En la traumática reforma a la educación superior que se hizo durante el año 1981 en nuestro país, la Universidad de Chile vivió una de las más grandes pérdidas institucionales; por una parte su carácter nacional de índole territorial se vio reducido a una lógica metropolitana, con la creación de las universidades derivadas, y, sus Institutos Pedagógicos (sedes Santiago y Valparaíso), se constituyeron como universidades por sí mismas.
Si bien la naturaleza de formación docente, bajo el enfoque nacional, público y laico que imprime la Universidad de Chile, nunca se abandonó por completo por parte de la Corporación, la carencia de una institucionalidad que agrupe la disciplina en dicho sector, ha sido un continuo hasta el día de hoy.
De esta forma, la reciente creación de las carreras de Pedagogía en Educación Parvularia en la Facultad de Ciencias Sociales y Pedagogía en Educación Básica en la Facultad de Filosofía y Humanidades (agosto de 2014), presentan un desafío para la Corporación en el sentido de construir una institucionalidad que agrupe la disciplina de la Educación, reconociendo en ella la importancia radical que tiene en el desarrollo de una nación.
La docencia de pregrado, postgrado, investigación y extensión en Educación, merecen estar en una institucionalidad coherente a la estructura universitaria, que permita a su titular participar de los debates internos en los organismos superiores de gobierno universitario y reconozcan en la jerarquía de dicha institucionalidad, la importancia que la Universidad de Chile le da a la Educación nacional, pública y laica.
Importante y desafiante tarea se pone por delante, a toda la comunidad universitaria. El país necesita de su Universidad en este sentido.