.

En lo interno, un efecto que innegablemente ha sido y es negativo es el de la Reforma Laboral. Con empresario que se hable está tratando de ser muy conservador con el crecimiento de la ocupación, por la amenaza sindical, por los mayores costos, por todos los problemas que se perciben con las inspecciones y la mayor rigidez que crea la normativa. Y no es el tema de fondo, sino, para mí, más que nada es el tema de la oportunidad.

Lo mismo con la Reforma Tributaria. Creo que estos programas de cambios tan importantes no deben hacerse en períodos de desaceleración económica, en los que es muy importante tratar de unir al país detrás de un objetivo establecido con mucha claridad y transparencia. Pienso que introducir en este momento una Reforma Tributaria, que puede ser muy justificable y políticamente puede tener todos los fundamentos para que se abra una discusión sobre el problema, es un error. Sin embargo, el Gobierno tomó una excelente iniciativa al vender un Bono Soberano en estos días, hace unas dos semanas atrás, a EE.UU. ¿Por qué es importante? Porque cuando sobrevenga el problema argentino, una de las dificultades más importantes será la de enfrentar la reducción del flujo de capitales a toda la región, porque desde fuera cuesta distinguir Argentina de Brasil y de Chile en un minuto de grave crisis, como ha pasado anteriormente. De manera que lo que el Gobierno ha hecho, muy hábilmente, es comprar un "salvoconducto" a la misma tasa que se había puesto el bono soberano anterior. De sobrevenir lo que se espera en el caso de Argentina, probablemente ayudará a aminorar este efecto negativo sobre la inversión.

La buena noticia que nos dio ayer el Presidente del Banco Central es que la inversión ha crecido durante este año, a pesar de que el consumo ha venido cayendo. Y eso es una buena noticia, porque es potencial productivo. Sin embargo, la pregunta todavía permanece: ¿Dónde estamos invirtiendo? Y la respuesta probablemente es que la inversión está muy concentrada en no-transables, y muy poco concentrada en los sectores que nos gustaría ver crecer más, que son aquellos que están vinculados al sector exportador.

Se ha discutido mucho. Nuestro país tuvo 12 años dorados más o menos entre el '86 y el '97, y fueron años en que la tasa de crecimiento promedio fue de un 7%, un fenómeno inédito en toda la historia económica conocida del país. Eso nos hizo soñar un poco y a muchos les convenció que ya habíamos logrado la meta. Pero la verdad es que lo único que eso ha indicado es que Chile tiene el potencial para crecer, porque tiene los recursos empresariales, tiene los recursos naturales, porque tiene la capacidad de organizar y crecer a altas tasas con el liderazgo de las exportaciones y de la inversión. La cuestión es pues este potencial a trabajar en la dirección de crecer en forma sostenida y a tasas relativamente altas.

Si Chile creciera posteriormente a esta tasa de un 6% o un 7% por año, ¿cuánto tiempo le tomaría llegar a ser un país desarrollado? La pregunta es compleja, porque la respuesta del ingeniero comercial siempre va a ser en torno al ingreso per cápita. La respuesta del economista es que además hay que mirar otras cosas, como el grado de cultura, el grado del respeto por las cosas, el grado de respeto por el medio ambiente, el respeto por la vida, que son cuestiones fundamentales, no sólo el ingreso per cápita. Pero si se pensara sólo en el ingreso per cápita y se dice: hoy, el piso del mundo industrial está en alrededor de unos 18 mil dólares, con nuestros 5 mil dólares y un poco menos ya a estas alturas, resulta que nos va a tomar, creciendo a esas tasas, quizás unos 20 a 25 años para llegar al piso del mundo industrial. Es decir, un largo camino, que ahora se ha encontrado no con una piedra como obstáculo, sino con una gran roca que es esta significativa desaceleración.

Chile es un país que venía con un crecimiento importante a fines del siglo XIX, comienzo del siglo XX, con problemas sociales, pero con dinámica económica y productiva. Desgraciadamente el país no supo enfrentar una grave crisis estructural, un profundo desajuste entre realidad social y económica, y eso causó lo que posteriormente se llamó el caso del desarrollo frustrado.

