Palabras del Rector de la Universidad de Chile, Prof. Luis A. Riveros en la ceremonia de Inauguración del Año Académico 2000 de la Facultad de Ciencias Sociales.

Quiero expresar mi satisfacción por esta ceremonia de inauguración del año académico que ha organizado nuestra Facultad de Ciencias Sociales. No tengo recuerdo de una iniciativa similar en el pasado reciente, a pesar de lo importante que son estas ocasiones para confirmar nuestra vocación académica, para reconocernos como miembros de una misma comunidad, y para identificar las tareas que deben ocuparnos con mayor prioridad durante el año de trabajo que se inicia. Estas ceremonias no deben ser consideradas solamente parte de una larga tradición en la Universidad, y muy honrosa por cierto, sino que un elemento integrante de nuestro sentido de comunidad y parte de la necesidad permanente de establecer orientaciones sobre nuestros desarrollos y tareas futuras, en forma abierta y participativa. Cuando las Facultades no cultivan este profundo sentido participativo, y de ese modo están limitando la libre expresión de la comunidad en el sentido de sentirse como un colectivo con tareas y responsabilidades comunes, se está también liquidando la posibilidad de visualizar en forma constructiva el futuro de la Institución, las tareas que vienen, la necesidad de mantener a la Corporación como una organización dinámica, con retos cambiantes y con una actitud de respuesta proactiva frente a sus desafíos.

Felicito pues a las actuales autoridades de la Facultad por esta iniciativa que nos permite ratificar el propósito de una marcha que se inicia, y que nos permitirá, como de verdad espero, que ratifiquemos nuestra esperanza de consolidación de las tareas académicas de esta Facultad. Veo esta ceremonia como una señal de mucha importancia en cuanto a proyectar el trabajo académico de esta Facultad, en forma participativa, con visión de futuro, dejando atrás todo aquello que ha enturbiado en forma innecesaria y contraproductiva el mejor quehacer de nuestra docencia, investigación y extensión.

Las ciencias sociales necesitan hoy día en Chile un fortalecimiento que resulta no solo necesario, sino que a todas luces complementario con los esfuerzos que se realizan en el ánimo de lograr mayor equidad y un mejor establecimiento de nuestro proyecto país en el contexto de sus objetivos económicos y sociales. En ausencia de apoyo conceptual y de contribución crítica, tales esfuerzos se reducirían a simples declaraciones, frases lanzadas al aire, y que se esfumaran con gran prontitud. Deben tales ideas y acciones programáticas respaldarse por medio del adecuado conocimiento de nuestra realidad social, de las complejas interacciones entre grupos y actores, de la profunda retroalimentación entre políticas y percepciones por parte de ganadores y perdedores.

De la sociología, de la antropología y la sicología sociales, hay cúmulos de conocimientos que deben dar pie a un país donde la política pública se oriente a resultados y a construir credibilidad en la gente. Ni hablar de las comunicaciones, que deben sufrir cambios tan profundos como fundamentales, en un país donde es indispensable recuperar en forma total la transparencia, y donde necesitamos construir más cultura a través de los medios y de sus esfuerzos perfeccionables. Lo mismo en educación, donde necesitamos construir tanto mejor conocimiento para que en Chile exista no solo mejorías la calidad y cobertura, sino también en la indispensable equidad para que tantos y tantas no estén carentes de similares condiciones para aprovechar un mundo de mejores posibilidades. Es decir, la tarea nacional de la Universidad de Chile –crear y diseminar conocimiento para el desarrollo integral del país- encuentra en las aulas de la Facultad de Ciencias Sociales una expresión rotunda y que es necesario reafirmar. Nuestras investigaciones y docencia deben estar inscritas en esa perspectiva con prioridad, aunque ciertamente no con exclusividad, para así hacer llegar a Chile un mensaje académico que permita recoger ideas fundamentales para el país que estamos todos tratando de construir. Además, y ciertamente, está nuestro trabajo académico de gran relevancia y larga data en el área de la antropología, de la arqueología, de la sociología, de la educación, de la sicología, y de las comunicaciones, el cual debe seguir, como lo ha hecho en el pasado, marcando rumbos a nivel de nuestro país y de Latinoamérica. Hay tantas fronteras del conocimiento que tenemos que empujar en estos campos, en donde ha primado un más lento desarrollo producto de un pasado reciente de silencionamiento y de interesada obstrucción al pleno desarrollo de una investigación madura y contributiva. Una de las tareas prioritarias de la Universidad es, en mi visión, la de restaurar el equilibrio en la producción académica y en los énfasis disciplinarios, entregando a las humanidades, las ciencias sociales y las artes, el debido reconocimiento en mérito a su profunda incidencia en el cumplimiento cabal de la misión institucional.

