El jurado compuesto por Adriana Delpiano, Ministra de Educación; Ennio Vivaldi, Rector de la Universidad de Chile; Álvaro Rojas, Rector de la Universidad de Talca y representante del Consejo de Rectores (CRUCH); Benjamín Lira, representante de la Academia Chilena de Bellas Artes y Alfredo Jaar, Premio Nacional de Artes Plásticas 2013 y último galardonado, reconoció el trabajo de Roser Bru, quien fuera estudiante de la Casa de Bello, con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2015, decisión que fue informada esta tarde en el Ministerio de Educación.
El Rector Vivaldi se refirió a la entrega de este galardón a Roser Bru, aseverando que "todos los participantes del jurado destacaron la versatilidad y la evolución de su obra y el estar permanentemente con nuevas propuestas, su esfuerzo hoy y siempre de formar nueva gente, de hacer laboratorios, de hacer talleres, y además de las extraordinarias dotes de artista. Es una mujer ejemplar. Creo que hay un detalle en términos de que ella adopta a Chile como una patria y es tal su compromiso con el país que además de ser a todas luces merecidísimo tiene también una dosis de esta mujer que conmociona. Todos los candidatos eran buenos, pero ella tiene algo que a uno lo conmueve".
La artista tiene el reconocimiento de sus pares, tal como lo indican las tres nominaciones y dos galardones obtenidos en los Premios Altazor a las Artes Nacionales en la última década, y con testimonios como el del Director del Museo de Arte Contemporáneo, Francisco Brugnoli, quien indicó el año pasado que "es una excelente artista, y es admirable que siga batallando a sus años. Su obra no ha sido reconocida suficientemente. Ya debiera haber sido Premio Nacional de Artes", casi como si vaticinara que esto finalmente ocurriría.
Roser Bru acumula historias a lo largo de sus 92 años de vida, siempre entre la Barcelona donde nació en 1923, y en el Chile donde ha desarrollado mayoritariamente su obra artística, y donde primero se formó en pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile entre 1939 y 1942. Ello tras emigrar en el ya mítico Winnipeg desde Francia, donde se encontraba refugiada tras el fin de la Guerra Civil Española.
Desde 1958, realiza exposiciones individuales en Santiago, Barcelona, Madrid, Ibiza, Ciudad de México, Buenos Aires y Río de Janeiro. Sus obras se encuentran en museos de Nueva York, Río de Janeiro, Berlín, Santiago y Barcelona. Desde ese año que la pintora, grabadista y dibujante ha creado sin parar, armando exposiciones que traspasan fronteras, y creando escuela en varias universidades nacionales.
La obra de Roser Bru
Desde el comienzo, Bru abarcó la pintura, el dibujo y el grabado, con un trabajo caracterizado por una cercanía a lo matérico y la experimentación con nuevos medios expresivos, como las incisiones realizadas directamente en la superficie de la obra. Luego de trabajar con la corporalidad humana y las huellas de las emociones en los objetos, su quehacer artístico cada vez fue tornándose más crítico, poniendo en crisis la estabilidad de la representación mediante la borradura, la tachadura (gráfica sobrepuesta a la pintura), el cubrimiento (exhumar y luego volver a enterrar), la inclusión de signos como cintas negras, los colores de la bandera chilena y española, fotos y textos escritos.
En su obra no sólo lo estético tiene un lugar importante, sino que también la memoria, tanto social como histórica, a raíz de todas sus experiencias de vida, pensando en la fragilidad de esta y en la necesidad de su preservación pese a la imposibilidad de que lo pasado pueda ser recordado por entero. Además, tiene una fijación por los conflictos sociales y los hechos históricos dramáticos, planteando un discurso crítico de gran fuerza frente a la injusticia, al drama de la guerra, la tortura, etc. Introduce elementos como cintas negras, fotografías intervenidas, frases y números que refuerzan su temática y asocian permanentemente el pasado y el presente, con versatilidad y avidez de renovar las formas y los mensajes.