Creo que estamos a las puertas de la nueva frustración del desarrollo económico y al umbral de tener que mirar a nuestros hijos y a nuestros nietos y decirles que realmente no fuimos capaces de hacer lo que alguna vez dijimos que íbamos a hacer, que era poner a este país dentro de aquellos que tenían un grado de desarrollo aceptable. Creo que a pesar del cortoplacismo de nuestra política, a pesar de la escasa visión de largo plazo de nuestros políticos, resulta muy importante hacer un esfuerzo para poder no sólo pasar esta recesión, sino que para mirarla con la perspectiva de los próximos 20 años. Para eso, hay cuatro elementos que son fundamentales, pero que requieren, insisto, en mirar a largo plazo. Seamos francos nuevamente: en nuestro país los políticos conciben el largo plazo como unos 7 u 11 meses. Contrariamente, el largo plazo significa mirar 10 años. Hagamos el sacrificio ahora y miremos los próximos 20 años. Esa es la gran ventaja, entre otras cosas, que tienen los asiáticos sobre nosotros; ellos miran el largo plazo como la próxima generación.

Yo creo que hay cuatro reformas que son indispensables:

1. En primer lugar, el país necesita urgentemente una reforma a todos los sistemas de ahorro, incluyendo el ahorro previsional. El ahorro chileno ha sido siempre insuficiente, el ahorro del Gobierno es insuficiente y el de la familia es insuficiente. Este tema tiene que ver con una serie de recomendaciones que se hicieron en la época del Presidente Frei, una Comisión Nacional del Ahorro que produjo un bonito empaste que se guardó en varios estantes pero que nunca sirvió para nada. Creo que ahí hay ideas, propuestas, iniciativas que, de nuevo, no van a solucionar el problema de aquí a marzo del próximo año, pero sí nos van a solucionar este problema de aquí a los próximos 10 años, para que por lo menos el 2010 nos sentemos a celebrar con expectativas y no con depresión.

2. Lo segundo, es que el país tiene que aprender de la experiencia. La experiencia del país con la industrialización de los años '40 fue que el Estado debe apostar; y cuando lo hizo, creó un sector industrial. Es cierto que posteriormente no fuimos capaces de manejarlo adecuadamente, lo que nos llevó a todos los problemas de los años '60. Pero también supimos apostar en los '70, cuando el país creó otra cosa "arbitraria", como fue ponerle un subsidio al sector forestal. Lo pongo como ejemplo, ya que esa cosa arbitraria resultó en que Chile posteriormente terminó siendo un exportador de madera. Creo que el Estado debe apostar, y hoy debe tener la responsabilidad de apostar al sector de las medianas y pequeñas empresas. Es no solamente darles un poco de plata para que salgan de sus deudas, porque eso le arregla el problema a los Bancos pero no a las empresas. Esto necesita una política coordinada; me parece que el Servicio de Cooperación Técnica debe ser la CORFO de los años 2000 y eso necesita una decisión política, una decisión de Estado, tan arbitraria como todas estas otras medidas que siendo arbitrarias tuvieron un éxito importante, porque significa estimular en este caso el sector más recurrente de mano de obra y que le puede dar al país más perspectiva de crecimiento.

3. El país no puede -si quiere realmente ser sostenible, con crecimiento alto y llegar a estas metas que deseamos- seguir invirtiendo menos de un 1% del producto en investigación científica y tecnológica. Querámoslo o no, ese es el factor para poder dar el salto significativo al crecimiento económico; tenemos que incorporar mayor valor agregado a nuestras exportaciones, y si no lo hacemos, como se ha indicado, seguiremos siendo un país que exporta frutas, piedras y palos, pero no vamos a ser el país que va a dar el salto al desarrollo sostenible y al desarrollo promisorio desde el punto de vista de nuestros hijos.

4. Finalmente, yo creo que para que todo esto ocurra es urgente una Reforma del Estado. La Reforma del Estado viene siendo parte del discurso hace mucho tiempo, pero las acciones de Reforma del Estado han sido pocas. Uno, cada vez que mira lo que está ocurriendo en el Estado como el gran Gerente del país, echa de menos la eficiencia, las mejores reglas del juego. Extraña que efectivamente los funcionarios del Estado respondan más por su militancia política que por su competencia. Anhela un Estado que sea el gran y primer Empresario del país. Desgraciadamente, estamos enredados con un Estado burocrático, yo no sé si muy grande, pero por lo menos grandemente inefectivo, y que necesita poner prioridad de otras maneras.

Creo que si se abordan estos cuatro aspectos, con el tiempo que hay, pero con la decisión política que se necesita, a lo mejor podremos mirar a los ojos a nuestros hijos y a nuestros nietos, y decirles que al menos hicimos el esfuerzo.

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