No puede decirse que esta Facultad no haya proyectado su vida institucional en un quehacer académico creciente. Hay múltiples ejemplos de las cosas que ha logrado el esfuerzo de nuestros académicos. Allí está nuestro programa de género que la liderado como ejemplo para otras unidades en una de las perspectivas temáticas más relevantes de nuestros días. Están también las iniciativas en educación, que nos han proyectado tan lejos como la Isla de Pascua, como aquellas otras iniciativas que nos han permitido un diagnóstico equilibrado acerca de la situación de nuestros medios de comunicación, o el trabajo de investigación que nos ha revelado la existencia de comunidades organizadas en nuestro suelo desde hace miles de años. Hay muchos ejemplos respetados en el mundo de las ciencias sociales, sobre las contribuciones que académicos nuestros han efectuado en campos de relevancia, y en donde han ejercido singular impacto. Naturalmente, la investigación y la diseminación de conocimiento en estos campos ha de continuar con mucha fuerza, en la inspiración de un proyecto de Facultad que debe decidirse y que ha de permitirnos proyectar en forma activa nuestras tareas. Llamo a los académicos a liderar efectivamente un diagnóstico acerca de nuestras tareas, y de las opciones que se presentan para establecer un diseño estratégico de las tareas de esta Facultad hacia los años que vienen.

Sobre este último punto, es conveniente establecer una reflexión, conjuntamente con una manifestación de voluntad de la autoridad universitaria. la Facultad de Ciencias Sociales ha pasado por momentos difíciles, que han puesto a prueba su constitución interna y el grado de compromiso de sus académicos con la Institución. Tales momentos no han, sin embargo, minado la fe en una perspectiva de desarrollo académico que esta Facultad, la Universidad y el país necesitan de modo urgente. Lo importante hoy en día es definir el curso de las acciones futuras que se necesitan para configurar el proyecto de Facultad que se requiere, superando los problemas recientes, mirando por encima de las acciones más perturbadoras, y anteponiendo el orden a la confusión y el buen criterio de un plan académico al desaliento y la percepción de señales contradictorias. La comunidad de esta Facultad debe superar desconfianzas que pueden seguir cultivándose con afán interesado, que han sido un factor importante de disociación, pero que no deben seguir presentes, ni atenderse a quienes la puedan fomentar. Aquí solo debe tenerse en vista la mejor contribución a la Universidad de Chile y al cumplimiento de su misión institucional.

El proyecto que necesita esta Facultad debe orientarse a la mejoría del trabajo académico, y a brindar cada vez mejor docencia a nuestros estudiantes. La Universidad tiene una tarea trascendental en esta hora, y debemos asumirla renovadamente, convocando a todos los miembros de la comunidad a contribuir en las definiciones que se deben adoptar. Definiciones sobre estructuras académicas, sobre planes de desarrollo, sobre mecanismos decisionales, sobre estrategias en investigación y docencia, sobre desarrollo de los posgrados, sobre la revisión del curriculum, etc. Nada de ello debe tender a minimizar, sino muy por el contrario, a hacer crecer en forma significativa el trabajo y la proyección de esta Facultad, porque la Universidad toda la necesita mejor y más sólida cada día.

Es importante definir tareas y plazos, con explicitación de los logros académicos que se buscan. Es bueno que ello se conozca al interior de la Universidad, y es bueno que se postule en forma universitaria, y venciendo el grave aislamiento que se cultivó en el pasado y que nos ha llevado a una grave situación de desmembramiento institucional. También es conveniente que esta discusión sea amplia y participativa, y se estructure a partir de los organismos de gobierno de la Facultad, con puertas abiertas para las propuestas. Lo que esperamos es que se pueda concretar un plan que pronto pueda llevar a la normalización institucional que se busca.

Me parece que el trabajo de posgrado y el desarrollo de más programas interdisciplinarios, deben estar al centro de les estrategia de desarrollo de nuestra Facultad. Las ciencias sociales deben adquirir un rol protagónico en el desarrollo de mucha investigación de índole nacional, colaborando con otras disciplinas y organismos universitarios. Sociología, por ejemplo, nos ha venido dando muestras sobre como abrir los temas de modo que su enfoque y postulados esenciales sean de cobertura amplia en los alcances temáticos. Asimismo, esta Facultad debe tener un rol central en la revisión de nuestros curriculum de pregrado, destinada a redefinirlos para poder contener un programa de formación general y básica que haga más transversal nuestra responsabilidad formativa, a la vez que más sólida la integración de conocimientos que necesita hoy día un profesional, en forma también consonante con nuestro rol de Universidad líder en la innovación y en la formación de profesionales con un amplio sentido humanista y capacidad de adaptación a las nuevas realidades.

Hay tareas de gran importancia que esperan a esta Facultad para este año, mirando hacia el futuro que viene. Ha habido avances en cuanto a lograr mejor convivencia interna para trabajar en el propósito de un proyecto conjunto. También ha habido avances en cuanto a la discusión sobre el proyecto de Facultad que se necesita definir, dejando atrás desconfianzas y divisionismo que favorecieron solamente al estancamiento y el conflicto. Esta ceremonia constituye una señal de la transformación que se está operando, y de la gran apertura que se está produciendo para concebir como comunidad un proyecto que oriente nuestro trabajo y nuestra organización en los años que vienen. La Universidad de Chile enfrenta serios retos, y necesita cambiar en forma profunda su organización, especialmente en vistas a las tareas académicas. En ello esta Facultad debe cumplir con un rol de liderazgo, inspirando el cambio que necesitamos para proyectar adecuadamente nuestra misión para Chile y su futuro.

Junto con congratular a nuestras autoridades nuevamente, y de saludar con el mayor optimismo a la comunidad de nuestra Facultad, académicos, estudiantes y funcionarios, les insto a trabajar denodadamente por el proyecto que necesitamos, por profundizar la vocación de trabajo universitario y por inspirar mucho más de su buen trabajo hacia el resto de nuestra querida Universidad de Chile.

Muchas gracias.

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