Discurso del Rector de la Universidad de Chile profesor Luis Riveros Cornejo con motivo de la ceremonia de celebración de los 156 años de vida de la Institución.
Nuestra universidad está cumpliendo 156 años de vida Institucional. La Universidad de Chile es una sustantiva parte de la historia nacional, confundiéndose sus orígenes con aquellos de la república, situándola como una de las raíces más fuertes de la patria. Identificada nuestra corporación con el desarrollo nacional por medio de la generación y diseminación del conocimiento, su aporte al país es amplio y reconocido. Quizás no es necesario rememorar en este acto el significado de nuestro trabajo en la historia de Chile, en el progreso que en la larga duración histórica ha requerido del insumo provisto desde esta universidad, por medio de su docencia, investigación y extensión.
Pero si es necesario decir que la Universidad de Chile no es parte de la historia del país sólo debido a su extensa presencia temporal, que le hace afín con la historia misma de la república. La institución es parte de la historia de Chile porque se ha ganado un sitial producto de su aporte y del irrenunciable cumplimiento de una misión ligada al interés del país, como asimismo del ejercicio de su siempre mejorada excelencia académica. No debe olvidarse, en días próximos al ingreso al nuevo milenio, que esta Universidad de Chile fue fundada para Chile, y que sus tareas se vinculan con los retos de país, poniendo ello de relieve la necesidad de un marco externo consistente con ese aporte de reflexión y creación, y de un medio interno comprometido cada día más con la calidad y pertinencia del trabajo académico, para así delinear el claro referente que requiere el sistema universitario nacional.
Las tareas de país. Los grandes retos y dilemas de nuestra sociedad de hoy, que se entroncan con tantas debilidades y contradicciones estructurales, caldo de cultivo de enfrentamientos y frustración son tan antiguas como nuestros orígenes como sociedad. Temas de país y preguntas por resolver, que no necesariamente encajan en los moldes diseñados para los enfoques de corto plazo y de tipo puntual, sino que se dirigen a problemáticas estructurales y multidisciplinarias, objetos de búsqueda compleja y con horizontes de largo aliento. Temas de país que abarcan, sin lugar a dudas, temáticas de orden diverso en el terreno científico y tecnológico, y que por cierto no excluyen la cultura, el arte y las manifestaciones superiores del espíritu, alimentos tan indispensables y reveladores del verdadero desarrollo de la sociedad humana. Temas de país: de los cuales tenemos que hacernos responsables; porque ellos constituyen la misión más fundamental de nuestra universidad
En este aniversario la Universidad de Chile se encuentra en medio de un proceso de cambio, en que intentamos reforzar nuestro compromiso con los temas de país y rediseñar aspectos de nuestro trabajo por medio de un proyecto de desarrollo institucional. La universidad debe renovar su compromiso histórico y con su misión, para así exigir un cambio en la política pública actual. Buscamos reforzar nuestra unidad interna y la coherencia que debe respaldar el trabajo académico de calidad. Con tal propósito estamos remozando nuestras estructuras de gobierno interno y las formas de administración académica. También estamos postulando la necesidad de volver a liderar el mundo de la educación pública chilena, porque se trata de un tema de estado, de un problema de país y de un objetivo estratégico que siempre ha sido fundamental para la Universidad de Chile.
Dos tendencias centrales marcan la experiencia internacional reciente en educación superior, especialmente en el mundo desarrollado y los países de desarrollo mediano. Un hecho estilizado es que el estado ha reconocido la complementariedad de las políticas de educación superior con otros determinantes del desarrollo del país. No es cierto, por tanto, que exista una contradicción en términos del menor rol productivo del estado y una mayor participación en educación, en general, y educación superior en particular. Asimismo, la experiencia indica que no se puede pretender reformas a la educación básica y media si no se potencia la educación superior, el reforzamiento de las pedagogías y las licenciaturas, el amor a la ciencia y a la búsqueda. Pero además, las tendencias recientes introducen la rendición de cuentas y de evaluación de resultados según aportes fiscales. Como una manera de asegurar que el uso de los recursos del estado será el mejor en función de objetivos sociales predeterminados. Pero en lo fundamental, la experiencia es consistente con una sustancial presencia del estado en educación superior, con una contribución decisiva en financiamiento, en políticas, en orientación y diseño del sistema.
