Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Inauguración del Congreso Nacional de Estudiantes de Filosofía.

(Transcripción)

Cuando un día llegaron a mi oficina dos o tres de los organizadores de este encuentro, pensé que era una cosa tan excepcional, pero al mismo tiempo una cosa tan ideal y tan maravillosa, que había que apoyarlos. Yo soy de los convencidos que hay que apoyar las cosas que vienen de los estudiantes, soy de los convencidos que los estudiantes son la sangre nueva que permite que la Universidad siga viviendo y son los estudiantes el objeto, el tema central, la preocupación, la vida de la Universidad.

Y además como no apoyar, pensé, a estudiantes que se juntan para pensar en su disciplina, para poder soñar acerca de las cosas que necesitamos probablemente cambiar, acerca de las cosas que necesitamos reforzar, pero también acerca de las cosas nuevas que deseamos transmitirles a otros. Era, por lo tanto, y lo es, una actividad que en mi opinión había que apoyar.

Ustedes nos están dando con esto un ejemplo en varias dimensiones. En primer lugar, ustedes de alguna manera nos están diciendo que muchas veces esta visión pequeña, egoísta, muchas veces incompatible con la idea de país que tenemos de competencia entre las universidades, no es generalmente una buena idea cuando tenemos que sentarnos a pensar, a compartir y a construir ideas. Además, el hecho de que hayan aquí estudiantes de tan distintas universidades, de muy distinta inspiración no sólo de fundamentos en términos de su organización regional o nacional, sino también de distinta filosofía de la vida, una distinta misión, una distinta perspectiva de las cosas; es una cosa muy importante. Pero están aquí juntos, porque no van a hacer otra cosa más que discutir acerca de filosofía y qué buen ejemplo, cuando en el país nos cuesta tanto muchas veces poner de acuerdo a sus universidades para poder abordar temas que son y deben ser de interés común y que deben ser por cierto de beneficio para otros, para el futuro, para nuestro trabajo de investigación y de docencia.

En segundo lugar, nos enseñan que siempre es bueno juntarse a pensar, yo creo que eso también es importante destacarlo sobre todo, porque durante mucho tiempo se nos dijo que en la Universidad no había que pensar, que las universidades estaban más bien hechas para formar profesionales y formar profesionales es más bien una cuestión donde se enseñan fórmulas mecánicas que deben ser muy bien aprendidas y que en definitiva es lo que marca la diferencia entre una buena y una no buena Universidad. Ustedes nos están diciendo que en realidad la Universidad es un poquito más que eso, la Universidad no es sólo esta actividad profesionalizante, sino que es un ente que convoca a reflexionar y a desarrollar pensamientos que es la esencia más íntima y más importante de la libertad universitaria.

Creo además que nos enseñan otra cosa que es todavía mucho más importante, el pensamiento crítico. En las universidades dejamos de pensar críticamente por mucho tiempo, dejamos de creer en la Universidad como un centro de reflexión sobre nuestros graves problemas, sobre las cosas que ocurren allá fuera y sobre las cuales no sólo debemos pensar, sino que ser también capaces de proponer, de postular, de convencer; y ustedes de alguna manera nos están haciendo volver a esa raíz tan esencial de lo que es el trabajo universitario.

Las universidades, por mucho que algunos así lo crean, no son entidades-empresas donde se atiende a clientes que se llaman alumnos y donde se pasan por una correa de producción que al final significa un cartón. Las universidades en la historia, las universidades en el mundo, las universidades en los grandes países son mucho más que eso, son centros de pensamiento, centros donde en la forma más libre se crean ideas, se tallan ideas, se generan las perspectivas del futuro, se construyen los sueños y, créanme, que es muy importante que eso venga de los jóvenes, porque son ustedes los que tienen más capacidad para crear, para soñar, para mirar mucho más adelante de lo que ya nosotros no somos capaces de hacer.

Por eso yo en realidad junto con felicitarlos, les agradezco esto, porque creo que lo que ustedes han hecho hoy día y lo que harán durante estos días de discusión y de reflexión es en realidad una lección que los estudiantes le dan a la Universidad. La Universidad también necesita aprender y aprender de ustedes con esas ideas, con esa energía, con esa capacidad vibrante que detecté en quienes me visitaron en mi oficina hace algunos meses atrás y que lograron en diez minutos entusiasmarme con una idea que realmente me pareció sensacional. Ojalá mañana haya también congresos de estudiantes de geología, de historia, de derecho y de medicina; y que ojalá nos convenzamos de que la Universidad es para crear, para pensar, para discutir y para pensar de que no hay ninguna frontera del conocimiento que sea inamovible. Tenemos el derecho y la obligación de empujar esa frontera para ofrecerle a la Universidad y a nosotros mismos, como individuos inmersos en esta sociedad, la posibilidad de mejorar.

Los felicito, sé que tendrán una linda discusión y espero que esto sea un ejemplo que se imite prontamente también por estudiantes de muchas otras disciplinas universitarias.

Suerte.

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