Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Asunción del Decano de la Facultad de Medicina, Prof. Dr. Eduardo Rosselot.

(Transcripción)

Esta es una ceremonia de cambio de mando y quienes tanto especulan, a veces, sobre los problemas de la Universidad de Chile están sorprendidos, quizás, de que este cambio no significa la ruptura, el quiebre que tanto se espera, que tanto se busca en algunos casos por la vía más inusual: declaraciones hirientes, los pie de páginas, las cifras fuera de contexto. Es un cambio que se produce dentro de una línea. Es un cambio que reafirma el programa que esta Facultad iniciara hace algunos años y que, como todo cambio, necesita perfecciones, necesita preguntarse permanentemente cuáles son las correcciones necesarias para ir adaptándose a los objetivos primarios y a los nuevos. Es un cambio que conlleva el concepto que acuñara Andrés Bello sobre la Universidad, que es el concepto de "acomodo". El acomodo permanente, el cambio permanente debe constituir un desafío también permanente para la Universidad de Chile, y sobre todo, para facultades con el tamaño, con la tradición, con la trascendencia de éstas. De manera de que es el cambio. Pero tampoco es el cambio del continuismo, el cambio de seguir siempre en lo mismo, de quedarse con los pequeños y grandes logros estancados en el tiempo.

La Universidad y esta Facultad están pendientes de que el cambio también lleva la noción de que permanentemente tenemos que preguntarnos sobre nuevas cosas y nuevos desafíos. Yo creo que esta mezcla de revisar y proyectar, conservando los antecedentes de los cambios ya implementados, son elementos fundamentales en los programas y en el diseño estratégico de esta Facultad, que tuvimos oportunidad, hace sólo unos días, de escuchar en el Consejo Universitario. Por lo tanto, frente a esta idea de oportunismo, de que todo comienza de nuevo y de que a la Universidad de Chile y a todas sus facultades hay que refundarlas permanentemente, creo que es un nuevo mentís y esta ceremonia así lo ratifica.

Es la idea de que la Universidad de Chile se proyecte como una entidad de cambio permanente, de revisión permanente, de contestar en forma permanente a las nuevas preguntas y a las nuevas temáticas. Desde este punto de vista, este cambio es también continuidad que ha hecho grande a esta Universidad, el conservar sus raíces fuertes, pero siempre raíces que permitan que el tronco también crezca fuerte, que crezcan nuevas ramas, que florezcan y podamos cultivarlas con el tiempo y rediseñarlas, porque así podemos imaginar a la Universidad de Chile de aquí a diez o veinte años, la que le vamos a dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos. Ese es el sentido de un cambio, que no es el que se entiende afuera. Afuera el sentido de un cambio se entiende como el sentido de la ruptura. El sentido de que todo hay que hacerlo de nuevo, y siempre hay quien está dispuesto a aportar semillas a esas interpretaciones de lo que es la Universidad, y lo que debe constituir el cambio de sus autoridades.

En el debate universitario siempre deben haber diferencias. En el debate dentro de la Universidad es muy importante que siempre existan ideas distintas sobre la Universidad, expresadas aquí en nuestros claustros, pero esto significa que estemos hacia afuera planteando universidades distintas y que estemos hacia adentro evitando la necesidad de avanzar en las direcciones que son importantes para preservar el futuro universitario chileno. Y esta Facultad enfrenta retos, como todas las demás facultades en su conjunto. Yo creo que hay cuatro retos fundamentales que, como lo ha destacado muy bien el señor Decano, hay que ir enfrentando desde ahora y esto tiene que ir constituyéndose en un trabajo cohesionado con el resto de la Universidad. Las facultades pueden ser y son parcelas independientes y no parte de un conjunto, en el que se privilegia, por supuesto, la mayor descentralización, porque todos constituimos un sólo cuerpo que es la Universidad de Chile: ese es nuestro gran capital, nuestra tradición histórica hay que preservarla.

