Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Celebración del Día Internacional de la Mujer.

(Transcripción)

Quiero entregar un saludo en esta oportunidad, en primer lugar, porque a mí me parece que todas ustedes constituyen un ejemplo, un ejemplo que me gustaría que viesen tantos estudiantes hoy día. Es muy difícil aprender una destreza nueva cuando uno tiene 60 ó 70 años de edad; requiere de mucho coraje el hacerlo, porque se ve como algo extraño y probablemente a muchas de ustedes le preguntaron para qué. Se requiere valentía, y ustedes salieron adelante con eso, y creo que es un ejemplo importante cuando hay tantos jóvenes que pierden la oportunidad de hacerlo bien en sus estudios. Hoy en día, además, cuando decimos que hay educación permanente y que todos los que queremos desempeñarnos bien en la vida, necesitamos estudiar siempre, porque las cosas están siempre cambiando.

Ustedes constituyen un ejemplo para ese Chile que tiene que ir cambiando su forma de ver la educación, no sólo como un espacio limitado en nuestras vidas, sino como una acción permanente de preguntarnos cosas para aprender, pero también porque creo que este programa, como muy bien lo ha dicho el Dr. Lolas, repone un principio de equidad. Es evidentemente injusto que algunos tengan la oportunidad y otros no; y este programa ha repuesto de alguna manera algo que se había perdido en la historia.

Quería destacarlo porque los hijos de ustedes y los nietos de ustedes han tenido oportunidades distintas, y estoy seguro de que esas oportunidades están asociadas al rol de la educación pública, a la vieja Escuela, al Liceo o a la Universidad del Estado; y hoy día cuando hay que reponer esto que se había perdido en la historia, es precisamente cuando un organismo del Estado, el INP, con una Universidad del Estado, se asocian para llevar adelante esta tarea que no produce ganancias, ni tampoco tiene folletos de colores en ningún periódico, pero sí ataca un problema de verdad. Y por qué lo digo; porque hemos perdido la noción de lo que importa la educación pública y la acción del Estado en la educación en nuestro país. Es por eso que este acto rescata ese principio y la necesidad de que defendamos la educación pública, y particularmente, que defendamos a la Universidad de Chile.

Y lo tercero que quería decir con este saludo, es que yo me siento muy orgulloso de que esta ceremonia, el Día de la Mujer, ocurra aquí, en la Casa Central de la Universidad de Chile. Este es un Salón de hombres, todos estos caballeros son lo ex- rectores de la Universidad... Ya habrá rectoras de la Universidad, pero sin lugar a dudas la Universidad es femenina y creo que la Universidad es femenina porque la misión de ella es crear conocimiento, crear valores, formar personas; y esa es la labor más linda que tiene la mujer: crear la vida, formar nuevos seres, educarlos, orientarlos, llevarlos de la mano.

De manera que celebrar el Día de la Mujer es también celebrar a la Universidad, y no es nada extraño, y esto podría haber ocurrido en la Sala Eloísa Díaz que es nuestro homenaje a las mujeres. Ella fue la primera mujer cirujano de Latinoamérica, titulada en esta Universidad; pero igualmente acá, las mujeres son parte de esta Casa, porque esta Casa es la gran mujer de las ideas en Chile.
Yo siempre he pensado por qué hay sólo un Día de la Mujer ¿Es que acaso hay 364 días del hombre? ¿Por qué no hacemos mejor 365 días de las mujeres y de los hombres? Es decir, hagamos 365 días de respeto y de cariño por el ser humano; creo que esa es la mejor conclusión de todo esto, el respeto por lo que hemos hecho, por lo que ustedes han alcanzado y por lo que significa esta ceremonia: un homenaje al ser humano, a la sobrevivencia firme de la democracia de nuestro país, y al futuro que le tenemos que legar a nuestro niños para que sea mejor, más equitativo y con una educación de calidad.

Felicidades a todos ustedes.

Muchas gracias.

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