"Independientemente de lo que se piense sobre el bolchevismo, es innegable que la Revolución Rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial". Con estas palabras John Reed, el famoso periodista estadounidense, cerraba el prefacio a su famosa obra "Diez días que estremecieron al mundo" publicada en 1919, y en la que relata los hechos sucedidos en San Petesburgo -también conocida como Petrogrado- antes e inmediatamente después a la caída del gobierno provisional, y su reemplazo por el gobierno bolchevique.
Durante gran parte del siglo XX los ecos de los acontecimientos de aquel 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre en Rusia, donde regía el calendario juliano) resonaron tanto en revoluciones similares en China, Vietnam, Cuba o Nicaragua, como en las grandes movilizaciones sociales en los países occidentales y en las luchas contra los imperios coloniales en África, pero también en las críticas por el aplastamiento de la Primavera de Praga, o por los abusos a los Derechos Humanos asociados a la Cheka y a los gulag.
Para el académico del Instituto de Estudios Internacionales (IEI), Manfred Wilhelmy, la importancia de la revolución de octubre radica en que "dio lugar a la formación de un nuevo Estado, sucesor de la Rusia imperial, que fue la URSS, y a un partido que se internacionalizó bajo la forma del Comintern. El movimiento al que dio lugar a nivel mundial fue de gran magnitud y repercutió en Europa, Asia, América Latina y otras partes del mundo".
A pesar de la disolución de la Unión Soviética en 1991, el profesor Wilhelmy aseguró que el legado bolchevique continúa presente no sólo en la existencia de gobiernos comunistas en distintos países, sino que también "hay movimientos en todo el mundo en cuyo ADN está grabado de manera indeleble el legado de la Revolución Rusa".
Génesis de una revolución inesperada
Los orígenes de la Revolución Rusa se encuentran en las condiciones de vida que existían en el imperio de los zares a los años 1900, donde un incipiente capitalismo industrial se desarrollaba a costa de pésimas condiciones de trabajo, mientras al menos un tercio de las mejores tierras dedicadas a la agricultura eran propiedad de la nobleza, quienes las explotaban gracias al trabajo de campesinos en calidad de siervos.
Así lo explicó la profesora de la Facultad de Filosofía y Humanidades María Eugenia Horvitz. Tras la Revolución Francesa y las revoluciones liberales del siglo XIX "todos esperaban en Europa una revolución, en especial después de la Comuna de París. Había un fuerte movimiento de los trabajadores, que tenían capacidad de organizarse y luchar, pero nadie esperaba que fuera en Rusia, un país atrasado, mayoritariamente campesino, con una de las monarquías más cerradas, y con la más dura represión".
Pero es desde la revolución de 1905 -en la que Horvitz destacó el importante papel que cumplieron las mujeres-, que existían señales del fermento revolucionario en el país. Fue en ese momento que se levantó por primera vez el soviet como forma de organización de los obreros y campesinos, y que se consolidaron los liderazgos de dirigentes como Lenin y Trotski. "La transición al capitalismo en Rusia fue muy lenta, y toda la gran manufactura estaba en las grandes ciudades y particularmente en Petrogrado, y ahí es que en 1905 se da un fuerte movimiento que fue duramente reprimido. Esto nos demuestra que en el país hay una politización temprana en 1905", enfatizó la profesora Horvitz.
El énfasis represivo de la monarquía de los Romanov, y el impacto de la Primera Guerra Mundial sobre la población desataron nuevamente las fuertes protestas de los trabajadores y campesinos, sumándose esta vez también los soldados, tanto de las guarniciones internas como en el mismo frente de batalla, exigiendo un cambio en la situación del país. Es así como entre febrero y marzo de 1917 tras semanas de huelgas, motines y protestas, el Zar Nicolás II se vio obligado a abdicar al trono, instalándose un Gobierno Provisional encabezado por una cambiante coalición, en su mayoría de partidos socialistas moderados, bajo la presidencia de Aleksandr Kérenski.