Nuestra universidad reconoce estas tendencias y esta diseñando sobre esa base su plan estratégico, que contiene dos pilares fundamentales. Por una parte, la necesidad de mayor presencia del estado en cuanto a orientaciones de política y a financiamiento de la educación pública. Segundo, la necesidad de un cambio interno que posicione a la universidad para el mejor desempeño y cumplimiento de su misión y de su rol histórico.
Nos parece indiscutible que la Universidad de Chile, en su carácter de universidad nacional y pública, necesita de políticas públicas mas activas y adecuadas. Todos los esfuerzos internos serán infructuosos para lograr una mejor situación y un mejor desempeño en torno a los objetivos de la sociedad. Pensamos que debe existir un debate en el país sobre los temas universitarios, para dar paso al cambio en criterios y definiciones de política y se permita que el país supere su gran subdesarrollo en materia de universidades, en investigación científica y tecnológica y en el campo de la creación en las humanidades y las artes.
El consejo universitario ha sostenido que el proyecto MECESUP no satisface las reales necesidades de política pública en esta materia. Reconocemos que es fundamental avanzar en el cambio de la acreditación y de los convenios de desempeño como una forma de introducir responsabilidad por el uso de los recursos del estado, como también creemos importante revisar la política relativa a los aportes basales. Pero pensamos que hay que avanzar más rápido en lo primero, y que se debe abrir una discusión mucho más amplia en cuanto a lo segundo.
Tenemos una visión distinta de las prioridades. Creemos que es necesario antes que nada, reordenar el sistema universitario actual, creando un consejo de universidades del estado donde se reconozca la propiedad de este respecto de aquellas, y se constituya un díalogo que ha sido inexistente en todos estos últimos años, permitiendo dar forma a una política de estado. Asimismo, creemos que un consejo general de rectores debe continuar siendo un organismo de coordinación e información, y reconozca, en ese contexto, la mayor extensión y complejidad del sistema universitario actual.
También creemos que la política de financiamiento debe distinguir las situaciones de instituciones estatales y privadas, y que los instrumentos deben ser acordes. Por ejemplo, en las primeras debe existir un mayor compromiso del estado para con la inversión, para potenciar las respuestas frente a necesidades de país o región. Ello permitirá que muchas instituciones estatales avancen hacia un deseable mayor desarrollo, mientras que permitirá que estabilicen su progreso aquellas caracterizadas por mayor complejidad. El financiamiento al sector privado debe ocurrir con instrumentos distintos, concentrados en ayuda a los estudiantes, y también con criterios que considere claramente el objeto del subsidio estatal, requiriendo ello una evaluación de resultados.
Como Universidad de Chile sentimos que es nuestra obligación el postular las políticas que son más deseables y necesarias a nivel del estado Chileno y en relación con la educación y el sistema universitario. Por ello, esta administración se ha comprometido a ofrecer propuestas al estado Chileno, las cuales deberán ocupar un lugar en el debate del próximo año, para así permear a las acciones de gobierno a partir del ano 2000. estamos convencidos de que enfrentamos una grave situación con la educación universitaria chilena, en que su aporte se desvirtúa e inhibe por medio de políticas inapropiadas, y en que resulta necesario redefinir objetivos e instrumentos, en una discusión de país que deseamos y que propiciaremos abiertamente.
La Universidad de Chile reafirma hoy el compromiso con el propósito de ser una universidad de excelencia en la formación de profesionales, investigación científica y tecnológica, creación en las humanidades y las artes, así como en sus múltiples formas de extensión hacia la comunidad. Reafirmamos también el compromiso con una universidad pluralista, democrática, orientada a resolver los problemas fundamentales de la sociedad Chilena, especialmente los que no encuentran solución en el mercado. Una universidad orgullosa de ser una institución pública, de servicio público, promotora indiscutida de la movilidad social y defensora de una verdadera equidad.
