Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Entrega de Becas Escolares a Hijos de Funcionarios de la Universidad de Chile.

(Transcripción)

Lo primero que quiero hacer es dedicar un minuto para que hagamos un recuerdo con mucha fuerza al Presidente del Consejo de Bienestar, el profesor Erwin Haramoto, quien hoy día está luchando por su vida. Todos quienes lo queremos y lo apreciamos, sabemos lo que él ha aportado a esta Universidad, el esfuerzo que ha hecho particularmente por el trabajo de bienestar, y hoy día enfrenta un momento muy duro, con un desenlace crítico, probablemente muy cercano, y eso nos angustia y nos entristece a todos. Por eso quiero al comenzar, que le brindemos un aplauso a Erwin para que sienta la fuerza de nosotros desde acá.

Quiero manifestar también mi complacencia y la alegría de la Institución por este acto ya que traduce en el fondo lo que es y lo que debe ser la Universidad de Chile, en su compromiso con los jóvenes, pero en un compromiso que tiene un componente de solidaridad, de apoyo, de esa mano que ayuda y que hoy día es tan escasa en nuestra sociedad, en que todo parece tener un precio, pero en que todo parece también carecer de valor.

Esta Universidad enfrenta siempre escenarios muy complicados para seguir siendo la Universidad que es, porque en estos momentos son otros los parámetros, los criterios, y cuando nosotros decimos que esta Universidad quiere una buena educación, queremos decir es que esta Institución es la buena educación de Chile. Es que esta Institución significa el compromiso con esa buena educación que en la actualidad está ausente. Y cuando decimos que todos tenemos derecho a una buena educación, significa que también debe haber un compromiso mucho más fuerte con aquellos que no tienen los recursos, como los que están en la educación municipalizada, en las regiones y en los sectores de mayor pobreza. Porque allí hay un capital que el país no puede lanzar por la borda, y hay una mano entonces solidaria, que debe necesariamente diseñarse para que todos tengan las oportunidades y las condiciones para disfrutar del Chile que se nos dice que viene.

Esta Universidad ha significado siempre mucho para el país y es cierto, hoy día seguimos siendo la mejor Universidad del punto de vista de la investigación que producimos. Ahí están los indicadores respecto a programas de postgrados. Somos la mejor Universidad definitivamente, ya que todos los postgrados presentados por esta Universidad han sido acreditados. Además, es la Universidad que hoy día muestra mayor potencial en la creación de nuevos doctorados. Por otro lado, están también los resultados de los últimos cuatro años, en cuanto a las Pruebas de Actitud Académica, en que el crecimiento del puntaje de ingreso promedio a esta Universidad ha aumentado por encima del crecimiento que ha experimentado todo el sistema, particularmente las universidades más cercanas en nuestra competencia. Es decir, están todos los indicadores que demuestran que esta Universidad está viva, fuerte y produce. Está también el reconocimiento a sus académicos, todo el tiempo: los Premios Nacionales, las distinciones, los proyectos concursables de todo tipo llevan el sello siempre de uno o muchos académicos de la Universidad de Chile.

Pero si bien eso nos distingue, sin embargo lo más importante es que debemos distinguirnos también por ser una Universidad humanista. No podemos ser solamente una fábrica de profesionales, sabemos que nos empuja el sistema hacía eso, que el sistema nos pone reglas que nos lleva a competir y que la competencia se ha fijado mucho en los parámetros de cuánto cuesta y cuánto produce, pero esta Universidad es más que eso. Creo que tenemos que tomar todos conciencia de esa fundamental responsabilidad, ésta es una Universidad que aparte de construir academia, investigación, postgraduados, graduados y profesionales: es una Universidad que debe producir seres humanos íntegros, responsables y solidarios, y quienes enseñamos en la Universidad tenemos la responsabilidad de llevar ese mensaje, porque ese es el sello distintivo de un profesional o de un graduado de la Universidad de Chile, y este acto reconoce eso, quizás con mucho menos recursos de los que debiéramos tener, pero es un acto que traduce un gesto de solidaridad, un gesto de que aquí estamos todos juntos, somos una gran familia, que como todas las familias, a veces tiene desencuentros, pero también que como toda gran familia, tiene un gran sentido de unidad que es el futuro de la Universidad de Chile.

Aquí estamos para hacer una gran Universidad, en todo lo que la Universidad debe hacer, pero estamos también para ser un ejemplo de solidaridad, de construcción de una sociedad, en que no sólo importen los parámetros de cuánto cuesta y cuánto produce, sino que también los parámetros de cuánto se siente, se quiere, se solidariza y se ayuda a quien lo necesita para poder salir adelante.

Esa es la Universidad que queremos, pero se construye con esfuerzo, con dedicación, con convencimiento y con honestidad. Porque ese es el compromiso y porque eso es en definitiva lo que significa ese letrero allá afuera: una buena educación. Y convenzamos al país de eso, una buena educación no es solamente una casa bonita, ni es un aviso bonito en El Mercurio, ni el tener una gran estructura de marketing y de publicidad. Una buena educación es cuando enseñan seres humanos para formar seres humanos, en la mejor calidad posible de lo que se hace. Eso es en mí opinión lo que este acto representa y por eso nos sentimos tan contentos, porque este acto en definitiva nos dice que la Universidad tiene hacia el futuro una gran promesa para seguir construyendo a Chile.

Muchas gracias.

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