El tradicional desfile de carros alegóricos que por casi seis décadas se tomara la ciudad en el marco de la Fiesta de la Primavera -celebración de caracter nacional organizada por la FECh-, volvió a las calles el pasado sábado 7 de octubre.
La actividad, con la cual históricamente se despedía el invierno y se le daba la bienvenida a la nueva estación, de la mano de una gran fiesta cultural -no sin poner sobre la mesa la crítica social y los conflictos de la época-, resurgió de la mano de la FECh 2017. Y la convocatoria fue todo un éxito.
Pese a lo poco primaveral del día, cerca de 15 mil personas acompañaron el desfile, con sus ocho carros alegóricos de estudiantes y organizaciones sociales que se sumaron a la actividad. Las demandas por una mejor salud, educación, pensiones y migración, se hicieron parte del recorrido que tuvo lugar entre Portugal y Nataniel Cox.
Así, pasadas las tres de la tarde, las danzas latinoaméricanas, se entremezclaron con el jazz, las murgas y los coloridos disfraces, en una jornada que transformó de fiesta la principal avenida de la capital y cuyo resultado dejó plenamente satisfechos a los organizadores.
"Logramos ocupar las calles con carros alegóricos, comparsas y batucadas, y logramos además instalar un contenido crítico respecto a la realidad social de Chile, con la participación de movimientos de pobladores, y otros como No + AFP y de migrantes. Esperamos que este sea un hito inicial y que en los próximos años se siga manteniendo, con la participación de toda la comunidad universitaria", afirmó el presidente de la FECh, Daniel Andrade, tras la actividad.
Histórica festividad
Nacida en 1913, la Fiesta de la Primavera se transformó en un evento nacional reproducido en varias ciudades del país durante las décadas que siguieron a su primera versión. Desde 1915 a 1923 el día del desfile fue declarado feriado escolar, e incluso llegó a superar la convocatoria a las celebraciones de Fiestas Patrias.
La elección de la Reina de la Primavera, el concurso de afiches, los carros alegóricos y los Juegos Florales -organizados por la Sociedad de Artistas y Escritores de Chile, con el objetivo de premiar a jóvenes talentos literarios y que en 1914 ganara Gabriela Mistral-, son algunos de los hitos de la mítica festividad, que era también una instancia de crítica al conservadurismo de la oligarquía, lo que transformaba al espacio en una sátira que permitía a los estudiantes dar cuenta de las problemáticas sociales y políticas de la época.
Hacia finales de la primera mitad del siglo XX, las Fiestas de la Primavera perdieron su densidad original, transformándose en una celebración más, manteniéndose sólo el desfile de carros alegóricos y la elección de la Reina de la Primavera. La última de estas celebraciones tuvo lugar en 1972, casi un año antes de que la dictadura militar cerrara las puertas de la FECh por casí una década. En adelante, hubo algunos intentos infructuosos por replicarla durante la dictadura y postdicadura, hasta este año que la actual FECh se propuso retomar la celebración, apegada a su sentido original.