En este contexto, creo que uno de los primeros retos importantes es el llamado "reto de la competencia y de las reglas externas". Creo que tenemos que enfrentar un mundo difícil y distinto al que ha caracterizado la mayor parte de este tiempo a esta Facultad y a la Universidad de Chile. Pero es así. Hay quienes piensan que formar médicos es cuestión de tener salas de clases, un hospital -a veces prestado- y a veces, también, médicos part time que pueden enseñar. Y existe la creencia de que eso puede constituirse en lo que esta Universidad ha instituido como la enseñanza de la medicina y de las otras disciplinas a lo largo de los años. Nosotros entendemos el reto de la competencia. Entendemos el reto de la competencia como un desafío de calidad, por eso es que esta Facultad ha marcado una senda en el camino de la acreditación, pero de una acreditación que queremos con reglas sólidas y estables; no con una acreditación que juegue con reglas distintas para distintas instituciones, ni tampoco, una acreditación para que el Estado siga poniendo recursos a disposición del sector privado. Queremos una acreditación que certifique calidad. Que dé una información a los usuarios, de nuestros egresados y a los futuros estudiantes. Queremos una acreditación de calidad para que eso sí dé una verdadera competencia. Porque esta Universidad, ni en medicina, ni en ingeniería, ni en arte, ni en química, ni en odontología tiene miedo a la competencia. Tenemos los mejores recursos humanos y la investigación más sólida del país. Es difícil competir con la Chile, a menos que -como se hace usualmente- se le cambien las reglas y a ella se le apliquen unas y a nuestros competidores otras más suaves, más permeables, más generosas, pero también más injustas para lo que debe ser este desafío de calidad en el país. Creo que allí hay un reto y un debate nacional en el cual esta Facultad debe tener un lugar muy prominente. No es sólo tomar las reglas y aplicarlas, creo que nosotros tenemos que dar una pauta de qué es lo que nos gustaría, de qué es lo que creemos que es más procedente para tener más calidad en la formación médica y de las otras disciplinas. Tal y como lo estamos haciendo para todos los sistemas de acreditación que se proponen para el sistema universitario en su conjunto.

Desde luego, el segundo reto, como muy bien lo ha señalado el Decano, es la necesidad de fortalecer la investigación. Eso es como hoy día comúnmente se dice en la jerga, "una de nuestras más grandes ventajas comparativas"; la investigación sólida, de calidad, de profundidad, de extensión que realiza y ha realizado esta Facultad y hoy día centraliza, en gran parte, el Instituto de Ciencias Biomédicas. Creo que es muy importante preguntarse en qué está hoy día esta investigación y cómo se puede fortalecer, profundizar, apoyar, mejorar, y hacerla más efectiva y más eficiente. Eso es un reto permanente. Así como es un reto permanente el conectar el resultado de esta investigación con la docencia.

Que la mejor investigación no empobrezca una mejor docencia. Que el fortalecimiento del Instituto de Ciencias Biomédicas no signifique desfortalecer, de alguna manera, nuestros campos críticos. Creo que estos son desafíos que tenemos que estudiar, y evidentemente, aquí se están estudiando. Hay una primera jornada de análisis de nuestros Instituto de Ciencias Biomédicas para analizar la calidad y la pertinencia de lo que hacemos.

Un tercer desafío es un imperativo importante. Ésta es la Universidad líder en gran parte de nuestro continente por la influencia histórica que hemos tenido. Uno recorre América y se encuentra con médicos formados en Chile, pero hoy día hay nuevos retos en el terreno de la formación ética y en la necesidad imperiosa de introducir un mayor humanismo en la formación de todas nuestras disciplinas, particularmente en estas disciplinas que son tan cercanas al hombre y a sus problemas. Creo que hay aquí un reto muy importante. Creo que hay profesionales de la Universidad de Chile, no sólo con un gran sentido de la calidad, de la profundidad tremenda de su ejercicio, de su responsabilidad de su ejercicio profesional, sino también, a un ser humano más grande, más generoso, dotado de principios éticos que son tan importantes y tan fundamentales hoy día y tan debilitados también en el ejercicio de todas nuestras profesiones. Creo que esta es una tarea muy importante y es una tarea en la cual nuestro ejemplo deberá ser imitado no sólo en nuestro país, sino que fuera de él.

Finalmente creo que el otro reto es la visibilidad externa. Ese es un reto para la Universidad, desde luego, pero quiero señalarlo de una manera muy particular para esta Facultad. Creo que están los retos de la política pública y es por eso que me ha gustado escuchar al señor Decano, sus ideas, sus desafíos de poder plantear un proyecto de salud pública nuevamente y de poder estar, esta Facultad, en un debate en el cual no hemos estado: el de las políticas públicas. Ahí está el debate de qué es lo que va a pasar con la salud chilena en los próximos años. Creo que nosotros tenemos que involucrarnos, es decir, esta Facultad no sólo forma médicos, ni produce investigación para los médicos: es una Facultad que también debe formar opinión porque eso es la Universidad de Chile, tal como tenemos que formar opinión en muchas otras áreas.