Por ello, nos comprometemos a instaurar una política de responsabilidad por el uso de los recursos del estado, respondiendo con criterios de desempeño de mediano plazo frente a los medios que la sociedad chilena coloca en la universidad. Durante 1999 comenzaremos un plan para vincular a objetivos de desempeño, cualquier transformación de activos que aborde la institución, objetivos que tendrán que ver, en lo esencial, con resultados académicos y con él estimula al trabajo de calidad que debe promover nuestra Universidad de Chile. Asimismo, requerimos del Ministerio de Educación un nuevo contrato en relación a las tareas vinculadas al aporte basal, que se relacione, precisamente, con las respuestas que el estado de Chile busca en el trabajo de su universidad. Estamos dispuestos a que se inicie un convenio de desempeño con la Universidad de Chile que establezca metas de mediano y largo plazo para los proyectos que se contienen en las tareas de servicio público y que hicimos llegar este año al Ministerio de Educación por un total de más de $7000 millones. Además, de esa intención, declaramos nuestro propósito de fortalecer las alianzas estratégicas con las otras universidades estatales, porque entendemos que necesitamos urgentemente optimizar el uso de los recursos del estado, e identificarnos con la realidad de la educación pública de la cual esta universidad es y debe continuar siendo una líder natural. Esta actividad también requerirá recursos por convenios de desempeño, debido a su rol estratégica para el estado chileno. Finalmente, deseamos también someter a nuestro programa de autoevaluación institucional - que ha tenido hasta ahora muy satisfactorios resultados y que deseamos ampliar el próximo año a un sistema de convenio de desempeño con el Ministerio de Educación por las implicancias que este proceso tiene para el conjunto de las universidades y el futuro sistema de acreditación.
La Universidad de Chile se convierte así en la primera institución de educación superior que entregará cuenta pública de su desempeño y resultados de la aplicación de fondos públicos. Ello requerirá un mayor compromiso del estado pero permitirá que ofrezcamos a la sociedad chilena un nuevo contrato social mirando hacia el futuro para establecer objetivos y metas que aseguren mejores resultados. Este es un pilar fundamental de nuestra propuesta y proyecto de desarrollo al país para el próximo cuatrienio.
Nuestra universidad se plantea tareas y cambios importantes para asumir el rol que debe corresponderle a las puertas del nuevo milenio. En el plano interno, esas tareas tienen que ver con la reestructuración de los servicios centrales. Las nuevas políticas para el diseño del trabajo académico y las reformas en las instancias del gobierno universitario.
Creemos que las estructuras centrales de la universidad deben convertirse en agentes facilitadores del trabajo de las unidades académicas, y que su tamaño y funciones deben ser acordes con el propósito de mejorar el control de resultados, y de apostar por una mayor descentralización de la ejecución administrativa y financiera en las unidades académicas. Estos objetivos requieren un rediseño de los organismos, pero más que nada necesitan de un profundo cambio cultural en una institución con escasa comunicación interna y donde no existen adecuados sistemas de información, prevalece un anticuado sistema de procesos, y en que la capacitación de sus funcionarios ha sido insuficiente durante muchos años.
En este ámbito de preocupaciones, esta administración se compromete a alcanzar tres objetivos fundamentales hacia el fin de su periodo: reordenamiento de los organismos centrales por medio de una reestructuración destinada a fortalecer su capacidad de controlar gestión y resultados, y de un rediseño de procesos que permita eliminar instancias burocráticas: implementación de una carrera funcionaria y de medios de capacitación que permitan un más efectivo aporte no académico a la gestión institucional; descentralización de la gestión administrativa y financiera en las unidades académicas, e implementación de una política de distribución del aporte fiscal directo por medio de compromisos de gestión de las unidades académicas, basados los mismos en sus planes de desarrollo estratégico.
Pero además de lo anterior, la Universidad de Chile requiere organizar mejor sus esfuerzos de trabajo académico y potenciar su efectividad de largo plazo. Hay que reconocer que el crecimiento de la corporación ha estado fuertemente dominado por las circunstancias del financiamiento externo, y por las mayores o menores potencialidades de los organismos para generar recursos por medio de la venta de servicios y el financiamiento de proyectos. El descuido del trabajo académico es indeseable y requiere que la universidad retome y fortalezca su sentido de institución, genere instrumentos de equidad en lo interno, para que los crecimientos se correspondan con las necesidades de país y no exclusivamente con las inercias históricas.
Esta administración, en el plano del trabajo académico se compromete a lograr hacia fines del periodo: el establecimiento de planes de desarrollo estratégico coordinados entre las distintas unidades, permitiendo un mejor aprovechamiento de los recursos y una mayor potencialidad del trabajo de investigación y docencia; asimismo, la promoción de la interdisciplinariedad y del postgrado como tareas de importancia central para el país, y también como aspectos que potencian estratégicamente a la Universidad de Chile: el apoyo al desarrollo de académicos jóvenes, por medio de programas a nivel de las unidades y de la dirección de investigación, proveyendo mayores oportunidades para el perfeccionamiento en el exterior y reconocimiento al trabajo de investigación y de docencia por medio de asignaciones especiales; Revisión de la carrera académica para que de lugar al reconocimiento que se necesita para los profesores cuyo énfasis no ha estado en la línea de investigación científica básica y aplicada, sino en la de desempeño profesional de excelencia o la creación en las humanidades y las artes.
