Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Graduación de Egresados de la Promoción 1967 Escuela Normal Coeducacional Gabriela Mistral.

(Transcripción)

Se ha dicho que esta es una ceremonia insólita del recuerdo y por cierto es quizás insólito hoy día que uno reconozca sus raíces educacionales y que lo muestre con orgullo y que las personas se reconozcan como tales y que ustedes que convivieron hace 34 años como compañeros de curso y disfrutaron de las alegrías y las penas del estudiar, hoy día acá nuevamente se toman de la mano, reconocen una raíz común y miran hacia el futuro juntos. Insólito es también quizás por muchas razones mirar hacia el pasado sin vergüenza, sin temores, sin penas; es mirarlo como una construcción del futuro y creo que sería más justo entonces decir que esta es una ceremonia del orgullo y de la consecuencia de ser maestro y que además trasluce en forma nítida que en estos momentos es tan necesario poder reconstruir las vocaciones, las pasiones y el orgullo de ser maestro. Sin embargo si esta ceremonia significa algo, no es lo insólito y el recuerdo, sino lo que debe hoy día enseñar lo que aquí está ocurriendo para que por fin podamos reedificar un sistema educacional que se base en la voluntad constructiva del maestro, en su vocación, en su amor por la juventud y por los niños y en la forma de construir futuro con las ideas y con los sentimientos.

Es bueno que esta reunión, que es por cierto histórica, tenga lugar acá en el Salón de Honor de la Universidad de Chile. Acá donde han ocurrido tantas cosas en la historia del país; donde Valentín Letelier manifestó por primera vez en su discurso que rubricaba el principio de que "gobernar es educar". Aquí donde Pedro Aguirre Cerda fue investido decano de la Facultad de Economía, donde habló Juan Gómez Millas y donde también los grandes rectores dieron una luz que brillaba desde esta entidad hacia América, hacia el mundo. Una luz que sigue brillando y que hay tantos que quieren apagar, porque es una luz que amenaza a lo que hoy día se concibe como educación, una empresa productora de recursos y que admite a quienes pueden acceder y discrimina contra quienes no pueden. Los niños pobres y los niños de la clase media hoy día están relegados a una educación de menos calidad, están relegados a un futuro de menos oportunidades y esa educación es amenazada por una entidad que todavía aquí firmemente defiende los principios y los valores de una educación que alcance a Chile y permita darle el salto que creemos que tiene que dar hacia su futuro.

Es bueno que tenga lugar aquí esta ceremonia, porque ratifica de alguna manera el compromiso que debe tener esta Institución centenaria con la educación pública, y no sólo por razones de justicia social y o por razones de equidad, sino también porque la calidad de la educación necesita un referente que debe ser la educación pública y cuando se transforma en una actividad mediocre, es el sistema entero el que se hace mediocre. Mírenlos hoy día cuando más del 50% de los chilenos son o somos analfabetos funcionales y cuando lo que prima en nuestra educación básica y media es el fracaso de nuestros niños.

Por ejemplo, cuando los jóvenes llegan a la Universidad no tiene expresión ni escrita ni oral y muestran una formación limitada, culpa nuestra, culpa de una sociedad entera que le ha puesto a la educación vallas muy bajas y que se miden solamente por los resultados financieros, pero no por los resultados profundos de quienes deben sentirse comprometidos con ellos y con la sociedad a la cual deben entregarse.

Es por tanto bueno que esta ceremonia tenga lugar aquí, porque es una ceremonia también de compromiso con la educación que el país necesita reconstruir, reconstruir claro está, si queremos que el país logre todo lo que todos los días decimos que tiene que lograr, pero que no lo hará con una juventud frustrada, con una educación mediocre y con universidades que en realidad son remedos de institutos de instrucción superior. Este no es un llamado de atención para complacer a los oídos que quieren escuchar esto, pero no hay que olvidar que afuera hay una sociedad que no entiende este problema, que toman decisiones y adoptan la actividad política, porque hoy día los problemas son aquellos que tienen una dimensión de un mes, de un año o de dos, pero no los grandes problemas como éste que tienen dimensión de diez, de quince años y las grandes aventuras que en educación aprendió este país, como la del Presidente Montt, o la del Presidente Aguirre Cerda.

Fueron proyectos mirados en la perspectiva de diez o de veinte años y solamente en la historia hoy día podemos evaluar cuanto pudo hacer Chile hacia fines del siglo XIX y cuanto logró hacia mediados del siglo XX producto de esos esfuerzos educacionales. Hoy día no tenemos posibilidades estimados colegas, señoras y señores, si no seguir siendo un país productor de trozos de piedra, de pedazos de madera y de frutas en cajones. No tenemos oportunidad en un mundo que requiere conocimientos, que requiere capital humano y que requiere educación. Por esto esta ceremonia es tan importante que ocurra, porque creo que de alguna manera es la rubricación de un legado, de un compromiso que existió y que se empezó a destruir, querámoslo o no, cuando se empezaron a destruir las escuelas normales.

Un compromiso con los jóvenes y con los niños de hoy, a quienes no podemos seguirle ofreciendo este espectáculo bochornoso de tener un sistema educativo en decadencia y en que comparados hoy día con el resto de los países latinoamericanos nos mantenemos de la mitad para abajo y en que comparados con los países con los cuales queremos competir, simplemente no tenemos ningún parámetro de comparación, eso no era así treinta o cuarenta años atrás. Hemos destruido algo que teníamos y que hay que reconstruirlo, esta Universidad así lo piensa con la presencia de ustedes acá.

Esta ceremonia tan bonita, tan magnífica, tan importante que ha tenido lugar hoy día, creo que es un espaldarazo importante para que esta Universidad siga defendiendo estos valores, defendiendo esta propuesta y logremos convencer al país de que hay que cambiar cosas. Cambiar cosas en esta dirección, en la dirección de las mejores oportunidades, de la mayor calidad del progreso real para construir mejores seres humanos para un país que necesita progresar tanto y tanto.

Un proyecto para los hijos y para los nietos, pero un proyecto al fin y al cabo, es lo que necesita el ser humano para vivir con ideales. Esta educación que ustedes recibieron, con vocación que ustedes practicaron y practican, con espíritu y con corazón es la que queremos reconstruir desde esta Universidad; es precisamente ese ideal, esa proyección, ese gran sentimiento de que algo hace falta. Hacen falta más maestros, más vocación, más identificación con estas necesidades de país y por eso les agradezco, y le agradezco a Jorge Álvarez que esto haya tenido lugar acá en esta Casa, desde donde surgieron tantas cosas importantes, desde donde se han dicho tantas cosas y que adiciona a esa lista sublime de cosas importantes este acto; que es un acto no de un recuerdo, no de lo insólito, es un acto como he dicho, de compromiso y de identificación con lo que debe ser el futuro de una educación que el país requiere y que nuestros niños se merecen.

Los felicito a todos con mucho afecto y les agradezco nuevamente que hayan estado aquí con nosotros esta noche.

Muchas gracias.

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