La vitamina D es un micronutriente que se obtiene del proceso que realiza el cuerpo al exponerse a la radiación solar ultravioleta B y de la absorción de ciertos alimentos tales como pescados grasos, productos lácteos y huevos. Actúa sobre la médula ósea, el celebro, las mamas, las células malignas y el sistema inmunológico, y está directamente relacionado con la funcionalidad motora y el debilitamiento muscular, sobre todo en adultos mayores.
"Múltiples estudios han determinado un vínculo entre la deficiencia de vitamina D y las condiciones como la diabetes tipo 1 y tipo 2, los trastornos del tejido conectivo, los trastornos inflamatorios del intestino, la hepatitis crónica, las alergias a los alimentos, el asma y las infecciones respiratorias y el cáncer. Los estudios en su mayor parte no han podido confirmar un vínculo causal, pero sí una asociación, por lo tanto mantener niveles óptimos de esta vitamina resulta muy importante sobre todo en grupos de riesgo como son los lactantes, niños, embarazadas y personas mayores“, afirmó Bárbara Ángel, profesora de la Unidad de Nutrición Pública del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile.
Hay estudios que indican que la vitamina D también podría ayudar a prevenir enfermedades neurológicas degenerativas, ya que se ha observado una asociación entre niveles bajos de este micronutriente y pérdida cognitiva. Al respecto, la profesora Ángel puntualizó: “Se ha demostrado que la vitamina D está involucrada en diferentes trastornos neurológicos, como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y el accidente cerebrovascular (...) La evidencia acumulada muestra que la vitamina D es importante para el funcionamiento preciso del cerebro. Además, es importante tener en cuenta que muchas enfermedades neurológicas relevantes están relacionadas con niveles bajos de ésta".
Un estilo de vida con actividad física constante, tiempo al aire libre y alimentación adecuada, serían factores ideales para consumir y absorber la vitamina D. Pero en el caso de los adultos mayores el cambio de rutina, por una más sedentaria y puertas adentro, y la reducción de su capacidad para sintetizar este micronutriente por la piel, propician la falta de este componente en su cuerpo.
Por otra parte, la obesidad, incluyendo el índice de masa corporal, el porcentaje de grasa y la circunferencia de cintura aumentada, también podría disminuir la absorción de la vitamina D. Este micronutriente se quedaría “atrapado” en el tejido adiposo, sin poder ingresar directamente al organismo.
Al no tener una ingesta diaria mínima de vitamina D, el cuerpo sufre pérdida de tonicidad muscular y funcionalidad motora. A esto se suma la sarcopenia, que es una característica típica del envejecimiento biológico que está relacionada con la reducción de la masa muscular, lo cual origina dependencia, caídas, disminución de defensas y riesgo de osteoporosis, en muchos adultos mayores con el pasar de los años.
La prevalencia de la sarcopenia es alta en las personas mayores, y aunque es un proceso biológico natural, es posible prevenirlo, retrasar su aparición e incluso revertirlo a través de una nutrición adecuada y suplementos, mejorando también la calidad de vida. Así mismo, un estilo de vida activo y al aire libre facilitará la absorción de la vitamina D.
La profesora Ángel recomienda que para mejorar la salud pública y la calidad de vida de los adultos mayores se debe modificar la fortificación de los alimentos con vitamina D en una medida adecuada, pensando principalmente en aquellas personas con enfermedades metabólicas, sarcopenia y fragilidad. “Solo se puede obtener una pequeña cantidad de vitamina D de la dieta, ya que sólo algunos alimentos la contienen de manera natural, como los pescados grasos -salmón, atún, jurel- y productos lácteos, como leche, yogurt y huevos", advirtió la especialista, refiriendo que especialmente en el caso de las personas mayores es muy difícil alcanzar estos niveles solo con la dieta.