Todo lo anterior, sin embargo, necesita también cambiar las lógicas del gobierno universitario, reconociendo que es necesario el tener una visión transversal de nuestros problemas, otorgando al diseño del plan de desarrollo la oportunidad de una reflexión por encima de los ámbitos disciplinarios y de sus respectivos organismos académicos, y que de una posibilidad a la participación de los otros esbatimentos en el contexto de sus prioridades y problemas. La creación de un senado académico, en la medida en que sea un organismo de índole transversal a las distintas unidades, permitirá contar con una instancia para normar en forma alejada de los intereses basados en las inercias históricas y los pesos cuantitativos. Será una reforma bienvenida. Pero en su diseño habremos de ser cuidadosos para no generar conflictos permanentes con las instancias de gobierno, que habrían de inmovilizar a la institución en la medida en que lo normativo no necesariamente es concordante en el corto plazo, con los aspectos concretos de la gestión institucional.
Habrá pues que trabajar en el establecimiento de un senado que sea un efectivo complemento al trabajo del gobierno universitario en aspectos de largo plazo y en el tratamiento de materias que requieran una visión integral de la institución, y que sea también un organismo de control y de fiscalización que tanta falta hace hoy día a la universidad. Asimismo, habrá que trabajar en un senado que, como el gobierno universitario, se comprometa fuertemente con la excelencia académica, puesto que no podemos renunciar a este factor que es el más crucial y distintivo en relación al indispensable aporte de la Universidad de Chile hacia el país.
Los tenias anteriores cuentan con el compromiso de esta administración. Contra lo que muchos podrían esperar, no estamos por introducir cambios traumáticos que lo único que garantizan es su fracaso a corto andar y la generación de conflictos innecesarios. Además, los cambios requieren recursos, los cuales no existen debido a que sus disponibilidades se fueron agotando en el pasado reciente, dejando a la institución en una delicada situación presupuestaria y de deuda. Nuestro camino será siempre el diálogo con la comunidad universitaria, y el avance sistemático en un programa de reordenamiento institucional en términos de las tareas y de las estructuras de gobierno. Respecto de esto ultimo, es también nuestro compromiso el de contar con un proyecto de estatuto durante el próximo año, de manera de solicitar a S.E. el presidente de la república, que el mismo se promulgue como ley de la república.
Es necesario que la comunidad universitaria comprenda, como lo ha hecho hasta ahora, la naturaleza de nuestros esfuerzos y el compromiso serio y sostenido que tendrá esta administración con los aspectos centrales planteados. Habrá reordenamiento, habrá mayor compromiso de la universidad con los temas de país, habrá un mejor ambiente laboral en lo interno, habrá esfuerzos muy claros para mejorar la calidad de la gestión, habrá transparencia e identificación de las autoridades con los problemas que existen y que son muchos. Pero debe terminarse con la cultura desarrollada latamente, en que primo la desconfianza, el rencor, los resquemores, las contiendas internas, la atribución de intencionalidades. Yo llamo a que nuestra comunidad enfrente con seriedad y responsabilidad los retos a que estamos llamados al finalizar este siglo, y que denunciemos como una indignidad las actitudes atávicas contrarias a la transparencia y ligadas mas bien a intereses extraños y contraproducentes para la institución.
