“Monitoreo sísmico y potencial sismogénico de la Falla San Ramón” se llama el estudio que tuvo por objetivo avanzar en la evaluación del potencial sísmico de la falla que se ubica en el piedemonte cordillerano de la Región Metropolitana, y que recorre de norte a sur el borde oriente de Santiago.
“Para demostrar que una falla cortical (superficial), que se mueve mucho más lento que la subducción, es activa, se debe hacer un análisis geológico, ya que requerimos saber lo que sucedió en el pasado a esa escala”, explicó el académico del Departamento de Geología de la FCFM, Gabriel Vargas, durante la presentación de los resultados de la investigación.
Para esto, se instalaron siete estaciones sismológicas permanentes, una de ellas a 100 m de profundidad desde la superficie, las que se incorporaron a la red del Centro Sismológico Nacional (CSN), de las cuales tres estaciones fueron proporcionadas por la Comisión Chilena de Energía Nuclear, y cinco estaciones GPS de observación permanente. También se realizó un sondaje a 200 m de profundidad y se realizó una trinchera en el cerro Calán. Con ello, se recolectaron, analizaron y relocalizaron los sismos bajo el frente cordillerano de Santiago y se profundizó el conocimiento geológico de esta falla.
“Gracias a esta nueva red se pueden detectar sismos más pequeños que nos permiten entender mejor la estructura geológica cortical, además de mejorar el cuadro de sismicidad que tenemos de la región Metropolitana”, señaló el profesor Vargas, quien agregó que desde 2017 hasta marzo de 2019 se han detectado “917 sismos, la mayoría de ellos de magnitud 2 y 3”.
La investigación, que realizó el Departamento de Geología y el CSN, ambos de la FCFM, permitió confirmar la actividad sísmica de la falla de San Ramón, además de su extensión hacia el sur, junto a la importancia de su estructura geológica.
“La falla estaba bien cartografiada entre los ríos Mapocho y Maipo, sin embargo, ya habían surgido evidencias de alguna sismicidad posiblemente asociada a la falla hacia el sur. Con los nuevos antecedentes podemos afirmar que si bien la falla de San Ramón tiene una manifestación en superficie bien reconocida entre ambos ríos, muy posiblemente, y tal como en muchas otras fallas en el mundo, una buena parte está oculta, pero es evidenciada por la sismicidad. Esta prolongación sería de unos 50 km, por lo menos”, indicó el académico.
Asimismo, explicó que “hay sismicidad que es compatible con la base de la falla de San Ramón y, aunque es un resultado preliminar evidenciado por los GPS, la parte superficial de la falla, que no produce sismicidad constante, podría estar acumulando deformación elástica, es decir, esa parte parece estar trabada, lo que sugiere la posibilidad que con el tiempo ocurra un sismo mayor. Se requiere continuar con el monitoreo y con los estudios para entender mejor esto último”.
Aunque el profesor Vargas aclaró que no se dispone de una base estadística, “dada la consistencia observacional geológica a distintas escalas de tiempo, con distintos métodos, sumado a lo que hemos observado de esta estructura, realizamos una estimación probabilística tiempo-dependiente para un terremoto mayor con ruptura en superficie en la Falla de San Ramón, del orden de un 2,7 por ciento en los próximos 100 años”, señaló.
De acuerdo a los resultados de la investigación, se recomendó a la ONEMI elaborar respuestas ante escenarios de una ruptura mayor en la falla, y continuar con líneas de investigación ligadas a incluir las fallas activas en la normativa legal vigente sobre vivienda y urbanismo, sobretodo en cuanto a la posibilidad de ruptura en superficie. “Todo lo que se ha hecho hasta ahora confirma que la falla representa un peligro importante para la ciudad, que está activa, y que debemos hacernos cargo de manera contundente”, concluyó el académico.