Presentación
La Cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas nace en abril 2018 gracias a la confianza entregada por el Rector de la Universidad de Chile, profesor Ennio Vivaldi, y la Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones Faride Zerán para permitirnos dar curso a un proyecto -hoy una realidad- que por una parte abordase las características del fenómeno migratorio en el siglo XXI y por otra hiciese frente al problema del racismo que comenzó a perfilarse con la llegada de los inmigrantes a Chile. La apertura de la Cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas como una instancia universitaria, pluralista, de extensión, formación, docencia y abierta a la sociedad nos ha permitido incidir en distintos aspectos de los fenómenos abordados y al mismo tiempo abrir el interés de académicos(as) y estudiantes como de la sociedad civil.
La Cátedra busca tanto apoyar iniciativas de las organizaciones sociales como abordar el problema del racismo desde las distintas manifestaciones que éste tiene en los planos institucionales, laborales, médicos, comunicacionales, artísticos, policial y principalmente en la vida cotidiana cuando se presenta tanto como forma de caridad, o como una estigmatización que humilla continuamente. Para ello es necesario el examen del racismo como ideología, como doctrina, como práctica, como sentimiento y como emociones que se ha instalado estructuralmente en la sociedad chilena. Este, sin embargo, es un trabajo largo y complejo que solo puede hacerse a través de todas nuestras instancias universitarias.
Por otro lado, las políticas estatales no siempre consideran la palabra de la sociedad civil ni de los especialistas que comprenden el mundo desde un punto de vista científico, produciendo una lejanía que ha impedido dar mejores apoyos frente a los sufrimientos producto de las migraciones y las manifestaciones del racismo. Siendo actualmente Chile un país de inmigración, es necesario que la Universidad de Chile se involucre desde sus distintas facultades para proponer y entregar saberes a la vez que propugnar hacia una vida en común que respete los derechos humanos de los inmigrantes.
Los tiempos son difíciles para los migrantes en el mundo de hoy. En sociedades atravesadas por el egoísmo, los intereses mercantiles y el repliegue de los individuos hacia la vida privada, la palabra humanidad parece vaciarse cada vez más de sentido y limitarse a ser usada según el modo en que las voluntades políticas lo requieran. En este escenario, la vida de los migrantes se llena de despojo y soledad, y en los límites de lo considerado humano sus cuerpos se vuelven parte de los sufrimientos del mundo contemporáneo.
Hoy estamos inmersos en una crisis sanitaria que afecta al mundo entero. La supervivencia se vuelve fundamental y pareciera que ningún cuidado es suficiente para salvar las vidas. En este marco, las personas migrantes viven una particular incertidumbre atada al temor de un maltrato vivido desde hace mucho y que aumenta en quienes están en procesos de regularización migratoria o no tienen documentos de identidad que les permitan trabajar, desplazarse y hacer frente a las exigencias impuestas por las cuarentenas y toques de queda en las comunas donde residen.
Por otra parte, las fronteras, en tanto líneas de separación entre países que representan el poder territorial de los estados, se cierran tanto para la entrada como para la salida de las personas migrantes, dejándolas “varadas”, en una suerte de limbo o de no lugar del cual no pueden escapar. Así lo demuestran las personas de Bolivia varados en Huara, las personas colombianas en Temuco que fueron encarceladas al tratar de salir de Chile, o las personas peruanas varadas en Chacalluta. La pandemia -que entró por el aire y por el cuerpo de los(as) chilenos- fue colocada en el discurso público por el presidente Piñera al señalar a los migrantes como posibles fuentes de contagio debido a su inmigración “ilegal”. Siguiendo esta lógica, los medios oficiales no trepidaron en construir imaginarios de la pandemia colocando fotografías de migrantes en sus portadas. Días después el ministro de salud se extendía sobre lo mismo responsabilizando a los migrantes del contagio y entregando informaciones sin base sobre el peligro de infección que representaban. Ante discursos como estos por parte de las autoridades, las manifestaciones racistas pueden multiplicarse y diversificarse, pues ante los temores de la infección por el Covid 19, la figura de la o del migrante surge como el “enemigo(a)” que representa el lenguaje de guerra que el gobierno construye. La Cátedra se manifiesta realizando declaraciones y participando en campañas que buscan informar y sensibilizar a la población y denunciar estas prácticas racistas.