No eludimos tampoco la responsabilidad como directivos de la institución para poner orden en la situación financiera: esta administración se compromete a llevar adelante un programa de orden y austeridad que partirá en 1999 con un congelamiento de los presupuestos de los servicios centrales, propendiendo a su mejor diseño y reduciendo el grado de sacrificio que se demanda a los organismos académicos. El reordenamiento se producirá en el marco de política antes señalado, y requeriremos una adecuada gestión en todos y cada uno de nuestros organismos, sin descuidar el marco de tareas en torno a nuestra misión. Este aniversario nos encuentra vivamente entusiasmados con los cambios en lo interno y en lo externo que estamos conduciendo. Creemos que debemos movilizar con mucha fuerza a la universidad en la dirección de futuro, y superar nuestros traumas, nuestros conflictos y nuestras desavenencias. Estamos hoy día con la responsabilidad de mirar hacia el futuro y de responder a nuestra tradición y nuestro pasado. Queremos que la universidad siga abierta a los temas de país, a las preocupaciones por las disciplinas más desprotegidas. Queremos que los aires de cambio permanezcan con nosotros y logremos conducir esta barca sublime hacia el puerto deseado por nuestros fundadores. Bello, Ocampo, Domeyko, Valentin Letelier, Amunátegui, Juvenal Hernández y Gómez Millas -como tantos otros-- nos observan desde su sitial en el oriente de la paz eterna. A ellos y a tantos tenemos que responder por nuestras acciones de hoy... también al futuro, para poder mirar a los ojos a las nuevas generaciones y decirles que estamos entregándoles la gran Universidad de Chile y para Chile, la que fue creada para proveer a la sociedad chilena con inteligencia, creatividad, excelencia académica, humanismo y amplitud.
No puedo dejar de expresar en este acto, por la misma consecuencia que deseamos practicar en términos de nuestra responsabilidad por los temas de país, la grave preocupación por los recientes acontecimientos en nuestra patria. Esta universidad sufrió en el pasado los efectos de una polarización política extrema y, posteriormente, de un gobierno de pacto, con todas sus penosas consecuencias para la necesaria tolerancia y amplitud que nuestra docencia, investigación y extensión requieren. Resulta indudable, que el país precisa de un esfuerzo solemne, por sobre la política contingente, para superar realmente sus heridas y para abordar con criterio de futuro, la necesidad de justicia, de verdad y de reconciliación. Lo quiere Chile, lo demanda nuestra responsabilidad con el futuro, lo necesita con vehemencia el reto de salir de nuestro subdesarrollo, lo impone la necesidad de nuestra dignidad y en nombre del humanismo. Quiero declarar aquí que trabajare con la mayor firmeza para que la Universidad de Chile colabore como le sea requerido para aportar positivamente al proceso de efectivo reencuentro de los Chilenos; No ha de haber ningún esfuerzo que sea excesivo ante el propósito histórico de lograr para nuestra juventud, una patria en que todos creamos, en un proyecto común, en una democracia verdadera, en que el humanismo, el respeto por las ideas y por la inteligencia, se sobrepongan firmemente sobre el odio y los intereses subalternos. Si Chile nos llama, allí estará su universidad para trabajar en él animo de aunar y construir para el futuro.
No puedo tampoco olvidar, que durante muchos años se practico la persecución de académicos y funcionarios de la universidad por razones ideológicas, hiriendo en lo mas profundo el ser y el hacer de esta casa centenaria. Nuestra universidad no puede acoger de vuelta a tantos que quisiera en otros escenarios financieros. Pero quiero decirles que seguirá siendo la universidad de todos, y que trabajaremos para que nunca mas se persiga a nadie por su forma de pensar, y que cultivaremos el respeto a las personas y a las ideas como lo impone la lógica civilizada, y como nunca debió contravenirse en ningún lugar de la tierra. A los exonerados, como rector de la corporación y en su nombre, pido perdón y lo señalo como la actitud necesaria para que en todo orden el país avance sin resquemores, con verdadera reconciliación, hacia su futuro.
Señoras y Señores:
Hemos homenajeado en este acto a Elvira Savi y a Fernando Monckeberg, nuestros dos académicos premios nacionales de este año, que se suman a nuestros otros dos premios nacionales de este año: los egresados Armando De Ramón y Alfonso Calderón cuanto simbolizan ellos lo que es y lo que aspira a ser esta universidad. Cuanto constituyen ellos un ejemplo para las nuevas generaciones, de entrega, de fuerza y de coraje. Cuanto son ellos los que anuncian quizás las buenas nuevas y los nuevos aires, que impulsen a esta universidad hacia su mejor futuro, y que logren cambiar profundamente los patrones que nos orientan en forma inconveniente.
Declaro a Elvira y Fernando los símbolos de la universidad que ambicionamos. Y por ello, ofrendamos sus nombres y su ejemplo a nuestros fundadores y a quienes han hecho de esta institución lo que hoy día es, y que queremos con mayor fuerza que nunca elevar hacia el futuro: la gran Universidad de Chile de todos y para todos. La líder... la del futuro.