Indagar en el trabajo, los instrumentos y las redes de la Dirección de Bienestar Estudiantil (DBE), unidad encargada de generar las políticas para el mejoramiento de la calidad de vida de los estudiantes de la Universidad de Chile, fueron las tareas a las que se dedicó la socióloga Pamela Díaz Romero apenas se incorporó a nuestro plantel.
A semanas de comenzar su labor, y con el diagnóstico ya en mano, el primer gran paso en esta nueva etapa, señala Diaz, es redefinir el concepto de bienestar de la DBE, que hasta ahora se articulaba fundamentalmente desde lo asistencial. Y siguiendo los lineamientos de otros sistemas educativos del mundo, la idea ahora es asociar el bienestar estudiantil a la condición de estudiantes. "Queremos transformar los beneficios, en apoyos al proceso de enseñanza y aprendizaje", explica la socióloga.
-Luego de este primer páso ¿Cuáles son los siguientes?
Hay una segunda línea vinculada con el aspecto más procedimental y funcional, que tiene que ver cuál es tu rol en el nivel central en esta nueva concepción. Porque la Dirección de Bienestar Estudiantil de la Torre 15, tiene a sus homólogos en las facultades, que atienden directamente a los estudiantes. La función de las facultades en esto y la nuestra se superpone en varios hitos. Desde mi punto de vista no estamos generando programas o políticas que orienten la acción de los bienestares locales, lo que se supone que es parte del mandato que tenemos.
-¿Eso entraría a jugar hoy un papel más importante?
La idea es que nos ocupemos de generar políticas y programas que orienten la asignación de beneficios por un lado, y que por otro, permitan avanzar en la equidad interna de esos beneficios y en la articulación de esos beneficios con la política pública. Nosotros deberíamos tener un rol en potenciar ese aspecto, permitiendo que efectivamente el estudiante haga uso de los derechos de los que son titulares.
-¿Y cuál es el tercer objetivo estratégico de trabajo?
Tiene que ver con la sistematización y producción de información relevante para los procesos propiamente académicos de los estudiantes. A partir de la activación de ciertos beneficios por parte de los estudiantes, deberíamos tener alertas que nos permitan coordinarnos, ya sea con pregrado o con las propias facultades para decirle ‘este estudiante tuvo un accidente en su casa, por lo tanto, es probable que su desaparición de la última semana sea por causales extra académicas, pero que evidentemente le van a afectar su vida académica’. Hoy en día no tenemos los mecanismos para transmitir esa información a quienes están haciendo las evaluaciones o el acompañamiento académico. Aquí hay una función en la que deberíamos tener que ver en cuanto a producir la información y generar los canales de comunicación, para que quienes tengan que usarla para la vida académica de ese estudiante, tengan acceso a ella.
-Supongo que esto tiene relación con apoyar la permanencia de los estudiantes que ingresan a nuestra Universidad.
Si tú vas a entender el sistema de beneficios o la ayuda estudiantil como un soporte a la vida del estudiante, está totalmente relacionado. La idea es configurar las ayudas de forma que efectivamente le permitan a ese estudiante mantenerse en su programa de estudios, progresar en él y egresar ojalá oportunamente. Esa relación la vamos a construir esperamos, en el mediano plazo.
-Esta redefinición del bienestar debe impactar también en el perfil de los estudiantes, que hasta ahora estaban acostumbrados a un modelo asistencial ¿Qué pasa con eso?
Aquí hay una apuesta por una transición que efectivamente va a tener que ser asistida. Nosotros entendemos que todo este enfoque no es algo que pueda instalarse a partir del 1 de marzo. Tenemos que hacer el esfuerzo con los estudiantes que ya van entrando, pero desde el punto de vista de los que ya están adentro va a tener que haber una transición necesaria para ir modificando, por ejemplo, lo criterios de mantención de beneficios, que permitan promover el egreso oportuno de los estudiantes de ciertos tipos de ayuda a otras.
-¿Cómo sería eso?
Yo entiendo perfectamente que un estudiante recién ingresado a la universidad, que viene de regiones, tiene necesariamente que tener prioridad para la residencia estudiantil. Ahora, debiera ser algo menos prioritario el segundo, y debiéramos suponer que al final del tercer año ese estudiante hizo redes, generó articulación que le permitiría eventualmente trasladarse de la beca de residencia a algún tipo de asistencia para el arriendo de vivienda, o sea, transitar a la vida adulta de una manera gradual. Hay que generar mecanismos de renovación y de egreso que vayan aumentando la responsabilidad del estudiante y generar incentivos para que efectivamente sea atractivo egresar de un beneficio. Esto tiene que ser conversado y tiene que ser comprendido por los estudiantes.