Desde la llegada de los migrantes hace ya más de dos décadas que hoy caracteriza a Chile como país de inmigración, hemos sido testigos de actos y discursos racistas que han dañado mucho a las comunidades migrantes. Sin embargo es preciso trabajar para dar cuenta del lugar que hoy tienen en la sociedad chilena en la cual residen y trabajan, contribuyendo a la producción y sumándose a los trabajadores que permiten a una parte de la población seguir en la cuarentena protegida de sus hogares: recolectando basuras, sanitizando en espacios privados y públicos, haciendo entrega de alimentos y productos en nuestras puertas, cuidando a niños y a personas mayores, trabajando en el campo de la salud, también en la agricultura y la construcción. Lamentablemente, por otro lado, siguen siendo sujetos sobre los cuales se acumulan diversas discriminaciones que operan para la criminalización de personas migrantes que ya desde antes, han sido abandonadas por el estado.
Vale señalar también en esta presentación que los(as) migrantes también estuvieron presentes en la rebelión popular iniciada en octubre 2019. Fueron muchos(as) los que participaronactivamente en los cabildos y diversos encuentros a pesar de la prohibición que existe al respecto. Vimos que durante ese período su presencia fue considerada en el campo político. Sin embargo, aún queda mucho trabajo respecto a una consideración que se extienda en todos los ámbitos de la vida y que plantee el reconocimiento indispensable que vaya terminando con una “otredad” que no tiene sentido cuando vivimos en comunidad. Es indispensable que haya una ley migratoria basada en derechos humanos integrales, pero al mismo tiempo un trabajo al interior de la sociedad para el reconocimiento y la solidaridad en los diversos escenarios de la vida cotidiana.
Es así como la Cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas intenta tener una presencia permanente en los debates que surgen en país en torno a la cuestión migratoria como también respecto a la actitud de la sociedad chilena, siempre considerando sus objetivos y teniendo en cuenta el lugar que tiene la Universidad de Chile en los procesos de transformación de la sociedad chilena.
Nuestro trabajo ha sido posible también gracias a la participación de un comprometido Directorio, así como de nuestros queridos colaboradores: las organizaciones migrantes y pro-migrantes que existen a nivel nacional y que nos han entregados valiosos insumos además de su confianza; de algunos municipios y sus oficinas de migraciones u otras instancias; de universidades de la región y del país con las cuales tenemos actualmente proyectos; de organizaciones de derechos humanos y organizaciones sociales.
Están también las juntas de vecinos, las radios y televisión populares, los grupos de trabajo de jóvenes y vecinos, entre muchas instancias conformadas por personas conscientes de la situación que hoy enfrentan los migrantes en nuestro país. No queremos olvidar el apoyo de la Embajada de Francia y su invitación constante para llevar a cabo actividades y proyectos conjuntos; y también vale señalar los lazos establecidos con Suecia a través de investigadoras(es) que se han sumado a nuestro trabajo.
Pero la vida de los(as) migrantes se ha vuelto más compleja ya desde antes contexto de la pandemia y pensamos posterior a ella sus dificultades se agudizarán debido a un aumento de la precarización de la vida en general y la escasa comprensión de la vida de un(a) migrante en Chile. Esto implica que deberemos estar atentos(as) a la posibilidad de actos violentos que despliega el racismo, al igual que a las incomprensiones de la sociedad. Si bien seguimos atentos(as) durante 2020 buscaremos abrir más puertas tanto en la Universidad de Chile como en otros ámbitos.
Para coordinar el trabajo la Cátedra se reúne una vez al mes, salvo en momentos de contingencia como ocurre actualmente con las urgencias que involucra la pandemia del Covid 19. Para ello realizamos reuniones online y también nos contactamos por nuestras redes las veces que es necesario para proponer acciones y tomar decisiones que precisan de rapidez cuando se trata de declaraciones o de defensa de los derechos de los(as) migrantes.
El año 2020 se avizora complejo para la población migrante en el mundo y en particular para Chile precisa de un trabajo colectivo al interior como al exterior de la Universidad de Chile. Sobre el trabajo al interior es preciso señalar que aún falta abrir el interés hacia la lucha contra el racismo hacia la población migrante a nivel de académicos y funcionarios. En cuanto a los(as) estudiantes el CFG sigue siendo un lugar de encuentro y conocimiento.