La Universidad debe ser un centro de reflexión sobre temáticas nacionales, eso es lo que significa el rol nacional de la Universidad y que nosotros alegamos que es parte importante de esta Institución con respecto a otras. Por lo tanto, debe participar en este desafío, en este debate de lo que hoy día está ocurriendo en política pública, particularmente en el debate que se llevará a cabo el próximo año con motivo de las elecciones presidenciales, porque yo creo que este debate debe llevar anexo el ingrediente académico de la experiencia, de la tradición y del compromiso de esta Facultad con la salud chilena. Verdaderamente creo que hay un reto especial, aparte de los ya mencionados, que tiene que ver con la necesidad imperiosa de que esta Facultad participe de una manera muy activa en el proyecto de modernización, de cambio, de consolidación de nuestro Hospital José Joaquín Aguirre. Creo que allí es un desafío muy importante: nuestro hospital es parte importante de nuestro proyecto como Universidad. Debe serlo, desde luego en la contribución docente. De serlo también, evidentemente, en la parte investigación, pero debe serlo también respecto de esta visibilidad pública, de esta necesidad de que la Universidad defina su rol nacional de una manera muy clara, muy trascendente, muy profunda. Creo que nuestro Hospital, conjuntamente con la Facultad de Medicina, tiene un rol importante para el cual hay que potenciar en el proyecto en el cual se esta trabajando. Desde luego los retos son importantes. En el escenario interno procuraremos tener el mejor escenario posible reordenando nuestros servicios centrales para que estos sean un potenciador de nuestra facultades y no se conviertan en obstáculos; reordenando nuestras políticas internas y desburocratizando nuestros procesos internos para que el trabajo sea pertinente. Reordenando nuestros procesos sistemas financieros internos, proceso también permanente, naturalmente para poder potenciar el trabajo de las Facultades, para poder potenciar el trabajo de control de gestión desde los servicios centrales hacia las facultades en las distintas áreas. Esas condiciones las estaremos construyendo y desarrollando conjuntamente, naturalmente con el Consejo Universitario.

Pero quiero referirme acá al gran obstáculo. El gran obstáculo es la existencia de una política universitaria indefinida, que se mantiene en penumbras, que no tiene ni refleja ninguna voluntad de abrir un debate respecto a lo que debe ser el financiamiento y el ordenamiento de un sistema universitario, particularmente, el estatal. Ese es un gran obstáculo, la gran dificultad, un gran problema que quiero señalar y he señalado en todas las facultades, porque creo que nosotros tenemos que requerir y demandar ese debate nacional sobre política universitaria. La Universidad de Chile no puede seguir funcionando con este tipo de régimen, en el cual no sólo nos exige un nivel de financiamiento y autofinanciamiento que es incompatible con el objetivo profundo del trabajo universitario, que es diferente a la venta de servicios; con el trabajo de investigación, que no puede venderse a patrocinadores externos; con el trabajo de creación y también de formación docente, que no puede recuperar fondos al 100%. Se nos dice que somos una Universidad ineficiente, que somos una Universidad que ya no tiene la justificación que tuvo en el pasado y que somos una Universidad llena de conflictos y que constituimos una especie de hoyo negro movible en el tiempo.