La decisión de este gobierno transitorio de mantener al país en la guerra le granjeó las críticas de amplios sectores sociales, que demandaban la paz y una transformación radical en sus condiciones de vida, lo que fue aprovechado por el Partido Bolchevique, que era minoritario al interior de los soviets, para "a través de las movilizaciones sociales, adquirir una influencia creciente. Lenin y su grupo comprenden que lo que haga Kerenski y su gobierno no tiene importancia, sino que es en las masas donde se juega el poder".
Es así como llega el 7 de noviembre, luego de sofocado el intento de Golpe del general cosaco Lavr Kornilov, cuando en medio del descontento los bolcheviques apoyados en el Soviet de Petrogrado asaltaron el Palacio de Invierno, sede del Gobierno Provisional, con el objetivo de formar un gobierno bajo las consignas de "todo el poder a los soviets" y "pan, paz y tierra", dando pie a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
"La importancia de la revolución de octubre y la constitución del poder soviético, con la mala etapa del estalinismo, es algo históricamente inédito que le dio un giro a la historia contemporánea mundial porque es una revolución social con una participación masiva del pueblo ruso. No puede pensarse su impacto sólo desde la óptica de los liderazgos, por más potentes que hayan sido, sino también como un movimiento concéntrico de potentes fuerzas sociales, que le permitieron triunfar en una guerra civil, reorganizar el Estado, superar la intervención, y ser pivote central en la derrota del nazismo", aseguró Horvitz.
¿Dejó herederos la Revolución Rusa?
Un siglo después de la llegada de Lenin y su partido al poder, poco queda de la Unión Soviética en la Rusia actual, y de hecho, no hubo grandes conmemoraciones organizadas por el gobierno actual, encabezado por Vladimir Putin. Por el contrario, el mandatario inauguró hace pocos días el llamado "Muro del Dolor" dedicado a quienes sufrieron la represión política durante el período de la URSS.
Para el profesor Wilhelmy esto se debe a que "en la actualidad a los rusos les gusta más conmemorar hechos históricos que marcan la grandeza de su país, como la victoria sobre los nazis en 1945, pero en el período postsoviético hay una ruptura con lo que fue la vocación internacionalista del modelo comunista, optando más bien por una postura nacionalista".
El académico del IEI explicó que la desaparición de la URSS se debió en cierta medida a "lo que podríamos llamar anquilosamiento del sistema soviético, yo diría que a partir de los sucesores de Nikita Jrushchov como Breschnev, Chernenko o Andropov. A pesar de que Gorbachov intentó revitalizar el sistema, no fue capaz de revertir la situación".
Durante las últimas décadas, la Unión Soviética se encontraba "a la defensiva tratando de contener la falta de credibilidad del mensaje comunista como uno liberador frente a las estructuras capitalistas de explotación", debido a las críticas que surgieron luego de la represión a los alzamientos de la República Democrática Alemana en 1953, de Hungría en 1956, al proceso de apertura de Checoslovaquia en 1969, o a la incursión en Afganistán.
Consultado sobre la capacidad de la República Popular China de sobrevivir hasta la actualidad, a diferencia de la URSS, el académico hizo hincapié en que "los chinos rechazaron tajantemente la fórmula de la Glassnot y la Perestroika propuestas por Gorbachov, y aplicaron el camino señalado por Deng Xiao Ping: mantener el control político del Partido Comunista, cambiando el sistema económico por uno mixto donde se mantuviera un sector estatal e introduciendo elementos de mercado en un sector privado".
Sin embargo, al mismo tiempo aseguró que si bien es posible que China se transforme en una economía de primera línea en función de su tamaño, en su opinión "sigue siendo en muchos aspectos un país en desarrollo, y con una economía emergente, sumamente competitiva en el sector exportador, pero ello no se puede sostener de manera indefinida y los mismos mandos del PC se han dado cuenta de ello".
De todas maneras, el profesor Wilhelmy aseguró que la idea del socialismo ha logrado superar la crisis final de la Unión Soviética, hace ya más de 30 años, debido a que "excede por lejos al marxismo leninismo. Hay diferentes corrientes en distintas partes del mundo de tendencia más socialdemócrata algunas, otras más ortodoxas, que interactúan entre ellas, pero de todas maneras el marxismo leninismo tal como se lo concibió marcó sin duda el siglo XX, y todavía tiene una herencia importante en el mundo".