Logros, proyecciones y desafíos: el nuevo periodo del decano Roberto Aceituno Morales

Logros, proyecciones y desafíos: nuevo periodo del decano R. Aceituno

El año 2018 ha estado marcado por la nueva asunción de un gobierno de derecha, presidido por Sebastián Piñera, pero más aún por el desarrollo del movimiento feminista que se alzó masivamente en mayo pasado, con demandas ligadas a una igualdad de género, no más acoso ni abuso sexual, ni tampoco abuso de poder hacia las mujeres. Un fenómeno social que ha sido apoyado, seguido y trabajado triestamentalmente por la comunidad de la Facultad de Ciencias Sociales, así como también en el resto de la Universidad de Chile. Es en medio de este contexto que el decano, Roberto Aceituno Morales, fue reelecto por el periodo 2018-2022, al igual que el rector de la Casa de Bello, Ennio Vivaldi Véjar.

A juicio del decano, temas como infancia, feminismo, educación y racismo, han sido focos de análisis constantes de investigación y publicación académica. Proyectos e iniciativas de extensión, trabajo interdisciplinario y editorial cada vez se expanden más y seguirán haciéndolo de cara a los próximos cuatro años, como el sello Editorial Ediciones, Programa de Estudios Interdisciplinarios sobre Infancias, Oficina de Internacionalización y la Mesa Triestamental sobre Género tras las denuncias por acoso y abuso sexual.

–¿Cuáles son los principales logros que usted destaca de su anterior decanatura (2014-2018)?

Yo creo que durante los primeros cuatro años del decanato se pudieron consolidar algunos procesos que ya venían en curso, por ejemplo, el proceso de restructuración de la Facultad que –finalmente– se tradujo en una masa crítica, con un claustro académico muy fortalecido.

Hoy, tenemos muchos más y mejores condiciones para profesores(as) en la Facultad. Eso, ha dependido no solo de la gestión interna sino de la Iniciativa Bicentenario. Eso por una parte. Por otro lado, me parece que específicamente en términos de infraestructura es evidente que la construcción del nuevo edificio y finalizar un proyecto iniciado en la decanatura anterior fue un logro muy significativo, permitiendo generar mejores condiciones para ese claustro académico.

También me parece que se ha logrado avanzar hacia una convivencia triestamental participativa, colaborativa, lo que se ha logrado, al menos, parcialmente. Me parece que una política de este decanato ha sido desarrollar un diálogo permanente con los estamentos y entender que las problemáticas concernientes a la Facultad atañen a una comunidad.

Por tanto, no existen quienes padecen los problemas y quienes los resuelven, sino que todos(as) los padecemos y resolvemos conjuntamente. No siempre eso se logra, por lo que pienso nos falta todavía por avanzar en ese sentido. Durante este periodo, abordamos el último conflicto y demanda del movimiento feminista, frente al cual constituimos una mesa de trabajo triestamental para abordar esos problemas, dando cuenta –justamente– de ese espíritu y orientación política que hemos querido impulsar.

–¿En ese sentido, cómo describiría el rol público que ha ejercido la Facultad en estos cuatro años y cómo debiera seguir ejerciéndolo hasta 2022?

Pienso que la Facultad tiene una incidencia diversa en temas de presencia pública o debate nacional, siendo ese uno de los propósitos del programa de trabajo del primer periodo. Creo que se ha logrado en algunos aspectos, pero todavía falta por desarrollar aún más.

Al respecto, estamos creando un Programa Interdisciplinario de Estudios de la Infancia justamente con ese fin, de incidir en ese ámbito –por así decirlo– intermedio de la política pública acerca de infancia y los modos de implementación de la promoción de derechos.

Me parece que académicos(as) de la Facultad han tenido presencia pública también en temas muy relevantes como son género; en la discusión crítica sobre el modelo neoliberal imperante en Chile; el estudio y el trabajo en temas de migración y racismo. Hay académicos y académicas que trabajan, también, temas muy relevantes en el ámbito de la educación.

Participamos, además, del Programa Transversal de Educación (PTE), unidad que representa institucionalmente a la Universidad de Chile en ámbitos como el sistema educativo, discusiones sobre la calidad de la enseñanza o actividades ligadas a este ámbito.

La creación de un sello editorial también es importante destacar, con la cual hemos distribuido publicaciones, libros y traducciones, algunas producidas por nuestros(as) propios(as) académicos(as), otras producidas por docentes de otras universidades; este proyecto nos dará cada vez mayor presencia en el debate intelectual y político relacionado a las ciencias sociales.

–Pasando al contexto sociopolítico que nos rige en Chile con el presidente Sebastián Piñera y, a nivel interno, la reelección del rector Vivaldi. A su juicio, ¿qué participación debiera tener nuestro campo interdisciplinario en el estudio, análisis y crítica de problemas sociales actuales?

Hoy, muchos temas tan críticos como el trabajo con niños, el trabajo con familias, el trabajo con migrantes, todo eso ha perdido un espacio público donde el Estado dialogue con las instituciones e invierta recursos para ello. Esto pone en evidencia una precarización muy grande de lo público en beneficio de iniciativas, generalmente, privadas. Ahí yo creo que la Facultad debiera tener una presencia crítica muy importante.

Sin embargo, me parece que algunos avances o aperturas se produjeron respecto de cómo nos posicionamos en la discusión sobre la educación pública en todos sus niveles y, particularmente, la educación superior. Creo que ahí queda todavía pendiente una incidencia mayor en el fortalecimiento de las universidades del Estado, y entender que ese fortalecimiento no es –por así decirlo– subsidiario, sino que se trata de un fortalecimiento vinculado a la calidad y con el espíritu de trabajo de una institución pública, que otras instituciones no tienen. En ese sentido, estamos alineados como Facultad con la propuesta de gobierno del rector Vivaldi.

Nos interesa, además, promover y desarrollar un mayor trabajo en territorio, de vinculación con el medio y en regiones; al mismo tiempo, el levantamiento de información sobre lo que estamos haciendo y que desconocemos muchas veces en distintos espacios territoriales.