La imagen de la Universidad de Chile debe ser, en primer lugar, fortalecida y es por eso que nuestros conflictos, nuestras diferencias deben ser académicas y son bienvenidas y muy importantes. Se ha alegado por mucho tiempo en la Universidad, con toda justicia, por parte de la autoridad, esta búsqueda incesante de los medios de todo conflicto posible para poder ponerlos, poder vender así periódicos en una cultura tan "light" y tan descomprometida como la que tenemos. Pero no es sólo eso, es además la existencia de reglas que no son compatibles con el propósito de la Universidad en que se nos hace conseguir recursos para todos, comprometiendo además la propia libertad de investigación de la Universidad. Esta Universidad debiera tener dueño, pero de hecho no lo tiene, porque este dueño participa en un porcentaje minoritario en su financiamiento; y en segundo lugar, porque el dueño no está dispuesto ni siquiera a opinar respecto de lo que hay que hacer en la construcción de la Universidad. Entonces esta Universidad, es una especie de ente autogestionado: es privado en la estructura de su financiamiento pero que además tiene que competir por los recursos con otras entidades privadas que funcionan con reglas distintas pero exactamente con las mismas formalidades de financiamiento. Eso es lo que no se quiere discutir. No se quiere poner en un debate nacional que tiene que resolver este problema. Eso se quiere resolver por la vía de un mecanismo indirecto llamado "Proyecto de mejoramiento de la equidad y la calidad de la educación superior" sobre la cual el Consejo Universitario ha sido extraordinariamente crítico, y se lo hemos hecho saber a la autoridad y al Consejo de Rectores. Pero ahí hay un gran obstáculo.

Quiero decir que las dificultades que ha tenido la Universidad en los últimos años se han debido en lo fundamental a estos obstáculos, a estas incomprensiones, a estas indefiniciones, pero ya es tiempo de decir "que ya no más", porque una cosa es entender que esto es un camino que de alguna manera había que recorrer, pero otra cosa es, de alguna manera suponer, que este es un camino infinito, que en definitiva va a significar que esta Universidad este viviendo crisis tras crisis en la parte material, pero sobre todo en la parte espiritual hasta que se produzca eventualmente una involución a una especie de Universidad privada como las tantas que hay repartidas en tantas casas de Santiago. Nosotros no queremos este futuro para la Universidad de Chile. Queremos comprometernos con proyecto Universidad de Chile que surge del tipo de cosas como las que se han llevado a cabo esta Facultad y en otras. La Universidad tiene hoy día una gran estabilidad interna. Tiene hoy día grandes consensos respecto de los cambios, del sentido del cambio que hay que impulsar. Lo ha demostrado esta Facultad y también las otras facultades donde se han hecho consultas; lo vamos a demostrar con la creación, generación y consolidación de mecanismos participativos estables que hagan posible la oportunidad que las disensiones y las diferencias ocurran aquí adentro, como debe ser, pero hacia afuera expresamos una preocupación mayor respecto de estas diferencias, de la necesidad de cambiar las reglas del juego, de definir nuevamente cual es el ámbito de política pública, y en definitiva, definir también cual es el papel que le corresponde al Estado respecto de su primera Universidad, que es la Universidad de Chile.

Yo creo, señor Decano, señores Decanos, estimados colegas, que enfrentamos desafíos muy importantes de cambios que no son independientes de esta situación, en los cuales tenemos que comprometernos, tenemos que entender y tenemos que pronunciarnos. Sin embargo, hemos logrado el compromiso importante de seguir avanzando y yo creo que esta Facultad lo ha hecho con mucha claridad y con mucha decisión en la elección de su nuevo Decano. No puedo terminar estas palabras sin expresar a nombre de la Corporación los agradecimientos más sinceros y más cordiales al Prof. Rosselot.

En lo personal tuve la oportunidad de trabajar durante cuatro años en el Consejo Universitario con el Dr. Rosselot, participando en momentos muy difíciles del conflicto en las comisiones que ayudaron a dar solución a éste. Tuve la oportunidad de conocer no sólo su ponderación, su equilibrio, su palabra siempre tranquila; sino además, su enorme calidad humana, su enorme cariño por la Universidad de Chile. Su dimensión como persona constituye un ejemplo de lo que es y de lo que debe ser un académico de esta Universidad. Quiero agradecer con gran cariño lo que ha hecho sin pocos sacrificios, como siempre, en esta Institución por la Facultad de Medicina. Desearle lo mejor y por supuesto pedirle que nos siga colaborando porque es un elemento valioso y los elementos valiosos de esta Universidad nunca deben perderse. Le deseo al nuevo Decano el mejor ejercicio en sus funciones ya que tendrá todo el apoyo más sincero y más amplio de parte del Rector y de todas las autoridades centrales, y que en cuatro años más podamos hacer una buena evaluación de los nuevos cambios, de las nuevas ideas, de las nuevas consecuencias, y ojalá también, de los nuevos cambios de la política de Estado para que esta Universidad siga siendo, como antes y como siempre, la gran Universidad de Chile.

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